jueves, 24 de octubre de 2024

Los rusos también votan para la Casa Blanca

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

La noticia cubre el frente de The Washington Post, etiquetada como "exclusiva": "American creating deepfakes targeting Harris works with Russian intel, documents show". En la noticia, firmada por Catherine Belton, se nos cuenta lo siguiente: 

A former deputy Palm Beach County sheriff who fled to Moscow and became one of the Kremlin’s most prolific propagandists is working directly with Russian military intelligence to pump out deepfakes and circulate misinformation that targets Vice President Kamala Harris’s campaign, according to Russian documents obtained by a European intelligence service and reviewed by The Washington Post.*

La existencia de personajes de este tipo, trabajadores para el Kremlin, nos confirma dos cosas que quedan suficientemente claras: 1) existe una campaña política global, es decir, una participación "activa" por parte de Rusia en las elecciones en los lugares clave de cualquier parte del mundo; y 2) Rusia tiene "activos" por todo el mundo que trabaja desde dentro para evitar así los posibles bloqueos que se le pudieran aplicar.

Hay también un tercer elemento, el de sembrar la duda, un elemento también relevante. El sembrado del desconcierto es uno de los hechos más eficaces. Ya no se trata solo de "engañar", sino de algo más destructivo, hacer dudar de la realidad que te rodea, de cada información que te pueda llegar. Esa situación genera reacciones diversas que acaban generando una tensión que puede resolverse en apatía o en una defensa furiosa de la mentira convincente o simplemente de aquella que nos gustaría que fuera "verdad".

En The Washington Post, Matt Bei introduce en su columna de opinión el interesante concepto de "Cold Civil War", la "guerra fría civil", que creo recoge acertadamente una parte importante del problema al entremezcla lo que antes se vivía entre súper potencias y ahora se vive internamente debido a la polarización. En momentos anteriores muchos han hablado de "guerra civil" sin más como una posibilidad.

Los llamamientos de Trump a la intervención de la Guardia Nacional en las próximas elecciones forma parte de esos efectos condicionantes del electorado, de esa presión que Trump usa desde siempre, el poder de la insinuación, destinado a hacerle reaccionar violentamente, como ocurrió con el asalto al Capitolio del 6 de enero.

La exclusiva de The Washington Post sacando a la luz el entramado interior-ruso es la confirmación de esos tres elementos, el interés del Kremlin en hacer que Trump llegue a la Casa Blanca, el apoyo de los grupos más ultras de los Estados Unidos a la "causa rusa" y la manipulación tecnológica.

Esos "deep fakes" son las herramientas que permiten la manipulación del electorado a través de las conexiones de las redes. Como ya anticipaban desde el campo literario y cinematográfico, más que el triunfo de la mentira se produce la victoria de la duda, la disolución de cualquier estabilidad creando un fondo de duda. La realidad o entorno se convierte en un espacio de confusión en el que se te propone una especie de test, un "¿qué ve usted aquí?", en el que el deseo perfila lo percibido.

Esa "guerra fría civil" es un nuevo estado en el que la democracia deja de ser diálogo y solo es manifestación creciente de la irracionalidad contenida, de la adhesión emocional rodeada de los fantasmas de las obsesiones. Trump es un provocador de instintos, de reacciones básicas. Solo así logra la adhesión que supone el voto.

El creciente número de ex colaboradores que le retratan como un "fascista", un personaje autoritario, no debe hacernos olvidar el atractivo que estos personajes pueden llegar a tener en un mundo de miedos y falsedades, en el que se llega a creer todo lo que se desea creer.

De nuevo: al peligro de Trump en el poder ser suma el peligro del poder que lo lleva hasta la Casa Blanca. Que millones de norteamericanos puedan elevar a la presidencia a un personaje como Trump, después de su paso durante cuatro años anteriores —el hombre que saludaba amablemente a los dictadores, el que hablaba de inyecciones de lejía para frenar el coronavirus, etc.— significa que los Estados Unidos han dejado de ser una referencia democrática para el mundo, que los viejos tópicos, como el del "mundo libre", ha dejado de funcionar.

La exclusiva de diario norteamericano es la constatación de un entramado que busca favorecer a Trump. Que sea la Rusia de Putin la que lo favorezca es preocupante, aunque no sorprendente. Trump es el candidato ruso. Las visitas al Kremlin de los líderes de la ultraderecha anticipaban los deseos de Putin de ganar la batalla de la confusión internacional. 

De una forma u otra, los rusos también votan. Han conseguido tener voz en cada elección relevante para su expansión y la consolidación de sus intereses.

 

* Catherine Belton "American creating deepfakes targeting Harris works with Russian intel, documents show" The Washington Post  23/10/2024 https://www.washingtonpost.com/world/2024/10/23/dougan-russian-disinformation-harris/

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