Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
NOTA: Esta es la entrada 3.000 de Pisando charcos, un ejercicio diario que agradece al que está al otro lado de la pantalla su presencia habitual o esporádica. Gracias, lector y lectora, por acompañarme en estos viajes.
Quedo perplejo
tras la lectura del artículo publicado en el diario El País, con el título
"Un fallo en el pensamiento que une a creacionistas y conspiranoicos".
A veces uno tiene que leer varias veces los artículos divulgativos para poder
llegar al meollo de lo que se afirma. Lo primero que llama la atención —para
eso están, dirán algunos— es el sorprendente titular. ¿Qué es un fallo en el pensamiento? Desde luego,
llama la atención por lo que expresa en sí y por lo que podemos entender.
Tras el
titular, nos adentramos en esos pequeños resúmenes que nos adentran el tema
propuesto y que, en este caso, nos cuenta lo siguiente: "Investigadores
señalan aspectos comunes entre quienes creen que Dios lo creó todo tal cuál es
hoy y los que afirman que los grandes sucesos siempre tienen conspiradores
detrás". Me sigo quedando perplejo
Se excluye el
llamado "deísmo", aquella "causa primera", que crea y se retira de la creación a
contemplar cómo funcionan las cosas, sin conspiración
alguna, entre otras cosas porque no tendría necesidad de ello. Está también el llamado "fatalismo" —sí, como el "Jacques el fatalista",
el personaje de Denis Diderot— de los que creen que todo está ya escrito. Para estos, la historia de cada uno—no solo los
"grandes sucesos"— estaba ya "prevista" por
Dios, por lo que aunque creamos ser libres, lo que ocurre ya lo sabía Dios. En eso se basa la idea de la omnisciencia,
el conocimiento del pasado, presente y futuro. Nosotros nos creemos libres de
decidir, pero (Dios) ya sabe qué vamos a decidir. La libertad, en este
planteamiento, no es más que una ilusión.
¡Bendita ilusión!
En 2015, la BBC publicó un artículo titulado "El lado oscuro del genio
Isaac Newton"**, acercando su figura y desmitificándola, es decir,
señalando que era humano, hijo de su tiempo. Newton fue inspiración de los deístas de la ilustración, especialmente de Voltaire, que lo convirtió en su referencia. Él creía en el "Dios de Newton", un dios que hace leyes y no necesita de milagros o revelaciones, un "relojero" que pone en marcha el mundo y lo deja seguir. El artículo hace un recorrido por su vida y se cierra
así:
Sus leyes del movimiento y teoría de la
gravedad apuntalan mucho de la física e ingeniería moderna.
No obstante, él creyó que había sido puesto
en la Tierra para descifrar la palabra de Dios, estudiando tanto las Sagradas
Escrituras como el libro de la naturaleza.
Para él, la teología y las matemáticas eran
parte de un proyecto para descubrir un sistema único del mundo.**
El Dios
de Newton ya era una forma de despegarse de la creencia del Dios controlador, no del Dios creador. La idea de un "plan de
Dios" está como tal en las religiones abrahámicas, no creo que lo esté tanto en
las orientales, que buscan otro tipo de relación con el mundo. Pero el artículo da por descontado un dios "occidental".
José
Manuel Sánchez Ron escribe en su obra "El jardín de Newton" sobre la
importancia primera que para Newton tenía la teología. Las cuestiones estaban en los debates de su tiempo. ¿Había Dios creado un orden y unas leyes para después saltárselo milagrosamente? ¿Había contado sus planeas a alguien, eran
posibles los profetas? ¿Era Cristo el "hijo" de Dios?
En el
texto de Sánchez Ron se resalta esta preocupación teológica newtoniana:
De hecho, ni siquiera los Principia están libres del Newton
teólogo. En la segunda edición —publicada en 1713, cuando tenía setenta y un
años—, decidió cerrar su gran monografía con unas páginas dedicadas a la
divinidad. Se trata del célebre «Escolio General», en el que pretendía poco
menos que definir a Dios:
Es eterno e infinito, omnipotente y
omnisciente; esto es, dura desde la eternidad hasta la eternidad y está
presente desde el infinito hasta el infinito: lo rige todo; lo conoce todo, lo
que sucede y lo que puede suceder. No es la eternidad y la infinitud, sino
eterno e infinito; no es la duración y el espacio, sino que dura y está
presente. Dura siempre y está presente en todo lugar, y existiendo siempre y en
todo lugar, constituye la duración y el espacio.
En ese mismo «Escolio» también es posible
adivinar algo que el propio Newton se esforzó por ocultar durante toda su vida:
que era un hereje arriano, que su Dios no era trino, sino uno: «Dios —escribió
allí— es uno y el mismo dios siempre y en todo lugar»***
La
conclusión de un Newton no solo religioso sino herético, es decir, desviado de la religión desviada (el hereje no se considera hereje, sino que son los otros los que se apartan de la verdad que
él sostiene) no debe extrañarnos, a menos que tengamos una visión simplista
de cómo se ha ido desarrollando tanto la Ciencia como el
"conocimiento", distinguiendo así la primera como actividad y el segundo como resultado.
La
idea de científico es relativamente
reciente frente a las fases anteriores, "pre científicas", en donde
se entremezclaban todo tipo de ideas, fines y creencias. Razón y experimentos son la
combinación que permitió dar el salto hacia un mejor conocimiento, que nunca es
final pero que aspira a ser mejor que el anterior, a explicar más y mejor.
Newton buscaba en la Naturaleza una idea de dios plasmada en ella. Unos
párrafos antes, Sánchez Ron nos desvela algunas de las creencias de Isaac Newton:
Las descripciones que en algunos de sus
manuscritos hacía del monoteísmo primitivo y de los rituales de adoración
después del diluvio, tal y como se practicaban en lugares como Egipto,
Babilonia o Caldea, identificaban estrechamente la primera ciencia con la
teología. Los sacerdotes y líderes religiosos de aquellas antiguas
civilizaciones también fueron, argumentaba, sus científicos y filósofos. La
astronomía había comenzado entre los sacerdotes egipcios y caldeos, que al decorar
sus templos habían hecho de ellos réplicas exactas del universo. De hecho,
atribuía a los antiguos el conocimiento del heliocentrismo copernicano. Los
rituales religiosos escondían significados científicos: el movimiento de las
procesiones de sacerdotes entre los egipcios, por ejemplo, demostraba que su
teología estaba basada en la ciencia de las estrellas; de manera análoga,
cuando los sacerdotes judíos se aproximaban al altar, daban vueltas alrededor
del fuego, encendiendo siete lámparas para representar los planetas que se
mueven en torno al Sol (Mercurio, Venus, la Tierra, Marte, Júpiter, Saturno y
la Luna, considerada también como un planeta).***
En
cierto sentido, Newton no solo creía en la "creación" (Dios lo había
creado todo y no incluía idea de la evolución) sino también conspiranóico, como se aprecia
claramente en el texto de Sánchez Ron.
La
creencia en que todo había sido ya descubierto y que ese conocimiento total se
mantenía en secreto se alimentaba de los logros olvidados de las civilizaciones
extinguidas, especialmente —como ocurre ahora para algunos— de la egipcia,
cuyos saberes se ignoraban completamente. La creencia en que los sabios se
ocultaban para no revelar los secretos de la naturaleza a los comunes mortales
sigue alimentando sueños conspiranoicos en la actualidad. Si los conectamos con
los extraterrestres el cuadro nos queda completo para muchos que andan sueltos.
En el
artículo de El País se habla del estudio académico realizado sobre las conexiones entre los creacionistas y los
teóricos de la conspiración:
“Ambos sistemas de creencias
comparten un sesgo cognitivo muy poderoso que conocemos como pensamiento
teleológico”, apunta Dieguez. “Es una forma de enfrentarse a asuntos complejos
pero que son fáciles de entender si disponemos de una causa lejana y última que
hizo todo tal como está ahora”, continúa. “En el caso del creacionismo, esa
causa última es Dios, que lo creó todo tal y como lo conocemos”, añade.
Esa manera de pensar dificultó la
aparición de la teoría de la evolución, porque era una forma menos intuitiva de
entender el mundo. “La forma de pensar que dice que los árboles tienen hojas
para darnos sombra o que el sol sale para calentarnos, parece ser algo muy
intuitivo y es la manera en que funciona el cerebro de manera espontánea,
viendo que las cosas sirven para algo”, indica Dieguez. “Los niños pequeños, en
su mayoría, piensan así, sean hijos de una familia religiosa o no. Y tampoco es
una manera de pensar completamente estúpida, porque decir que los osos blancos
son blancos para esconderse en la nieve tiene sentido. Esa manera parece la más
fácil de asumir para el ser humano, pero el progreso científico y especialmente
la teoría de la evolución de Darwin nos ha dado otra forma de ver la realidad”,
remacha.*
Como
todos estamos un poco "conspiranoicos perdidos", la idea de que
"creacionistas" y "teóricos de la conspiración" estén "unidos"
por algo supone ya una forma de teoría de la conspiración, ya que ambos tienen
una dimensión "política" y no son excluyentes. Ahora bien, lo
sorprendente es que esa unión no es algo que les caracterice a ellos solos
—como parece darse a entender—, sino una forma humana de pensamiento. Es decir —y como se ha dicho muchas veces—
nuestro cerebro busca explicaciones
causales, conexiones, y no digiere bien la idea de "casualidad",
"azar", "probabilidad", etc., conceptos esenciales hoy en
muchas disciplinas
Nuestro
cerebro se mueve mejor con explicaciones que se elaboran desde nuestra
capacidad de manejar información con nuestros propios filtros cognitivos, que
son causales. Por eso se hace la comparación con la forma de pensar infantil,
que establecen este tipo de conexiones hasta que comprendemos que nos induce a
errores en ciertos campos. Pero para andar por casa, por decirlo así, la
Naturaleza nos ha dado un cerebro "suficiente"; este tiene que
esforzarse en alejarse de sus mecanismos causales para poder avanzar hacia otro
tipo de conocimientos.
Esto
viene a decir lo que señalaba Augusto Comte en su explicación del
"positivismo": cuando la humanidad no dispone de datos claros con los
que elaborar teorías "científicas", desarrolla teorías "mágicas"
o "religiosas". Para él, esta era la etapa primitiva de la Humanidad,
la teológica. En ella se satisface esa necesidad de nuestro cerebro, la
conexión entre lo que ocurre y una idea que lo justifique. Cuando no sabemos
qué es un rayo, se lo apuntamos a Zeus. Hoy no tiene sentido hacerlo.
El progreso
científico se produce precisamente por la capacidad de ir elaborando explicaciones
(teorías) menos imaginativas y más
basadas en los hechos (positivismo) y experimentaciones, cuando se puede. Para
Comte, basarse en los hechos, en lo positivo, lo mensurable, era un signo de
madurez histórica, de progreso, al que se oponían una serie de fuerzas
históricas, la religión (estadio teológico) e incluso la abstracta filosofía
(estadio metafísico), que elaboraban explicaciones sin fundamento o hablaban de
cosas tan raras como los "entes" o de lo metafísico, algo que nadie
había visto.
Al igual
que pasaba con Newton, muchos de los científicos del siglo XIX seguían siendo creacionistas, al igual que seguían
creyendo hasta el XX en que existía una cosa llamada ´éter" que les servía
para cuadrar sus ideas del universo. No eran teóricos de la conspiración, sino
—como Newton— hijos de su tiempo. Los cambios no siempre son tan obvios,
especialmente, tal como ocurre en los siglos XIX y XX en que se realizan una
serie de descubrimientos y se formulan una serie de teorías que cambian todo el
pensamiento anterior y sacuden las bases de la cultura.
Cuando
todo el mundo es creacionista, es
decir, se piensa que Dios ha creado todo así
desde el principio, no hay "creacionistas". Son el pensamiento
"normal". Los creacionistas de hoy se caracterizan, en cambio, por
llevar la contraria a las evidencias o a las teorías comúnmente aceptadas en el
campo científico, lo que les hace negar la ciencia. Se ha invertido la
situación. Hoy un "creacionista" es un negacionista de la evolución, en la medida en que no solo dice que
ha sido Dios quien creó todo, sino todo a
la vez y que esto no ha cambiado. Un teórico de la conspiración, además, es
alguien que cree que existe un plan trazado para evitar que se sepa una verdad a
la que ellos tienen acceso por medios diversos.
La idea
creacionista muestra cómo el conocimiento científico tiene que luchar para convencer, no solo demostrar. No aceptamos lo que se nos demuestra, sino que muchas
veces lo rechazamos por nuestros prejuicios, que son con los que se ha
construido en el tiempo la cultura en la que vivimos. Hay que vaciar de vez en
cuando la mochila de la Historia para seguir el viaje.
Nuestros
conocimientos se traducen en infinitud de aspectos culturales de los que son
versiones cotidianas. Quedan reflejadas en el lenguaje, por ejemplo, pero
también forman parte del entramado de ideas.
Cuando
la resistencia se hace insostenible desde la creencia, se produce el fenómeno
de la conspiración, que sirve para agrupara a todos aquellos que se niegan a
aceptar —por los motivos que sean— algo que ha sido asentado. En las sociedades
modernas, las falsas creencias (no solo las indemostrables) pueden sobrevivir
gracias a la articulación de los grupos, es decir, formando una sociedad
consagrada al mantenimiento de esa creencia. Si Newton consiguió mantener en la
sombra sus ideas para evitar ser considerado un hereje, hoy, en un ambiente más
liberal e interconectado, los teóricos de la conspiración en cualquiera de sus
versiones —religiosa, científica, política...— pueden manifestar sin temor
aquello en lo que creen.
La idea
ilustrada de que existiendo un mayor y mejor conocimiento de cómo funciona el
mundo, iba a ser aceptada la visión científica se ha demostrado bastante
ilusoria. Los teóricos de la conspiración abundan en un mundo de webs esotéricas
o en la presidencia de los Estados Unidos, ocupado hoy por un astuto conspiranoico.
Lo que
vemos, por el contrario, es que ese "fallo" de la mente que se nos
dice que une a creacionistas y teóricos de la conspiración (en realidad el "creacionismo"
hoy es una alternativa frente a la conspiración de los
"materialistas" y "ateos"), sigue ahí. No es algo que les
"una", sino que es la forma del pensamiento teleológico, es decir,
que necesita de una explicación. El problema no son las "causas",
algo importante en sus diversas formas explicativas, sino sostener
explicaciones sin fundamento, demostración o experimentación, algo que las
religiones reveladas dicen no necesitar porque parte de una verdad que les ha
sido entregada ya. Les sobra lo demás, que perciben como atentado contra su
creencia.
El gran
salto dado por la Humanidad a través del conocimiento científico es la
superación de dos cosas: la ignorancia (no saber) y el error (tener un
conocimiento equivocado). La ignorancia se corrige ofreciendo conocimientos
contrastados; los errores también se corrigen gracias al pensamiento crítico.
Lo malo es cuando no queremos salir de los errores o nos contentamos con un
"conocimiento alternativo" que no tiene más respuesta que la
tautología. Es verdad porque lo ha dicho
Dios y lo ha dicho Dios porque es verdad. Cualquier cuestionamiento de este
principio dogmático supone hoy en muchos lugares la muerte.
La idea
de que este tipo de pensamiento religioso dogmático impedía la penetración de la
idea de la "evolución" es una obviedad enorme, de la que el propio
Darwin se dio cuenta. No es fácil oponerte al pensamiento de tu tiempo y ser
considerado hereje. Newton no veía contradicción entre el conocimiento de la
Naturaleza y sus creencias teológicas. Pero
la idea de Darwin no hablaba del movimiento de los cuerpos, de los planetas, de
la gravitación, etc. sino de la vida
y nos unía con el resto de la Naturaleza, algo que muchos no llevaron ni llevan
bien. El problema no es la causalidad
sino el prejuicio. El problema real
no es un "fallo" (también sería esto una teoría causal), sino no
aceptar lo que puede someterse a experimentación y crítica, quedándose en
"explicaciones" míticas o mágicas (en el sentido de Auguste Comte)
sobre el funcionamiento de las cosas.
Los
creacionistas del siglo XIX se enfrentaron a Darwin, pero entonces, esa era la
doctrina oficial, igual que se usaba la Biblia para datar la edad del universo
y se hablaba de lo antediluviano. Se
inventaron teoría sobre catástrofes (el catastrofismo) para explicar las
extinciones y los registros fósiles. Se trataba de justificar una idea sin más
fundamento que la Biblia: que todo se había creado a la vez. Grandes eminencias
de las mejores universidades lo sostenían. Hacerlo hoy sería absurdo y algo más
que una conspiración. Formaría parte, como el título de la divertida novela de
John Kennedy Toole, La conjura de los
necios.
Buscar
causas (o explicaciones) en lo que ocurre no es el problema en sí; de hecho, es
la base de la Ciencia. Lo difícil de aceptar es el azar o que haya un plan
premeditado (como bien se explica en el artículo original, al hablar de
teleología). El problema que se plantea es poder pensar sin esa premeditación
de la que la naturaleza no nos habla, pero cuya voz nosotros creemos escuchar. Por eso, llegados a un
punto, la Ciencia tiene que luchar con nuestros conceptos básicos de la
realidad, que se resuelven de forma contra intuitiva. La Naturaleza hizo
nuestro cerebro para sobrevivir, no para ser "científicos". El serlo
supone sobreponernos a nuestras propias percepciones y tratar de establecer las
"leyes" que rigen el mundo, aunque sean de forma caótica. Hoy
hablamos de caos, de complejidad, etc. comprendemos mucho mejor nuestras
limitaciones. Algo importante: sabemos que hay cosas que no sabemos, algo
esencial para dirigir las investigaciones.
Hay científicos que tratan de mejorar los vacíos que haya en la teoría de la evolución o en cualquier otra. No es lo mismo que intentar negarla desde posturas dogmáticas y anticientíficas. El creacionismo o fijismo es negación de la ciencia y negación de la información de que disponemos en favor de dogmas.
La ciencia trabaja de otra manera o, simplemente, trabaja frente a la pasividad resistente. Hoy la Ciencia plantea problemas y establece tiempos y recursos para enfrentarse a ellos. Buscamos mejores soluciones, más
elegantes, dentro de la provisionalidad del conocimiento en su marcha
explicativa.
Teóricos
de la Conspiración y creacionistas (fijistas), en cambio, son grupos cerrados, estáticos, impermeables al cambio. No hay un fallo en el pensamiento; hay un no
querer ir hacia adelante, apegarse a lo que se cree, inmovilismo. Pero como se suele decir, hay gente pa' to'. Lo preocupante es la fuerza que están cogiendo gracias a medios económicos, comunicativos y un ejercicio constante de proselitismo. Aprovechan dos cosas, lo complejo de las explicaciones científicas y una especie de apatía de la ciencia convertida en profesión. Y, por supuesto, la extensión de la trivialidad por todas partes como decorado de nuestras vidas.
El artículo publicado en Current Biology "Creationism and conspiracism share a common teleological bias" |
*
"Un fallo en el pensamiento que une a creacionistas y conspiranoicos"
El País 28/08/2018
https://elpais.com/elpais/2018/08/27/ciencia/1535387566_706330.html
**
"El lado oscuro del genio Isaac Newton" BBC 19/07/2015
https://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/07/150707_isaac_newton_secretos_oscuros_finde_dv
***
Sánchez Ron, José Manuel (2009) "El jardín de Newton. La ciencia a través
de su historia". ed. Crítica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.