Joaquín
Mª Aguirre Romero (UCM)
La
noche del 17 uno de los artículos de Mada Masr un título directo: "Against
Homophobia", y lo firmaba Dalia Abdel Hameed. El día era el correcto, puesto que el día 17 estaba
señalado como Día contra la Homofobia
y demás ataques a la diversidad sexual.
Mi sorpresa
esta mañana fue al comprobar que el titular directo de la víspera se había
transformado en un defensivo "Homosexuality
is not a crime". Del activo "Against homophobia" se había pasado
a una fórmula mucho más atenuada y menos provocadora y conmemorativa.
Pero otra
cuestión que me llamó la atención y que me movió a la curiosidad. Al final del
artículo había y hay una nota que señala "This article has been translated
and edited for clarity. You
can read the original Arabic here." No todos los artículos lo tienen, como
he podido comprobar en un rápido vistazo.
Como el artículo era polémico,
hice lo que se me indicaba, fui al original árabe. El título no era "Contra
la homofobia" ni "La homosexualidad no es un crimen", como me
había encontrado, sino sobre el control
de las conciencias, algo mucho menos directo. El artículo se mantenía en la
línea del texto en inglés, pero me encontré que el último párrafo del artículo
de Dalia Abdel Hameed
difería de forma sustancial, más allá de lo que cualquiera llamaría una
cuestión de traducción o edición, que efectivamente se había
realizado añadiendo algunos datos sobre los hechos contados, conocidos para los
egipcios pero menos para otros. El párrafo final en su versión inglesa es el
siguiente:
The rabid media assault on LGBT individuals
gives credence to the widespread, but erroneous, public belief that
homosexuality is a crime in Egypt. Egyptian law criminalizes debauchery, which
is legally defined as sexual activity between one man and multiple sexual
partners in exchange for material gains. Homosexuality is not a crime.*
El argumento insiste en que la acusación (debauchery) que se les aplica a los
homosexuales detenidos. Las formas más habituales de traducción suelen ser
"libertinaje" y "depravación".
Lo que se expone en la traducción es correcto Pero el
párrafo árabe contiene una frase que ha desaparecido en la traducción. Se trata
de una afirmación del texto sobre la campañas mediáticas homófobas que extienden
la "errónea" idea de que la homosexualidad es una enfermedad mental que debe ser
corregida. El texto es taxativo: "La homosexualidad no es una
enfermedad", concluye. Finalmente, el texto se cierra como en su traducción
al inglés: "La homosexualidad no es un crimen". Es esta última frase
la que se ha convertido en el nuevo titular del texto en el día 18, hoy.
Eliminar la referencia del texto a la consideración social y
mediática que hace que se considere la homosexualidad una "enfermedad mental",
susceptible de tratamiento para su "cura" es realmente extraño porque
no se encuentra su lógica: ¿por qué dejar
la frase en el texto árabe y no en el inglés?
El artículo de Dalia Abdel Hamid comienza diciendo que no le gustan las grandes
celebraciones:
May 17 marks International Day Against
Homophobia, Transphobia and Biphobia. While I’m not the biggest fan of global
commemoration days, I admit that they do sometimes help initiate discussions on
the deplorable conditions people may face in certain countries. In the context
of Egypt, May 17 provides an opportunity to discuss the situation for LGBT
individuals.*
Quizá
la explicación del título tenga que ver con el día. Mi hipótesis es que la
revista aprovechó el día 17 para titular en inglés "Contra la homofobia",
de esta manera contribuía a la celebración del día. Hoy, día 18, el titular
cambió al defensivo "The homosexuality is not a crime", que es la
frase con la que se cierra el artículo.
El
texto es bastante directo sobre las actuaciones del gobierno egipcio y su
interferencia en las conciencias de sus ciudadanos, lo que se correspondería
con el titular del texto en árabe. Tras la presentación, Dalia Abdel Hamid pasa
directamente a la denuncia del estado de los derechos en Egipto:
In December 2014, an administrative court
denied a Libyan national’s petition to challenge the Interior Ministry’s
decision to deport him from Egypt, where he had resided on a tourist visa since
2006, and subsequently to bar him from reentering the country. The Interior
Ministry issued his deportation after the prosecution decided not to pursue a
conviction in debauchery charges that are believed to have been initially filed
in relation to the man’s sexuality. While homosexuality is not explicitly
criminalized under the Egyptian penal code, the statute pertaining to
debauchery is often used to prosecute LGBT individuals. In effect, the court
ruled that it is within the Interior Ministry’s jurisdiction to deport foreign
nationals based on their sexuality, even without a criminal conviction.
As international human rights groups continue
to try to combat discrimination against LGBT individuals, some members of
Egypt’s rights community, particularly the National Council for Human Rights
(NCHR), have issued inflammatory anti-LGBT statements. Some rights advocates
have supported the court’s ruling, claiming, “The ruling is consistent with
religious and social norms. This ruling legitimizes the Interior Ministry’s
commitment to uphold society’s morals and the integrity of its values.”
In addition to NCHR’s support, the ruling sets
a dangerous legal precedent by placing the Interior Ministry above the law. It
allows the interior minister to deport foreign nationals if he thinks their
presence poses a threat to national security or public morals. But we don’t
know exactly what threat the Libyan citizen posed to religious and social
values. The public prosecutor ordered the man’s release without referring him
to trial, suggesting that the debauchery charge was unsubstantiated, despite
allegations made in the police report.*
El papel del oficialista Consejo Nacional para los Derechos
Humanos en los casos relacionados con la sexualidad es realmente penoso. En
2015, el gobierno egipcio aprobó una serie de medidas a través del Ministerio
del Interior para la expulsión de Egipto de los homosexuales extranjeros y para
impedir la entrada en el país a los homosexuales. Para ello contó con el
vergonzoso apoyo de miembros del Consejo Nacional de los Derechos Humanos. Los
argumentos son siempre los mismos: el gobierno debe velar por la religión y las
costumbres.
Los problemas que se plantean por esta medida son muchos:
¿debe hacer pública internacionalmente
esta medida para que a ningún homosexual extranjero se le ocurra pisar el sagrado suelo de Egipto? ¿Se deben poner
avisos en los aeropuertos advirtiendo a los homosexuales de que no pueden
entrar? ¿Se debe preguntar en las embajadas sobre la sexualidad de los
visitantes antes de conceder visados, preguntarlo en los formularios antes de
desembarcar de los aviones? ¿Se deben hacer exámenes comprobatorios en los
aeropuertos, esos exámenes que han sido considerados vergonzosos,
"tortura" y "anticientíficos" por las asociaciones
internacionales de Derechos Humanos? ¿Hay que viajar provisto de un certificado
médico, religioso, político que avale la "normalidad" a la egipcia?
Parece, en cambio, que la idea de que la homosexualidad sea una enfermedad es más "vendible"
como forma de proteger la "salud" de los egipcios ante las posibles
contaminaciones occidentales. Desde
la perspectiva que se les vende constantemente, los egipcios son perfectos. El feminismo, los derechos
humanos, la homosexualidad, el ateísmo, la democracia incluso, etc. son muestras
de la degeneración occidental. Se alientan
así dos cosas: el aislacionismo que
permite un mejor control social y por otro lado el agrado de los sectores más
retrógrados y autoritarios del mundo islámico (los saudíes y demás), hacia los
que Egipto se dirige en su intento de hacer un islamismo sin los Hermanos Musulmanes.
Como señaló de forma sorprendente Naguib Gabriel en 2015, el
cabeza del Consejo Nacional de Derechos Humanos egipcio, la fuente de los
Derechos Humanos son la costumbre y la
religión, dejando la "universalidad" de los derechos en "puro
localismo". No hay más "humanidad", según esto, que los
egipcios; el resto son errores y perversiones. Con estos planteamientos, no
queda mucho que esperar. Por eso puede el presidente El-Sisi decir que los
derechos humanos son una cuestión de Occidente y no de Egipto.
También de gravedad es el siguiente aspecto que Dalia Abdel
Hameed señala en su artículo, el uso de las falsas acusaciones de
homosexualidad para expulsar o encerrar personas:
The legal history of debauchery cases in Egypt
demonstrates that police often fabricate charges against individuals without
evidence. To rely solely on police reports as evidence disregards an
individuals’ right to justice. One need only cast a cursory glance at the
police report in the Ramses Bathhouse case to see the extent of the
fabrication. In December 2014, security forces allowed TV anchor Mona Iraqi to
film a police raid on a public bathhouse that police had claimed was a hub for
same-sex activity in downtown Cairo’s Ramses area. In the raid, police arrested
26 men. During the ensuing trial, one of the defense attorneys argued that the
police report was implausible. According to a press release by the Egyptian
Initiative for Personal Rights (EIPR), “the Head of Investigations Unit in the
Vice Police Department, Cairo Security Directorate, gave a detailed testimony
about the sexual positions exercised by the suspects at the time of arrest.
These allegations were denied by all defendants – and were later disproven.” In
the end, the judge acquitted all defendants in the case and denied the
prosecution’s request for appeal.
There are two entailments that follow from the
court’s decision to uphold the Interior Ministry’s deportation order. It not
only stokes homophobia, but also fuels hostility toward foreign nationals. Many
people fear that police may abuse this authority to deport foreigners whose
political activity or opinions it dislikes for one reason or another. This
authority could very easily become a tool to punish “troublesome” foreigners
whom the state judges to be unwanted.
Of course, the wider context of the ruling
cannot be ignored. Since late 2013, police have arrested dozens of people for
alleged debauchery. While human rights groups have documented the flagrant
police abuses inflicted upon detainees, ranging from beatings and humiliation
to sexual harassment and threats of sexual violence, the crackdown on those
suspected to be part of the LGBT community has also been accompanied by
sensational media coverage. In a show of utter contempt for the safety and
security of those arrested, media reports often grossly infringe on individuals’
private lives. To take one example, many newspapers and online media platforms
published the Libyan national’s passport number, home address, place of study
and other private details. Such violations may seem trivial, but they often
have grave consequences for the individuals involved who have lost their right
to privacy and thus should be treated as crimes.*
La autora llega a citar el caso del suicidio de un ciudadano
al que se le había "arruinado la vida" con todo estos procesos
públicos paralelos en los que, sin mediación de ningún tipo de seguridad
jurídica, los medios afectos al régimen exponen a las personas para hundirlas y
mostrar esos dos aspectos citados: la gran moralidad
del régimen y del pueblo egipcio y la depravación de los extranjeros y sus
nefastas influencias en los que se dejan seducir por sus cantos de libertad.
El caso de la redada en los baños con la periodista Mona Iraqi,
que fue condena por muchos profesionales, demostró claramente este funcionamiento
hipócrita y manipulador que caracteriza al régimen. El apoyo dado a la
homofobia desde el Consejo Nacional de Derechos Humanos muestra el peculiar
sentido que se tiene sobre los derechos y las personas. El Consejo es aireado
en su defensa de las minorías, pero se centra esencialmente en los
"coptos", queriendo marcar las distancias con los Hermanos y
salafistas, que tampoco los respetaban. Ahí se acaban todo su sentido de los
derechos. La homofobia es galopante.
Nos quedamos con la duda de la desaparición del artículo en
inglés de la afirmación de que la
homosexualidad no es una enfermedad. Podemos explicar las tres formas
diferentes del título, pero no tenemos claro por qué se eliminó esta frase.
Solo podemos especular. La estrategia del gobierno egipcio
frente al "ateísmo" (con esos 800 y pico ateos que afirmaban tener
contados, ni uno más ni uno menos) la estrategia fue considerarlo como una
"enfermedad" y asignar dotaciones y personas para campañas desde los
ministerios con psicólogos expertos
capaces de corregir esta perturbación mental.
La llegada de los islamistas al poder en 2012 levantó todas
las alarmas. En enero de 2013,
la publicación PolicyMic titulaba "Obama Simply Watches As Egypt Becomes
Increasingly Homophobic". Anta la falta de defensores interiores,
se apelaba al presidente norteamericano como única persona capaz de
presionar a los islamistas en el poder y
se hacía un breve recorrido por la homofobia nacional en los cambios últimos:
Homosexuality and cross-dressing are severely
stigmatized within Egyptian society. Until 2001, the Egyptian government refused
to even recognize the existence of homosexuality; some speculate that it now
does so only to brush off criticism from human rights organizations and foreign
leaders. While Egypt currently has no specific legislation banning
homosexuality, the government began using laws designed to protect traditional
Islamic values, "public morality" and order against homosexual men.
Today, there are plenty of ways the government is able to charge someone
suspected on engaging in homosexual acts — one such charge being “debauchery”
or breaking the country’s law of public morals.
The natural instinct for most gay Egyptians is
to try not to draw attention to themselves but following their involvement in
the revolution, they’ve been afforded greater visibility — and at a cost.
Alongside other minorities the gay community has been criticized for its role
in the uprising.
During the revolution, it was not obvious that
Egyptian gay protestors were even visible as gays to the crowds protesting. Of
course it’s a good thing to stand up to an oppressive regime, but the issue
more so lies in the culture and the way Islam has been misused to oppress gay
people much how Christianity has been used in the U.S. Legislative changes need
to be made so that laws can’t be used against gay people to deny them their
rights. The protest movement didn’t appear to include anything favoring such
reforms, though.
While gay advocacy organizations are active in
other predominantly Muslim countries such as Lebanon, Egypt's support groups
are not well organized and struggle to be heard. The Egyptian Initiative for
Personal Rights is a human rights group that will talk about gays, but this
cause is not a priority for them.*
La revolución pedía derechos, sí, pero pocos se atrevían a solicitarlos públicamente para los homosexuales. Eran demasiados riesgos para todos. Se corría el riesgo de espantar a los ciudadanos sacando a la luz demasiadas cosas que no se habían querido ver (hay otras muchas que son tabúes sociales y no existen).
Si hasta 2001 no existía lo homosexualidad para el gobierno
de Egipto y para la sociedad era un tabú, la constitución actual la ignora como
derecho de las personas a su conciencia e intimidad, dejando en manos de los
legisladores, la Policía y hasta los medios la forma de reprimirla y de tratar
mediante la picota pública a las personas.
En el actual proceso ideológico involutivo, el futuro se ve
en un ultraconservadurismo moral que deja fuera a las personas individualmente.
La afirmación de Naguib Gabriel, copto, de que los derechos humanos provienen
de la costumbre y la religión es una afirmación de ultraconservadurismo que
comparten musulmanes y cristianos egipcios porque forman parte de la misma
sociedad tradicionalista en la que se rivaliza por la virtud. Ambos condenan y castigan la
homosexualidad y, lo que es peor, consideran que perseguirla no es malo (puede que hasta bueno), como consta en las declaraciones de Gabriel cuando apoyó las medidas del Ministerio del Interior sobre la expulsión.
Uno de los grafitis de la época de la revolución mostraba a dos policías besándose y un letrero "los policías son gays". Parece que era lo peor que se les ocurrió llamarles. Alguien corrigió gráfica y verbalmente el mural. Le dio color y cambió el letrero: "La homofobia no es revolucionaria". En esta historia se revela mucho del problema y de la dificultad del cambio.
El político
liberal Mohamed Nosseir publicó ayer en Daily
News Egypt un artículo titulado "Egypt’s battle isn’t about knowledge,
it’s about broad-mindedness". En esas mentes abiertas difícilmente entra lo que se refieren a los
derechos de la persona, que son controlados por la comunidad a través de la
autoridades en una pinza de presión policial, mediática y legal. La persona
solo tiene que seguir la senda que se le marca.
Lo triste es que ningún político, casi ningún grupo, ninguna
institución quiere comprometer sus apoyos sociales en contra de la homofobia o
en defensa de los derechos de las personas homosexuales. Mientras la sociedad
no cambie es difícil que la situación, que no es más que su reflejo, lo haga.
Seguirán, eso sí, tratando de camuflar la homofobia con subterfugios y medidas
confusas o retorcidas, negando la "humanidad", por lo que se acaba el
problema de los derechos.
*
"Against homophobia" Mada Masr 17/05/2016
http://www.madamasr.com/opinion/politics/against-homophobia
**
"Obama Simply Watches As Egypt Becomes Increasingly Homophobic"
Policy.Mic 28/01/2013 https://mic.com/articles/24240/obama-simply-watches-as-egypt-becomes-increasingly-homophobic#.FiJQeETzO
***
"Egypt’s battle isn’t about knowledge, it’s about broad-mindedness"
Daily News Egypt 17/05/2016
http://www.dailynewsegypt.com/2016/05/17/egypts-battle-isnt-knowledge-broad-mindedness/
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