Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El
panel estaba casi completo y el joven concursante decidió aventurarse con la
respuesta. Invitado a dar la solución, el joven leyó la primera parte de la
frase, pero ante la sorpresa del presentador el final no cuadraba: "...sit panda" repitió dos veces.
"No es correcta", le dijeron. El turno paso al siguiente concursante
que, esta vez sí, se limitó a leer lo que ponía en el panel, "seat
panda". El joven concursante no sabía qué era un "seat panda",
es decir, un popular modelo de coche de la marca española SEAT, que identificó
como "seat" (sit), "asiento" en inglés.
Llevo
días dándole vuelta al error o, mejor, al desconocimiento. Es seguro que si se
le pregunta por marcas y modelos actuales contestará sin duda de forma
correcta. Pero parece existir una barrera invisible hacia el pasado, un
obstáculo que hace que el mundo anterior apenas llegue unos años hacia atrás.
No saber qué es un automóvil SEAT o un "Seat Panda" es ver el mundo
en que se daban como si fuera la edad media a todos los efectos, una especie de
frontera tras la cual se agolpan de forma turbulenta lo ocurrido desde el
Egipto de las pirámides hasta hace unos pocos años.
Las
cadenas de televisión españolas contribuyen a este carácter excéntrico del
pasado mediante su ridiculización. Hay diversos programas que rescatan y ridiculizan
lo que las televisiones mostraban hace unas décadas, exprimiendo su memoria.
"El pasado es ridículo", vienen a decir. Las personas viven
aceleradamente su presente, alejándose de ese pasado ridículo,
Si
antes se citaba aquello de "la Historia es maestra de la vida", la
mayoría hace pellas no yendo a la escuela. Estamos ante un generación que no
accede a sus raíces, es más, considera que no las tiene, que vivimos flotando
en un universo atemporal propio, el generacional de cada uno. Lo demás es
confusión, oscuridad innecesaria. Todo lo necesario para sobrevivir en el
presente está en el presente,
El
modelo cultural ha cambiado y no se dirige a nuestra formación o crecimiento
personal. Busca más bien el estancamiento en una zona de gasto y consumo. La
realidad es lo que está al alcance de nuestra mano, lo que nos es ofrecido.
De esta
forma, hemos llegado a una cultura de consumo de la que somos dependientes,
somos movidos en direcciones horizontales. A diferencia de generaciones
anteriores en las que el movimiento era más "vertical", es decir,
"histórico", buscando las conexiones y actualizaciones con el pasado
dinámico, hoy se nos plantea un movimiento totalmente diferente, una especie de
movimiento en el sitio, una especie de carrera
sin avanzar.
Desde el sistema educativo apenas se hace sino constatar que los lazos con el pasado, a larga distancia o reciente, se han roto. De lo que se habla no se conoce y, lo que es peor, el sistema que nos rodea nos dirige hacia ese olvido en favor del presente de consumo.
Hoy la
información nos rodea en un mundo mediático. Los poderes de los medios son muy
superiores a los que pueda tener el sistema educativo o el legado de
transmisión tradicional. Basta con ver las calles y las gentes pendientes de
sus teléfonos para comprenderlo.
Los
medios tradicionales han sido sustituidos por otros que absorben toda nuestra
atención. Primero se iba al cine; después la publicidad entraba en los hogares por
la TV y la Radio. Finalmente, el teléfono se ha convertido en la entrada
personalizada y absorbente de las personas, que dependen de él. El teléfono es
la puerta multimedia que llevamos encima las 24 horas del día creando un estado
de dependencia que nos hace ignorar casi todo lo demás. El teléfono y lo que
representa es el "presente", la conexión con un mundo al que no
podemos dejar de mirar y que no nos deja mirar otra cosa.
Las
limitaciones para la edad de los móviles no son vistas como un peligro para los
españoles. Es fácil ver a bebés en sus carritos mientras la madre o el padre le
sostiene frente a los ojos un teléfono y tiene
el suyo en la otra mano. Otros países dan pasos hacia las limitaciones
de esta situación, pero la falta de cohesión española de la clase política hace
que se pongan en muy pocas cosas de acuerdo o, peor, que no lo usen unos contra
otros. Lejos de tratar de solventar esta situación causante de problemas, las
fuerzas políticas se suman a las económicas y aprovechan los canales abiertos.
A
algunos les parecerá que no saber qué es un "Seat Panda" no indica
mucho. Puede ser, pero es motivo de reflexión para saber qué es este fenómeno
que lleva a desconocer muchas otras cosas, a escuchar la misma queja en casi
todos los sectores humanísticos y sociales. Películas, libros, etc. que no
requerían hasta ahora unos conocimientos especializados son ahora requeridos de
explicaciones adicionales porque no se saben contextualizar y, posteriormente,
interpretar y situar en un momento de la Historia, próxima o lejana.
Ser
culto es saber conectar, moverse por
un mundo en el que se establecen conexiones, Lo que estamos haciendo en
colegios, institutos, universidades y demás instituciones educativas es muy
poco (o nada) ante este fenómeno de la falta de referencias, de la falta de
conexiones y de comprensión.
El
tiempo necesario, especialmente en la edad formativa, se va con otras
actividades. La educación que se pueda tener en casa pasa a ser esencial en las
diferencias. La gente que dispone en su casa de libros, de películas, etc., las que
han disfrutado de un buen ambiente cultural y han sabido aprovecharlo se
sienten distantes de aquellos otros para los que solo existe el presente. Es ya
nuestra segunda generación en la que esto ocurre, es decir, mucha gente crece
en hogares en los que no hay libros o no se ven películas, en los que no se habla
de nada de todo esto.
Muchas veces vemos personas alrededor de una mesa, familias, parejas o grupos, en silencio, absortos en sus teléfonos, incapaces de comunicarse. Esto ya no es insólito.
Lo
ocurrido en los Estados Unidos —el triunfo de los bulos, la desinformación, las falsificaciones históricas, la destrucción en beneficio de lo imaginario...— debería advertirnos de lo que puede suponer una
ciudadanía que comienza a distanciarse de muchas cosas y da por buenas muchas
otras. La falta de educación, de una visión más amplia de la Historia, nos
vuelve más vulnerables, manipulables, crédulos. Y eso lo estamos empezando a pagar.
Lo del "Seat" es pura anécdota, un simple dato sobre lo que nos ocurre. Pero ocurre. Mañana no será en un concurso televisivo sino en campañas electorales.
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