Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Mientras escribo estas palabras en mi habitación de El Cairo, la televisión del hotel me muestra las quejas de los ciudadanos de Lorca, la ciudad que tembló, y que ahora tiembla de nuevo, pero esta vez de rabia. Hay edificios sin demoler, con gente en peligro viviendo en su interior, porque no han llegado los recursos para que puedan acceder a un alquiler. Por aquí han venido todos, dice una vecina, y na’. Todo es una mentira, repiten.
El caso de Lorca es un ejemplo de lo que nos pasa. Los agujeros de las casas dan a la calle y ellos siguen ahí, esperando olvidados a que los políticos se dejen de discursos y lindezas y se dediquen a solucionar los problemas que tienen delante. Muchos se han quedado con el agujero, pero si casa, es decir, en la misma calle, con la casa derribada porque era un peligro. Otros sin casa, pero con hipoteca. Varias familias se han refugiado juntas en las casas de campo, en convivencia obligada. Ya han pasado cinco meses y cada uno sigue como puede, entre apuntalamientos, rezando porque no se vuelva a mover la tierra.
La gente, dicen, ha recibido ayuda de la solidaridad ciudadana; del Madrid, que fue a jugar un partido para recaudar fondos; galas benéficas con cantantes que echan una mano… Poco más. Todo ha quedado en los papeles oficiales y por el camino. Como el Guadiana, las ayudas se sumergen y esperan a reaparecer en momentos mejores. El reportaje de RTVE indigna realmente. Hace ver la falta de operatividad de unos políticos que solo visitan y dejan en manos de las instituciones administrativas la solución que no llega. Sin fondos o motivación, a veces ninguna de las dos cosas, poco hacen y poco se puede hacer, porque cada uno va por un lado. Funciona mejor, nos dicen, la solidaridad. Triste y aleccionador. Suma y sigue.
No sé si las caravanas electorales pasarán esta campaña por Lorca, pero, como no han recogido todos los cascotes, yo no me acercaría mucho, por si acaso, no vaya a ser que tras cinco meses de jornada de reflexión sobre el asunto, hayan llegado a conclusiones peligrosas.
Aquí no asoma nadie. Esa es la frase que define la situación. Vinieron a hacerse las fotos y ya no volvieron. ¿Para qué?
El siguiente reportaje de la televisión de todos me ayuda a superar el trago del anterior. “Alguna gente buena” nos muestra a gente que dice ser tan egoísta que ayuda a los demás porque se siente bien haciéndolo. También es aleccionador y muestra la distancia que hay entre una clase política que ha perdido el rumbo de tanto mirarse el ombligo y el resto. Una de las participantes da con la clave sencilla. Distingue entre el “marco legal”, en el que otros se escudan, del “marco moral”, que es el que ellos han decidido utilizar.
Las ayudas no llegan a Lorca porque llegan antes los fotógrafos y es suficiente para algunos. El día en que no se deje entrar a un político en un pueblo afectado de un desastre si no viene con las ayudas en la mano, habremos comenzado a instruir a estos habladores en los principios de la eficacia, ya que la gente tiene claros los de la solidaridad.
Aunque Sarkozy no anime y Merkel nos perdone, nosotros no debemos hacerlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.