Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Cuando se produjo la llegada de Donald Trump a la casa
Blanca, los analistas norteamericanos tuvieron que afinar mucho las explicaciones
para tratar de comprender cómo se podía pasar de Barack Obama al nuevo
presidente, casi un negativo en todos los aspectos del saliente. En ocasiones,
hablamos aquí de un anti programa de
Trump, un plan de desmantelamiento de todo lo anteriormente hecho, una guía
negativa. Trump se podría haber levantado cada día preguntándose qué habría
hecho Obama y hacer lo contrario. Una gran parte de sus acciones se pueden
explicar, por ridículo que parezca, de esta forma simple. Pero no se puede
esperar mucho más de una persona sin sentido de la política, como es Trump.
Así se puede explicar mucho de Trump, pero no a sus
votantes. ¿Qué llevó a votarle para la presidencia? La explicación racial ha
ido ganando adeptos con el tiempo. Trump encarnaría las fuerzas anti Obama que
se han sentido "humilladas y ofendidas" por la presencia de un
presidente afroamericano durante dos legislaturas. Esto habría sido un factor
aglutinante de las fuerzas de la "Norteamérica blanca", del
supremacismo manifiesto o latente que no ha abandonado los Estados Unidos, que
sigue enquistado en amplias zonas y mentalidades que se resisten a la pérdida
de poder.
Más allá de otras consideraciones, la última frontera,
escribimos un día, es la de la raza, aquella por la que no pasan y ante la que
no ceden. El respaldo a Trump tiene ese fundamento interior. La "America
First!" es blanca.
El columnista de The Washington Post, Dana Milbank ha
publicado con el titular "New documents on the census confirm: Trump’s raison d’etre is white power" un
artículo aclarativo sobre esta cuestión:
The Trump administration’s top lawyer,
Solicitor General Noel Francisco, told the Supreme Court in April that
voting-rights enforcement was “the principal benefit” of the proposed change.
That was false. The “principal benefit,” we now see, is to increase white
power. In my column about the Supreme Court argument in April, I wrote that “it
is difficult not to be cynical” about the administration’s true motive. Now,
the racist policy is spelled out in black and white.
This is shocking but not surprising. We tend
not to realize how much of the president’s appeal is about race. Studies show
the primary indicator of support for Trump isn’t economic insecurity but racial
resentment. This doesn’t mean Trump supporters are torch-carrying racists; it
means they fear losing their place. Racial tension has fueled our tribal
partisanship, as party becomes a proxy for race and racial views.
This is largely why the daily mayhem of the
Trump presidency has no discernible effect on support for Trump: not the petty
(the White House ordering John McCain’s name covered on a Navy ship); not the
ludicrous (the Energy Department rebranding liquid natural gas “molecules of
freedom”); not the insidious (Trump continuing to allege a “Russian hoax” and
his own innocence after special counsel Robert Mueller demonstrated otherwise);
not the ugly (Trump resisting disaster aid for Puerto Rico for months, and GOP
lawmakers this week blocking the legislation); and not the inhuman (migrant
children held illegally, and dying, at the border). All of this pales against
the existential threat to traditional white America from what it perceives as
nonwhite interlopers.
Some version of this has always been with us.
“The very idea of being American has from the start been defined negatively by
who could be classified as not-American,” writes my friend Eric Liu in his
important new book, “Become America,” a collection of “civic sermons.” In the
18th and 19th centuries, the right to vote “was about earning a badge that a
black person (and, for a long stretch, a Chinese person) could never earn: the
badge of citizen, first-class.” Now we see a new variant, with Latinos and
Muslims.*
Ser "norteamericano" es ser "blanco" en
esta mentalidad; los que no lo son, no son norteamericanos. Son percibidos como
una agresión, como si ocuparan un lugar que no les corresponde.
No se suele entender bien que una parte importante del
conflicto de la Guerra Civil norteamericana no estaba centrada en la igualdad,
sino en lo que los más religiosos consideraban como una degradación propia,
tener esclavos. No se trataba de darles derechos, sino de devolverlos a África.
Con los que regresaron se creó Liberia, un país fundado en 1822 con los
esclavos librados, cuyo idioma oficial es el inglés. Ellos se llamaban a sí
mismos "americanos" y no se mezclaron con los africanos nativos.
Repitieron la experiencia colonizadora de la que huían.
Mientras los frentes abiertos por Trump se multiplican (la
guerra iniciada contra México con los aranceles comenzó ayer mismo), también se
multiplican los frentes internos contra él. La palabra "impeachment"
está presente en boca de todos en todas las cadenas. La Fox sigue tratando de
ridiculizar a los que se enfrentan al presidente, pero les van a faltar horas
de programación. La esperanza de que Trump llegue hasta el final les mantiene
ingeniosos.
La cuestión racial marca toda la historia de los Estados
Unidos de una forma u otra, creando sus momentos trágicos, sus héroes y
villanos circunstanciales. Trump ha canalizado la cuestión racial y eso no va a
variar. Recordemos que consiguió casi tres millones de votos menos que su
rival, Hillary Clinton, pero que fue el controvertido sistema del colegio
electoral lo que le llevó a la Casa Blanca.
Las acusaciones de racismo se intensifican. De nuevo en The Washington
Post, otro columnista, Colbert I. King contesta a los ataques furibundos y
despectivos que Trump lanza contra Joe Biden, que podría disputarle la
presidencia en las próximas elecciones. King titula "A lot has changed since the 1994 crime bill. But
not Trump’s racism" y explica parte del historial de Trump:
Critics were quick to point to the 1989 case of
the Central Park Five, five black and Hispanic teenagers charged in connection
with the rape of a jogger in Central Park. In the heat of the moment, Trump
purchased full-page ads in New York City newspapers that read “BRING BACK THE
DEATH PENALTY. BRING BACK OUR POLICE!” The youths were later exonerated. But to
this day, Trump hasn’t apologized.
Critics also cite Trump’s relentless spreading
of the birther conspiracy theory about former president Barack Obama; Trump’s
attacks against black congresswomen and journalists; his disparagement of NFL
players who knelt during the national anthem in protest of police treatment of
blacks; and the federal lawsuit against him and his father accusing them of
housing discrimination against blacks — an allegation Trump denied, and settled
without admitting guilt.
Then there’s his administration’s outrageous
and bigoted decision to keep Harriet Tubman off the $20 bill.**
La lista podría ampliarse, claro, con lo realizado por sus
propios equipos, las personas que ha ido colocando en puestos clave y que toman
decisiones siguiendo su intención.
Es interesante el caso del billete de 20 dólares que muestra
la sinuosa forma de trabajar de Trump y los suyos. Harriet Tubman es uno de
los personajes heroicos en los frentes tanto del anti racismo como de los
derechos de las mujeres, ya que lucho tanto por la liberación de la esclavitud
como por el derecho al voto de las mujeres. Es uno de los personajes más
admirados de la historia norteamericana por su valor, decisión y claridad.
Antes de la llegada de Trump a la casa Blanca, la
administración Obama ya había decidido incluirla en el billete de 20 dólares,
"ocupado" hasta el momento por el presidente Andrew Jackson, que
¡vaya casualidad! es el que Trump usa como espejo de su personalidad populista
y anti élites políticas. Trump empezó a criticar el cambio diciendo que la
gente ya estaba acostumbrada a Jackson y —muy suyo— hablando de billetes de menor valor para alojar a Tubman.
El Secretario del Tesoro ha decidido posponer el cambio
hasta la hipotética salida de Trump de la Casa Blanca, es decir, 2026 si fuera
reelegido. The New York Times lo contaba así hace una semana:
WASHINGTON — Harriet Tubman — former slave,
abolitionist, “conductor” on the Underground Railroad — will not become the
face of the $20 bill until after President Trump leaves office, Treasury
Secretary Steven Mnuchin said Wednesday.
Plans to unveil the Tubman bill in 2020, an
Obama administration initiative, would be postponed until at least 2026, Mr.
Mnuchin said, and the bill itself would not likely be in circulation until
2028.
Until then, bills with former President Andrew
Jackson’s face will continue to pour out of A.T.M.s and fill Americans’
wallets.
Mr. Mnuchin, concerned that the president might
create an uproar by canceling the new bill altogether, was eager to delay its
redesign until Mr. Trump was out of office, some senior Treasury Department
officials have said. As a presidential candidate in 2016, Mr. Trump criticized
the Obama administration’s plans for the bill.***
Las iras de Trump son temidas y este tipo de detalles son
los que le dan esa sensación de poder. También son estos detalles los que
revelan su personalidad, sus principios y su finalidad.
Cada vez es más clara la base racista. Los ejemplos anteriores
o muchos otros, como el conflicto creado con Reino Unido al manifestar su apoyo
a grupos racistas británicos, lo que causó una protesta oficial.
El problema que ven algunos es que si el apoyo a Trump no se
basa en la política, por decirlo así, es decir, la economía, las decisiones
exteriores, etc., sino en este tipo de gestos racistas en clave interna, la reducción del apoyo
popular no se reducirá o solo lo hará hasta cierto punto, lo que servirá para
tomar el pulso a la realidad social norteamericana.
The Guardian |
Si la tesis de Dana Milban es cierta, lo que está en discusión es el miedo a perder el "poder blanco" ante una sociedad más diversa. Eso introduciría un factor de distorsión radicalizando el voto de forma sumergida y alentando el miedo, algo que Trump hace constantemente. La traducción de cualquier situación a "amenaza nacional" así lo prueba. Trump, como otros populistas, se alimenta de los miedos profundos y de las frustraciones.
Trump seguiría con estos
gestos racistas y xenófobos como forma de alimentar a sus seguidores. La clave
pasaría entonces a la misma causa que le llevó a la Casa Blanca, el apoyo del
colegio electoral republicano.
Es un hecho que están apareciendo muchas voces republicanas
disidentes respecto a Trump y sus acciones. Es ahí donde podría estar la clave
de las elecciones próximas. Eso convertirá a cada uno de los enclaves en
decisivo para asegurarse de que si no se gana con claridad en las urnas,
tampoco se haga en el colegio electoral en el caso que se reproduzca la
situación anterior. Esto explicaría la denuncia de los manejos republicanos
para redistribuir los distritos tratando de minimizar el voto afroamericano
mediante trucos de diseño. No es la primera vez que se hace. De hecho, es el
centro del primer artículo citado de The Washington Post.
Si el racismo se considera una "virtud" patriótica y no un "vicio" antidemocrático, Trump
seguirá con su plan de gestos racistas. Es difícil que los que son racistas
cambien. La diferencia es si lo manifiestan o lo mantienen en silencio, aunque
lo practiquen. Es lo que salió a la luz el día siguiente de la elección de Trump.
Detalles como la cuestión del billete de 20 dólares con Harriet Tubman reflejan la profunda división social que Trump fomenta y amplifica. Es su futuro.
* Dana Milbank "New documents on the
census confirm: Trump’s raison d’etre is white power" The Washington Post
31/05/2019
https://www.washingtonpost.com/opinions/trumps-census-scheme-exposed-a-lie-to-increase-white-power/2019/05/31/b6f40ef6-83b3-11e9-95a9-e2c830afe24f_story.html
** Colbert I. King "A lot has changed
since the 1994 crime bill. But not Trump’s racism." The Washington Post
31/05/2019
https://www.washingtonpost.com/opinions/a-lot-has-changed-since-the-1994-crime-bill-but-not-trumps-racism/2019/05/31/20395ff4-82f8-11e9-bce7-40b4105f7ca0_story.html
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