Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Es
evidente que los dos modelos son incompatibles y que las fricciones que se
pueden producir en estos próximos meses, años y décadas van a ir más allá de
las pitadas en las canchas de baloncesto, los campos de fútbol o piscinas, por
citar ejemplos solo del campo deportivo.
La
cuestión se plantea ahora con la victoria de Orbán en Hungría y con la de Alexander
Vucic en Serbia, dos gobiernos que mantienen lazos fraternales con el modelo
ruso de Vladimir Putin. Las victorias de ambos líderes muestran un estado de
opinión cuyo reflejo, el gesto de no querer sostener una pancarta en una cancha
de baloncesto lituana, adquiere plena expresión.
Creo
que necesitamos un análisis mucho más detallado del estado y motivaciones de
ciertos países en Europa ante lo que puede significar este tipo de vínculos con
Rusia e imágenes que existen en las diversas sociedades.
En
ocasiones hemos tratado aquí el doble lenguaje en ciertos países en los que se
maneja una imagen de Europa y de lo que representa ante las propias opiniones
públicas. Europa no es "Europa", son los "burócratas de
Bruselas", como le gustas transmitir a Víctor Orbán, por ejemplo.
Es
difícil entrar en la psicología, por decirlo así, de pueblos que fueron
invadidos y reprimidos por la Unión Soviética durante décadas, que fueron
absorbidos por ella y dirigidos por personajes títeres de Moscú. La idea
inicial sería el rechazo hacia esa relación que les sojuzgó en su momento y de
la que la Europa democrática sería el contrapunto. Pero, como vemos, hay algo
que falla.
La
realidad es que estos países han quedado profundamente divididos en lo que
llamamos "prorrusos" y los "proeuropeos", de modelos
distintos de forma de pensar y de orientación futura.
¿Cuáles
son las causas de la simpatía hacia
los que los invadieron y dominaron? Las ayudas de Putin hacia los dirigentes
que manifiestan lazos positivos con Rusia es una de ellas. Pero necesariamente
tiene que haber más. El fenómeno de los "rusófonos" y prorrusos nos
revela cómo la invasión rusa fue algo más, una técnica colonial que
"rusificaba" determinadas zonas expandiendo el imperio ruso
soviético, tal como los zares habían hecho. Recordemos, por ejemplo, que los
norteamericanos tuvieron que comprar Alaska a los rusos, en 1867. Es un ejemplo
de cómo el imperio ruso ha tendido siempre a la expansión, que implica la toma
de tierras y su repoblación, desplazando a los habitantes existentes y
reemplazándolos por colonias que ocupan un territorio en el que acaban
asentándose. Lo que hace hoy Israel, desplazando y repoblando con colonos que
se asientan en esas tierras es lo más parecido a la táctica rusa de
"rusificación". Los británicos no se mezclaban en la expansión del
imperio, de tal forma que cuando se retiraban lo que quedaba era poco. Habían
surgido movimientos nacionalistas; el modelo ruso creaba "nacionalistas
rusos" dentro de otros países, los que hoy llamamos "prorrusos".
Pero esta
explicación funciona para ciertas zonas, como el Dombás, pero no lo explica
todo. Hay lazos, por ejemplo, con Rusia a través de la Iglesia Ortodoxa de
Moscú. Es otra forma de vínculo. Como sabemos, el apoyo de la jerarquía
religiosa de Moscú a la invasión ha sido nítido. Nos explica porqué
anteriormente la Iglesia Ortodoxa Ucraniana se separó de Moscú y decidió, tras
trescientos años de relación dependiente con Rusia, relacionarse con Turquía.
En 2019, la Deutsche Welle nos daba cuenta de la separación explicando:
La Iglesia ortodoxa de Ucrania estaba
vinculada a la de Rusia desde 1686 y a los intentos de separación ha respondido
la jerarquía ortodoxa de Moscú con una férrea oposición.
Epifanio ha rechazado las acusaciones de que
la concesión de la autocefalia se deba a motivos políticos y afirmó que su país
"iba en esa dirección durante los últimos 30 años".
La búsqueda de esa independencia, en
cualquier caso, se ha intensificado tras la anexión por parte de Rusia de la
península ucraniana de Crimea y el apoyo de Moscú a milicias separatistas en el
este de Ucrania.*
Era una
forma más de romper con los lazos creados por Rusia para entretejer la vida de
los territorios a los que se llegaba y de los que se tomaba posesión mediante
este tipo de acciones. Basta comprender el uso que Putin ha hecho de la Iglesia
Ortodoxa como apoyo para comprender la conexión que los propios zares
aprovecharon para mantener a las poblaciones controladas y sumisas, obedeciendo
a una autoridad de orden divino, por la gracia de Dios y contra la que se
condenaba cualquier insurrección.
El
modelo ruso es antiguo, carece de cualquier atisbo de modernidad. Es imperial y
usas sus técnicas interiores y exteriores. Establece alianzas interesadas con
otros dictadores y se garantizan apoyos, tal como hicieron las dictaduras
árabes, prometiéndose no apoyar en sus territorios a los disidentes de otros
miembros del club. "Tú reprimes a mis disidentes y yo reprimo a los
tuyos", es el acuerdo.
Pero
tiene que haber otros aspectos. Es importante que Europa haga examen de
conciencia y vea en que se ha equivocado para que una parte importante de las
poblaciones de estos países, en ocasiones la mayoritaria, se deje seducir o
incluso añore el tiempo de la ocupación rusa. ¿No hemos sido capaces de ofrecer
algo mejor o quizá lo que hemos ofrecido no ha tenido el atractivo suficiente
para alejarse del modelo ruso?
La
pregunta es, en términos directos, ¿por qué no se sienten "más europeos"
polacos, húngaros, serbios, entre otros, y se sienten proclives hacia las
políticas de Moscú de la mano de Putin?
No es
una pregunta fácil de responder y requeriría prestar más atención a los
detalles de su comportamiento y del nuestro. Puede que sobre esos detalles,
muchas veces despreciados por pequeños, se haya construido una animadversión
hacia Europa, de la que esperaban algo que finalmente no tuvieron. Hay que
analizar el atractivo de estas opciones nacionalistas, populistas,
autoritarias, que van desmantelando el estado de derecho controlando los
poderes, etc. frente a las democracias que tenemos, que se ven también
amenazadas por tendencias igualmente autoritarias. Si Europa se percibe como
una serie de intereses escondidos de determinados países, no es fácil mantener
una armonía popular. Muchas veces pensamos en términos de gobiernos o sistemas,
cuando deberíamos dirigirnos a lo básico, los habitantes de esos países a los
que es fácil seducir diciendo que nadie atiende realmente a sus problemas.
La
pancarta de Lituania es un ejemplo de la división europea, más allá de la
Unión. Habrá que desarrollar algún tipo de políticas para reforzar la unidad,
algo que se ve atacado y debilitado desde hace tiempo y cuyo ejemplo más
notable es la salida de Reino Unido con el Brexit. Entonces, unos pocos
lograron sacar a Reino Unido de la Unión Europea, cuyos efectos están pagando
con creces los británicos. Pero es obvio, y llevamos años señalándolo, el
interés de unos y otros en desmembrar la Unión. Las tensiones actuales dejan en evidencia los intereses de unos países sobre otros y la dificultad de llegar a una política conjunta; esto es debido, sobre todo, a la desigualdad creciente que se ha ido generando entre los países miembros, algo que no debería haberse producido, pero que sin embargo ha ocurrido.
La
necesidad de indagar y corregir errores, de plantear nuevas políticas, es
urgente si no queremos que esto se complique más. Puede ser ya tarde.
¡Solidaridad con el pueblo ucraniano!
El País 5/01/2019 |
* "Iglesia ortodoxa de Ucrania formaliza su separación de Rusia" Deutsche Welle 5/01/2019 https://www.dw.com/es/iglesia-ortodoxa-de-ucrania-formaliza-su-separaci%C3%B3n-de-rusia/a-46967050
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