Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Si ayer hablábamos aquí del uso del "Big Data" en la campaña de la DGT tras la cual todo el mundo empezará hoy a ver si se cumplió, con la atribución de un carácter mágico al término, una especie de "profecía" oracular, hoy es otro de los términos, "algoritmo", el que acude a la primera plana de ABC en un gran titular en la primera página de su edición impresa e igual protagonismo en su edición digital.
De
nuevo se crea un sentido a partir del desconocimiento popular de estos
términos, por lo que se contribuye a crear en los lectores una sensación de
terror ante lo que se pueda ocultar tras esas palabras que nos llegan, como Terminator,
desde el futuro.
El
titular de ABC es "La Moncloa usa algoritmos para controlar la imagen de
Sánchez", seguido de la "inquietante"
entradilla "El programa de inteligencia
artificial permite al aparato de comunicación del Gobierno conocer en tiempo
real cualquier alusión al presidente". A ello se suma un
editorial, «Narcisismo en La Moncloa» y un tercer artículo con el titular
"La tecnología que permite guiar la acción política en tiempo real" y
una entradilla con el siguiente texto: "Si hace unos años equipos humanos
se dedicaban a escuchar de forma tradicional la radio y la televisión, ahora la
inteligencia artificial reduce el tiempo necesario para conseguir esa
información".
Nada de
lo expresado en ninguno de estos textos difiere de lo que hacen la mayor parte
de los dirigentes mundiales en nuestra escala, que usan las posibilidades
tecnológicas para tener un seguimiento de la opinión.
Aquí
hemos señalado en varias ocasiones que esta preocupación constante por la
opinión puede caer en algo distinto al "narcisismo", como se señala
en el editorial, que es en una dependencia de los gustos para tratar de tener
siempre el respaldo popular por encima de principios o límites. El mal no es el
narcisismo sino la falta de estabilidad por obsesión con la permanencia. Hoy
que nos planteamos —como en Francia— el por qué de la desaparición de los
llamados partidos tradicionales, quizá la respuesta pueda estar en esa
indefinición referencial frente al oportunismo del día a día que nos marcan
encuestas o análisis de tendencias, para los que resultan esenciales las
aplicaciones tecnológicas. No creo que haya partido en España que no las
utilice porque es la forma barata (salvo apariciones de amigos) y rápida de
saber lo que es una obsesión de todos los líderes y partidos: qué piensan de nosotros. No es cuestión
de narcisismo, sino de la deriva pragmática del comportamiento político, que no
va por delante, marcando camino, sino por detrás de la opinión pública
satisfaciendo deseos. Esto puede funcionar mientras no se den bandazos y se
satisfagan deseos sin la necesaria pedagogía que el poder debe realizar para
que vaya mejorando el estado de la opinión.
El artículo titulado "La tecnología que permite guiar la acción política en tiempo real" recoge en su interior la esencia de lo dicho, donde se introduce otro de los términos "inquietantes", el de "tiempo real", que tiende a interpretarse, en combinación con los demás" como una especie de espionaje desde La Moncloa a cada ciudadano. En el artículo se nos explica:
El desarrollo de la tecnología ha cambiado
radicalmente la forma en la que empresas e instituciones están al tanto de la
imagen que se proyecta sobre ellos. Si hace unos años equipos humanos se
dedicaban a escuchar de forma tradicional la radio y la televisión para estar
al tanto sobre lo que se decía sobre sus clientes, ahora la inteligencia
artificial (IA) ha reducido enormemente el tiempo necesario para conseguir esa
información. «La IA es la mejor manera de hacer un análisis rápido, eficaz y
centrado en el usuario», explica a ABC Almudena Ruiz Iniesta, directora del
Máster en Inteligencia Artificial de la Universidad Internacional de La Rioja.
Precisamente, el uso de la IA es lo que va a permitir que, ahora, el equipo de comunicación del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, pueda estar al tanto sobre lo que se diga sobre él en tiempo real y que, además, esa información sea valiosa eliminando por completo todo aquello que no interesa. La comunicación entre la empresa que ofrece el servicio de ‘clipping’ de medios y el Ejecutivo debe ser constante para que el trabajo realizado sea los más consistente posible. «Si buscas ‘clips’ de audio sobre Pedro Sánchez te vas a encontrar con millones de resultados cada día. El objetivo de las empresas que ofrecemos este servicio no es el de recopilar absolutamente toda la información que se comparte sobre nuestros clientes, ya sean empresas, instituciones o agrupaciones políticas. Por el contrario, debemos conseguir los resultados interesantes. Y eso se consigue con inteligencia artificial, pero también con inteligencia humana», dice Margarita Jerez de la Vega, consultora externa que lleva desde la década de los noventa creando y dirigiendo empresas encargadas de realizar labores similares a las que Hallon Intelligence ofrece ahora al Gobierno de España.**
La
frase "que, ahora, el equipo de comunicación del presidente del Gobierno,
Pedro Sánchez, pueda estar al tanto sobre lo que se diga sobre él en tiempo
real" nos incita a hablar en voz baja, a temer al Gran Hermano de La
Moncloa que a todos nos acecha. Parece una advertencia para que bajemos el
volumen de nuestras voces, a que antes de que escribamos "Pedro
Sánchez" lo pensemos dos veces al sonar algún timbre en los despachos siniestros
desde los que se nos espía en cada instante.
Es
interesante que en los dos párrafos citados anteriores lo que dicen los
expertos es con total normalidad,
situando esta actividad como otra de análisis cualquiera, en contraste con el
carácter totalitario que se le quiere
dar. El propio hecho de que haya másteres en inteligencia artificial (mi propia
facultad inaugura este próximo curso uno relacionándolos con los Derechos Humanos
para evitar los malos usos) o de que la experta consultada diga que lleva desde
la "década de los noventa creando y dirigiendo empresas encargadas de
realizar labores similares" no supone cortapisa para el argumento
orwelliano sobre La Moncloa.
No creo
que Pedro Sánchez esté más o menos preocupado por su imagen que otros
dirigentes políticos. Y si lo está, peor para él, ya que es esclavo de lo que
los demás piensen. Pero ¿no hemos convertido en eso la política?
Las
formas de determinan el estado de la opinión pública se establecen ya en todos
los niveles empresariales, la cuestión está en qué información es útil en cada
caso. Hay campañas publicitarias, por ejemplo, que suscitan rechazo porque
aparecen aspectos que se midieron mal. La forma de rectificar es testar los
efectos y para eso sirven los algoritmos que maneja la Inteligencia Artificial.
Se busca la mayor eficacia de la comunicación mediante toda una serie de
técnicas de prueba que se han ido afinando en el tiempo gracias a las mayores cantidades
de información (aquí entra la tecnología denominada Big Data y que parte de
otros principios selectivos o, si se prefiere, del tratamiento masivo de datos
sin realizar los filtros que podrían reducir la eficacia dejando que emerjan
las pautas buscadas) y al refinamiento de los protocolos y algoritmos, que son
las secuencias matemáticas que permiten manejar los datos recogidos
masivamente. La potencia de cálculo de nuestros ordenadores y el crecimiento
brutal de las fuentes y cantidades de información, incluida ahora la llamada
Internet de las Cosas, que suministrarán muchos más datos para extraer la
información que deseamos obtener.
En el
editorial titulado "Narcisismo en La Moncloa", tras señalar los
gastos en medios y en controlar la opinión pública por parte de Sánchez, se
explica:
(...) Por
si no fuera suficiente este despliegue de medios, La Moncloa ha contratado a
una empresa especializada en la monitorización de información para que mantenga
permanentemente al tanto al equipo de Sánchez de cualquier comentario,
publicación o noticia que afecte al presidente del Gobierno. El servicio se
basa en un sistema de algoritmos que rastrean emisoras de radio y cadenas de
televisión para localizar contenidos de interés para La Moncloa; contenidos que
llegan en pocos minutos a los terminales de los responsables de comunicación y
propaganda de la Presidencia del Gobierno. El coste de este servicio no es
excesivo, algo más de 16.000 euros al año, pero lo importante es su significado
político, que revela una clara obsesión de La Moncloa por preservar una imagen
de Sánchez cada día más sometido al deterioro que impone la realidad. Tampoco
parece que tanta información esté sirviendo para que La Moncloa esté al tanto
de cuáles son los datos de la vida cotidiana en nuestro país. Al contrario, el
empecinamiento del discurso oficial en pintar la realidad de España como un
oasis de recuperación y estabilidad o bien demuestra que la información es
sometida a un proceso de manipulación para que llegue distorsionada a su
destinatario, o bien significa que el objetivo de tanto algoritmo es crear un contrarrelato,
una constante campaña de contrainformación.**
Es
difícil no esbozar una sonrisa al leer esto, basado en la extrañeza ante esos
conceptos ya peligrosos que provienen
de las máquinas. Convertir a Pedro
Sánchez en un narcisista "Señor de la Máquinas" es ridículo, cuando
la crítica política se puede ejercer desde muchos otros parámetros razonables.
Sánchez no es mejor o peor por utilizar ese económico servicio anual. ¿No crean
todos permanentemente sus relatos y contrarrelatos?
Los
medios nos dicen que ni Alberto Núñez Feijóo ni el presidente autonómico
andaluz van a asistir a la toma de posesión del presidente de Castilla y León.
Evidentemente es una cuestión de "imagen". No quieren la foto con
Vox. Ya sea por principios o por sus efectos
nocivos, prefieren tomar su decisión de no asistir aduciendo "problemas de
agenda". Cada uno lo interpretará y contestará a su manera dentro de la
brega constante en la que unos tratan de atacar y otros de defenderse.
Los que
pagan porque se extraiga información útil (según cada uno) son ya todos, pues
es lo que les permite dirigir, planificar y tomar decisiones al segundo. Que
esto ocurra en la política va más allá del narcisismo. Si ABC revisa su propia
política de cookies, verá que sus equipos directivos toman decisiones según el
conocimiento que tienen de sus propios lectores.
¿Triste?
Puede que sí, pero todos lo están utilizando, por lo que emprender campañas en
su contra, sin tomar medidas en el campo propio, no es más que un intento naif
de desmarcarse.
Hoy los
partidos funcionan como empresas y las empresas tal como les dejan las leyes
salvajes del mercado, aprovechando toda la información, que según cómo la
filtremos nos dará información sobre unas cosas u otras.
Sería interesante saber cuántos partidos políticos lo practican, es decir, cuántos tienen contratados este tipo de servicios de chequeo de redes y medios. Probablemente todos los que puedan pagárselo. Especular sobre narcisismo en esto no tiene muncho sentido cuando todos los partidos están trabajando sobre la imagen de sus líderes y tratan de hundir la de los ajenos en esta batalla sin cuartel que se ha convertido la política, en la que se golpea donde más duele, en la imagen.
Para bien o para mal, es lo que hay. No entiendo el escándalo a estas alturas. Hay motivos suficientes para la crítica y la preocupación como para tener que recurrir al uso de algoritmos y demás cuestiones tecnológicas que están ahí desde hace mucho tiempo.
*
"La Moncloa usa algoritmos para controlar la imagen de Sánchez" ABC
18/04/2022
https://www.abc.es/espana/abci-moncloa-algortimos-para-saber-minuto-dice-sanchez-202204171810_noticia.html
** "Editorial: «Narcisismo en La Moncloa»" ABC 18/04/2022 https://www.abc.es/opinion/abci-editorial-abc-narcisismo-moncloa-202204172216_noticia.html
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