Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Debo
confesar que después del canto que el recién nombrado director de El Mundo hizo
al periodismo valiente y sin concesiones, al servicio único de los lectores, el
tratamiento del escándalo carcelario de la Pantoja no ha extrañado nada. He dicho
"la Pantoja" y no Isabel Pantoja, como es mi costumbre, porque esto lo
considero una prolongación de las coplas —la copla carcelaria— más que otra
cosa, un capítulo más de una vida-obra.
Estamos
en la España de la posperplejidad, un
término nuevo que lanzo y brindo desde el centro de la arena para que nuestros
sesudos tuiteros sean cesados de sus puestos en el futuro, pero disfruten de un
presente temático entretenido y colorista.
Aquí,
en la posperplejidad, conviven las
discusiones carcelarias de los presos de ETA y de la copla. Aquí La Pantoja
—¡Isabel, Isabel!— sale de la cárcel, de rojo y blanco, no con una maleta sino
con una bolsa de El Corte Inglés, no sabemos si porque ha vendido ese espacio
privilegiado que contendrá —¿quién sabe?, me imagino— la ropa para lavar en
casa ante la negativa de las reclusas o el primer capítulo de sus memorias
carcelarias, un futuro bestseller destinado a convertirse en espectáculo
musical. Porque ¿qué hay en España ya que no pueda acabar en la Gran Vía y
después de gira por plazas y teatros, recibiendo claveles, lanzando besos?
El
diario que ha destapado la ropa sucia
carcelaria de la Pantoja nos deja con
el alma en vilo al relatarnos el espectacular proceso, inquisitorial, que se ha
desatado ante los privilegios concedidos a esta parte viva de la Historia
nacional:
"¿Qué tratos de favor ha observado usted
hacia Isabel Pantoja?". "¿Ha formado usted parte de reuniones con los
jefes de módulo?". "¿Qué conocimiento pormenorizado tiene usted de la
normativa?".
La guerra psicológica de los interrogatorios
a los 56 funcionarios que han firmado un documento denunciando los privilegios
de Isabel Pantoja en la prisión de Alcalá de Guadaíra lleva dos días
desarrollándose en el penal.
Las tres inspectoras comenzaron a recoger
declaraciones de los funcionarios desde el propio martes, cuando se anunció la
apertura de una investigación reservada, y terminarán el viernes por la mañana,
según fuentes penitenciarias aledañas al proceso.
Al decir de estas fuentes ajenas a los
funcionarios críticos, y también de otras de Interior, los interrogatorios se
orientan directamente, sin demasiado disimulo, a desactivar las protestas
"como siempre ha pasado en estos casos", intentando dejar a los
funcionarios "en evidencia", y convirtiendo sus denuncias en
"quejas imprecisas y gaseosas".
Así, las interrogadoras intentan hacer caer
en contradicción a los declarantes, y van variando sus preguntas con ese
objetivo, mientras que los funcionarios también comparten la información para
tratar de dar una versión lo más uniforme posible.*
He
visto cosas absurdas, pero esto entra en esa zona, como dicen en los restos
entrecomillados de alguna hipotética conversación en la zona reservada de no se
sabe dónde, "imprecisa y gaseosa". Yo no veo mucha conspiración en que si se ha denunciado
el trato de favor a una presa —la presa
de España— se les pregunte sobre eso y que se les pregunte a todos lo
mismo. ¿Hay alguna alternativa?
La cosa
es tan absurda que se trata de colocar la anormalidad
de la normalidad, es decir, es todo tan normal y sigue el cauce habitual
que no hay forma de amplificarlo sin dejarnos con la sensación de haber
atravesado algún agujero negro y encontrarnos en un universo paralelo con leyes
lógicas ligeramente diferentes.
El
absurdo se va acumulando en cada línea del texto:
Los trabajadores, en cambio, quieren ver de
la forma más positiva posible la llegada de la inspección, y le agradecen al
ministro, Jorge Fernández Díaz, haberse tomado los hechos tan en serio como
para enviar a unos funcionarios que, si vieran verosímiles las quejas, podrían
incluso destituir fulminantemente a la directora, Maribel Cabello.
Las inspectoras también preguntan a los
trabajadores, que están ratificando punto por punto las denuncias publicadas en
EL MUNDO desde hace una semana, si alguien pudo firmar por ellos el documento
con 56 firmas que acusó a la directora de mentir ante los medios cuando negó
los privilegios de la tonadillera.
Buscarían así, según fuentes sindicales,
romper el bloque formado por los funcionarios y abrir grietas para sembrar
dudas entre ellos. Las conclusiones de la inspección podrían llegar en apenas
una semana, según fuentes de Interior.
Las reclusas, en cambio, sí que han tomado
partido por los trabajadores del centro. El martes, durante la comida, una
presa se levantó y pidió un aplauso para los funcionarios que con ellas
conviven cada día. La ovación fue cerrada con la práctica totalidad de presas
en pie, como conoció en ese momento este diario y publicó posteriormente el sindicato
Acaip. Las espadas siguen, pues, en todo lo alto.*
¡La
confusión es total! ¡Pero si lo que denunció El Mundo es lo que denunciaron los
trabajadores! ¿O los trabajadores denunciaron después de enterarse por El Mundo
de lo que pasaba en su cárcel? En
cada párrafo se entra en contradicción con los anteriores y los posteriores.
¿Agradecen los funcionarios que vayan a hacerles la guerra psicológica? ¿Se lo
agradecen al ministro? ¿Es preguntarles si las firmas que hay son suyas una
violación de la intimidad denunciante, cuando lo lógico es que lo confirmen?
La
confusión se demuestra en esa frase final —semi taurina, semi bélica— "Las
espadas siguen, pues, en todo lo alto" en la que se funden —de nuevo la
posperplejidad— dos frases: "las espadas están en alto" y "la
estocada en todo lo alto". La frase, "imprecisa" y
"gaseosa", como si fuera no una verdad clara sino una clara de verdad, es decir, un poquito de verdad y un
chorro generoso de gaseosa "La Pitusa", que no sé ya si existe, pero
que le pega al tema como otros le pegan a otras cosas.
Esto de
que corramos el riesgo de un insólito motín carcelario en el que las presas y
las funcionarias se rebelen contra una ilustre tonadillera porque no quieren
lavarle la ropa ni no sé qué cosas más, necesita de una firme intervención del
nuestro Ministro del Interior. Corremos el riesgo de que si no se soluciona
pronto, entre en la próxima campaña electoral. Y el "efecto Pantoja"
es imprevisible.
*
"'¿Qué tratos de favor ha observado usted hacia Isabel Pantoja?'" El
Mundo 24/06/2015
http://www.elmundo.es/madrid/2015/06/24/558b0e7846163feb6e8b45a3.html
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