Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Como
era previsible, Donald Trump ha tratado de sacar el máximo provecho posible a
la absolución de Aya Hegazy y los suyos. El vídeo publicado por Trump, con el
fondo musical de la canción "God bless The USA", es toda una
provocación, pues da casi la impresión de que un grupo de comandos
norteamericanos son los que han liberado. Ayer señalábamos que Trump no
desaprovecharía la ocasión y que debería de ser una lección sobre lo que se
puede esperar de un vendedor de casas como Trump.
Egyptian Streets recoge el vídeo y titula su
artículo "Donald Trump Releases Video ‘Welcoming Home’ Egyptian-American
Aya Hijazi"*. El vídeo es un ejemplo de cómo manejan la propaganda los
equipos de Trump. No han tenido que ponerle palabras, han usado las de The
Washington Post, que estará pensando qué ha ocurrido. Tras la bandera
norteamericana y las primeras notas de la canción pidiendo bendiciones para los
Estados Unidos, la cámara nos muestra el titular, "Freed Egyptian American
prisoner returns home following Trump intervention", y los dos primeros
párrafos del artículo del periódico:
An Egyptian American charity worker who was
imprisoned in Cairo for three years and became the global face of Egypt’s
brutal crackdown on civil society returned home to the United States late
Thursday after the Trump administration quietly negotiated her release.
President Trump and his aides worked for
several weeks with Egyptian President Abdel Fatah al-Sissi to secure the
freedom of Aya Hijazi, 30, a U.S. citizen, as well as her husband, Mohamed
Hassanein, who is Egyptian, and four other humanitarian workers. Trump
dispatched a U.S. government aircraft to Cairo to bring Hijazi and her family
to Washington.**
Sorprendentemente, no se menciona en ningún momento que Aya
Hegazy fue absuelta por los jueces egipcios, que solo se hará mucho más
adelante señalando que se "retiraron los cargos".
El largo artículo es un canto a las acciones de Trump y a su
discreción. Se pone mucho énfasis en el fracaso de la administración Obama en el
caso:
The Obama administration unsuccessfully pressed
Sissi’s government for their release. It was not until Trump moved to reset
U.S. relations with Egypt by embracing Sissi at the White House on April 3 — he
publicly hailed the autocrat’s leadership as “fantastic” and offered the U.S.
government’s “strong backing” — that Egypt’s posture changed. Last Sunday, a
court in Cairo dropped all charges against Hijazi and the others.**
El párrafo es el comienzo del destrozo de la figura del
presidente, en donde se le deja como una especie de dictador vanidoso al que se
seduce lanzándole piropos, como "fantastic".
La lógica de la retórica hace necesario que la dificultad
haya sido grande para que se valore el acto de la liberación que se considera
el resultado de la acción presidencial. Esto implica resaltar la situación de
Egipto tras la liberación de la ciudadana medio americana. El periódico explica:
Sissi, a former army chief who led the coup
that overthrew Egypt’s elected president, had been barred from the White House
by the Obama administration for human rights abuses. Sissi’s post-coup
crackdown has been particularly severe against civil society groups, especially
those receiving money from abroad. They are frequently denounced by the
government and pro-government media as trying to destabilize the country. Thousands
of people remain imprisoned.**
No hay mejora alguna de la imagen egipcia o del presidente
por el "gesto", sino una glorificación de la astucia de Trump en dos
sentidos: a) conseguir la liberación; b) conseguir lo que la administración
Obama no pudo. De esta forma, el caso de
Aya Hegazy se convierte en una intensa fuente propagandística de Trump. En
varios momentos del artículo se señala el fracaso de los demócratas en la liberación
de la activista, creadora de la Fundación Beladi para los niños de la calle.
Ante la liberación, lo que queda son los tres años de
detención arbitraria que se apunta al debe del régimen egipcio. Ya resuenan en
el artículo preguntándose si la estrategia de respaldo al presidente al-Sisi y
a su régimen es el más adecuado a largo plazo.
“The robust praise and support the president
has given to Sissi, which stands in some contrast to what we did, had to have
some price, and maybe this is it,” said Antony J. Blinken, who worked on the
Hijazi case as deputy secretary of state. “At least it’s a positive development
in which everyone can take some satisfaction.”
At the same time, Blinken warned, such support
could “have the opposite effect of simply reinforcing [Sissi’s] crackdown at
home, in a way I think someday is going to rebound against him, and probably
rebound against us. . . . You can try to repress your problems away, but at
some point, they will explode.”**
Mucho me temo que el caso sea utilizado para hacer ver que
existe una dependencia de los Estados Unidos, una pérdida de soberanía, que la
liberación de los jueces frenaba —como veíamos ayer—, pero eso supondría que
Trump se limitó a poner el avión militar a su disposición para la vuelta a
casa. Y Trump necesita mucho más, como señala el diario, ante el caos de su
política internacional.
Los enemigos del régimen lo mostrarán como un segundo caso
de traición a la soberanía egipcia. El primero tuvo y tiene enormes
consecuencias, la declaración presidencial de la soberanía saudí de las islas
de Tiran y Sanafir, hasta el momento de soberanía egipcia. Las manifestaciones
callejeras, los efectos en cadena con el caso de los periodistas, etc. lo han
convertido en un punto débil de al-Sisi.
El efecto "rebote", señalado por Anthony J. Blinken
en los párrafos anteriores, puede volverse contra el presidente en cualquier
momento. No solo esto, que sería un argumento más, sino cualquier desliz en el
caso palestino con el apoyo a Israel y sus acciones. La visita de Netanyahu a
Washington manifestando su satisfacción por la administración Trump es
peligrosamente paralela a la de al-Sisi. No lo entenderán fácilmente si Israel
se siente fuerte, respaldado por Trump, y provoca una reacción que afecte a
Egipto y haga aumentar la represión.
También el efecto rebote, como señala Blinken, afectará a
los Estados Unidos. Si hasta el momento las "buenas acciones" de
Obama y su secretaria de Estado Clinton los convirtieron en culpables de todo lo
ocurrido en Oriente Medio, incluida la Primavera Árabe —a la que muchos han
renunciado por considerarla un intento de destrucción de la zona— los vaivenes
de Trump y su apoyo a los regímenes autoritarios son una bomba de relojería.
Como ya ha ocurrido, presumir de amistades, convierte a
Egipto en un blanco especialmente apetecible para el terrorismo. Es más fácil
atentar allí que en los Estados Unidos y el efecto se verá amplificado. Para el
Estado Islámico es mucho más rentable
atentar contra un aliado de los Estados Unidos y un "amigo del
presidente". Hasta el momento, los peores atentados, los realizados contra
los coptos, han sido con posterioridad a la elección de Trump.
El caso de Aya Hegazy ha sembrado también malestar en algo
que suele esgrimirse con frecuencia el "doble rasero", es decir, el
beneficio de la doble nacionalidad frente a otros muchos activistas que siguen
en la cárcel sin que nadie se preocupe por ellos como ha ocurrido en este caso.
Los grupos activistas, muchos de ellos antiamericanos, encontrarán otro motivo
para no fiarse de los Estados Unidos.
Nos alegramos por la liberación de los activistas, quienes por
intentar ayudar humanitariamente a Egipto, recibieron un trato negativo y han
permanecido casi tres años encarcelados, con siete suspensiones de la fecha de
los juicios previstos. Los argumentos que se analizábamos ayer intentaban
justificar las dos cosas: que era inocente (por eso se la liberaba, no por
presiones) y que había estado retenida tres años (desde ahora,
injustificadamente). No era fácil y se intentaba expresar que su corazón era
bueno, pero sus acciones desconocían cómo había que hacer las cosas en Egipto.
Como vimos, algo ridículo, intentando salvar la cara presidencial por la
liberación.
The Washington Post, por el contrario, deja en manos de
Trump y su administración que, "sin ninguna compensación" más que palabras
de apoyo y palmaditas en la espalada, ha sacado a una ciudadana norteamericana.
La contrapartida es que —sin negar la eficacia— avisan de los peligros de alentar
al régimen egipcio, al que consideran autoritario. La visión de hoy complementa
la de ayer en uno de esos casos de los que todos intentan sacar provecho y el
futuro decidirá.
La falsa modestia y aparente discreción, como señalábamos ayer, se
traduce en ese vídeo triunfal que contrasta con el deseo manifestado de no
crear un problema interno al "amigo". Pues ya se lo han creado: el resultado final de esta operación propagandística norteamericana, la conclusión que saca la prensa internacional, es que Egipto no es un estado de derecho, que se detiene arbitrariamente y se libera a los presos por petición del presidente de otro país, que lo traslada a los jueces, que hacen lo que se les pide. Lo que no hizo con Hillary Clinton, lo ha hecho con el buen amigo Trump. Egipto y la presidencia han salido debilitados en sus respectivas imágenes. El indiscreto vídeo triunfal es un canto al poder de Trump.
No creo que tarden mucho en preguntar al gobierno por el
caso. En Egipto, todo tiene matices y recovecos.
*
"Donald Trump Releases Video ‘Welcoming Home’ Egyptian-American Aya
Hijazi" Egyptian Streets 22/04/2017
https://egyptianstreets.com/2017/04/22/donald-trump-releases-video-welcoming-home-egyptian-american-aya-hijazi/
**
"Freed Egyptian American prisoner returns home following Trump
intervention" The Washington Post 20/04/2017
https://www.washingtonpost.com/politics/freed-egyptian-american-prisoner-returns-home-following-trump-intervention/2017/04/20/d569fe1e-2608-11e7-bb9d-8cd6118e1409_story.html?utm_term=.74308bc4bfc1#comments
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