viernes, 10 de enero de 2025

El escenario venezolano y los políticos españoles

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)


Era el día de Venezuela, pero los políticos españoles se miraron el ombligo e hicieron lo de siempre. Si fuera una película de Hollywood, de tanto pelarse, acabarían casándose. Pero, no, no es una película de Hollywood (por ahora); es la cruda realidad de la política española. Las peleas en la política española son ya algo que te obliga a desconectar en cuanto que escuchas las primeras palabras. Ya sabes el resto.

No se habla, se discute; no se escuchan, solo gritan. Como es propio de esta sociedad mediática, ya no se habla para la gente, sino para "audiencias", los que están al otro lado de la pantalla, el papel o el altavoz. Todo lo que se dice solo tiene sentido dentro de una construcción discursiva dirigida a un sector, más o menos amplio, que lo recibe a través de los medios. Para que estos no tengan que trabajar mucho, se les da ya el mensaje fabricado. Para eso están los gabinetes de comunicación en los que habitan y actúan psicólogos, sociólogos, lingüistas, técnicos estadísticos, informáticos, diseñadores, etc. El medio es el mensaje (político).

Partiendo de las condiciones de recepción, se construye el mensaje que 1) debe atraer la atención y 2) debe reafirmar las creencias de quien lo recibe. Así, todo tiende a ese refuerzo de los instintos, no de la razón, especialmente de los que desatan la agresividad, la posesión y la supervivencia. Esto se transforma en mensajes que alertan de peligros (inmigración, perdida de territorio, parcialidad de la Justicia, conspiraciones, etc.) y mensajes que se ofrecen como freno a esos peligros anunciados.

Todo esto, solemos decir, es la base del populismo. Pero creo que deberíamos empezar a reconsiderar el término y dejar de asociarlo solo con los partidos extremistas y empezar a considerarlo una estrategia usada ya por todos.

A todo esto hay que añadirle una forma mesiánica de liderazgo, basada en el culto a la personalidad mediática, y la desaparición del formato de partidos anterior, más ideológicos, sustituido por una forma más "vertical", más "empresarial", más convertida en "aparato", en una maquinaria de seguimiento de actos y efectos, comparable a lo que se hace con la Bolsa.

De todo esto podemos ver ejemplos diarios en cada vez más parte del mundo. No es de extrañar, pues el éxito promueve la imitación, la importación de modelos. Para que estos funcionen no deben bajar la guardia, mantenerse en el escenario de polémica creado. Parte de la esencia de este modelo en lo que podríamos llamar "blancas y negras", en analogía con el ajedrez. Es esencial quien lleva la iniciativa, es decir, quién elige el "problema" que va a servir de escenario para la siguiente discusión. Esto es sumamente importante y es decisión de los estrategas del partido que eligen la que les parece más adecuada para su propio desarrollo y satisfacción de sus adictos seguidores.

Lo ocurrido ayer con motivo de la aparente preocupación por Venezuela, que acaba siendo redirigida a los problemas propios y a otra variante de la habitual polémica, es un claro ejemplo. Ya no es posible actuar fuera del programa, todos los caminos llevan a la misma "Roma" de siempre.

La cuestión ahora es cuánto va a aguantar la paciencia de muchos, el entusiasmo de algunos y, especialmente, cómo esta práctica —esto es mundial— favorece a los peores extremismos, que es el resultado final por lo que llevamos visto.

¿Cuánto tardarán en darse cuenta los partidos grandes que son los fabricantes del extremismo de todos los colores? ¿Cuándo se darán cuenta que su agresividad creciente, su vida a base de polémicas e insultos, de descalificaciones, etc. acaba dejándolos en evidencia y que esas semillas son recogidas por esas crecientes formaciones de ultraderecha repartidas por todo el mundo?

Un país no es un campo de batalla... a menos que se insista en ello. En vez de discutir en Madrid sobre quién es "más venezolano", deberían estudiar por qué está Venezuela así, sobre cuáles son los motivos de su estado, cómo ayudarles a salir del agujero. Venezuela lucha por lo que no tiene; nosotros desperdiciamos lo que tenemos.

El crecimiento del "desengaño democrático" se percibe en esos datos entre jóvenes que apuestan ya por el autoritarismo como fórmula política que "resuelve" mejor los problemas... o quizá los silencia mejor.

02/09/2024

El camino español de la polémica hace que se pierda mucha energía que debería dedicarse al análisis y solución de los problemas reales, los que afectan al presente y futuro de la ciudadanía. Esa es la sensación que muchos tienen con este día a día de gritos, sin escuchar palabras inteligentes, palabras que transmitan confianza en un futuro real y no en esa caricatura que los políticos, en su lucha, nos transmiten.


Ayer, el escenario propuesto era "Venezuela", algo para discutir. Mañana será otro. Así, de "problema" en "problema", pasan los días. Con un arte escénico notable, supieron combinar dictadores, dictaduras, pasados y presentes.

Me gustaría cerrar con un fuerte abrazo de ánimo a los venezolanos, un abrazo sin pelearme con nadie. Un fraternal abrazo solo para ellos, para los que buscan una solución para conseguir libertad y paz, algo que los españoles supieron alcanzar y algunos se empeñan ahora en olvidar.

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