Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
La noticia de la BBC sobre los problemas planteados por la Revolución a la denominación de dos colonias cubanas, "Hugo" y
"Ernesto", nos deja perplejos. A los
emprendedores cubanos —Labiofam, se llaman— que se les ocurrió vender "valor
añadido" a sus olores gratificando psicológicamente a quienes se rocíen
con ellos, les ha salido mal el I+D+I.
Las autoridades, que siempre han hecho abundante uso de los nombres e imágenes, de sus mitos, plantean problemas ahora a su uso en colonias y perfumes. Hubiera sido más comprensible en el caso de los desodorantes y jabones, más dados al chiste, pero ¿en perfumes?
Si el "putrefacto" capitalismo tapa sus olores evocando nombres franceses y con las
imágenes decadentes de mujeres vaporosas, caperucitas y cenicientas en horas
altas, mujeres a las que siguen apasionados jóvenes con barbas cutres de varios
días, ¿por qué no puede el socialismo caribeño dar muestras de recia virilidad con colonias
como "Hugo" y "Ernesto"? ¿Sienten celos, quizás, los dirigentes que no apadrinan nada? ¡Vaya usted a saber!
Los creadores de las dos fragancias revolucionarias embotelladas las describían así:
Labiofam dijo que Ernesto, la colonia así
nombrada en homenaje al "Che" Guevara, el revolucionario argentino
que ayudó a Fidel Castro a tomar el poder de Cuba en 1959, sería una fragancia
cítrica refrescante con un toque de madera y talco.
Hugo, llamada así en homenaje a Hugo Chávez,
el fallecido presidente venezolano y líder de la Revolución Bolivariana,
ofrecería una fragancia más suave y afrutada, con aromas de mango y papaya.
"Serán colonias muy atractivas, pero sus
nombres significan mucho para nosotros", dijo Isabel González,
vicepresidenta de investigación y desarrollo de Labiofam.*
La
aventura caribeña de los olores ha sido frustrada por las autoridades isleñas.
A los del Partido y la Revolución les ha parecido irreverente la inocente
propuesta olfativa. «Iniciativas de esta naturaleza no serán aceptadas jamás por nuestro
pueblo ni por el Gobierno Revolucionario»*, ha asegurado el Comité Ejecutivo del Consejo
de Ministros de Cuba.
Siempre
he pensado que nada es más difícil de vender que un perfume. Bueno, venderlo es
fácil. Lo difícil es hablar de él, sugerir con palabras o imágenes algo tan
extraño, por un lado, y evidente por otro. ¿Por qué no llamar a una colonia que
tiene aromas de mango y papaya, simplemente "Mango y papaya"?, se
preguntarán. Pues porque así no tiene gracia. Eso convierte a las perfumerías
en supermercados.
Los que
venden olores —incluso en Cuba— necesitan del estímulo soñador, de la
asociación creativa, del vínculo olfativo con algo que merezca la pena no ver,
algo que quede en los márgenes de la realidad, en la zona de los mitos y
leyendas. Llamar "mango y papaya" a un perfume es convertirlo en un
zumo o un puré. Y a eso no hay ensoñación que resista.
Ninguno
de nuestros sentidos es más asociativo que el olfato. Dicen que es el más
primitivo de todos, esto quiere decir, que es el que menos "razón"
necesita. El perfume escapa a la racionalidad y se engancha directamente con
las emociones básicas: "gusta" o "no gusta", es decir, como
una página de Facebook. No hay más. La función del olfato, que hemos limitado
con la civilización a la vez que ampliábamos el repertorio de olores, es avisarnos
con tiempo de males lejanos y de algunos cercanos. Los malos olores son
síntomas de que algo va mal y así nos lo avisa el cuerpo con reacciones como
las náuseas. Hablamos de olores "nauseabundos", que nos provocan una
reacción automática de rechazo. Como seres culturales, hemos aprendido a
rodearnos de buenos olores, aunque sea para tapar algunos de los peores que
producimos.
Como la
descripción de los olores es complicada y muy dependiente de la subjetividad,
lo mejor es asociarlo con un nombre, que tiende también a evocar elementos
positivos en la mente de quien sea un potencial vendedor. No verá un perfume
que se llame, por ejemplo, "Carroña", que es una palabra sonora, pero
que evocaría sentimientos negativos, de rechazo.
"Hugo"
y "Ernesto" —no hay ninguna imagen de ellos en el envase— se asocia
para el revolucionario con aspectos positivos. En Miami, en cambio, sería un
suicidio comercial hacerlo. No creo que vendieran ninguno y a la gente le
parecería un olor poco atractivo en cuanto que supieran en nombre. Digo esto
último porque, efectivamente, no hay problema en los olores, sino en las
asociaciones.
En un
interesante blog titulado "The People's Cube", apostillado como "America
through the eyes of a former soviet agitprop artist" se incluye una
entrada de ayer mismo con el título irónico de "Eau De Gulag: a scent of
fear with a hint of soiled overalls". El cartel trucado del falso perfume es
una forma clara de ver las asociaciones negativas de la palabra
"Gulag". Sin embargo, las recientes imágenes en Rusia y el este de
Ucrania de nostálgicos de Stalin y demás gobernantes de "mano de
hierro", hacen temerse que pudiera tener éxito la campaña. Al menos daría
para ir tirando.
Puede
que a las autoridades cubanas, mantenedoras de la pureza de la revolución
—propia y ajena— les haya parecido intolerable la perspectiva de que alguien
diga "¿Quién se puesto "Hugo"?" o "¡Hueles a Ernesto!".
O puede que les haya parecido perverso usar el nombre de sus héroes en vano para salir un sábado por la
tarde de galanteo.
Los que
no lo tienen muy claro, a tenor de las reacciones oficiales, son los
empresarios perfumeros, según nos cuenta la BBC:
"Los pormenores de esta acción
irresponsable fueron analizados a fondo en la noche del viernes con el director
de la empresa y los funcionarios que presentaron el producto, aún en fase de
desarrollo", dijo el comunicado firmado por Comité Ejecutivo del Consejo
de Ministros.
"Por este grave error serán tomadas las
medidas disciplinarias que correspondan".
"Iniciativas de esta naturaleza no serán
aceptadas jamás por nuestro pueblo ni por el Gobierno Revolucionario",
dijo la nota.*
Han
apostado fuerte al intentar usar nombre evidentes y no confiar en el poder
asociativo de la imaginación. Podrían haber usado nombres como
"Chugo" o "Chévez", que habrían sido nombres perfectos para
pasar el filtro doctrinal. Con rematar el tapón de los envases con una boina
negra y otra colorada habría sido suficiente. Y a soñar.
No sé
si Ernesto Che Guevara y Hugo Chávez eran aficionados a las colonias. De eso no
se ha dicho nada.
*
"Cuba prohíbe los perfumes de Hugo Chávez y del Che Guevara" BBC
27/09/2014 http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2014/09/140927_america_latina_cuba_prohibe_perfumes_msd
**
"Eau De Gulag: a scent of fear with a hint of soiled overalls" The
People's Cube
http://thepeoplescube.com/peoples-blog/eau-de-gulag-smell-the-fear-with-a-touch-of-soiled-overalls-t14969.html
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