domingo, 6 de octubre de 2024

Otra vez la censura

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Cada día se pone más difícil esto de las redes sociales. El artículo de ayer fue tachado fulminantemente de la página de F B. ¿Los motivos? Según dice el mensaje teocrático enviado porque intentaba conseguir más me gusta. La explicación literal es esta: "Parece que has intentado obtener Me gusta, seguidores, contenido compartido o reproducciones de vídeo de forma engañosa." No sé a qué llaman "forma engañosa" ya que lo único que había, como todos los días era el enlace compartido con la página de blogger. Por supuesto, en el formulario que se acompaña a la noticia de la eliminación, puse que era un error, aunque no sé si eso entra en sus cuadriculadas mentes y programas. Calificar un enlace a un artículo como "spam" ya es complicado. ¿Spam de qué?

No tengo dudas de que esto es cosa de la IA vigilante y del que metió los protocolos. No sé, realmente, qué pretenden con este tipo de acciones cuando todos los días es posible que sí se les cuelen todo tipo de aberraciones.

Me entra la sospecha de que el artículo en el que se recogía la noticia de que alguien había comprado por 4.000 dólares una guitarra firmada por Taylor Swift para luego destrozarla allí mismo a martillazos. El artículo era precisamente contra el uso del odio en las elecciones norteamericanas, un canto a la paz, por decirlo así, abogando por otra normalidad no polarizada, un deseo de una democracia más dialogante.


Pues esto debió parecerle muy mal a la IA entrenada de turno. Podría parecerle muchas cosas, pero eligió un concepto absurdo, el de spam, que no acabo de entender, la verdad sea dicha.

No es la primera vez que pasa. Ocurrió hace unos cuantos meses ya y de forma igualmente absurda.

La cuestión que se plantea es algo importante para la sociedad que hemos construido, la de la información, sobre terrenos "privados", por usar la metáfora. No hay redes que no sean de alguien. Por decirlo así, la vida social y comercial se establece en grandes apartados que pertenecen a compañías privadas de las que dependes y hacia las que se nos empuja porque nuestra presencia es el negocio. Allí se nos inunda de "cookies", se nos "piden" los datos, que son vendidos y revendidos hasta unos niveles de intensidad impensables. Nosotros somos el negocio, la materia prima.

Las redes son negocio y batalla. En ellas se crean los nuevos escenarios de confrontación mediante la desinformación. No deja de ser cómico que con la cantidad de fuentes desinformativas existentes, la IA de la red social se fije en pocos segundos en un artículo que se centra en los efectos del odio en la elecciones norteamericanas, una crítica a una forma de actuar, básicamente la republicana.

No tengo vocación de "influencer"; sí de poder exponer mis ideas sobre lo que ocurre en el mundo. La red social y su IA parecen empeñarse en lo contrario. Pero discutir con una IA no tiene mucho sentido y menos si los que están detrás se esconden entre conceptos absurdos. ¿Qué he querido conseguir más me gusta? ¿Cómo se come eso? Lo que hice ayer es lo que llevo haciendo con ya más de 5.200 artículos desde hace mas de trece años: publico y pongo el enlace. ¿Cuál es la novedad en el artículo de ayer?

Querida IA, queridos amigos tras de ella: eso es absurdo. Y más allá de eso, es peligroso. Es una forma muy del western, primero dispara y después pregunta. Es un desprecio absoluto hacia lo que la gente puede hacer, hacia su trabajo, hacia sus diversiones, hacia todo lo que representa un poco de libertad. Como veíamos hace unos días, la IA no admite dudas. Blanco o negro. Pero eso es una forma de autoritarismo que tampoco se le puede atribuir a la máquina, un ejercicio muy socorrido. Lejos de mejorar, se empiezan a producir abusos y esto seguirá porque es imparable. Automatizar la censura es un peligroso "logro".

No sé a cuántos afectan estas cosas, pero me da igual. Me afectan a mí.

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