Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Los
atentados de ayer son la confirmación de un método que no
necesita grandes preparaciones porque los objetivos pueden ser cualquier punto
del globo. Escuchamos muchas veces la vieja retórica de las "infraestructuras", etc., mediante la cual se les aplica a unos los tópicos de otros. Cuando atentas contra una empresa de gas decapitando a tu jefe, en
Francia; matas turistas en la playa de un hotel en Túnez y hacer volar una
mezquita en Kuwait, todo en el mismo día, no hay mucho que hacer. Se empieza a
repetir hasta el aburrimiento la fórmula "un viejo conocido de los
servicios de seguridad", algo preocupante por lo que tiene de demostración
de la falta de criterio para establecer la peligrosidad de los sujetos
considerados amenazas. Tendrán que empezar a desempolvar los viejos archivos
porque parece que allí reside parte del problema. La cuestión, como ha señalado Manuel Valls, no es si habrá atentados, sino cuándo; pero no se debe renunciar al quién, que es el principio de todo.
A
diferencia de otros tipos de terrorismo, el concepto de grupo aquí es relativo.
Existe la autorradicalización, vamos a llamarlo así. Damos por descontado el
que existe una especie de academias en las que se aprenden estas cosas, pero
para estrellar un coche contra los depósitos de gas y decapitar no hace falta
demasiado entrenamiento ni preparación, solo levantarte un día con ganas de
saltar por los aires llevándote por delante a todo el que puedas.
Las
"medidas dolorosas" anunciadas inmediatamente en Túnez han consistido
en cerrar mezquitas salafistas. Recogen en El País:
Essid ha explicado que alrededor de 80
mezquitas en manos de clérigos salafistas, a las que ha acusado de
"expandir veneno", serán cerradas en el plazo de una semana. En una
conferencia de prensa, Essid ha dicho que algunas mezquitas fuera del control
del Gobierno están haciendo propaganda para "promover el terrorismo".
También ha anunciado medidas contra partidos y grupos que "actúan fuera de
la Constitución", aunque no ha especificado si amenazaba a estos grupos
con el cierre o solo eran meras advertencias.*
La
particular anarquía religiosa del Islam obliga a, como están haciendo en Egipto
a través de la Universidad de Al-Azhar, intentar institucionalizarlo para
controlar las prédicas y a los predicadores, cuyos grupos radicales han ido
adquiriendo influencia y vertebración. Son los que calientan el ambiente
hablando sobre lo mal que se está en esta vida llena de infieles y lo bien que
se está en el Paraíso. Los asistentes se limitan a sumar dos más dos y eligen
uno de los objetivos, más próximos o lejanos.
En
cuanto a los objetivos, los tres atentados tienen grandes grandes diferencias.
El atentado de Túnez contra el turismo, es decir, para tratar de aislar
económica y socialmente al país; se ha dirigido principalmente contra turistas
occidentales. El de Kuwait, en cambio, tiene las características religiosas de
otros atentados contra la comunidad chiita en sus mezquitas. Finalmente, el
atentado de Francia es muy diferente a los otros dos y se ha dirigido contra
una persona en concreto y contra las instalaciones en las que trabajaba el
asesino, pretendiendo volarla por los aires. Podemos pensar que hay relación entre
ellos, una sincronización, como quiere dar a entender (aunque sea por un
titular) El País cuando establece que se ha atentado "en tres
continentes", como si fuera el desembarco de Normandía.
Lo
terrible del Estado Islámico es que es una referencia simbólica a la que se
puede enganchar cualquiera sin necesidad de sacarse un carné o ir a algún
centro de entrenamiento. Atentas y después reivindicas en su nombre.
El que
recorrió la playa matando gente con el Kaláshnikov tenían entrenamiento y
armas; la explosión de Kuwait implica conocimiento de explosivos. El atentado
francés se realiza con un cuchillo y no consigue hacer volar la fábrica. Son
variedades de terroristas porque lo único que tienen en común es que su primer
atentado puede ser el último, es decir, pueden buscar el "martirio",
expresado en sus términos, frente a otro tipo de mentalidades terroristas que
procuren un plan de escape para seguir realizando atentados. Existen las dos
mentalidades, lo cual les hace sumamente peligrosos.
Pero
los atentados son solo una parte. Preocupante es el horror que están sembrando
allí donde se asientan. Los atentados no son las muestras más terribles, sino
los crímenes horrendos que están cometiendo sus ejércitos, esas hordas
brutales, allí donde llegan. Dentro de su estrategia propagandística siguen
difundiendo imágenes cuya función es doble, provocar el horror y el miedo, pero
también animar a la adhesión, ya sea llamada o la incitación a atentar.
No se
está entendiendo bien el planteamiento comunicativo y se siguen difundiendo las
morbosas imágenes con las que se recrean y usan como armas semióticas. Guiados
por nuestra concepción espectacular de los medios, ellos nos dan el mensaje que
quieren con el envoltorio que garantiza que seremos nosotros los que los
difundiremos en un caso insólito en la guerra hasta el momento. No es que
tengamos información, sino que tenemos la información que ellos quieren. Es una
guerra sin corresponsales, pero con una eficiente oficina de propaganda.
Me
resulta sorprendente la impudicia de nuestros medios a la hora de mostrar
imágenes y que no exista una política coordinada del control de esas imágenes.
Me sorprende que cualquier hacker del tres al cuarto se pueda meter en los
servidores que quiera y que nadie sea capaz de borrarles las imágenes que
difunden cada día con sus macabros logros de crueldad infinita.
No se
ha visto una barbarie sistemática en siglos. Es difícil encontrar mezclados
todos los horrores del sadismo y colgárselos como triunfos. No será fácil controlarlos,
porque se disolverán en la normalidad del Tartufo que saldrá a saludar a las
tropas que les ganen las posiciones. Pero también será difícil olvidar esta
nefasta página de la Humanidad.
Las
medidas tomadas por Túnez contra las mezquitas y predicadores salafistas tienen
que tener continuidad en otros países, pero no será fácil. Los salafistas en
Egipto campan por sus respetos porque el gobierno los ha usado como límite
social al echar a sus enemigos directos, los Hermanos Musulmanes. Cuando el
presidente Al-Sisi ha pedido a los partidos que hagan una lista única
—¡política a la egipcia!—, muchos se han negado a ir junto a los salafistas. Y
han hecho bien. Los salafistas saldrán de la foto cuando lo consideren
necesario y su jugada es tratar de quedarse con lo más retrógrado de la
sociedad egipcia tras la salida de los Hermanos del poder. Ello se van, pero el
veneno queda. Por eso se les han cerrado también las mezquitas, pero eso es un
gesto relativamente eficaz, como ocurrirá en Túnez. Ese veneno está ya metido
en sus cabezas y solo les queda el tiempo de tomar la decisión final.
Nuestra
mentalidad basada en el análisis racional de ventajas e inconvenientes —esa
especie de artificial homo economicus—
no puede considerar que las ventajas se obtengan en el otro mundo y los
inconvenientes en este, por lo que es difícil que detecte a muchos fanáticos
callados y no solo a los ruidosos. El radicalismo no se hace a voces, sino en lo
callado de la noche, en la meditación. Los habrá gritones, como establecen nuestras
imágenes estereotípicas, pero los perros que muerden ladran poco. Es una
actitud que concluye en un acto final, la consumación de la piedad destructiva. Eso no es fácil de detectar, por lo que habrá que afinar antes de que se plantee una psicosis que lleve a punto de histeria colectiva que puedan causar más radicalismo.
Es parte de la estrategia el desarrollo de la islamofobia, que generará más radicalismo. Hacer que los occidentales se vayan de los países islámicos, que teman ir y aislar a los países, es solo una parte.
Hoy la solidaridad se reparte ante la unidad fanática de los asesinos. Hoy somos los turistas asesinados en las playas de Túnez, país al que habrían ido seguramente venciendo reticencias y miedos tras los anteriores atentados; somos también esos trabajadores de la empresa del gas y su familiares en Francia; y somos parte de los que pacíficamente disfrutaban de su viernes de Ramadán. También estamos hoy con los masacrados hace unos días en Siria por los asesinos y con todos los que sufren bajo su locura sangrienta.
Hoy, repudiamos una vez más a los asesinos fanáticos y a todos los que les alientan.
*
"Túnez cerrará mezquitas salafistas tras el atentado en Susa" El País 27/06/2015
http://internacional.elpais.com/internacional/2015/06/27/actualidad/1435392217_730014.html
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