Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Cuando
Erdogan fue a visitar a Vladimir Putin, este le recibió mirando de lado y
tendiéndole una mano con gesto condescendiente. Su cara era de "me has derribado un
avión y vienes ahora para tocar las narices a los norteamericanos". La
cara de Erdogan, en cambio, trataba de reflejar lo contrario: "la buena
noticia es que tu avión lo derribaron unos oficiales gulenistas que querían que tú y yo nos enfadáramos". Se
hicieron las fotos con sus caras correspondientes a sabiendas de que los dos trataban
de fastidiar a los Estados Unidos. Son políticos curtidos, pragmáticos y
capaces de hacer un sacrificio personal por tan noble fin. Las sonrisas y gestos estaban destinados a Obama y los Estados Unidos, a Europa. Eran por fastidiar.
Cuando el
presidente Abdel Fattah al-Sisi visitó a Trump, los dos pusieron cara de
"¡Qué buenos recuerdos de nuestra infancia!", aunque solo se hubieran
visto una vez, como si las presidencias
respectivas les hubieran alejado del golf del fin de semana. Ambos
escenificaban una atracción que
fastidiaba a Obama, que no había recibido al presidente egipcio. Daba igual que
Obama estuviera dándose baños en Hawaii. La misma cara de alegría puso el
presidente egipcio cuando se encontró con Putin. En su primer encuentro Putin
manifestó su alegría porque se presentara a la presidencia egipcia. La
intención era la misma: molestar a Washington, cada uno a su manera.
La
visita de Erdogan ha tenido sus fotos peculiares y sus gestos. En plena crisis
interna —¿quién no habla de "impeachment"?—, Trump está acelerando
visitas por si luego no tiene ocasión. En encuentro con Trump ha tenido su lado
divertido al poderse comprobar dos actitudes: Trump intentando ser el amable
anfitrión, con esos abrazos ensayados, y Erdogan tratando de eludir cualquier
gesto de simpatía, sonrisa automática, estrechamiento de manos, etc.
Lo
primero que ha resaltado Trump en la rueda de prensa conjunta es que era la
primera visita "in years", convirtiendo así todo en un acontecimiento
glorioso, estrategia del comerciante y publicista.
Trump
habló del "legendario valor de los turcos" —los llamó "unos de
los soldados más valientes del mundo"— mientras la mirada errática de
Erdogan vagaba por la sala. La cámara cerró el plano conjunto para evitar transmitir
la cara y actitud de pasotismo del presidente turco.
Una vez
terminado el canto a Turquía, al valor de los turcos, las condolencias por el
dolor de los ataques terroristas, etc. Trump manifestó el gran honor que era
tenerle allí y le tendió la mano. La cara de Erdogan mientras le estrechaba por
segundos la mano lo decía todo: ¡vaya,
llegó el momento!, parecía pensar. El expresivo orador que se pasea con su
bufanda por los escenarios de los mítines micrófono en mano se mostraba ahora
como un hierático e inexpresivo convidado de piedra. La intervención de
Erdogan, traducida simultáneamente, siguió en el mismo tono lúgubre.
Mientras
tanto, Donald Trump esbozaba amplias sonrisas y hacía gestos de satisfacción a
los que entre el público le miraban. El contraste entre ambos era patente. Dos
maestros manipuladores del abrazo
frente a frente a frente tratando de evitar que el otro saque ventaja de un gesto,
de una sonrisa. ¡Todo un espectáculo semiótico!
Pese a
sus escarceos con Theresa May (o quizá por ellos), la prensa británica
(recordemos que despreció públicamente a la BBC en una rueda de Prensa) trata
con bastante dureza a Trump, en línea con la europea. Con el titular "Donald
Trump fails to raise human rights with Turkey's President Erdogan despite
intensifying crackdown", The independent nos muestra una foto de un (artificialmente)
sonriente Donald Trump ofreciéndole la mano a Erdogan que le mira con un gesto
que su doblez islamista no puede ocultar, un gesto de profundo asco por tener
que estrecharla. La mirada de Erdogan lo dice todo y se lo dice, además, a su
público turco, al que dentro de unos días volverá a repetir que Estados Unidos
es el "mal" y que acogen a terroristas
como Fetullah Gulen, quien le sirve para descalificar o encerrar a sus enemigos
purgando el país.
Ante la
frialdad del encuentro, la noticia estalló fuera, donde se produjo el
calentamiento que se trataba de evitar dentro. Los guardaespaldas de Erdogan y
sus seguidores islamistas atacaban a los armenios que recordaban que el señor
que estuvo dentro de la Casa Blanca sigue negando y amenazando a quienes le
piden el reconocimiento del genocidio armenio o simplemente son kurdos. El
asunto es grave porque la visita a la Casa Blanca no incluye agredir a los que
se encuentran en un país en el que uno tiene derecho a protestar y
manifestarse, no como en la Turquía de Erdogan.
The independent describe
lo sucedido y las reacciones:
Hours after the pair held talks, chaos broke
out at the Turkish embassy in Washington as Mr Erdogan’s security staff
violently broke up an anti-government protest.
Footage showed men in suits beating and kicking
unarmed protesters holding pro-Kurdish and anti-Erdogan signs, leaving some
lying on the ground and covered in blood.
Emergency officials said nine people were
injured, while two men are facing charges over the incident, which provoked
dramatically different responses in Turkey and the US.
Turkey's official Anadolu news agency labelled
the protesters “supporters of terror”, saying they chanted anti-Erdogan slogans
as the President entered the embassy after meeting Mr Trump.
The report claimed his security team moved in
to disperse the protesters because ”police did not heed to Turkish demands to
intervene”, although footage showed American police officers attempting to drag
them off demonstrators.
Muriel Bowser, the mayor of Washington DC, said
the “violent attack on a peaceful demonstration” is an affront to “our rights
as Americans”.
The White House has made no comment on the
protest following a marked lack of criticism from Mr Trump on increasingly
authoritarian moves in Turkey.
The President was criticised for congratulating
Mr Erdogan as he won a controversial referendum to dramatically expand his
powers last month, sparking alarm among European leaders and human rights
groups.*
Preocupados ambos por la escenificación, se les recuerda que
han dejado fuera asuntos importantes, como son los "derechos humanos".
Es significativo que Trump felicite a Erdogan por algo que ha sido condenado
por prácticamente todo el mundo, su asalto al poder tras las cuestionadas votaciones
del referéndum. Llevado por su retórica exagerada, Trump no podía dejar de felicitarlo
por esa victoria que hunde un poco más a la democracia turca, ya bajo mínimos.
Si Trump considera que "la prensa es el enemigo del pueblo", tampoco
se iba a preocupar por los periodistas encerrados en Turquía o por lo medios
clausurados por el gobierno. ¿Qué más le da? Su regalo ha sido la cara de
desprecio de Erdogan.
Este desprecio de Erdogan por Trump es personal, político y
cultural. Como mesiánico, Erdogan no puede sino despreciar lo que Trump
representa, al millonario narcisista metido a político. El mujeriego Trump, el
que se casa con bellezas de concurso y modelos para llamar la atención al
entrar en los salones, no puede suscitar sino el desprecio del puritano Erdogan.
La frase de Trump diciendo "que de no ser su hija, haría la corte a Ivanka", habría hecho enrojecer de ira a Erdogan.
Como político, Trump es un hombre sin partido, sin
ideología, un mero oportunista que ha llegado al poder. Erdogan, en cambio es
un hombre de programa, de agenda, que ha ido dejando pasar el tiempo a golpe de
astucia y fuerza, según conviniera para hacerse cumplir el plan de la Historia:
la reislamización de Turquía y, si se tercia, la reconstrucción de imperio
otomano aunque sea como anhelo. El espectáculo bochornoso que Trump está dando
desde la Casa Blanca al mundo, un espectáculo que avergüenza a una mayoría de
norteamericanos, no puede sino suscitar rechazo en la mentalidad de Erdogan.
Y el aspecto cultural. Erdogan no puede sino ser aliado
circunstancial de cualquier otro. Los utiliza, pero los desprecia desde su
conciencia islamista de superioridad. El desprecio que manifiesta por Europa en
cuanto tiene ocasión mientras juega al ratón y al gato con ella es manifiesto.
Erdogan espera a que Europa le diga "no" para presentarlo como una victoria
identitaria y de poder. El camino de Turquía es claro en los planes de Erdogan:
la dependencia es humillación. Hay que ser fuerte para ser independiente.
Mientras tanto, sonrisas, visitar y juegos maquiavélicos con quien sea
necesario, incluido el Estado Islámico, al que le costó mucho enfrentarse
porque le estaban haciendo el favor de eliminar kurdos. Hasta que a alguien,
los Estados Unidos, se le ocurrió armarlos y entrenarlos. Ahora ha ido allí a
decirle a Trump que no lo haga. Es lo que quiere decir su inexpresivo gesto.
La cara de Erdogan es expresiva en su inexpresividad, como
le pasa a Putin, que ha esbozado ligeras sonrisas y algún brillo en los ojos
con la historia de Lavrov y el embajador ruso en la Casa Blanca. Sus compatriotas,
mucho más expresivos, no han podido reprimir las carcajadas. Tras las
acusaciones a Trump por dicharachero, la CNN cuenta:
At the press conference in Sochi, Putin made
light of the allegations.
"I think we need to come up with some sort
of punishment for him, because he didn't share this secret information, not
with us, not with the special services. This is really not nice of him,"
Putin joked, laughing with Lavrov, who was also at the conference.
But he then took a more serious tone, accusing
Americans of "rocking the internal political situation in the US under
anti-Russian slogans."
"They either don't understand that they
are harming their country -- which makes them just dumb -- or they understand,
which makes them dangerous and dirty."**
Se dice que nada hay más difícil que el humor sea
comprendido en diferentes culturas simultáneamente, pero las carcajadas rusas
demuestran que es posible. Pero podría ser que los rusos se hayan reído porque
el chiste era realmente ruso. Esta
vez los americanos no se han reído.
La imagen de los rusos riéndose a carcajadas con los comentarios de Putin sobre lo que ocurre en la Casa Blanca serán difíciles de olvidar por parte de los norteamericanos, los diplomáticos de la administración y cualquier persona con sentido del ridículo. El gran chiste americano, como se advirtió, es el propio Trump en la Casa Blanca. estas son las consecuencias.
Con todo, el mejor "gran chiste americano" lo acaba de publicar el presidente Trump en uno de sus tuits para la Historia:
*
"Donald Trump fails to raise human rights with Turkey's President Erdogan
despite intensifying crackdown" The Independent 17/05/2017
http://www.independent.co.uk/news/world/americas/us-politics/donald-trump-erdogan-meeting-talks-coup-human-rights-turkey-crackdown-arrests-protest-washington-a7741581.html
**
"Putin offers transcript of Trump meeting with Lavrov" CNN 17/05/2017
http://edition.cnn.com/2017/05/17/politics/russia-us-trump-lavrov-intel/
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.