Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
La
fragmentación de la política española no es nueva. Aquí se han empeñado todos
en hablar de bipartidismo, pero obvian con ello el papel de los partidos
autonómicos o nacionalistas, algo que es imperdonable pues supone distorsionar
todo el desarrollo seguido por la vida política española desde los años setenta,
es decir, desde los comienzos mismos de la democracia. Nunca ha habido
"dos partidos", que es lo que quiere decir "bipartidismo"
si el diccionario no miente.
La
derecha española tuvo un proceso de unificación en las primeras elecciones en
el que se fundieron partidos casi personales con un "centro" creado
ex profeso para liderar la transición. El centro y la derecha se unieron dando
lugar a lo que era el Partido Popular, resultado de varias fusiones por etapas
y finalmente de la absorción del centro, la UCD, que se resistió como CDS para
finalmente repartirse entre la derecha y la izquierda socialdemócrata. La
izquierda española también tuvo su propio proceso de unificación. Algunos no
recordarán los distintos partidos socialistas que se reunieron alrededor del
PSOE y la unión de los que dejaron por la izquierda, que asumió el imaginativo
nombre de Izquierda Unida.
Todo lo
demás han sido jugadas de marketing electoral y combinaciones con los partidos
locales de las autonomías, ya fueran nacionalistas o "peculiaridades"
consentidas como el Partido de los socialistas catalanes. Era Cataluña
precisamente el lugar más prolijo en alianzas y siglas electorales con las que
se han pretendido camuflar los asaltos al poder de los mismos durante décadas y
que ha llegado a la cacofonía resultante actualmente.
El
deterioro de las imágenes de ambos partidos mayoritarios en Cataluña ha llevado
a que sea una fuerza emergente como Ciudadanos la que lograra la victoria
pírrica en las elecciones en una sociedad polarizada y con deseo de castigo a
los que les complican la vida de una forma realmente penosa.
Nada
hay más sufrido que votar en España, pues hacerlo se ha convertido en un acto
contra el historial del votante, que ve degradadas las propuestas que se le
presentan en un mar bronco. No escuchan más que insultos entre unos y otros; a
unos porque son rivales y a otros porque son competidores por el mismo voto.
Lo
ocurrido en Andalucía hace unos días debería haber hecho reflexionar a más de
uno, pero nuestra clase política está a otras cosas. Más que análisis, hace
reinterpretaciones de los hechos para tratar de amortiguar sus caídas,
profundizar en las ajenas y poco más.
El
diario ABC nos da los resultados de una encuesta que le han realizado y nos
cuenta:
Si hoy se celebrasen elecciones generales, el
Partido Popular, Ciudadanos y Vox sumarían una holgada mayoría absoluta, según
el último barómetro de GAD3 que mañana se publica en ABC.
Los datos que arroja la encuesta ofrecen
distintos paralelismos con el reciente resultado de las elecciones andaluzas
del 2 de diciembre, que puede propiciar por primera vez en 36 años la formación
de una Junta sin el Partido socialista.
El resultado de la encuesta de intención de
voto a nivel nacional ofrece un giro a la derecha en el arco parlamentario y el
fortalecimiento de los partidos constitucionalistas, así como la confirmación
de que Vox irrumpe con fuerza en la política nacional.
Pese a que el PSOE continúa perdiendo apoyos,
seguiría siendo la fuerza política más votada en caso de que los españoles
fuesen convocados a las urnas.*
Vox
representa una prueba de fuego para la democracia española. No hay que dejarse
seducir por las músicas patrióticas de la "unidad de España" sino
escuchar con mesura el paquete completo con el que se parapetan.
Vox es
la versión a la española de la fuerte moda de los populismos. Como es
característico de estos movimientos que vemos en todo el mundo, es una
combinación de elementos nacionalistas emocionales, religioso-tradicionalistas
y un odio claro hacia lo que representa la modernidad, especialmente en lo que
se refiere a las políticas de género.
La
preocupación que todos los españoles sentimos por la situación catalana es
aprovechada por Vox para introducir su programa real, el que es menos cacareado pero que está ahí contra las
llamadas "leyes ideológicas", entendiendo ellos por "ideología"
el rechazo de las políticas de diversidad de identidad sexual y especialmente
de igualdad de género. Aquí, el modelo norteamericano de Trump, de Bolsonaro en
Brasil y el francés de LePen se ven con claridad en las fusiones de la retórica
nacionalista y la religiosa tradicionalista de fondo.
La
democracia el algo más que las matemáticas para alcanzar el poder. El diario
ABC se limita a realizar operaciones de suma y hacer cálculos de lo que podría.
Como nos enseñaron de niños, no se pueden sumar peras y manzanas, por decirlo
llanamente.
Lo que
se haga en Andalucía se va a medir con lo que se haga en la generales. Los
partidos de derechas e izquierdas se dedican a hacer matemática, jugando con
números y no con valores y compatibilidades. No todo lo que se puede sumar se
debe sumar.
La calidad
de la democracia es esencial para cualquier sociedad y la tentación de votar
con formaciones cuya creencia en el sistema democrático es muy pobre se acaba
pagando, como hemos visto en los Estados Unidos.
España
se había librado hasta el momento de la extrema derecha y de partidos con
principios dudosos. Más que librarse, sencillamente los había rechazado.
Existían, pero la misma sociedad los convirtió en marginales. Ahora regresan al
impulso de las circunstancias y sobre todo por el mal hacer de las nuevas
generaciones de políticos en poder y oposición. Se les llenó a todos la boca al
hablar de renovación, pero lo cierto es que se han cometido los mismos o peores
errores que la generación anterior cometió precisamente por ser incapaz de
aunar esfuerzos para enfrentarse a los males —corrupción y separatismos— de una
forma honesta y clara. Prefirieron jugar las bazas que les llegaban traídas por
las circunstancias del momento sin tener en cuenta que se estaban jugando
propio sistema, pues la pérdida de la confianza es la peor de las actitudes que
se pueden tener.
La
extrema derecha no se debería contemplar en el cálculo electoral y debería
existir el acuerdo para evitar convertirla en pieza clave. Hay fórmulas para
hacerlo que envíen un mensaje claro de las prioridades. Se ha visto lo que le
ha ocurrido al propio Partido Socialista por jugar con su izquierda. Más que
los efectos electorales, lo que comprobamos es el deterioro.
Si se
quiere que España siga su camino de futuro, debe haber un acuerdo entre las
fuerzas políticas para estabilizar la sociedad y no para salir cada día con
elementos desestabilizadores con los que camuflar la inoperancia. La mala
imagen de partidos y líderes es clara. La crisis se agrava con la pérdida del
tejido intelectual, la conversión en espectáculo del mundo de las ideas, cada
día más necesarias. Lo que la política atrae hasta el momento a sus filas es
muy deficiente. No hay filtro y asistimos al penoso espectáculo de la
sinvergonzonería campando a sus anchas. Unos detrás de otros van de juzgado en
juzgado para sonrojo y escándalo de todos.
Lo que
la ultraderecha atrae ahora no es bueno para nadie. La sociedad española ha
avanzado en estas décadas mucho y es una pena enorme que nos encontremos de
nuevo discutiendo cosas que deberían estar ya superadas solo porque la clase
política tiene que encubrir su falta de eficacia.
La democracia es más que aritmética precisamente porque se centra en valores y en la capacidad de acordar avanzando hacia puntos de convergencia. Pero hay límites a las sumas. Lo que se ha escuchado hasta el momento de Vox no es nada bueno. Miremos lo que ha ocurrido en los Estados Unidos, la profunda división en que se encuentran y la caída de los valores democráticos en favor de otros populistas. Cualquier alianza con Vox supone adentrarse en caminos peligrosos para el futuro. Es algo más que el "giro a la derecha" del que habla ABC.
Siempre se piensa en que todo se puede controlar, que de ahí no pasarán. Pero cuidado con la confianza. El mundo se está poblando de cadáveres políticos confiados. Hay que reaccionar desde los partidos y abandonar este desprestigio recíproco del que viven y que arrastra a las instituciones. Hay que recuperar la política, el diálogo y el sentido común, la voluntad de convivencia. Mientras no se haga, seguirán apareciendo grupos con propuestas populistas.
*
"PP, Cs y VOX obtendrían mayoría absoluta si hoy se celebrasen elecciones
generales" ABC 16/12/2018
https://www.abc.es/espana/abci-pp-y-obtendrian-mayoria-absoluta-si-celebrasen-elecciones-generales-201812162017_noticia.html
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