Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Cada
día se pone más difícil esto de las redes sociales. El artículo de ayer fue
tachado fulminantemente de la página de F B. ¿Los motivos? Según dice el
mensaje teocrático enviado porque intentaba conseguir más me gusta. La
explicación literal es esta: "Parece que has intentado obtener Me gusta,
seguidores, contenido compartido o reproducciones de vídeo de forma engañosa."
No sé a qué llaman "forma engañosa" ya que lo único que había, como
todos los días era el enlace compartido con la página de blogger. Por supuesto,
en el formulario que se acompaña a la noticia de la eliminación, puse que era
un error, aunque no sé si eso entra en sus cuadriculadas mentes y programas.
Calificar un enlace a un artículo como "spam" ya es complicado. ¿Spam
de qué?
No
tengo dudas de que esto es cosa de la IA vigilante y del que metió los
protocolos. No sé, realmente, qué pretenden con este tipo de acciones cuando
todos los días es posible que sí se les cuelen todo tipo de aberraciones.
Me
entra la sospecha de que el artículo en el que se recogía la noticia de que
alguien había comprado por 4.000 dólares una guitarra firmada por Taylor Swift
para luego destrozarla allí mismo a martillazos. El artículo era precisamente
contra el uso del odio en las elecciones norteamericanas, un canto a la paz,
por decirlo así, abogando por otra normalidad no polarizada, un deseo de una
democracia más dialogante.
No es
la primera vez que pasa. Ocurrió hace unos cuantos meses ya y de forma
igualmente absurda.
La
cuestión que se plantea es algo importante para la sociedad que hemos
construido, la de la información, sobre terrenos "privados", por usar
la metáfora. No hay redes que no sean de alguien. Por decirlo así, la vida
social y comercial se establece en grandes apartados que pertenecen a compañías
privadas de las que dependes y hacia las que se nos empuja porque nuestra
presencia es el negocio. Allí se nos inunda de "cookies", se nos
"piden" los datos, que son vendidos y revendidos hasta unos niveles
de intensidad impensables. Nosotros somos el negocio, la materia prima.
Las
redes son negocio y batalla. En ellas se crean los nuevos escenarios de
confrontación mediante la desinformación. No deja de ser cómico que con la
cantidad de fuentes desinformativas existentes, la IA de la red social se fije
en pocos segundos en un artículo que se centra en los efectos del odio en la
elecciones norteamericanas, una crítica a una forma de actuar, básicamente la
republicana.
No tengo vocación de "influencer"; sí de poder exponer mis ideas sobre lo que ocurre en el mundo. La red social y su IA parecen empeñarse en lo contrario. Pero discutir con una IA no tiene mucho sentido y menos si los que están detrás se esconden entre conceptos absurdos. ¿Qué he querido conseguir más me gusta? ¿Cómo se come eso? Lo que hice ayer es lo que llevo haciendo con ya más de 5.200 artículos desde hace mas de trece años: publico y pongo el enlace. ¿Cuál es la novedad en el artículo de ayer?
Querida
IA, queridos amigos tras de ella: eso es absurdo. Y más allá de eso, es
peligroso. Es una forma muy del western, primero
dispara y después pregunta. Es un desprecio absoluto hacia lo que la gente
puede hacer, hacia su trabajo, hacia sus diversiones, hacia todo lo que
representa un poco de libertad. Como veíamos hace unos días, la IA no admite
dudas. Blanco o negro. Pero eso es una forma de autoritarismo que tampoco se le
puede atribuir a la máquina, un ejercicio muy socorrido. Lejos de mejorar, se
empiezan a producir abusos y esto seguirá porque es imparable. Automatizar la
censura es un peligroso "logro".
No sé a cuántos afectan estas cosas, pero me da igual. Me afectan a mí.
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