Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Hay
grandes batallas que se desarrollan en campos aparentemente pequeños, choques
que apenas levantan ruido y que tienen, en cambio, trascendencia. El diario El
País, en su blog "Mujeres", nos mostraba una de ellas: la que han
ganado las mujeres indias, atacadas con ácido, desfigurados cuerpo y cara, al
mostrar sus sonrisas radiantes. Los que pretendían suprimirlas mediante el
destrozo de sus rasgos las han fundido a todas en un rostro común triunfador,
capaz de mostrar la sonrisa más humana imaginable. Lejos de esconderlas, como
era su intención, se nos muestran ahora convertidas en modelos de la ropa que
una de ellas ha diseñado para sobrevivir en ese mundo. Con ello han dado un
ejemplo humano de valor y dignidad que conmueve.
Han podido
demostrar que su espíritu sigue intacto, lleno de determinación en su lucha
contra una práctica infame que ha tratado de doblegarlas arrancándoles a golpe
de ácido sus derechos personales y sociales. Nos dicen en el blog:
Una sesión de fotos con víctimas de ataques
de ácido posando ropa diseñada por una de ellas se ha convertido en un fenómeno
viral en India y ha trascendido sus fronteras. “La intención de estas
fotografías era enseñar la valentía de estas mujeres y a la vez cambiar la
estrecha percepción de belleza de la sociedad”, explica el fotógrafo Rahul
Saharan. Dice que todas las personas son bellas y que nadie debe dejar que
otros decidan si lo son. Y se muestra muy sorprendido por la gran respuesta que
recibieron sus imágenes. Ahora está preparando un documental que estará listo a
finales de este año, pues quiere seguir dándole voz a las víctimas de ataques
de ácido, los que considera “no son actos hechos por amor, son crímenes”.
La ropa con la que las víctimas posaron para
estas fotos, una colorida mezcla de diseños indios y occidentales, fue diseñada
por una de ellas, Rupa. “Tengo la cara desfigurada, pero no la voy a esconder.
Puedo mirar con dignidad y todavía puedo lograr mi sueño, que es hacer ropa y
lograr mi independencia”, explica la diseñadora, ahora de 22 años. Hace seis
años, cuando tenía apenas 16, su madrastra le tiró ácido mientras dormía y le
causó graves daños que permanecen aún después de once operaciones. Rupa dice
que después del ataque perdió todas las esperanzas y que se sintió sola y
abandonada. Dejó de usar su apellido como protesta contra su padre, que, tras
el ataque, apoyó a su madrastra. Por mucho tiempo se cubría la cara para que
nadie viera sus cicatrices.
El cambio vino cuando se reunió con otras
chicas afectadas y crearon una organización de apoyo a las víctimas: Stop Acid Attacks, que es una de las más activas en los
movimientos sociales contra la violencia de género en India. La percepción debe
ir cambiando poco a poco en el país asiático. Debe de pasar de culpar a las
víctimas a responsabilizar a los atacantes, aseguran las activistas. Así, estas
fotografías llevan implícita la idea de que son los agresores quienes deben
esconder la cara.*
El
fotógrafo ha tratado de cambiar nuestro sentido de la belleza haciendo que
comprendamos que existe un grado más allá de lo que perciben nuestros ojos,
adentrándonos en un escalón más. Es una belleza lejos del alcance de las manos
asesinas que derraman el ácido sobre los rostros. Surge precisamente del hecho
de la superación de la belleza destruida, la corporal; es la belleza moral que
nace del valor de estas mujeres que vencen su propio sufrimiento con la
alegría de la constatación de su propia victoria. La fortaleza que
demuestran, su superioridad moral sobre sus atacantes y la parte de la sociedad
que los justifica, es el foco de donde emana esa belleza concentrada en unas
sonrisas en esos rostros deformados.
Lo que
esos cuerpos atacados por el ácido muestran no es la "monstruosidad"
de las víctimas, sino la de sus atacantes, los desfigurados morales. Nos enseñan
su distancia inmensa respecto a esos seres de deformidad profunda disfrazada de
orden, honor y demás palabras que sirven para intentar perfumar el insoportable hedor de la basura en que se han
convertido.
La
sonrisa y actitud de esas mujeres atacadas, deformadas con la pretensión de
hundirlas en la vergüenza, es la que nos reconcilia con nuestra propia
naturaleza. Si los ataques con ácido nos muestran el lado más perverso de lo
humano, la dignidad de está mujeres nos da fuerza y ejemplo. Unidas dan muestra
del espíritu irreductible que han forjado entre ellas, convirtiendo su
desgracia en destino común. ¡Poco esperaban los criminales que las atacaron con
ácido que estaban fortaleciendo su determinación de liberarse de ellos!
Me
viene a la memoria la portada de la revista Espéculo de este semestre (número
53 julio-diciembre)** que hemos dedicado a "la voz ascendente" de la
mujer tras las revoluciones árabes. La magnífica caricaturista egipcia Doaa
el-Adl nos cedió uno de sus más célebres dibujos. Nos muestra una mujer en una
pequeña barca desafiando un encrespado mar de manos acosadoras. En la vela de
su embarcación hay escrito "mi alma nunca será vencida". Cuenta Doaa
el-Adl en la entrevista que le realizamos en El Cairo** que esa viñeta de la
mujer desafiante surgió de uno de tanto casos de abusos sexuales en las calles
de Egipto en el que la víctima de un ataque tuvo la valentía de salir a
denunciarlo públicamente en vez de esconder su "vergüenza", sin
importarle lo que pudieran decir los demás. La dibujante lo comparaba con un
hombre que fue sometido también a vejaciones pero que, avergonzado, se negó a
denunciarlo por temor que pudieran pensar que había perdido su
"hombría" y "honor". Las mujeres indias comparten con la
mujer egipcia ese sentido de que la vergüenza no recae en ellas sino en sus
atacantes y en la sociedad que trata de arrinconarlas. Son ellos,
efectivamente, quienes deberían esconder sus rostros indignos, deformados por su
extrema maldad.
La
iniciativa del fotógrafo que decidió retratarlas en su belleza nos permite
comprender su valentía y determinación. Con esas sonrisas derrotan odios,
miseria, incultura, dominación; esa sonrisa es su "no dominaréis mi
alma", un grito de libertad por encima del dolor, de esperanza por encima
de la vergüenza y de dignidad frente a la bajeza.
Termina
el texto señalando la ilusión de estas mujeres que no solo han sido capaces de
crear negocios que permitan su subsistencia sino que son capaces de mostrarse
ante los demás dejando claro que no se esconderán:
[...] ellas muestran sus caras sin vergüenza.
Rupa cuenta [que] la idea al principio era que modelos profesionales posaran
sus diseños en las fotos. Pero que luego decidieron mostrar sus caras para que
la gente sepa que existen y que quieren continuar con su vida. "Y
esperamos que estas fotos ayuden a que más víctimas lo hagan", dice.*
Hermoso
y difícil gesto, victoria final sobre muchas cosas que ha habido que vencer. Lo
han hecho como un canto de llamada a la comunidad con cada ataque bárbaro, para
decirles que no están solas ni acabadas, que no se deben esconder.. Y han
posado felices, mostrando que no hay sonrisa más hermosa que las que ellas
mantienen viva con su ilusión, con su trabajo, con su ejemplo de superación y
fortaleza. No son ellas las que deben ocultar sus rostros.
* "La belleza de las víctimas de ataques
con ácido" 9/09/2014 Blog Mujeres - El País
http://blogs.elpais.com/mujeres/2014/09/las-v%C3%ADctimas-de-ataques-con-%C3%A1cido-tambi%C3%A9n-pueden-modelar.html
** "La voz ascendente. Mujeres y
creatividad tras las revoluciones árabes. Espéculo número 53 julio-diciembre
2014 UCM
http://pendientedemigracion.ucm.es/info/especulo/La_voz_ascendente_Especulo_53_2014.pdf
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