Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Con el título "Why I Left White Nationalism", The
New York Times nos ha traído un interesante artículo, firmado por R. Derek
Black. En él el autor nos cuenta cómo fue su vida pasada dentro de un grupo de
partidarios de la supremacía blanca y, por ende, de personas que consideran un
peligro todos los que no son como ellos.
Todas estas cosas, nos dice, las veían normales en su
entorno próximo. Hizo campañas puerta a puerta explicándole a la gente los peligros
a los que Estados Unidos estaba expuesto por el aumento de extranjeros, la
globalización, etc. Llegó a conseguir, con 19 años, ser elegido miembro del
comité republicano del condado. Todo entonces estaba claro.
La llegada a la universidad supuso un cambio. Al principio
hubo enfrentamientos, pero luego la cosa cambió:
Through many talks with devoted and diverse
people there — people who chose to invite me into their dorms and conversations
rather than ostracize me — I began to realize the damage I had done. Ever since,
I have been trying to make up for it.*
El artículo es una interesante descripción de los procesos
de formación de la mente en la idea de la superioridad blanca y de cuáles pueden
ser los medios para conseguir el cambio en la mentalidad.
Las ciudades pequeñas y los pueblos que han dado la victoria
a Donald Trump son escenarios muy distintos a los de las grandes ciudades. Son
comunidades en la que muchas veces uno no tiene más opciones que la que está a
la vista. La presión puede ser grande y se crece con una sensación de normalidad que en entornos más abiertos
y variados no se percibiría como tal.
La literatura norteamericana tiene muchos ejemplos de
novelas en las que los jóvenes deben abandonar unos pueblos en los que han
crecido por el ambiente asfixiante en el que han crecido. La idea del
nacionalismo blanco considera que los Estados Unidos es un país blanco y de blancos.
Los que llegaron de fueran lo están invadiendo y pervirtiendo. No se debería
olvidar que muchos de los abolicionistas de la guerra civil norteamericana tenían
la idea de enviar a los africanos que habían sido llevados a América de vuelta
a África. No entraba en sus planes una "América negra". Liberia se
creó por parte de American Colonization
Society, una entidad creada por el gobierno norteamericano en 1817, precisamente
para trasladar a los esclavos liberados. América debía ser blanca; si no eran
esclavos, poco tenían que hacer allí. Se dio la paradoja que los llegados a África
pronto entraron en conflicto con los nativos de la zona, a los que consideraban
"incivilizados", imponiéndose a ellos. Se empezaron a llamar
"americanos" para diferenciarse de los "africanos" con los
que tenían unas diferencias insalvables para ellos: diferente religión,
creencias, conocimientos, etc. Se sentían superiores a los habitantes. Los
colonos se declararon independientes en 1847. La vida nunca es sencilla.
La idea de una "América" en la que sobra gente en
función de sus tonalidades no se ha abandonado nunca. Ha supuesto una lucha
constante de muchas personas durante mucho tiempo. Pero el convencimiento de
que uno son "americanos" y otros, aunque lleven generaciones allí no
lo son por su "color", no lo son es fácil de asimilar cuando tu color
es el adecuado. El extraño color de Donald Trump, es más "americano"
que el de sus familiares alemanes. A su abuelo, Friedrich Trump nadie le
impidió llegar a América y hacerse rico con negocios de burdeles. Regresó a
Alemania, eso sí, para casarse. Le expulsaron de su patria por haber perdido la
ciudadanía al haberse ido al extranjero para evitar realizar el servicio
militar. O eres alemán o eres americano; una cosa u otra. Dejo a los novelistas
las especulaciones sobre lo que hubiera sido que el abuelo Trump se quedara en
su país y sus vástagos se hubieran formado a la sombra de Adolf Hitler. Pero lo
devolvieron a América.
La lucha entre los que creen en una América blanca y una
América igualitaria, de derechos civiles para todos no ha cesado. Solo se ha
retirado estratégicamente. El autor del artículo señala una evidencia:
The wave of violence and vile language that has
risen since the election is only one immediate piece of evidence that this
campaign’s reckless assertion of white identity comes at a huge cost. More and
more people are being forced to recognize now what I learned early: Our country
is susceptible to some of our worst instincts when the message is packaged
correctly.*
Lo que esta campaña electoral ha sido y sus resultados deben
ser analizados e interpretados desde muchos puntos. Es importante conocer
cuáles son los puntos fuertes y las debilidades que han llevado a que se
produjera un retroceso en la forma en que los norteamericanos se perciben a sí
mismo, a su país y al resto del mundo.
Quizá se descubran muchas cosas que no nos gustan y que a la
estrategia de Trump se le ha juntado la falta de sensibilidad de otros para
encontrar una alternativa. El "empaquetado correcto" del mensaje de
Trump es porque ha dado a mucha gente lo que ellos esperaban o ha convencido a
algunos de que lo va a hacer.
Las informaciones que hablan del aumento de los incidentes y
ataques racistas en Estados Unidos durante la campaña y después de la campaña
muestra lo que hemos señalado en ocasiones: sale a la luz, sin vergüenza, los
odios y frustraciones reprimidos por muchos ante lo que ellos perciben como una
invasión de la "América blanca", como una agresión. La presidencia de
Obama, hemos insistido, ha provocado esos sentimientos y ha hecho perder el
miedo a manifestarlos. Ahora con Trump en el poder, consideran que va con la
victoria el insulto, el ataque, la expulsión, etc. de todos los que su líder ha
señalado como culpables de la
situación de Estados Unidos.
La idea del "empaquetado correcto" se dirige
directamente a la política a través de los medios, pero también a ese puerta a puerta intenso que los
activistas de todos los grupos que han apoyado a Trump han practicado en las
comunidades. El método es el del goteo,
poco a poco se van introduciendo las ideas para ver cómo responden hasta lograr
que esas ideas vayan saliendo a la luz. Una vez conseguido, se trata de
canalizarlo hacia el voto final. En esto, las redes sociales son una ayuda
importante pues ayudan a mantener calientes las irritaciones que se necesitan
para el voto de la ira contra el sistema. Las ayudas de dentro y fuera
sembrando dudas o esparciendo rumores —eso incluye un amplio espectro que va de
los hackers rusos al director del FBI— han servido para mantener la presión
sobre el electorado. El
sistema de colegios electorales ha hecho el resto.
El final del artículo pasa por el reconocimiento del
desastre que supone y también la llamada a poner límites, a defender los
derechos y las libertades para evitar que sean recortadas o reducidas:
That is the opening for those of us who
disagree with Mr. Trump. It’s now our job to argue constantly that what voters
did in elevating this man to the White House constitutes the greatest assault
on our own people in a generation, and to offer another option.
There are millions of Americans who don’t
understand why anyone might worry about the effects of this election. They see
it as “feelings” versus their own real concerns. Those of us on the other side
need to be clear that Mr. Trump’s callous disregard for people outside his
demographic is intolerable, and will be destructive to the entire nation.
If I had not changed, I would have been
jubilant after this election and more certain than ever that anxiety from a shrinking
white majority would result in the election of more people who tap into this
simple narrative. Now I’m convinced this doesn’t have to be our destiny.
Mr. Trump’s victory must make all Americans
acknowledge that the choice of embracing or rejecting multiculturalism is not
abstract. I know this better than most, because I’ve followed both paths. It is
the choice of embracing or rejecting our own people.*
El artículo es un llamamiento muy americano: "yo he
podido y tú también podrás hacerlo". Como si se tratara de una droga o el
alcohol, hay que desengancharse de esas ideas que van a sembrar odio y dolor en
mucha gente.
Pocas veces en la Historia ha sido acogida una elección con
tantos temores y recelos, con tanta tristeza en todo el mundo.
Durante los próximos años, lo
que se haga en los Estados Unidos nos afectará de una manera u otra. Es
importante que veamos lo que ocurre y lo que pueda ocurrir para evitar caer en
esta tentación autoritaria y racista que parece que avanza por el mundo.
Para muchos, el sueño
americano se ha convertido en pesadilla. De esta lucha deberán salir los
futuros líderes de la política americana. Será el empeño puesto en volver a recuperar
una sociedad de igualdad de derechos, que es la aspiración democrática, frente
a una sociedad de marginación, de perfiles étnicos, de guetos, aislacionista y con
deportaciones masivas, como es la prometida por Trump y deseada por los más
radicales de sus seguidores, fundamentalistas religiosos y supremacistas
blancos.
No solamente en los Estados Unidos. El desafío lo tienen todas las sociedades. El avance de una forma visceral y polarizada, radical y xenófoba avanza por demasiados lugares. Es importante darse cuenta y empezar a rectificar las estrategias que conducen a este tipo de situaciones antes de que sea demasiado tarde. Los ejemplos los tenemos también en Europa, pero no son los únicos lugares.
Se necesitan políticos de otra clase, más allá del poder, ejemplares. Nada mina más el gobierno y la instituciones que jugar siempre con la sospecha de la corrupción, de los intereses oscuros. Nada atrae más los extremismos que las frustraciones, que el distanciamiento. Los Trump del mundo jugan a ser distintos, gente del pueblo.
Y así tenemos a un millonario evasor de impuestos, racista y machista, con una fortuna heredada salida de los burdeles, con un pie en la Casa Blanca. Harán falta muchos arrepentidos.
* R. Derek
Black "Why I Left White Nationalism" The New York Times 26/11/2016 http://www.nytimes.com/2016/11/26/opinion/sunday/why-i-left-white-nationalism.html
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