Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El 6 de
enero pasado, la BBC publicaba un reportaje dentro de su sección Future,
firmado por Georgina Kenyon y titulado "The man who studies the
spread of ignorance"*. El título hace referencia a Robert Proctor, quien
se sorprendió cuando en 1979 se supo que la industria tabaquera había
desarrollado una estrategia de confusión para evitar que se conociera la relación
directa entre el consumo de tabaco y el cáncer.
Durante décadas habían estado
manipulando las informaciones, descalificando a los críticos del tabaco, según
se pudo saber por la aparición de un memorando que dejaba al descubierto todas
las maniobras realizadas para mantener a la gente en la ignorancia. Era una verdadera conspiración para ocultar el daño que el tabaco provoca. La industria lo negaba todo y tenía dinero suficiente como para convencer a la gente de sus posturas o de lo absurdo de los que les atacaban.
Todavía hoy el vicepresidente elegido por Donald Trump, Mike Pence, se ha permitido volver a aquellos años y señalar que el fumar no perjudica la salud, que no mata. Un gobierno grande es más peligroso que el tabaco, ha señalado. Es su forma de expandir, una vez más, la ignorancia confundiendo los dos sentidos de "peligroso", el político (en términos ultraconservadores) y la salud. Sus posturas anticientíficas son conocidas; es el complemento perfecto para acompañar a Trump: uno no lee y el otro solo lo hace sobre ideas trasnochadas y sin fundamento científico alguno.
El artículo de la BBC señalaba en enero:
In one of the paper’s most revealing sections,
it looks at how to market cigarettes to the mass public: “Doubt is our product
since it is the best means of competing with the ‘body of fact’ that exists in
the mind of the general public. It is also the means of establishing a
controversy.”
This revelation piqued the interest of Robert
Proctor, a science historian from Stanford University, who started delving into
the practices of tobacco firms and how they had spread confusion about whether
smoking caused cancer.*
Más allá de negar las cosas, la estrategia consiste en
sembrar las dudas sobre lo que se pueda decir. No es necesario el ataque
directo, que puede ser muy revelador; basta con las insinuaciones, con campañas
paralelas. Sembrar la duda es, pues, el
objetivo, como se señalaba en el memorándum.
Proctor comenzó a estudiar las estrategias que se habían
desarrollado alrededor de la duda sobre el tabaco tratando de comprender qué era
aquella forma de manipulación que hacía perder la referencia de la
realidad y poner en los platos de las balanzas argumentos racionales, hechos
probados, junto con otros absurdos o falsos dando sensación de equilibrio informativo.
No se trata tanto de oponer una mentira a una verdad, sino de
hacer dudar de la verdad misma mediante todo tipo de trucos
que te alejen de las posiciones peligrosas para quien ha creado las campañas.
Pronto Proctor se encontró con un bien ordenado cuerpo de acciones,
estrategias, etc. para sembrar la ignorancia sobre diferentes hechos y se
planteó ponerle un nombre:
This search led him to create a word for the
study of deliberate propagation of ignorance: agnotology.
It comes from agnosis, the neoclassical Greek
word for ignorance or ‘not knowing’, and ontology, the branch of metaphysics
which deals with the nature of being. Agnotology is the study of wilful acts to
spread confusion and deceit, usually to sell a product or win favour.
“I was exploring how powerful industries could
promote ignorance to sell their wares. Ignorance is power… and agnotology is
about the deliberate creation of ignorance.*
La "agnatología" se ha convertido hoy en una
herramienta muy usada en campos más allá de la cuestión del tabaco, con la que
se supone que se produjo su aparición y desarrollo.
La ignorancia es un estado cada vez más extendido por
motivos obvios. Vivimos en sociedades de opinión, somos reactivos ante lo que
nos ocurre y queremos tener una opinión formada respecto a las cosas. Las
informaciones ayudan a que seamos mejores conocedores del mundo que nos rodea
para poder tomar decisiones. Eso es la teoría. En la práctica lo que ocurre es
muy diferente: se mueven millones de euros cada día por todo el mundo para
cambiar nuestras visiones del mundo, para que aceptemos o neguemos cuestiones
que les interesan a terceros. Lo que se jugaban la tabaqueras era un negocio
multimillonario, pero no son los únicos.
El mundo vive en y
de la ignorancia. Nuestra propia
educación la fomenta; nuestra especialización la asegura. Dependemos de los
expertos para la mayor parte de nuestras opiniones y los expertos pueden ser
acallados con estudios que dicen lo contrario cuando se trata de asuntos
científicos, como ocurría con los efectos del tabaco. Los términos que los científicos manejan como probabilidades son leídos en términos absolutos.
Hoy tenemos las teorías
más peregrinas circulando por las redes sociales, colgadas de YouTube para que
creamos las cosas más increíbles. Los medios se hacen cada día más eco de ellas acortando las distancias y renunciando a la profesionalidad de la información. Basta con cambiar unas líneas en un
documental con apariencia científica para que la gente crea lo que tiene
delante, aquello de lo que queremos convencerles. La manipulación es fácil y no es fácil distinguir lo que puede ser verdadero o factible de muchas tonterías que se dan por buenas sin análisis o, por el contrario, con todo tipo de análisis hasta formar una nube defensiva de ignorancia a su alrededor
El artículo explica este papel en nuestra actualidad:
Agnotology is as important today as it was back
when Proctor studied the tobacco industry’s obfuscation of facts about cancer
and smoking. For example, politically motivated doubt was sown over US
President Barack Obama’s nationality for many months by opponents until he
revealed his birth certificate in 2011. In another case, some political
commentators in Australia attempted to stoke panic by likening the country’s
credit rating to that of Greece, despite readily available public information
from ratings agencies showing the two economies are very different.
Proctor explains that ignorance can often be
propagated under the guise of balanced debate. For example, the common idea
that there will always be two opposing views does not always result in a rational
conclusion. This was behind how tobacco firms used science to make their
products look harmless, and is used today by climate change deniers to argue
against the scientific evidence.*
Donald Trump fue uno de los que usó el argumento de la
negación de la nacionalidad norteamericana de Barack Obama. Fue más lejos: lo
ha convertido en una especie de agente musulmán camuflado infiltrado en la Casa Blanca para destruir los Estados Unidos. No ha sido lo único. Trump no
ha tenido muchas ideas, pero sí ha sembrado mucha ignorancia, de la misma forma
que las tabaqueras lo hicieron.
Prácticamente ha sido la expansión de la
ignorancia la estrategia de su campaña en casos como el "cambio
climático" (una maniobra china para frenar el desarrollo americano), la
vacunas (producen autismo, como señalan los grupos anticiencia y fundamentalistas religiosos
norteamericanos), etc. Ha sido una continua expansión de la ignorancia hasta el
punto, como pudimos recoger aquí, que la revista Scientific American rompió en
septiembre su tradición de neutralidad con un editorial diciendo que eran
preocupantes las opiniones sobre la Ciencia que el candidato Trump estaba
esparciendo.
Trump es un ignorante, pero sabe usar sabiamente la
ignorancia. Sabe que las personas que aceptan esas cuestiones aceptan también
otras porque existe una especie de unidad psíquica que sirve de fondo para la
aceptación: la credulidad. Todas estas cuestiones han sido fomentadas para ir creando una
legión de ignorantes que han desestimado las pruebas sobre el efecto positivo
de la inmigración en la economía norteamericana y han preferido creer que son
parásitos que les quitan los empleos o sobre el cambio climático, etc.
Trump no es el único. Es una técnica que irá aumentando su
influencia porque —como ya hemos señalado— nunca ha habido tantos instrumentos para
modificar las opiniones o fortalecerlas como se dispone hoy en día. En universidades
y laboratorios empresariales se trabaja para conocer, manipular y movilizar en
uno u otro sentido a las personas. Son los modernos laboratorios en los que se
estudia la forma de tomar decisiones, de forjar opiniones, donde se experimenta
con los formatos comunicativos para seducir y hacer que la gente acepte o
niegue.
Inicialmente la excusa es el neuromárketing, la forma de estimular las ventas basándose en el
funcionamiento del cerebro, es decir, de las emociones, la cognición, etc. Pero
solo hay que hacer pequeñas operaciones de adaptación para aplicarlas a la
política. Es ahí donde dan su fruto.
El que juega con la verdad está en desventaja. Las mentiras,
los rumores son fabricados de forma especial para resultar atractivos, son hechos
a la carta para la seducción y darle a cada uno lo que quiere creer: ¿quiere
creer que Obama es un espía? No hay problema. ¿Quiere creer que el estado
Islámico ha sido puesto en marcha por Hillary Clinton? ¡Hecho!
Tenemos mucha información, pero es un caos. Los medios
informan cada vez peor porque no permiten crear una opinión fundada. Viven de
la polémica. ¿Hay alguien que le haya sacado más rendimiento a los medios que
Donald Trump? Él ha dado a los medios de comunicación el espectáculo que
necesitaban mientras que sus votantes se fortalecieron
con esas ideas. Convencer a todo el mundo de que Trump era un racista le ha
asegurado el voto fiel de la América racista; convencer al mundo de que quiere
dejar a Europa sin OTAN o romper lazos económicos con Japón, le ha granjeado el
apoyo, dentro y fuera, de los que se benefician de ello o de los que creen que
se beneficiarán. Le ha bastado hacer afirmaciones sin fundamento para que
muchos le crean y dejen de escuchar los datos reales.
“We live in a world of radical
ignorance, and the marvel is that any kind of truth cuts through the noise,” says Proctor. Even though knowledge is
‘accessible’, it does not mean it is accessed, he warns.
“Although for most things this is trivial –
like, for example, the boiling point of mercury – but for bigger questions of
political and philosophical import, the knowledge people have often comes from
faith or tradition, or propaganda, more than anywhere else.”
Proctor found that ignorance spreads when
firstly, many people do not understand a concept or fact and secondly, when
special interest groups – like a commercial firm or a political group – then
work hard to create confusion about an issue. In the case of ignorance about
tobacco and climate change, a scientifically illiterate society will probably
be more susceptible to the tactics used by those wishing to confuse and cloud
the truth.*
Es casi un milagro que la verdad, como señala Proctor, se abra paso entre el "ruido" creado, entre la confusión y la ignorancia. No todas lo hace y menos en política. La pregunta hoy es "qué quieren escuchar", Y se les ofrece. Lo creen porque quieren creerlo. Trump no ha creado el racismo; se ha aprovechado de él. Lo ha alimentado echando en la jaula la comida favorita de las fieras. Se buscan idiotas fieles.
Sí, estamos en un mundo mítico,
mágico. Algunas veces hemos hablado
aquí de cómo la tecnología que nos rodea nos hace creer que vivimos en un mundo
de conocimiento. Es completamente falso. Desconocemos el funcionamiento del
mundo como desconocemos los principios del funcionamiento de nuestros aparatos
más sencillos. Vivimos envueltos en lo que la Ciencia y la Tecnología producen, pero lo hacemos desde el hábito que no se pregunta, que no comprende, solo usa. Pero ese estado mental pronto es atractivo para los que lo manipularán en su beneficio.
Estamos rodeados de "información" pero
desconocemos casi todo de lo que nos rodea. Tenemos opiniones de todo porque se
nos hace creer que entendemos lo que nos ocurre. En realidad somos manipulados
para creer demasiadas cosas o para rechazar otras. Si el ideal ilustrado, como
lo formuló Kant, se basaba en la autonomía del individuo, en liberarse de los
demás para poder tener su propia opinión, hoy vivimos en un mundo poco o nada
ilustrado. Somos hijos de modas y de rumores, de falsas noticias y medias
verdades. Estamos en manos de gurús y líderes, de mesías cuyas intenciones
desconocemos. Los Estados Unidos, no hay que ir más lejos, se encuentran en
manos de uno de los más grandes ignorantes de la vida pública norteamericana.
El mundo se degrada y nosotros con él. Visite los estantes de cualquier gran librería, verá cómo florecen libros manipuladores, absurdos, idiotas, que van sustituyendo las ciencias por las pseudociencias. Nadie está realmente interesado en que sea usted más sabio, más autónomo frente a los demás. Interesa que sea productivo y eficaz en su trabajo, que rinda, pero por lo demás... le prefieren ignorante, crédulo.
La ignorancia está entre nosotros y muchos lo aprovechan. La
falta de escrúpulos hace el resto.
* Georgina
Kenyon "The man who studies the spread of ignorance" BBC 6/01/2016
http://www.bbc.com/future/story/20160105-the-man-who-studies-the-spread-of-ignorance
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