Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
No sé
cuándo escuché por primera vez decir a alguien que Donald Trump era tonto, pero
sé que no he dejado de escucharlo desde entonces. Tampoco recuerdo quién lo dijo,
pero sé que tenía razón.
El problema
teórico que se plantea es por qué un hombre que se ha hecho a sí mismo, elige
hacerse tonto. Los ricos de nacimiento tienen una explicación, pero los que
forjan su fortuna a lo largo de su vida y son manifiestamente mejorables en lo
que al uso de su cerebro son un desafío. Trump es un desafío y no deja pasar
una ocasión para demostrarlo.
Su
entrada a la lucha por la nominación presidencial republicana es un desafío
para los propios republicanos, que en el caso de elegirle supondría un nuevo
reto. En ese caso nos encontraríamos con el desafío de entender por qué a la
hora de elegir, lo hacemos por alguien como Donald Trump. Un Trump candidato es
una perspectiva horrible solo superable por un Trump en la Casa Blanca.
Sus
manifestaciones sobre México y la comunidad hispana —de "criminales" y "violadores" los ha calificado— en su carrera electoral recién emprendida han
logrado unir a todos en un sentimiento de rechazo a sus palabras. A ambos
lados de la frontera sur de los Estados Unidos se cree, efectivamente, que el
país (y sus vecinos y el resto del mundo) se merece un candidato mejor.
El País
recoge las cancelaciones de negocios que las palabras tontas de Trump le están
causando. Lejos de escarmentar, Trump sigue en su estrategia insultante que ha
sido considerada unánimemente como "racista". Señala el diario:
Trump (Nueva York, 1946), lejos de dar un
paso atrás, ha respondido a la NBC tachándola de "débil" y de
Univisión ha dicho que ha sido forzada por el Gobierno de México a darle la
espalda. El magnate, precandidato republicano a la Casa Blanca, ha sido este
lunes invitado de honor en un almuerzo en Chicago en el que se ha reafirmado en
sus comentarios: "Son 100% correctos". Trump fue recibido con una
protesta en la que se leían carteles como "No al odio en el debate" o
"El discurso del odio no es presidencial".*
Me
quedo con la inteligencia de los carteles. La ciudadanía de muchos países lucha
por no tener que estar sometida a las torturas electorales que suponen algunos
candidatos. Un Trump en la carrera presidencial significa que no dejará de
hablar durante muchos tiempo, sometiendo a los seguidores de la campaña al duro
castigo de tener que escuchar lo que dice o a tener que ir con una pancarta
allá donde vaya para que no se crea que se dan por buenas sus opiniones.
Lo
cierto es que Trump saca lo peor de uno mismo. Si no, ¿por qué iba a llamarle
El País en su crónica "el magnate de cabello dorado", ironía
disculpable en el caso de Trump? Es una incitación constante a perder las formas.
Los dos
carteles que se han paseado frente a las puertas del local de Chicago reivindican
el derecho de los votantes a no escuchar tonterías. Efectivamente, "el
discurso del odio no es presidencial". Es una buena máxima allí donde hay
que recordarlo. Un candidato cuya estrategia pasa por atacar a parte de la
población y a toda la vecindad no es un candidato inteligente, pero ¿quién piensa
que Trump lo sea? Más allá de sí mismo y de sus asesores, será difícil que
alguien lo crea. No lo es nunca, pero lo es menos todavía tras la consumación
de crímenes de odio racista en Charleston a cargo de un partidario sureño de la
"supremacía blanca".
The New
York Times titulaba ayer "NBC to Donald Trump: You’re Fired", una alusión a su reality televisivo y a la frase que lo caracterizaba. No
solo ha sido la cadena estadounidense, sino la mejicana Univisión. Como
contrapartida, el magnate tonto ha prohibido a los ejecutivos de Univisión
jugar en su campo de golf en Florida. Desconozco si la medida de represalia de
Trump es "inteligente" y no jugar al golf en Florida ha hecho caer en
la depresión y rondar oscuros pensamientos de suicidio a los ejecutivos
mejicanos. A primera vista parece otra tontería más que nos da muestra (y a sus
electores) de las tonterías que puede hacer alguien tan rico.
No está al alcance de todos prohibir a los demás jugar en tu campo de golf. Eso debe hacer crecer el ego del candidato y transmite una imagen de firmeza que otros admiradores de la riqueza, el cabello dorado y la capacidad para organizar concursos de mises pueden llegar a valorar positivamente. Es en esos pequeños detalles donde los ricos demuestran que son ricos.
No está al alcance de todos prohibir a los demás jugar en tu campo de golf. Eso debe hacer crecer el ego del candidato y transmite una imagen de firmeza que otros admiradores de la riqueza, el cabello dorado y la capacidad para organizar concursos de mises pueden llegar a valorar positivamente. Es en esos pequeños detalles donde los ricos demuestran que son ricos.
En su furor por conseguir amigos y apoyos para la campaña a
la nominación, Trump ha arremetido contra la cadena de televisión al hilo del caso del periodista Brian Williams, que "recordó mal" algunos detalles de su carrera profesional. Nos cuenta
The New York Times en los párrafos finales del artículo:
“I told NBC I could not change my stance,” Mr.
Trump said, suggesting the network could face a lawsuit for violating their
contract. “The fact is that my stance on immigration is correct.” Mr. Trump
also derided the company over its handling of Brian Williams, the news anchor
who was demoted after embellishing his reporting experiences.
“They will stand behind lying Brian Williams,
but won’t stand behind people that tell it like it is, as unpleasant as that
may be,” Mr. Trump said.**
A los millonarios como Trump les gusta resaltar que ellos
"dicen las cosas como son", algo que deberían probar sin el respaldo
de sus millones. Acostumbrados a que les den la razón los que les rodean,
llevan mal que se les lleve la contraria. Y te castigan a no jugar en su campo
de golf.
Como mal ejemplo, Trump lo tiene todo. Si Salieri se
preguntaba sobre la injusticia del genio de Mozart en Amadeus, los que ven a Trump se preguntan qué parte del destino no
entienden al ver cómo personas como él son inmensamente ricas. Ya sea talento
natural o un capricho del destino, nadie que vea Trump en acción puede dejar de
preguntarse sobre estas paradojas de la vida.
El titular de The New
York Times —"¡estás
despedido!"— es un pequeño recordatorio al millonario que es vulnerable,
no es inmortal y que se le puede dejar fuera de una cadena de televisión como
él deja fuera de su campo de golf a los demás. Pero mucho me temo que Trump
considere que las muestras de rechazo son signos de que él está en lo cierto.
La pregunta ahora es cuál será el siguiente grupo que tenga que sufrir las
ganas de hablar y arreglar el mundo que tiene.
Afortunadamente hay
ejemplos mejores. Espero que los votantes norteamericanos nos libren de ver
cómo uno de los hombres más tontos del mundo se convierte en el más poderoso,
tal como asegura el tópico. El hombre que fracasó en su intento de sustituir el juego del Monopoly por el suyo propio no debería llegar a la Casa Blanca.
* "Slim y Televisa dan otro portazo a Trump por su
verborrea xenófoba" El País 30/06/2015 http://internacional.elpais.com/internacional/2015/06/30/actualidad/1435629089_712267.html?rel=ult
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