Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
En un
mapa políticamente tan confuso, tras pactos sobre pactos, absorción
homeostática de votantes, abducción de dirigentes, y antropofagia de líderes, lo
del poder se está poniendo muy complicado.
Algunos
quieren sustituir el "bipartidismo" por el "frentismo" que
viene a ser lo mismo pero todavía más prensado. La primera fase fue "todos
juntos y revueltos" contra el poder, en este caso, el PP. El PSOE se
apuntó porque pensaba ser el canalizador natural del descontento. Izquierda
Unida pensaba que por la bronca contra los grandes partidos, iba a recoger algo
del descontento sembrado. Los nacionalistas catalanes, por su parte, también
albergaban la esperanza que la baza emocional independentista iba a pesar más
que la bronca nacional. Pero la mezcla de descontento y aburrimiento ha llevado
a los votantes por otros derroteros, haciendo que el "frentismo" no
sea la solución más valorada para los emergentes. Mejor solos que mal acompañados.
El País
nos traía hace un par de días una especie de "artículo-antología"
titulado «"La bronca IU-Podemos, frase a frase"», forma
sencilla pero eficaz de plantear el asunto. La cuestión española es que
seguimos pensando en términos genealógicos y no en términos pragmático políticos. Con
términos genealógicos me refiero a esa idea de que existen partidos que son
como de la "familia" por aquello de que son de "izquierdas"
y otros de "derechas". Eso hace que —como en las mejores familias— se
peleen primero para reconciliarse después. O a eso aspiran algunos.
Tanto
Izquierda Unida como el PSOE ha tenido unos terribles resultados en las urnas.
Sus peores resultados históricos. También la debacle del Partido Popular está
sobre la mesa en pérdida de votos y pérdida de poder eficiente. Los que se han
llevado el gato al agua municipal y autonómico han sido los emergentes y, en
especial, Podemos, dejando a los otros con cara de pasmados mientras les
adelantaba por el carril de la derecha.
Esta
extraña política del "somos y no somos" ha hecho que se les facilitara
el acceso a alcaldías tan importantes como Madrid y Barcelona, las dos ciudades
más importantes. Han sido listos y no se han lanzado a las autonomías, cuyo
poder es otro —más administrativo—, para ir a lo concreto, al contacto directo
con los ciudadanos y hacer una política de proximidad
y de aproximación. Por eso comenzaron
inmediatamente los gestos en las
alcaldías. Ya estamos aquí.
Ahora
viene lo de acordarse de la familia,
lo del chantaje emocional por parte de Izquierda Unida y el rechazo de Podemos
a dejarse arrastrar o a que les
desembarquen. Así lo presenta El País:
Las críticas de Pablo Iglesias a Izquierda
Unida no son nuevas, aunque el líder de Podemos ha ido subiendo el tono. Las
dos formaciones se disputan los votos de la izquierda. Un año después de su
nacimiento, la formación emergente ya se había colocado como segunda o tercera
opción del tablero, según distintas encuestas, relegando a IU a la cola.*
El País
ha recogido algunas expresiones por parte de Iglesias y Garzón que hacen ver en
toda su crudeza esta pelea de familia en la que los perdedores de la izquierda
española se quieren subir al carro.
Esta es
la parte de Iglesias dirigida a Izquierda Unida:
"Sois unos cenizos. No quiero que
cenizos políticos, que en 25 años han sido incapaces de hacer nada, no quiero
que dirigentes políticos de Izquierda Unida, y yo trabajé para ellos, que son
incapaces de leer la situación política del país, se acerquen a nosotros".
"Os avergonzáis de vuestro país y de
vuestro pueblo. Consideráis que la gente es idiota, que ve televisión basura y
que no sé qué y que vosotros sois muy cultos y os encanta reconoceros en esa
especie de cultura de la derrota. El típico izquierdista tristón, aburrido,
amargado... La lucidez del pesimismo".
"Se vive muy cómodo en el 12% siendo un
partido bisagra del PSOE, siendo fiel a tus principios sabiendo que vas a ser
minoritario. Nosotros queremos ganar, y eso implica un estilo de hacer
política".*
Parece
que en el trato familiar no hace falta andarse sutilezas. Puede que no le falte
razón a Iglesias en lo que dice. Aunque no se esté de acuerdo con él, hay
reconocerle el valor de estratega y analista. Dejar entrar a Izquierda Unida
después de haber sido abandonados en las urnas sería suicida y Podemos duraría
unas cuantas semanas. La cuestión es si IU será enterrada de esta o si le
interesa a Iglesias que siga viviendo porque mientras exista le servirá para
marcar diferencias y adquirir una identidad propia.
La gran
incógnita de Podemos es cómo evolucionará con el poder en las manos, que ha
sido el objetivo y la estrategia predominante. Habrá que ver cómo reacciona
ante el paso al otro lado del banquillo, en donde el que gana siempre está bajo
escrutinio y bombardeo. Lo ocurrido en el Ayuntamiento de Madrid es una muestra
rápida. Iglesias sabe que la supervivencia futura pasa por consolidarse, algo
complicado cuando no se ha tenido el perfil de "partido" sino de un "movimiento".
Él no puede controlarlo todo, ya ha habido disidencias, y cuando aparezcan
problemas habrá que ver cuál es la reacción.
Las
palabras de Alberto Garzón son también recogidas en esta antología de la
distancia de las declaraciones:
"Yo no me voy a ir a Podemos, es
evidente, pero tengo que decirlo una y otra vez. Mi proyecto político es IU, y
tengo diferencias con Podemos".
"A mí me llevan ofreciendo que me meta
en Podemos desde el día cero, desde el día que se funda. Es cierto que las palabras
de Pablo Iglesias con las que presenta a Podemos son unas palabras que nosotros
firmaríamos ahora mismo con absoluta seguridad, que son las de unir a las
fuerzas de transformación social, en las que por cierto, él citaba también a
IU. Podemos fue un proyecto rupturista que despertó una ilusión y fue un motor
de cambio que nadie puede poner en duda, pero la estrategia de Pablo no la
compartimos".
"No ha inventado nada nuevo, ha cogido
muchos elementos programáticos que tenían IU y otros partidos, y eso es una
buena noticia. Tienen también una estrategia de calculada ambigüedad
ideológica, muy medida, que no puedo compartir porque creo que hay que defender
los principios por encima de todo".*
Me
imagino que a todo esto, Pablo Iglesias habrá contestado para sus adentros "¿y
qué?". La cuestión que Iglesias plantea es de orden pragmático: ha
aprovechado el momento para conseguir un poder que IU nunca consiguió ni en sus
mejores momentos. Y sobre todo ha hecho reposicionarse a todos los demás. La
cuestión central de todo esto es si durará, que es la pregunta fatídica porque
dependiendo de la respuesta, se toman las decisiones.
Al PP y
al PSOE el creer que el 15-M era un movimiento de perro-flautas les ha costado
unas cifras de votos y cotas de poder que difícilmente. Este blog comenzó con
la Primavera árabe y poco después el 15-M. Cuando terminó 2011, hicimos un
resumen que titulamos "El año demo" y señalamos entonces que sería el
año en que "se protestó", sino el que "se empezó a protestar".
La
ineficacia aburrida y la soberbia de unos dirigentes que creen que toda la
Historia es orégano, ha llevado a que hayan temblado los cimientos de nuestro
sistema político. Pero la apuesta sobre la duración de un fenómeno que muchos
siguen considerando circunstancial
depende de la respuesta que los partidos históricos den frente al ascenso de
los emergentes, Podemos y Ciudadanos.
Puede que
los viejos partidos cambien, pero ¿y si también lo hace Podemos? Es decir si se
adapta a las nuevas circunstancias y emerge transformado. ¿Cómo? No lo sabemos,
pero lo cierto es que han llegado mucho más lejos de lo que muchos pensábamos
al conseguir dar forma a lo que parecía un monumental enfado y descontento.
Hasta el momento eso ha sido posible gracias a un liderazgo centralizado, que
ya se ha visto en diferentes tesituras internas y ha salido airoso.
Ese
"veremos cuánto dura" empieza a ser una muestra de incapacidad de
transformación para adaptarse a la nueva situación. Hasta el momento solo ha
habido cambios de caras y decoración, pero no sabemos cuánta credibilidad
necesitarán los partidos para recuperar confianza y si esa recuperación se
traducirá en recuperación de votos.
La
bronca entre Garzón e Iglesias revela los deseos de uno y otro con claridad. IU
quiere ganar con pactos el espacio político que ha desperdiciado de forma
acomodaticia en estas décadas, que es lo que le reprocha Iglesias, su
conformismo como bisagra. Podemos
supo dirigir el rechazo al conjunto y no hacer frente común con nadie a
sabiendas que era más productivo hablar de "castas" genéricas y que
cada cual incluyera a quien quisiera en esa categoría.
¿Ha
sido ambiguo Iglesias con Podemos? Por supuesto. Han sabido canalizar un
sentimiento negativo hacia las frustraciones de cada votante desengañado. Ese
desengaño tiene raíces múltiples, pero sobre todo es el resultado de la sordera
política, de creer que el bipartidismo seguiría funcionando por encima de la
frustración. Los que apuestan por el
futuro de Podemos piensan que funcionará amoldándose para hacerse un hueco
estable. Para que eso ocurra deben tomar posiciones para los próximos debates.
Ejercer el poder es tener puntos flojos. En las próximas elecciones —ya se ha
hecho en estas tras el primer día— se mirará con lupa todas y cada una de las
palabras, todas las acciones, que no pueden ser las mismas en el poder que en
la oposición.
Una vez
rechazada Izquierda Unida para las próximas elecciones, está por ver el destino
de la formación. Y está por ver la estrategia ofensiva y defensiva que se verá
obligada a mantener para recuperar el voto que se le fue. Complicado lo tiene
también el PSOE que ha intentado apuntarse como éxito personal la salida del PP
del poder.
Las
próximas elecciones generales serán distintas a todas las anteriores, sin duda.
Lo que salga de allí tendrá consecuencias en mucho tiempo, son solo por el reparto
de poder sino por el mapa que de allí saldrá. De allí saldrá algún herido con pocas posibilidades de supervivencia. Las estrategias serán
fundamentales tanto para recuperar lo perdido como para consolidar lo ganado. No les será a fácil a ninguno, previsiblemente.
*
"La bronca IU-Podemos, frase a frase" El País 26/06/2015 http://politica.elpais.com/politica/2015/06/26/actualidad/1435308445_551771.html
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