Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La
cuestión del acoso sexual en Egipto no cesa. Cada día las denuncias son más frecuentes,
en gran medida aprovechando la situación de debate abierta y la pérdida del
miedo a contar las propias experiencias. Es un síntoma claro de la divergencia
entre las noticias que tratan de crear una imagen "positiva" y la
realidad de las calles. Las declaraciones se suceden condenando una práctica que
está metida hasta la raíz en la patriarcal sociedad egipcia.
Cada
vez más, se contempla el aumento del acoso como una reacción a las demandas de
las mujeres ocurridas tras 2011 y a las expectativas frustradas tras la
victoria islamista y el consiguiente golpe de estado que llevó a al-Sisi al
poder. El primer gesto del presidente, lo recordamos, fue ir a un hospital en
donde estaba ingresada una mujer víctima de un ataque en un violento acoso
sexual.
En
estos años pasados, sobre todo a través de las redes sociales, el
enfrentamiento entre dos formas de ver el mundo se ha planteado en torno a las
mujeres, a su situación. Esto les ha valido una fuerte presión esencialmente en
las calles, convertidas en espacio de conflicto ante la inoperancia de unas
instituciones que son ellas mismas profundamente patriarcales en su
orientación.
Hoy
tenemos un nuevo caso que abre nuevas perspectivas. Hace apenas unos minutos, Daily
News Egypt publicaba el siguiente titular: "Female journalist accuses private
newspaper’s supervisor of ‘sexual harassment’". El caso es relevante
porque traslada la cuestión del acoso al ámbito laboral —el otro escenario
exterior al del ámbito doméstico— y lo hace en un medio sensible como es la
prensa, lo que permitirá, una vez dado el paso de la denuncia, abrir el caso.
El diario
señala:
A young Egyptian female journalist filled on
Friday a lawsuit against one of her newspaper’s supervisors over alleged sexual
harassment charges.
May Elshamy, an editor at the privately-owned
newspaper, Youm7, accused one of the
media institution supervisors of “sexually harassing her at the newsroom,” said
Elshamy in a statement published on her Facebook account on Friday.
“The prosecution has been continuing its
investigation since we filled a lawsuit yesterday,” Intsar El-Saed, Elshamy’s
lawyer told Daily News Egypt on Saturday.
“We will issue an official statement soon to
give further details on the charges and investigations,” El Saed added.
Neither the person El-Shamy accused or Youm7 commented on the charges or issued
statements confirming or denying the alleged harasser’s suspension from work.
“I would prefer not to talk about this matter
as I do respect the institution I worked in for the last few years,” El-Shamy
declared in a statement, adding, “but, unfortunately, I experienced a number of
harassments in the last few weeks from a single person in the institution
during my work time and within the workspace, the newsroom.”
El-Sahmy elaborated, “I was sexually harassed
verbally and (being) touched within (inside) the newsroom,” adding, “but I also
deny any inappropriate phone calls, (between her and the person she accused).”*
La ruptura del silencio es esencial en el acoso. Es
precisamente la baza con la que juegan los acosadores, especialmente allí donde
son conocidos, en el lugar de trabajo. Los acosos callejeros tienen unas
características muy diferentes. Los que actúan en los trabajos saben a quiénes acosan
y conlleva generalmente, como es la situación señalada, el abuso de poder.
Egipto se debate todavía sobre lo ocurrido en el anterior
caso, el que desató una batalla en la redes e hizo que la propia Universidad de
Al-Azhar condenara sin matizaciones de vestuario el acoso callejero. La
hipocresía patriarcal hace que se manifiesten los hechos como
"caballerosidad" o como "corrección" a las formas poco decorosas
de la vestimenta.
El debate de la "caballerosidad" incluye poner los
límites a "lo que se puede decir". Según esta teoría patriarcal, el
varón se muestra como un "caballero" cuando muestra su
"admiración" a la mujer. Si no lo hace, dejaría de ser "un
hombre", entendiendo por tal alguien cuyas respuestas hacia el otro sexo
incluyen la exteriorización de diversas formas, del piropo al tocamiento, del
seguimiento a la invitación. La hipocresía machista lo presenta en ocasiones
como una cuestión de "libertad de expresión", lo que incluye
propuestas de todo tipo, que según dicen la mujer puede rechazar o no. El varón
egipcio parece temer que no se le considere tal si no se insinúa constantemente, que acaba siendo lo
habitual en muchos casos, lo que convierte un simple paseo en una tortura para
las mujeres que han de aguantar sus cuotas de groserías, insinuaciones o tocamientos.
En el trabajo, las cuestiones se complican porque es un
compañero o un superior quien lo realiza, con mayor o menor visibilidad.
2012 |
La indignación que ha causado a muchos egipcios ver las
excusas que se daban para el acoso tras la publicación del vídeo de la
"invitación al café" (que comentamos) ha tenido este efecto
multiplicador de las denuncias y, sobre todo de la visibilidad. Algunos medios
han decido convertir en noticia estas cuestiones como parte de las denuncias
sobre el estado general, ya que según el gobierno todo va bien. En este
sentido, Al-Azhar ha reaccionado de forma más contundente que el ejecutivo, que
tiene una tendencia más a evitar las situaciones conflictivas para la imagen.
Pero la realidad es la que es y la excusa de acusar a los que denuncian de
perjudicar la imagen egipcia está ya demasiado gastada y no resulta eficaz.
Quienes sí han respondido son los miembros del Sindicato de
Periodistas, pese a que la periodista acosada no tenía un especial interés en
ello:
El-Shamy further asserted that she “respects
the logistics within the institution,” noting that she is waiting for “(the)
administrative investigations.”
Furthermore, El-Shamy said that she does not
“need the Journalists Syndicate support in this (matter).”
However, El-Saide told DNE that Mohamed Saad
Abd Elhafiz, a Press Syndicate council member attended the investigation at the
prosecution with El-Shamy on Friday.
Meanwhile, Amr Badr, another Press Syndicate
council member said that the syndicate will not leave El-Shamy alone, “All
support for the brave colleague. Her right will never be wasted.”
Badr emphasized that Abd Elhafiz accompanied
El-Shamy during the prosecution investigation.
Since Friday, a number of journalists supported
El-Shamy with the hashtag “Support-May,” on Facebook. Other Twitter hashtags
condemned the alleged accused editor was trending during the last 24 hours.*
No es usual un apoyo de este tipo y de forma tan abierta en
el campo periodístico. Pese a que la afectada ha publicado una nota señalando
que su caso no es "político" y que no desea que sea utilizado en este
sentido, lo acabará siendo, como lo es aquello que tiene que ver con los
propios medios. Más en Egipto, en donde los medios son centro constante de
debate.
Lo que resaltamos en la importancia que está adquiriendo la
denuncia de una situación escandalosa por la extensión, por la falta de medidas
reales y, especialmente, por la justificación constante del acoso como una
medida "correctiva" contra los "malos hábitos" de las
mujeres desde el punto de vista de los piadosos varones. El clima de impunidad
se está resquebrajando gracias a la decisión de las mujeres.
Ayer veía cómo una joven contaba en las redes cómo había
sido escupida desde un coche. La excusa una vez más era el cómo iba vestida.
Dentro de cada acosador hay un juez que vela por el buen nombre de familias,
país, aceras puestos de trabajo.
Hace unos
días, Daily News Egypt titulaba "Definition of sexual harassment continues
to face uncertainty, awaits laws to be enforced". Se refería a la
situación creada por el "debate social" en el que los acosadores y
aquellos que les apoyan defendían sus acciones ya fuera como "galantería"
o como "sanción".
La necesidad de dejar claro qué es acosar y dejar de asistir
al penoso espectáculo (y vergonzoso) de varones egipcios (y mujeres) debatiendo
si es o no es acoso seguir a una mujer por la calle haciéndole ofrecimientos
para que vaya a "tomar café" o lo que se tercie ha llevado a la
publicación a pedir que se tipificado en la ley. Lo malo es que será un
parlamento que pidió a las diputadas que vigilaran su vestuario. El parlamento
egipcio es representativo del propio patriarcado que rige la sociedad, por lo
que las esperanzas no son muchas.
Daily News Egypt señalaba:
Women face verbal and physical harassment on a
daily basis in Egypt, especially, on streets and in public transportation. A
Thomson Reuters survey ranked Egypt “as the most dangerous megacity for women,”
saying that the treatment of women in the Egyptian capital has worsened since
the 2011 uprising seeking social change.
During the protests known as Cabinet Clashes in
2011, a young woman was dragged and beaten. Instead of pointing fingers against
the perpetrator, the girl was blamed for going there in the first place.
Salafist preachers took it upon themselves to place responsibility on the girl
herself.
This was not the first-time tables were turned,
but it was a prominent point to kick start a trend of victim blaming that has
since continued, especially against harassment victims.
Assaults increase during public gatherings,
such as on holidays or protests, where there have been numerous accounts of
gang assaults. According to a study by the United Nations in 2013, 99.3% of
Egyptian women and girls surveyed reported having been sexually harassed.**
Desgraciadamente es la realidad descrita con frecuencia desde
múltiples ángulos. El silencio es lo que se exige. Si se denuncia, las víctimas
buscan "protagonismo". Si se denuncia, están donde no deben o van
vestidas provocadoramente.
La sociedad tiene excusas para un comportamiento que es
violento hacia las mujeres, que no solo sufren mayoritariamente la mutilación
genital en un país en donde está prohibida legalmente ante la indiferencia más
absoluta, sino que han de estar constantemente sometidas a la arbitrariedad de
las personas y de las instituciones, que las someten a nuevas vejaciones.
Dice la periodista que ha denunciado su acoso que no quiere
que su caso sea "politizado". Es difícil que esto no ocurra en
Egipto. Esperemos que sirva para afrontar una situación que busca la
desaparición en el silencio de las mujeres, víctimas constantes como hijas, hermanas,
esposas, divorciadas o viudas, pues ni en estos últimos estados se ven libres
de la vigilancia o el acoso de familiares o vecinos, de personas con las que se
cruzan y que se creen con la obligación, más que derecho, de decirles cómo
deben vivir sus vidas, cómo se deben vestir o con quien se deben casar. Todo esto
forma parte de esa extraña normalidad
egipcia que afecta a las mujeres de todos los estados y clases, de todas las
edades, lo digan más o menos.
2013 |
Los dos espacios, las calles y el trabajo, reflejan la
tensión. Los que creen que el aumento desde 2011 es político, sancionando a las
mujeres directamente o jaleando a los que lo hacen creo que están en lo cierto.
La Primavera supuso el ascenso
político de las mujeres en cuanto a su voluntad de decidir sobre sí mismas.
cada vez son más mujeres que competen la "impertinencia" de querer
controlar sus vidas y no ser monedas de intercambio entre familias o suministradoras
de herederos a varones pagados de sí mismos. Eso irrita profundamente a los
acosadores o a los simples varones piadosos, que siguen —conozco casos—
diciendo a las mujeres que lo que tienen que hacer es casarse con quien les
digan y darles pronto hijos a sus maridos quedándose en casa esperando a que el
héroe regrese. Deben abandonar estudios o trabajos, excepto, claro, cuando deben mantener a sus maridos, lo que no es
infrecuente. La misión en esta vida es satisfacer a los hombres y darles hijos
varones, que en la otra vida ya se encargarán las huríes del resto.
Esos tiempos han pasado, pero las momias egipcias están más
vivas de lo que parece. Romper el silencio que rodea a las víctimas, sometidas al griterío de los que no solo las acosan sino que las acusan es un paso necesario.
Repasar las noticias del acoso en Egipto es un largo recorrido por titulares de denuncia en todos los medios del planeta. Año tras año, Egipto se ve expuesto a esta vergüenza cuya única respuesta es acusar a las mujeres de querer llamar ala atención o vestirse provocativamente. Pese a los intentos gubernamentales de querer aparentar que la situación mejora, lo cierto es que no lo hace.
Esperemos que el caso de que se pone ahora sobre la mesa sirva para enfocar la cuestión desde un punto de vista claro del apoyo a las mujeres y de recortar espacios a los acosadores. Hay mucho, mucho camino por delante.
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