sábado, 1 de septiembre de 2018

Creacionistas y conspiradores

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Quedo perplejo tras la lectura del artículo publicado en el diario El País, con el título "Un fallo en el pensamiento que une a creacionistas y conspiranoicos". A veces uno tiene que leer varias veces los artículos divulgativos para poder llegar al meollo de lo que se afirma. Lo primero que llama la atención —para eso están, dirán algunos— es el sorprendente titular. ¿Qué es un fallo en el pensamiento? Desde luego, llama la atención por lo que expresa en sí y por lo que podemos entender.
Tras el titular, nos adentramos en esos pequeños resúmenes que nos adentran el tema propuesto y que, en este caso, nos cuenta lo siguiente: "Investigadores señalan aspectos comunes entre quienes creen que Dios lo creó todo tal cuál es hoy y los que afirman que los grandes sucesos siempre tienen conspiradores detrás". Me sigo quedando perplejo
Se excluye el llamado "deísmo", aquella "causa primera", que crea y se retira de la creación a contemplar cómo funcionan las cosas, sin conspiración alguna, entre otras cosas porque no tendría necesidad de ello. Está también el llamado "fatalismo" —sí, como el "Jacques el fatalista", el personaje de Denis Diderot— de los que creen que todo está ya escrito. Para estos, la historia de cada uno—no solo los "grandes sucesos"—  estaba ya "prevista" por Dios, por lo que aunque creamos ser libres, lo que ocurre ya lo sabía Dios. En eso se basa la idea de la omnisciencia, el conocimiento del pasado, presente y futuro. Nosotros nos creemos libres de decidir, pero (Dios) ya sabe qué vamos a decidir. La libertad, en este planteamiento, no es más que una ilusión. ¡Bendita ilusión!


En 2015, la BBC publicó un artículo titulado "El lado oscuro del genio Isaac Newton"**, acercando su figura y desmitificándola, es decir, señalando que era humano, hijo de su tiempo. Newton fue inspiración de los deístas de la ilustración, especialmente de Voltaire, que lo convirtió en su referencia. Él creía en el "Dios de Newton", un dios que hace leyes y no necesita de milagros o revelaciones, un "relojero" que pone en marcha el mundo y lo deja seguir. El artículo hace un recorrido por su vida y se cierra así:

Sus leyes del movimiento y teoría de la gravedad apuntalan mucho de la física e ingeniería moderna.
No obstante, él creyó que había sido puesto en la Tierra para descifrar la palabra de Dios, estudiando tanto las Sagradas Escrituras como el libro de la naturaleza.
Para él, la teología y las matemáticas eran parte de un proyecto para descubrir un sistema único del mundo.**


El Dios de Newton ya era una forma de despegarse de la creencia del Dios controlador, no del Dios creador. La idea de un "plan de Dios" está como tal en las religiones abrahámicas, no creo que lo esté tanto en las orientales, que buscan otro tipo de relación con el mundo. Pero el artículo da por descontado un dios "occidental".
José Manuel Sánchez Ron escribe en su obra "El jardín de Newton" sobre la importancia primera que para Newton tenía la teología. Las cuestiones estaban en los debates de su tiempo. ¿Había Dios creado un orden y unas leyes para después saltárselo milagrosamente? ¿Había contado sus planeas a alguien, eran posibles los profetas? ¿Era Cristo el "hijo" de Dios?
En el texto de Sánchez Ron se resalta esta preocupación teológica newtoniana:

De hecho, ni siquiera los Principia están libres del Newton teólogo. En la segunda edición —publicada en 1713, cuando tenía setenta y un años—, decidió cerrar su gran monografía con unas páginas dedicadas a la divinidad. Se trata del célebre «Escolio General», en el que pretendía poco menos que definir a Dios:   
Es eterno e infinito, omnipotente y omnisciente; esto es, dura desde la eternidad hasta la eternidad y está presente desde el infinito hasta el infinito: lo rige todo; lo conoce todo, lo que sucede y lo que puede suceder. No es la eternidad y la infinitud, sino eterno e infinito; no es la duración y el espacio, sino que dura y está presente. Dura siempre y está presente en todo lugar, y existiendo siempre y en todo lugar, constituye la duración y el espacio.   
En ese mismo «Escolio» también es posible adivinar algo que el propio Newton se esforzó por ocultar durante toda su vida: que era un hereje arriano, que su Dios no era trino, sino uno: «Dios —escribió allí— es uno y el mismo dios siempre y en todo lugar»***


La conclusión de un Newton no solo religioso sino herético, es decir, desviado de la religión desviada (el hereje no se considera hereje, sino que son los otros los que se apartan de la verdad que él sostiene) no debe extrañarnos, a menos que tengamos una visión simplista de cómo se ha ido desarrollando tanto la Ciencia como el "conocimiento", distinguiendo así la primera como actividad y el  segundo como resultado.
La idea de científico es relativamente reciente frente a las fases anteriores, "pre científicas", en donde se entremezclaban todo tipo de ideas, fines y creencias. Razón y experimentos son la combinación que permitió dar el salto hacia un mejor conocimiento, que nunca es final pero que aspira a ser mejor que el anterior, a explicar más y mejor.  
Newton buscaba en la Naturaleza una idea de dios plasmada en ella. Unos párrafos antes, Sánchez Ron nos desvela algunas de las creencias de Isaac Newton:

Las descripciones que en algunos de sus manuscritos hacía del monoteísmo primitivo y de los rituales de adoración después del diluvio, tal y como se practicaban en lugares como Egipto, Babilonia o Caldea, identificaban estrechamente la primera ciencia con la teología. Los sacerdotes y líderes religiosos de aquellas antiguas civilizaciones también fueron, argumentaba, sus científicos y filósofos. La astronomía había comenzado entre los sacerdotes egipcios y caldeos, que al decorar sus templos habían hecho de ellos réplicas exactas del universo. De hecho, atribuía a los antiguos el conocimiento del heliocentrismo copernicano. Los rituales religiosos escondían significados científicos: el movimiento de las procesiones de sacerdotes entre los egipcios, por ejemplo, demostraba que su teología estaba basada en la ciencia de las estrellas; de manera análoga, cuando los sacerdotes judíos se aproximaban al altar, daban vueltas alrededor del fuego, encendiendo siete lámparas para representar los planetas que se mueven en torno al Sol (Mercurio, Venus, la Tierra, Marte, Júpiter, Saturno y la Luna, considerada también como un planeta).***

En cierto sentido, Newton no solo creía en la "creación" (Dios lo había creado todo y no incluía idea de la evolución) sino también conspiranóico, como se aprecia claramente en el texto de Sánchez Ron.


La creencia en que todo había sido ya descubierto y que ese conocimiento total se mantenía en secreto se alimentaba de los logros olvidados de las civilizaciones extinguidas, especialmente —como ocurre ahora para algunos— de la egipcia, cuyos saberes se ignoraban completamente. La creencia en que los sabios se ocultaban para no revelar los secretos de la naturaleza a los comunes mortales sigue alimentando sueños conspiranoicos en la actualidad. Si los conectamos con los extraterrestres el cuadro nos queda completo para muchos que andan sueltos.
En el artículo de El País se habla del estudio académico realizado sobre las conexiones entre los creacionistas y los teóricos de la conspiración:

“Ambos sistemas de creencias comparten un sesgo cognitivo muy poderoso que conocemos como pensamiento teleológico”, apunta Dieguez. “Es una forma de enfrentarse a asuntos complejos pero que son fáciles de entender si disponemos de una causa lejana y última que hizo todo tal como está ahora”, continúa. “En el caso del creacionismo, esa causa última es Dios, que lo creó todo tal y como lo conocemos”, añade.
Esa manera de pensar dificultó la aparición de la teoría de la evolución, porque era una forma menos intuitiva de entender el mundo. “La forma de pensar que dice que los árboles tienen hojas para darnos sombra o que el sol sale para calentarnos, parece ser algo muy intuitivo y es la manera en que funciona el cerebro de manera espontánea, viendo que las cosas sirven para algo”, indica Dieguez. “Los niños pequeños, en su mayoría, piensan así, sean hijos de una familia religiosa o no. Y tampoco es una manera de pensar completamente estúpida, porque decir que los osos blancos son blancos para esconderse en la nieve tiene sentido. Esa manera parece la más fácil de asumir para el ser humano, pero el progreso científico y especialmente la teoría de la evolución de Darwin nos ha dado otra forma de ver la realidad”, remacha.*



Como todos estamos un poco "conspiranoicos perdidos", la idea de que "creacionistas" y "teóricos de la conspiración" estén "unidos" por algo supone ya una forma de teoría de la conspiración, ya que ambos tienen una dimensión "política" y no son excluyentes. Ahora bien, lo sorprendente es que esa unión no es algo que les caracterice a ellos solos —como parece darse a entender—, sino una forma humana de pensamiento. Es decir —y como se ha dicho muchas veces— nuestro cerebro busca explicaciones causales, conexiones, y no digiere bien la idea de "casualidad", "azar", "probabilidad", etc., conceptos esenciales hoy en muchas disciplinas
Nuestro cerebro se mueve mejor con explicaciones que se elaboran desde nuestra capacidad de manejar información con nuestros propios filtros cognitivos, que son causales. Por eso se hace la comparación con la forma de pensar infantil, que establecen este tipo de conexiones hasta que comprendemos que nos induce a errores en ciertos campos. Pero para andar por casa, por decirlo así, la Naturaleza nos ha dado un cerebro "suficiente"; este tiene que esforzarse en alejarse de sus mecanismos causales para poder avanzar hacia otro tipo de conocimientos.

Esto viene a decir lo que señalaba Augusto Comte en su explicación del "positivismo": cuando la humanidad no dispone de datos claros con los que elaborar teorías "científicas", desarrolla teorías "mágicas" o "religiosas". Para él, esta era la etapa primitiva de la Humanidad, la teológica. En ella se satisface esa necesidad de nuestro cerebro, la conexión entre lo que ocurre y una idea que lo justifique. Cuando no sabemos qué es un rayo, se lo apuntamos a Zeus. Hoy no tiene sentido hacerlo.
El progreso científico se produce precisamente por la capacidad de ir elaborando explicaciones (teorías) menos imaginativas y más basadas en los hechos (positivismo) y experimentaciones, cuando se puede. Para Comte, basarse en los hechos, en lo positivo, lo mensurable, era un signo de madurez histórica, de progreso, al que se oponían una serie de fuerzas históricas, la religión (estadio teológico) e incluso la abstracta filosofía (estadio metafísico), que elaboraban explicaciones sin fundamento o hablaban de cosas tan raras como los "entes" o de lo metafísico, algo que nadie había visto.
Al igual que pasaba con Newton, muchos de los científicos del siglo XIX seguían siendo creacionistas, al igual que seguían creyendo hasta el XX en que existía una cosa llamada ´éter" que les servía para cuadrar sus ideas del universo. No eran teóricos de la conspiración, sino —como Newton— hijos de su tiempo. Los cambios no siempre son tan obvios, especialmente, tal como ocurre en los siglos XIX y XX en que se realizan una serie de descubrimientos y se formulan una serie de teorías que cambian todo el pensamiento anterior y sacuden las bases de la cultura.
Cuando todo el mundo es creacionista, es decir, se piensa que Dios ha creado todo así desde el principio, no hay "creacionistas". Son el pensamiento "normal". Los creacionistas de hoy se caracterizan, en cambio, por llevar la contraria a las evidencias o a las teorías comúnmente aceptadas en el campo científico, lo que les hace negar la ciencia. Se ha invertido la situación. Hoy un "creacionista" es un negacionista de la evolución, en la medida en que no solo dice que ha sido Dios quien creó todo, sino todo a la vez y que esto no ha cambiado. Un teórico de la conspiración, además, es alguien que cree que existe un plan trazado para evitar que se sepa una verdad a la que ellos tienen acceso por medios diversos.
La idea creacionista muestra cómo el conocimiento científico tiene que luchar para convencer, no solo demostrar. No aceptamos lo que se nos demuestra, sino que muchas veces lo rechazamos por nuestros prejuicios, que son con los que se ha construido en el tiempo la cultura en la que vivimos. Hay que vaciar de vez en cuando la mochila de la Historia para seguir el viaje.


Nuestros conocimientos se traducen en infinitud de aspectos culturales de los que son versiones cotidianas. Quedan reflejadas en el lenguaje, por ejemplo, pero también forman parte del entramado de ideas.
Cuando la resistencia se hace insostenible desde la creencia, se produce el fenómeno de la conspiración, que sirve para agrupara a todos aquellos que se niegan a aceptar —por los motivos que sean— algo que ha sido asentado. En las sociedades modernas, las falsas creencias (no solo las indemostrables) pueden sobrevivir gracias a la articulación de los grupos, es decir, formando una sociedad consagrada al mantenimiento de esa creencia. Si Newton consiguió mantener en la sombra sus ideas para evitar ser considerado un hereje, hoy, en un ambiente más liberal e interconectado, los teóricos de la conspiración en cualquiera de sus versiones —religiosa, científica, política...— pueden manifestar sin temor aquello en lo que creen.
La idea ilustrada de que existiendo un mayor y mejor conocimiento de cómo funciona el mundo, iba a ser aceptada la visión científica se ha demostrado bastante ilusoria. Los teóricos de la conspiración abundan en un mundo de webs esotéricas o en la presidencia de los Estados Unidos, ocupado hoy por un astuto conspiranoico.


Lo que vemos, por el contrario, es que ese "fallo" de la mente que se nos dice que une a creacionistas y teóricos de la conspiración (en realidad el "creacionismo" hoy es una alternativa frente a la conspiración de los "materialistas" y "ateos"), sigue ahí. No es algo que les "una", sino que es la forma del pensamiento teleológico, es decir, que necesita de una explicación. El problema no son las "causas", algo importante en sus diversas formas explicativas, sino sostener explicaciones sin fundamento, demostración o experimentación, algo que las religiones reveladas dicen no necesitar porque parte de una verdad que les ha sido entregada ya. Les sobra lo demás, que perciben como atentado contra su creencia.
El gran salto dado por la Humanidad a través del conocimiento científico es la superación de dos cosas: la ignorancia (no saber) y el error (tener un conocimiento equivocado). La ignorancia se corrige ofreciendo conocimientos contrastados; los errores también se corrigen gracias al pensamiento crítico. Lo malo es cuando no queremos salir de los errores o nos contentamos con un "conocimiento alternativo" que no tiene más respuesta que la tautología. Es verdad porque lo ha dicho Dios y lo ha dicho Dios porque es verdad. Cualquier cuestionamiento de este principio dogmático supone hoy en muchos lugares la muerte.


La idea de que este tipo de pensamiento religioso dogmático impedía la penetración de la idea de la "evolución" es una obviedad enorme, de la que el propio Darwin se dio cuenta. No es fácil oponerte al pensamiento de tu tiempo y ser considerado hereje. Newton no veía contradicción entre el conocimiento de la Naturaleza y sus creencias teológicas.  Pero la idea de Darwin no hablaba del movimiento de los cuerpos, de los planetas, de la gravitación, etc. sino de la vida y nos unía con el resto de la Naturaleza, algo que muchos no llevaron ni llevan bien. El problema no es la causalidad sino el prejuicio. El problema real no es un "fallo" (también sería esto una teoría causal), sino no aceptar lo que puede someterse a experimentación y crítica, quedándose en "explicaciones" míticas o mágicas (en el sentido de Auguste Comte) sobre el funcionamiento de las cosas.
Los creacionistas del siglo XIX se enfrentaron a Darwin, pero entonces, esa era la doctrina oficial, igual que se usaba la Biblia para datar la edad del universo y se hablaba de lo antediluviano. Se inventaron teoría sobre catástrofes (el catastrofismo) para explicar las extinciones y los registros fósiles. Se trataba de justificar una idea sin más fundamento que la Biblia: que todo se había creado a la vez. Grandes eminencias de las mejores universidades lo sostenían. Hacerlo hoy sería absurdo y algo más que una conspiración. Formaría parte, como el título de la divertida novela de John Kennedy Toole, La conjura de los necios.


Buscar causas (o explicaciones) en lo que ocurre no es el problema en sí; de hecho, es la base de la Ciencia. Lo difícil de aceptar es el azar o que haya un plan premeditado (como bien se explica en el artículo original, al hablar de teleología). El problema que se plantea es poder pensar sin esa premeditación de la que la naturaleza no nos habla, pero cuya voz nosotros creemos escuchar. Por eso, llegados a un punto, la Ciencia tiene que luchar con nuestros conceptos básicos de la realidad, que se resuelven de forma contra intuitiva. La Naturaleza hizo nuestro cerebro para sobrevivir, no para ser "científicos". El serlo supone sobreponernos a nuestras propias percepciones y tratar de establecer las "leyes" que rigen el mundo, aunque sean de forma caótica. Hoy hablamos de caos, de complejidad, etc. comprendemos mucho mejor nuestras limitaciones. Algo importante: sabemos que hay cosas que no sabemos, algo esencial para dirigir las investigaciones. 
Hay científicos que tratan de mejorar los vacíos que haya en la teoría de la evolución o en cualquier otra. No es lo mismo que intentar negarla desde posturas dogmáticas y anticientíficas. El creacionismo o fijismo es negación de la ciencia y negación de la información de que disponemos en favor de dogmas.
La ciencia trabaja de otra manera o, simplemente, trabaja frente a la pasividad resistente. Hoy la Ciencia plantea problemas y establece tiempos y recursos para enfrentarse a ellos. Buscamos mejores soluciones, más elegantes, dentro de la provisionalidad del conocimiento en su marcha explicativa.
Teóricos de la Conspiración y creacionistas (fijistas), en cambio, son grupos cerrados, estáticos,  impermeables al cambio. No hay un fallo en el pensamiento; hay un no querer ir hacia adelante, apegarse a lo que se cree, inmovilismo. Pero como se suele decir, hay gente pa' to'. Lo preocupante es la fuerza que están cogiendo gracias a medios económicos, comunicativos y un ejercicio constante de proselitismo. Aprovechan dos cosas, lo complejo de las explicaciones científicas y una especie de apatía de la ciencia convertida en profesión. Y, por supuesto, la extensión de la trivialidad por todas partes como decorado de nuestras vidas.

 NOTA: Esta es la entrada 3.000 de Pisando charcos, un ejercicio diario que agradece al que está al otro lado de la pantalla su presencia habitual o esporádica. Gracias, lector y lectora, por acompañarme en estos viajes.

El artículo publicado en Current Biology "Creationism and conspiracism share a common teleological bias"

* "Un fallo en el pensamiento que une a creacionistas y conspiranoicos" El País 28/08/2018 https://elpais.com/elpais/2018/08/27/ciencia/1535387566_706330.html 
** "El lado oscuro del genio Isaac Newton" BBC 19/07/2015 https://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/07/150707_isaac_newton_secretos_oscuros_finde_dv 
*** Sánchez Ron, José Manuel (2009) "El jardín de Newton. La ciencia a través de su historia". ed. Crítica.

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