Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Hoy es
difícil decantarse por un tema, pero creo que es necesario fijarse en lo
señalado por el gobierno andaluz al hacer repaso de los datos sobre los
ingresos en su comunidad. En estos días se multiplican los mensajes intentando
convencer a los jóvenes de que tengan en cuenta alguna restricción, tampoco
muchas, pero sí alguna que frente los datos, que se han disparado
astronómicamente espantando al turista europeo que le sigue dando al botón de
cancelar para desesperación de los sectores implicados que, por una cosa o por
otra, acaban siendo todos, porque el que no se queda con los chiringuitos
playeros desiertos ve que no se visita su catedral o no se le llena la plaza de
todos ni vende suvenires en la Puerta del Sol.
RTVE.es
nos da un titular escandaloso "El 72% de los que ingresan por COVID en las
UCI andaluzas son "negacionistas" de la vacuna de entre 50-60 años".
El vicepresidente de la Junta de Andalucía,
Juan Marín, ha alertado este martes de que "el 72%" de las 122
personas que actualmente se encuentran ingresadas en unidades de Cuidados
Intensivos (UCI) de hospitales de Andalucía con coronavirus son
"negacionistas", es decir, "gente que no se ha querido poner la
vacuna", de "entre 50 y 60 años" de edad.
Así lo ha indicado el vicepresidente de la
Junta en la rueda de prensa posterior a la reunión semanal del Consejo de
Gobierno, en la que ha comparecido junto al consejero de la Presidencia,
Administración Pública e Interior y portavoz del Gobierno andaluz, Elías
Bendodo.
Al analizar la situación de los hospitales
andaluces como consecuencia de los nuevos ingresos que está provocando la
Covid-19, Juan Marín ha indicado que resulta "muy atípico que gente que ya
estuviera vacunada, con entre 50 y 60 años" de edad, "estuviera
ingresando en UCI", y al respecto ha puesto de relieve que "el
72%" de los actuales pacientes en unidades de críticos son
"negacionistas" de la vacuna, tras lo que ha realizado un llamamiento
a favor de la vacunación.
Por su parte, el portavoz del Gobierno
andaluz, Elías Bendodo, ha detallado que el 64% de las 102 personas que han
ingresado este pasado fin de semana en hospitales de la comunidad por Covid
"no estaba vacunado".*
Conforme
se va extendiendo la vacunación por grupos de edad, nos encontramos con los
datos que muestran, como señala el Vicepresidente, que hay gente que ha ido quedando
al margen pero que no pueden escapar del destino final, la UCI.
Se
puede ser negacionista de muchas maneras. Están los que "niegan el coronavirus"
que según ellos es un "invento" para controlar el mundo, hacer que te
pinchen y no se sabe muy bien qué ocurre después en su historia. Puede que a
algunos no haya ocasión de preguntarles más porque se quedarán en la UCI. Luego
están los que no niegan el virus, pero "niegan las vacunas"; son los tradicionales
"anti vacunas", unos que vienen de lejos y a los que la pandemia ha
servido para relanzar sus mensajes sobre "autismo", etc. Luego puede
estar los que simplemente tienen miedo a que les pinchen, es decir, son más
emocionales que irracionales, como los dos primeros grupos.
Como los virus no entienden de todas estas explicaciones, unos acaban asintomáticos, otros con síntomas leves, otros ingresados y finalmente los que terminan en las UCI les guste o no. De esos últimos, algunos no sobreviven.
En distintos países se está planteando la cuestión de la "vacunación obligatoria", como ocurre en la Francia de Macron. Hace ya mucho tiempo hablamos aquí sobre el carácter social de la pandemia. Es absurdo que se esté debatiendo sobre el derecho a la eutanasia y algunos se nieguen a ponerse una vacuna que afecta a la vida de los otros. No se trata ya solo de la vacuna; se trata básicamente de un conjunto de medidas que tratan de evitar que te contagies, sí, pero también que si estás contagiado puedas contagiar a otros. Esto no es algo individual sino social, afecta a todos. Vivimos en esta paradoja desde el principio de la enfermedad, esta falta de comprensión del fenómeno en su dimensión social y su reducción a la decisión individual: yo decido si me pongo mascarilla, yo decido si guardo la distancia de seguridad, yo decido si realizo la cuarentena, etc. Y a esto algunos lo llaman "libertad". En este sentido, "libertad" es poder ir pegando tiros, donde yo decido quién vive y quién muere, como en esas matanzas. Yo también puedo matar contagiando a otros por imprudencia, ignorancia o arrogancia, según el grado de conocimiento. Ha habido algún caso de intento de contagio intencional, como hemos tenido ocasión de ver en los medios. Pero la inmensa mayoría entra en las categorías de la ignorancia y la imprudencia interesada, que es un estado intermedio camino de la arrogancia.
Estamos
asistiendo a las solicitudes masivas citas para vacunarse por parte de jóvenes.
Adelantar las vacunaciones a los jóvenes suscita un debate ético y estratégico.
Por un lado, son los que favorecen los contagios por su vida social intensa;
pero por otro son los que tienen síntomas más leves y hay menos muertes. Por
decirlo llanamente: ellos se contagian y los demás ingresan y algunos mueren.
Ahora mismo, los noticiarios nos avisan de que se están retrasando cirugías
para poder atender a los enfermos de COVID, es decir que está afectando al
sistema sanitario en su conjunto, retardando la atención, además de aumentando
el riesgo de contagios en el personal sanitario.
Hay personas a las que todo esto deja indiferente. Les escuchamos su descaro cuando son preguntadas. No están dispuestas a renunciar a lo bien que se lo pasan en la vida porque los demás se infecten. Y si se mueren, pues es problema suyo. Mala suerte.
Los
datos del consejero andaluz son interesantes. Sería interesante, más allá del
porcentaje, y si están en condiciones de contestar, conocer su perfil social,
político, religioso, etc. Sería saber si confiaban en algún dios protector, en
algún líder político (en los Estados Unidos, los datos hablan de un elevadísimo
porcentaje de votantes republicanos que se han negado a vacunarse) o si
confiaban en su cuentas bancarias para protegerse. Es el perfil que animo al
CIS a realizar porque sería instructivo para todos conocerlo.
Conforme se vaya avanzando en el proceso de vacunación, irán quedan esos huecos negacionista por cualquier de los motivos señalados. Hemos visto que esos núcleos resistentes se irán formando, me imagino que por distintos motivos, en las diferentes franjas con el consiguiente peligro de seguir contagiando y de producir o ser sensibles a las nuevas mutaciones.
La otra noticia que se nos da
desde ayer es que hay gente que, con las dos dosis de vacuna, se están
recontagiando. Las explicaciones que nos dan a este "extraño
fenómeno" son que las vacunas no son eficaces al 100%, lo que significa
también que no todos los virus son débiles ante la vacuna, que sus cambios
actúan de forma de selección, sobreviviendo a las defensas producidas por las
vacunas. Es ahí donde radica el auténtico problema y no en la ocupación de las
camas o la economía, que no son más que efectos colaterales del verdadero
problema, que el virus gane terreno a través de sucesivas mutaciones. RTVE.es habla de miles de recontagiados y de cómo las autoridades nacionales y autonómicas no dan los datos sobre estos casos.
De no reducirse estas cifras, nos veremos abocados a mantener una vacunación renovada de forma constante para enfrentarnos a las nuevas variantes. Esto es aprovechado también por los antivacunas y negacionistas del COVID. Les viene bien para desprestigiar los efectos de la vacunación y avanzar en sus campañas.
Mientras se mantengan las
enormes diferencias en vacunación entre países ricos y pobres, surgirán nuevas
variantes allí donde se vacuna poco o nada, y aparecerán en nuestros ricos
lugares de diversión, de ocio nocturno o diurno, en lujosos locales o en
botellón callejero. Uno se contagia igual en una fiesta que en una biblioteca
si no se mantienen las medidas de seguridad. Seguimos sin entenderlo pese al
tiempo transcurrido y las muertes en todo el mundo. Seguimos interpretando en
términos de intereses humanos lo que es un problema biológico. Como advierten
los científicos desde antes de que esto comenzara, a) la presión sobre la
naturaleza favorece la transmisión de virus de los animales a los seres
humanos, directamente o mediante algún animal intermedio; b) es la enorme
movilidad alcanzada modernamente lo que favorece su dispersión, lo que
dificulta su control y crea nuevas variantes.
Ayer se preguntaba a los sectores de hostelería y ocio si había que exigir en la entrada de los locales el "pasaporte COVID", el que servirá para mostrar si estamos vacunados o no. Curiosamente, se mostraban reacios. El negocio es el negocio. Según sus cálculos, si los que están vacunados no tienen miedo a ir, ¿por qué prescindir de los que no se vacunan? Cálculo erróneo y, sobre todo, demagógico. Puede que los que están ya vacunados, ante el fenómeno del recontagio, dejen de ir a lugares donde se deje entrar a cualquiera. Volvemos así el uso bastardo de la idea de "libertad", del tú te vacunas porque quieres y yo tengo la libertad de no querer vacunarme. A algunos les habrá parecido curiosa esta reacción empresarial de los mismos que hasta hace poco esgrimían el concepto de la "seguridad" para no perder clientela y pedían algún tipo de certificación. Pagaremos con creces estos "cálculos", estos cambios interesados de un día para otro.
Esto es
una gran guerra. Por eso, este exceso del yo, de los intereses locales, de la
creencia en que la Ciencia vendrá a salvarnos pese a que no destinamos más
recursos a las investigaciones en estos campos, etc., lo convierte en una lucha
doble, contra el virus y contra nuestra propia negligencia, por no decir otra
cosa.
*
"El 72% de los que ingresan por COVID en las UCI andaluzas son
"negacionistas" de la vacuna de entre 50-60 años" RTVE.es /
Agencias 13/07/2021
https://www.rtve.es/noticias/20210713/andalucia-72-ingresan-covid-uci-son-negacionistas-vacuna/2128421.shtml
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