Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
En un
artículo de la CNN titulado "Trump is pulling out of the wrong war at the
wrong time", firmado por David A. Andelman, premiado analista de política
internacional y seguridad, antiguo articulista de The New York Times y de la
CBS, se pregunta sobre quién puede tomar una decisión tan desastrosa, contra la
opinión de todos los asesores, como la de abandonar Siria y reducir de
inmediato al 50% la presencia en Afganistán. La respuesta es sencilla y
escueta: "Nobody except Donald Trump".
Las
líneas del análisis de Andelman coinciden con lo que expresamos ayer aquí y que
es de sentido común. Trump no solo deja tirados a sus aliados hasta el momento,
sino que entrega la victoria final a Rusia, Turquía e Irán.
What Trump's action will do is to leave several
dictators ecstatic: Syria's Bashar al Assad, Russia's Vladimir Putin and
Turkey's Recep Erdogan, not to mention Iran's Supreme Leader Ayatollah Seyyed
Ali Khamenei.
Quizá recuerden el artículo aparecido en The New York Times
que desató las iras de Trump y sus allegados y una búsqueda de quién podría ser
su autor o autores. Me refiero a aquel en el que de forma anónima se trataba de
"tranquilizar" a la ciudadanía asegurando que una serie de
funcionarios estaban de "guardia" para tratar de evitar el caos al
que la administración, pensaban, estaba abocada. Hasta el momento, la sociedad
norteamericana ha estado jugando con elementos de diferente alcance en
dimensiones distintas, del cambio climático al proteccionismo económico, de la
inmigración a las tensiones con Corea del Norte o Irán. Pero ahora estamos ante
un caso muy distinto.
La cuestión de la seguridad de los Estados Unidos es una
parte. Otra es la historia misma, es
decir, la capacidad de rectificar algo más que una política, romper una
trayectoria que ha supuesto compromisos y algo más, miles de muertos en una
guerra de la que retirarse dejando en manos de los rivales la música de la
victoria y el espacio ganado, ya como influencia o prestigio, será un peligro
para el futuro y un trauma para el presente. La retirada planteada por Trump es
algo peor que una derrota: es una estupidez con consecuencias.
No solo les deja el terreno a los rivales, sino que debilita
profundamente la percepción de estabilidad que una potencia que se precie debe
mantener. David A. Andelman concluye su análisis de la siguiente y clara forma:
At the same time, those who had based their
hopes and dreams on American loyalty will suddenly have to choose sides again.
Clearly, they will no longer be able to count on American constancy and
loyalty. The United States risks facing another, deeper threat even to the
homeland once again. Listen to those with long and deep experience in the
region, Mr. President. Your legacy depends on it.
La política de Trump es cada vez más errática y cada vez es
más difícil estar a su lado. En cuestiones "civiles", puede encontrar
personas que les respalden y con las que sustituir a los dimisionarios. Pero la
cuestión "militar" es otra cosa muy distinta.
Esto no es una conferencia sobre el cambio climático; es una
guerra cruenta y larga de la que salir ahora es hacer inútil el sacrificio de
los que participaron y entregar la paz a los que rivalizan con los Estados
Unidos. Y así se lo van a hacer ver los militares. Esa es la reacción visceral
de Mattis, tras el enfrentamiento con Trump, del que ha dado cuenta la prensa.
La cuestión no afecta solo a los Estados Unidos, sino a
todos sus aliados en la zona, los locales y los que están embarcados en Siria
para evitar que aquellos que se arriesgaron queden en manos de al-Asad.
Martha Kearney publica en la página de la BBC, con el
titular "Trump's withdrawal from Afghanistan ignores a dangerous
threat", la sorpresa desde el lado británico sobre la retirada de Siria y
los recortes del 50% en Afganistán:
Senior British officers in Afghanistan have
long feared the decision of US President Donald Trump to wind down America's
mission in the country.
One told me they used to talk about "the
tweet of jeopardy", which they said might come at any time from
@realDonaldTrump. When I told another officer about the resignation of US
Defence Secretary Jim Mattis, he replied in typical military fashion: "Bugger."
It seems that the US's closest allies may not
have known about the prospect of troop withdrawal in Afghanistan. Before the
news broke, I interviewed the head of the armed forces, General Sir Nick
Carter, who was in the capital, Kabul, to see troops before Christmas.
With lower US engagement, the international
coalition itself could be at risk. When I stayed at the NKC (New Kabul
Compound) military base, which has a British commander, it was clear that the
infrastructure was provided by the Americans. To bring back 7,000 US troops in
the coming weeks was described to me by a British officer as
"precipitous".
The US move is all the more surprising given
the recent spike in violence in Afghanistan, which has been prompted in part by
elections and by ongoing peace negotiations, with each side trying to assert
its strength.**
La decisión, por lo que se aprecia, no ha sido comunicada a
los aliados británicos, cuya seguridad se ve comprometida por la propia
retirada norteamericana en Afganistán. La guerra en aquel país se ha
caracterizado por un modelo de paciencia y resistencia. Saben que en algún
momento las tropas se tendrán que ir. Su sentido del tiempo, de la historia y
del coste es muy diferente y eso no lo ha acabado de entender ni Trump ni otros
presidentes que se han metido en guerras.
Tanto el análisis de Andelman como el de Kearney inciden en
que no se ha ganado "nada", que la amenaza del Estado Islámico está
presente, que la "victoria" solo es un paréntesis y que simplemente
en Afganistán están esperando a que se vayan las tropas de la coalición para
volver. Eso lo saben hasta en Irak, donde ya padecen estas tensiones. La
retirada es cuestión de tiempo, pero el momento, como señalaba Andelman, el
peor.
Desde que Donald Trump llegó a la Casa Blanca se está realizando
una prueba de resistencia de la democracia norteamericana, de cuáles son sus
límites. También los riesgos del aventurerismo político de una persona que con ninguna experiencia política se pone al frente de una superpotencia. Maravillas de la democracia, diran muchos, pero también un riesgo si no es capaz de la sensatez necesaria para estar en un cargo que es decisión y responsabilidad. Trump presume de lo primero, pero es incapaz de afrontar lo segundo. Desde que llegó a la Casa Blanca, la democracia norteamericana trata de evitar las tropelías inconstitucionales que ha tratado de poner en marcha en muchos campos. Otras, en cambio han quedado en el aire marcando las distancias entre una ciudadanía cada vez más dividida.
La cuestión no es el "legado" de Trump, sino lo que le queda
al mundo después del paso de Trump. Las consecuencias sociales en los Estados
Unidos van a durar mucho; la fractura es profunda. Más allá, la pregunta se la
puede hacer el mundo. Quiéralo o no, lo que hace Estados Unidos afecta al resto: es la servidumbre de las superpotencias y el temor constante de todos a que a su presidencia desate una locura de decisiones de efecto
sobre el resto del planeta. Muchas pueden ser irreversibles o significar retrocesos de décadas. Con todo, habrá mucho que se pierda, daños irreparables.
La llegada de un ególatra a un mundo que necesita sobre todo de diálogo, coordinación, acuerdos, etc. se hace notar cada día y nos pone al borde del abismo en cada decisión. Tiene razón David A. Andelman; solo puede ser Trump el autor de tamaño despropósito.
* David A.
Andelman "Trump is pulling out of the wrong war at the wrong time"
CNN 20/12/2018
https://edition.cnn.com/2018/12/19/opinions/trump-is-pulling-out-of-the-wrong-war-andelman/index.html
** Martha Kearney "Trump's withdrawal from
Afghanistan ignores a dangerous threat" BBC News 22/12/2018
https://www.bbc.com/news/world-asia-46656172
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