miércoles, 24 de junio de 2015

No lo sientas tanto

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
The New York Times recoge en su sección de artículos de opinión uno de la escritora y directora de publicidad de la editorial Random House, Sloane Crosley, con el sugerente título "Why Women Apologize and Should Stop". Crosley ha tenido éxito con dos libros de ensayos anteriormente, "I Was Told There'd Be Cake" y "How Did You Get This Number?",  y se anuncia una novela "The Clasp".
Creo que la pregunta con la que titula su artículo es pertinente y que va más allá del tópico. Es cierto que se puede decir "lo siento" en muchos tonos y con muchas intenciones. Es cierto también que son diferentes "lo siento" o "perdona" en cada lengua, que tienen matices sutiles. Pero también es cierto que revelan una situación en muchas mujeres de inseguridad, más allá de la cortesía verbal, que es donde se debería incidir.
Señala Sloane Crosley en su artículo:

For so many women, myself included, apologies are inexorably linked with our conception of politeness. Somehow, as we grew into adults, “sorry” became an entry point to basic affirmative sentences.
True, this affliction is not exclusive to our gender. It can be found among men — in particular, British men — but it is far more stereotypical of women. So, in the words of a popular 2014 Pantene ad, why are women always apologizing?
One commonly posited theory, which informs everything from shampoo commercials to doctoral dissertations, is that being perceived as rude is so abhorrent to women that we need to make ourselves less obtrusive before we speak up. According to a 2010 study in the journal Psychological Science, “women have a lower threshold for what constitutes offensive behavior,” so are more likely to see a need for an apology in everyday situations. We are even apt to shoehorn apologies into instances where being direct is vital — such as when demanding a raise.
I’m dubious about this catchall explanation. The bend-over-backward compulsion to avoid giving offense might account for plenty of unnecessary “pleases” or “excuse me’s,” but it doesn’t sufficiently account for the intensity of a “sorry.”
Here’s the paradox: Every day, we see more unapologetically self-assured female role models, yet women’s extreme prostration seems only to have increased.*


Hay un "lo siento" o "perdone" de la cortesía verbal y de ese miedo a parecer excesivamente directos, sí. Pero al igual que cuando preguntamos una dirección callejera comenzamos con una disculpa por interrumpir o detener a quien preguntamos, también hay otro que revela una inseguridad profunda, que surge de forma automática en situaciones en las que no tendría por qué aparecer.
Lo apuntado por Crosley, la existencia de "un umbral más bajo de lo ofensivo" implica distintas cosas, puesto que lo ofensivo es solo una parte. La importante es el miedo a ofender por miedo a la respuesta consiguiente. Si nos quedamos solo en el miedo a ofender, queda como una especie de patología propia. Si lo comprendemos, en cambio, como un miedo a la respuesta agresiva, nos encontramos con una inseguridad inducida, es decir, una respuesta o condicionamiento ante unas experiencias negativas. Es decir, revela otro tipo de situaciones en las que se ha fomentado en el tiempo la inseguridad. No es la disculpa cortés, sino la del miedo, la de la angustia.


La paradoja señalada por Crosley es que cuanto más crece la presencia de las mujeres en puestos de responsabilidad, más crecen las disculpas —ese "sorry"— en sus expresiones. ¿Es la punta del iceberg de una posible angustia crónica de género? Desde su puesto, Crosley detecta en su lenguaje ese "sorry" que se le escapa y analiza. Pero no todas están en su puesto, es decir, es un " siento" sin paradoja, un "lo siento" angustiado.
La situación de las mujeres en las distintas sociedades no es la misma: incluso dentro de las mismas sociedades existen abismales diferencias. Estas formas de disculpas automáticas y constantes pueden ser indicadoras de muchas cosas. La autora —mujer de éxito y responsable ejecutiva— se refiere especialmente a aquellas situaciones en las que pedir disculpas debería llegar desde la otra. Crosley pone como ejemplo la persona que pide perdón al vecino por decirle que la música está muy alta en la noche o pedir perdón al que se está comiendo tu espacio en el metro. Señala la autora:

I think it’s because we haven’t addressed the deeper meaning of these “sorrys.” To me, they sound like tiny acts of revolt, expressions of frustration or anger at having to ask for what should be automatic. They are employed when a situation is so clearly not our fault that we think the apology will serve as a prompt for the person who should be apologizing.
It’s a Trojan horse for genuine annoyance, a tactic left over from centuries of having to couch basic demands in palatable packages in order to get what we want. All that exhausting maneuvering is the etiquette equivalent of a vestigial tail.*


No sé si realmente esas disculpas se pueden considerar como restos lingüísticos arqueológicos de tiempos pasados o son, como decíamos la punta del iceberg de la angustia, que revelan una deformación en la inseguridad que hace que se haya convertido en un rasgo de género.
En mi experiencia como profesor me encuentro cada día con muchas mujeres inseguras, compañeras y alumnas. He comprobado que en muchos casos no solo se disculpan por hacer algo mal, sino por hacer algo bien, algo que me llamaba la atención. Compruebas que ese éxito en algo les provoca inicialmente inseguridad, incluso un cierto temor. Nuestra sociedad fomenta en gran parte ese sentimiento de inseguridad y descubres en muchos casos que no se les ha valorado en su medida, no se les ha estimulado por lo que dudan de sí mismas y temen destacar por ese miedo a ser atacadas.
No todo el mundo reacciona de la misma forma, pero sí hay mucha gente que necesita disculparse más allá de la cortesía como una respuesta automatizada ante el temor a la respuesta agresiva, que puede ir de la violencia a la burla, según los casos.


Sloane Crosley tiene el oído sensible de la escritora para detectar en el lenguaje los elementos que subyacen en las mentes. Aunque puedan sonar igual, las disculpas corteses pueden ocultar mucha angustia e inseguridad, negativos excesos de responsabilidad, etc. Desgraciadamente, esas respuestas se siguen identificando hoy mayoritariamente con las mujeres, señal de que se siguen dando muchos de los errores en la formación, tanto en la educación como en las familias, creando condicionamientos de los que es difícil prescindir. La mayor manipulación posible a una persona sea probablemente minarle la autoestima.
Una de las grandes canciones de Elton John se titulaba "Sorry seems to be the hardest word". Desgraciadamente eso no excluye que para las mujeres sea de las más habituales.



* Sloane Crosley "Why Women Apologize and Should Stop" The New York Times 23/06/2015 http://www.nytimes.com/2015/06/23/opinion/when-an-apology-is-anything-but.html



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