Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Es tal
la vertebración cultural sobre las cuestiones de género que no hay ámbito
social que se libre de su incidencia. El género estructura las sociedades
estableciendo las relaciones, valores y jerarquías. Se esconde en el lenguaje y
se vuelve invisible, aunque presente, en muchos espacios que parecen no estar
"marcados".
El
ámbito de la Ciencia no se escapa de esta cuestión que aflora en diversos
momentos de las investigaciones. La incorporación de la mujer a la
investigación hace que estas brechas o marcas se vayan reduciendo, pero siguen
quedando muchas piezas sueltas.
Hace
algún tiempo hablamos aquí del manifiesto por la presencia equitativa de las
mujeres en los escenarios de las Ciencias Sociales. No se trataba, se decía, de
simple número, sino de la perspectiva diferente que se puede aportar a la visión
social desde las mujeres.
Ahora
nos llega un artículo firmado por JoAnna Klein en The New York Times,
encuadrado en las Ciencias de la Salud, en donde se nos deja al descubierto otro
elemento condicionante. El título del artículo es "Fighting the
Gender Stereotypes That Warp Biomedical Research" e incluye diversos
ejemplos que se nos hace fácilmente comprensibles en la cuestión de la
experimentación e incluso de las dosificaciones de los fármacos.
Escribe Klein en el comienzo de su artículo:
Say you are prescribed medication for
depression, anxiety or even just to sleep. Would you want to take it if you
knew that the drug had only been tested on men and male animals?
Rebecca Shansky, a neuroscientist at
Northeastern University in Boston, thinks you might not. When she tells
nonscientific audiences that researchers “for the most part don’t study female
animals, people are blown away,” she said.
She added: “It seems like such an obvious thing
to a normal person. But when you come up in the academic and science world,
it’s like, ‘Oh no, females are so complicated, so we just don’t study them.’”
In 2016, the National Institutes of Health and
its Canadian counterpart mandated that all preclinical research they fund must
include female subjects. Now, Dr. Shansky and other scientists wonder if that
requirement will do enough to improve how research is conducted.*
¿Sorprendente?
No tanto. Hace unos días debatíamos en nuestro seminario sobre la
tendencia investigadora a apartar en muchas ocasiones lo "complicado"
y quedarse con lo más "sencillo" de explicar o analizar. La mayor
complejidad hormonal en las reacciones de las hembras en los experimentos con
animales en el laboratorio hace que se prefieran "machos",
extrapolando los resultados al conjunto, es decir, a machos y hembras. En
realidad, lo que se hace es ignorar los efectos en los elementos más complejos, es decir, las mujeres, cuyas
variaciones podrían ser de mayor oscilación.
Explica
JoAnna Klein:
If scientists don’t stop looking through a male
lens, outdated gender stereotypes will continue to foster dangerous assumptions
about the brain and behavior, resulting in clinical studies and eventual
treatments that don’t work equally for all people on the gender spectrum.
[...]
The reasons women and female animals are often
omitted from research are the same: ovarian hormones. In the Victorian era, the
idea that women were inferior to men was replaced by the notion that women were
hysterical, disorganized, emotional — the hormone-driven counterpoints to
rational, stable men.
From the team at NYT Parenting: Get the latest
news and guidance for parents. We'll celebrate the little parenting moments
that mean a lot — and share stories that matter to families.
By studying males only, mostly male scientists
believed they could more easily identify the most basic ways the brain worked
without the “messiness” of fluctuating female hormones. This stereotype is so
pervasive that some biomedical researchers still don’t question why they aren’t
looking at female rats or mice.
A diferencia de otros campos en los que se construye un
sujeto masculino que se "neutral", en las Ciencias de la Salud esta
pretensión es peligrosa y palpablemente irreal. Lo que emerge de las pruebas no
es un "ser humano", que abarque las características femeninas y
masculinas, sino un "sujeto artificial" cuyas características son
claramente masculinas, pero que se asocia también a los sujetos femeninos.
La incorporación progresiva de mujeres al campo de la Biología
en sus diversas variantes investigadoras, ha servido para ayudar a hacer
visibles estas formas de "olvido". En el mundo de la salud, está
claro que afecta a los fármacos —como se señala en el artículo— y a las dosis,
en las que son importantes las diferencias de peso.
El problema no es nuevo y la percepción del problema
tampoco. En 2007, se publico en la Revista Española de la Salud Pública un
estudio a cargo de Noa Laguna Goya (Agencia española del Medicamento) y
Fernando de Andrés Rodríguez-Trelles (UCM), con el título "Participación
de las mujeres en los ensayos clínicos según los informes de la Agencia
Española de Medicamentos y Productos Sanitarios. 2007". El trabajo tiene
que ver con lo recogido en The New York Times por JoAnna Klein: las mujeres participan
mucho menos en los ensayos clínicos, lo que implica que los datos obtenidos y
la información que de ellos se desprendan responden básicamente a un modelo masculino.
En su introducción se planteaba el caso:
A pesar de que en las últimas dos
décadas se ha empezado a introducir información sobre la participación de
hombres y mujeres en los ensayos clínicos (EC) que afectan a la población
general, esta consideración no parece estar aún suficientemente extendida en el
ámbito de la comunidad científica y en muchos casos no es representativa del
colectivo mujer1. En este tema se encuentran enfrentadas distintas opiniones,
no existiendo una valoración unánime ni en cuanto en la necesidad de evitarlo
ni en sus consecuencias.**
Esto nos lleva a más de tres décadas sin que se haya hecho
mucho por exigir que los estudios se amplíen para tener muestras más
representativas de lo que es la población, respetando la división entre hombres
y mujeres.
Pese a la denuncia constante, el hecho parece ignorarse. Se
junta aquí la cuestión del género con la de los costes, ya que la simplicidad
masculina resulta más barata que la complejidad hormonal femenina, que requiere
de pruebas más ajustadas a la diversidad.
Este es el resumen realizado por los autores que deja al descubierto la falta de interés por desvelar cuáles han sido las proporciones masculino/femenino en los experimentos clínicos realizados en los experimentos:
RESUMEN
Fundamento: la información sobre la participación de hombres y
mujeres en los ensayos clínicos que afectan a la población general no parece
estar aún suficientemente extendida en el ámbito de la comunidad científica. El
objetivo del estudio ha sido la valoración aproximativa de la situación en
España acerca del tratamiento de los datos de los ensayos clínicos en el
momento de publicación de la Ley de Igualdad.
Métodos: Se revisaron los apartados de diseño, población de
estudio, datos demográficos y características básales de los sujetos
participantes, resultados y conclusiones del ensayo en los resúmenes de los
informes finales de los ensayos clínicos recibidos durante el primer
cuatrimestre de 2007 en la Agencia Española de Medicamentos y Productos
Sanitarios (AEMPS).
Resultados: De los 25 documentos analizados 5 desagregan datos por
edad y sexo, 13 no aportan ningún dato desagregado por sexo ni ninguna
conclusión, 3 tampoco expresan los resultados desagregados por sexo pero sí
describen por esta variable los acontecimientos adversos graves, y en 4 no se
encuentran ni resultados ni conclusiones.
Conclusiones: Sólo el 20% de los
resúmenes revisados proporciona datos desagregados por sexo. Esto podría
deberse a que no se haya hecho o que no se le haya dado la suficiente
importancia como para incluirlo en el resumen, lo que tampoco es satisfactorio.
Un estudio más amplio es difícil dada la calidad actual de los resúmenes de los
informes finales de ensayos, que es el único documento obligatorio remitir a la
AEMPS una vez concluido el ensayo.
Palabras clave: Ensayo clínico.
Mujeres. Sesgo de Género.**
La necesidad de contar con esa información sobre las
diferencias (o la igualdad) es clara. La naturaleza de ambos artículos es muy
distinta —el periodístico y el académico—, pero ambos inciden en el mismo
problema. De hecho, Klein recoge la opinión de los científicos sobre esta falta
de claridad en los datos o la exclusión de las mujeres de los ensayos clínicos,
lo que puede tener una incidencia en la salud.
Es un caso más de ocultación o de enterramiento de lo
femenino. Los motivos, además, muestran que es algo más que la cuestión del
género en sí. Costes mayores y complejidad actúan en este caso como motivos añadidos. Creo que es algo más que los estereotipos, que es plenamente consciente. Por eso es importante resaltar el factor económico en las investigaciones.
* JoAnna
Klein "Fighting the Gender Stereotypes That Warp Biomedical Research"
The New York Times 30/05/2019
https://www.nytimes.com/2019/05/30/health/gender-stereotypes-research.html
** LAGUNA GOYA, Noa
y ANDRES RODRIGUEZ-TRELLES,
Fernando de. Participación de las mujeres en los ensayos clínicos según los
informes de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios: 2007.
Rev. Esp. Salud Publica [online]. 2008, vol.82, n.3 [citado 2019-06-02], pp.343-350.
http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1135-57272008000300010
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