lunes, 4 de noviembre de 2024

La indignación

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Los que organizaron ayer las visitas oficiales de los Reyes, el Presidente del gobierno y las autoridades autonómicas deberían haber previsto lo que ocurriría. Algunos medios señalan que lo advirtieron, pero que en el caso de los Reyes decidieron seguir. Este desastre supera en mucho a otros desastres en el grado de desesperación, frustración y rabia ocasionados.

La violencia verbal y física no tiene precedentes, por más que se diga que han sido "facciones de violentos", la "ultraderecha", que muchos "no eran de allí" o de los tres mezclados, que es lo más probable. El desastre es el mejor semillero para plantar y crearse una imagen que la concentración mediática favorece.

No debemos rechazar la desesperación; sí, la violencia, especialmente la dirigida contra la Casa Real, que no tiene arte ni parte en las decisiones. Es más, hace unos días renunciaron a medios asignados para su seguridad para que pudieran incorporarse a las tareas de ayuda. La reconstrucción valenciana no será cosa de un día y de eso se van dando cuenta los damnificados, que son la provincia entera prácticamente. Ante esas perspectivas, crece la angustia y el malestar. Los insultos y agresiones no solucionan nada.

Sí resulta inexplicable que ciertos aspectos básicos, como agua, comida, medicamentos no estén llegando con fluidez en un mundo en el que existen helicópteros y drones, que pueden salvar distancias y obstrucciones. Me imagino que todo lo que se destine a estas funciones es poco, máxime cuando la gente no quiere ya alejarse de sus casas y negocios por temor al pillaje. Todavía quedan ancianos asomados a las ventanas diciendo que no pueden salir de sus hogares. Eso es lo que se nos muestra, al menos.

Este es el relato que nos hace RTVE.es de lo ocurrido:

A pesar de los incidentes, los reyes han insistido en romper el cordón policial para poder charlar con algunos vecinos. Es el caso de una mujer que les ha traslado su malestar, y les ha recriminado una visita en estos momentos de tanta desesperación por la situación tan dramática que están viviendo: "Doña Letizia, no era el día para venir. No tenéis culpa, pero no era el día para venir".

En esa misma conversación, otro vecino afectado ha intercambiado unas palabras con el rey y le ha recriminado que hayan venido ahora —día 5 tras el paso de la DANA—y no el primer día que pasó. "Todo es un equilibrio [ ... ] si quieres, no vengo y me quedo en Madrid", ha expresado Felipe VI, a la vez que ha apelado a la prudencia y ha asegurado a este vecino que hay que comprender el enfado y la frustración. "Si hubieran venido el primer día y se hubieran puesto las botas, el pueblo los habría apoyado”, ha contestado este vecino.

A pesar de la tensión, tanto el rey como la reina han querido quedarse y por separado han intentado tranquilizar y mediar con las personas que se les han acercado.

La reina Letizia, con sus manos y su cara manchadas de barro, trataba de secarse las lágrimas, mientras ha escuchado a los vecinos que se acercaban a ella muy alterados.

Con gesto muy sobrio y visiblemente emocionada, ha consolado y tratado de tranquilizar a algunas mujeres jóvenes que le mostraban su indignación ante todo lo que están viviendo tras el paso de esta trágica DANA. “Tres días para que llegue el ejército, no tenemos ropa, no tenemos comida, no tenemos nada”, han lamentado dos vecinas de Paiporta a la reina.*

 

Como suele ocurrir, lo paga quien está allí, tenga o no tenga culpa o responsabilidad. Los que rápidamente desaparecieron no tuvieron la "suerte" de poder escuchar las razones y quejas ante esta tragedia.

Mucho me temo que la DANA haya dañado algunos protocolos y costumbres en cuanto a las visitas a desastres. Conforme pasa el tiempo, el descontento crecerá y será más difícil realizar algo que antes se hacía. Los que señalaban que había que estar allí antes, tienen razón, pero también que la decisión de ir se toma sobre factores de riesgo y que las responsabilidades son muchas.

Todos quieren dar preferencia a lo suyo ante los desastres. Lo que hace que algunos traten de dirigir la indignación hacia otros lados. Alcaldes clamando públicamente contra la decisión de valorar su situación como menos grave que la de otros no ayudan mucho y, por el contrario, hacen crecer la idea del agravio, lo que indigna a la población local, que se siente indefensa y abandonada. No es ese el camino.

Una vez producido el desastre, lo esencial es la gestión ordenada de los recursos. La DANA no ha terminado y en muchos lugares sigue aumentando la caída torrencial de agua. Es necesario ir más allá de la petición de "prudencia" y gestionar lo que llega para que llegue donde debe.

Hay que prevenirse contra las manipulaciones que solo sirven para obtener protagonismo de algunos y de sus causas periféricas, como ha ocurrido con las declaraciones de Abascal o Puigdemont. Hay que luchar por superar esa manipulable idea conspiranóica de que "no avisaron" y ver que la ineptitud o el desinterés en estas situaciones debe ser analizada con otros criterios, especialmente para aprender y no repetir los errores. Quedan por delante muchas, muchas jornadas de desesperación. Tantas como para olvidar el sentido de la palabra "normalidad", que forzosamente deberá ser otro.

Son muchos los errores y las imprevisiones que han estado ahí desde hace décadas, que sí han sido avisados y casi nunca escuchados. Lógicamente los primeros esfuerzos van a la seguridad y a tratar de alcanzar algún tipo de "normalidad", pero la limpieza deja ver el alcance del desastre y es fácil que la desesperación se adueñe de muchos.

Los gritos y demás no han servido más que para dos cosas: para un desahogo temporal de algunos y para la manipulación de ciertos grupos políticos, de diverso cuño, que han aprovechado para la erosión del estado y las instituciones. 

* Esther Pérez-Amat "La reina Letizia escucha emocionada a los vecinos afectados por la DANA en Paiporta: "Nadie sabía que esto iba a pasar" RTVE.es 3/11/2024 https://www.rtve.es/noticias/20241103/reina-letizia-escucha-emocionada-a-vecinos-afectados-por-dana-paiporta/16314291.shtml

domingo, 3 de noviembre de 2024

Por una mejor cultura informativa

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Estamos rodeados de información. Somos el blanco de miles de fuentes que nos llegan cada día — nos gusten o no, las pidamos o no— a nuestros teléfonos. Los medios nos dan cuenta de una "realidad" muy "redirigida" hacia focos muchas veces intrascendentes, pero que afectan a su economía, Todo esto ha desarrollado una serie de teorías explicativas que se encuadran en la llamada "economía de la atención", en la que nuestra atención es el objetivo; buscan atraer y mantener nuestra mirada en un espacio altamente competitivo. Quien logra retenernos, gana. Es así de simple. Con este objetivo se ha desarrollado docenas de técnicas y estrategias, fundamentadas en la psicología y en la sociología.

En mitad de esta hiperinflación informativa surge la queja común de que nadie está informado. Es la respuesta que se obtiene cuando se suspenden vuelos o trenes, cuando ocurre algo inesperado. Podemos obtener información más fácilmente sobre la ruptura de un torero o futbolista, el noviazgo de una deportista, o cualquier otro tipo de información banal hacia la que se nos empuja para obtener nuestros "clics", ni siquiera "likes".

Se juega con nuestra atención y, por ello, con nuestros criterios de lo que es relevante y aquello que no lo es. Hemos perdido (nos han hecho perder) nuestro sentido de lo valioso, de lo realmente relevante en cada momento. No hay una cultura de la relevancia informativa. ¿Cuántas veces se ha encontrado con que al buscar algo, otra noticia se interponía entre usted y lo que buscaba, que algo ha surgido y se ha ido tras ello?

El mundo de la información es una jungla competitiva en la que usted, yo, somos las piezas en manos de los depredadores. Cuente con cuántas personas se cruza con el teléfono en la mano y a las que tiene que esquivar; cuente cuántas personas llevan sus teléfonos en la mano en el transporte público o aprovechan las paradas de sus coches en los semáforos; cuente cuántas personas terminan una llamada y comienzan otra... ¡cuente...!

Las informaciones urgentes, las verdaderamente necesarias en caso de emergencias, quedan bloqueadas en nuestros teléfonos, en donde se agolpan todo tipo de aplicaciones innecesarias. Muchas veces ni tan siquiera las tenemos instaladas. Sin embargo, son decenas las que vienen de fábrica en nuestros dispositivos.

Por parte de las administraciones, sensibles a las políticas e intereses de los gigantes de las comunicaciones, no hay un interés excesivo en mantener unos servicios de alarmas, de registros de casos y atención a los interesados, que llaman y no reciben respuestas. Hoy los bots pueden hacer llamadas de desinformación automáticas, pero parece ser que no cuentan para responder llamadas a los avisos de emergencia, registrar casos, etc. Es cierto que un caso de estas dimensiones no es frecuente, pero también lo es que los expertos nos previenen de que habrá más y quizá peores. Hoy mismo se nos avisa de zonas en las que habrá de nuevo lluvias torrenciales.

Cuando se producen casos como este es fundamental que las personas reciban instrucciones claras y sencillas de lo que deben hacer. Deben existir protocolos. Pero el miedo a interferir en otros procesos económicos (como los intereses turísticos, por ejemplo) hace que todo nos llegue tarde. Nadie quiere ser responsable de haber arruinado un fin de semana con un festivo, como el 1 de noviembre, Halloween. Quizá de haber sido otro fin de semana sin tantas expectativas, el resultado habría sido otro. Es pura especulación, pero no es la primera vez que se adelantan o cierran medidas por temor a un fin de semana festivo. Es la maldición turística. Ahora, en cambio, nadie quiere ser acusado de "no actuar a tiempo" y las medidas se aceleran y agolpan. Se ha tenido que restringir el paso de voluntarios a las zonas más afectadas por temor a la acumulación ineficaz de personas que puedan llegar a interferir.

Es fundamental una mejor gestión de la información y una mayor información sobre la información, valga la redundancia. Creo que esto, a la vista de lo ocurrido, es esencial. No podemos seguir escuchando esto de "no tenemos información", "no obtenemos respuesta" o "no sabemos dónde acudir". Esto esencialmente depende de las administraciones, pero también de los usuarios, que son los más interesados en obtener la información clave.

Para que esto funciones, hay que tener planes prefigurados que se acerquen a los posibles y previsibles resultados de las distintas catástrofes naturales, de terremotos a inundaciones brutales como las ocurridas con la DANA. Existen múltiples formas de hacer esto, empezando por las "simulaciones", que pueden darnos cierta idea de lo que puede ocurrir partiendo de lo fijo (terreno, construcciones...)  e incorporando lo variable (la intensidad de los fenómenos). El hecho de que se haya informado de los riesgos de esto desde distintos ámbitos sin que se haya hecho nada al respecto es muy significativo de la forma en que pensamos en los fenómenos.

El miedo a ser responsable político de algo que puede producirse de manera distinta a las previsiones causando daños a la "economía" queda bien ejemplificado en la negativa de muchas empresas a liberar a sus trabajadores ante los avisos de desastre. Hasta que no lo tuvieron encima no intentaron que sus trabajadores pudieran ponerse a salvo o reunirse con sus familias. De esto se han quejado los sindicatos con razón. Las empresas no iban a "perder dinero". Como decía una camarera a RTVE: "Nos hemos jugado el pellejo por vender cuatro menús", ha señalado en el Canal 24 Horas de TVE. Según ha explicado, su supervisor "no les dejó" irse a casa porque "no lo veían suficientemente grave". "Hasta que llegó la alerta al móvil, pero ya era tarde", ha lamentado."*

Esto es más que una anécdota. Es una forma de ver los acontecimientos, de desconfiar en la información dada y de confianza interesada en la suerte; es una forma de recelo que implica que no basta con tener acceso a la información. Hay que creerla y seguirla.

Hace falta un cambio en la cultura informativa, un nuevo entender de su valor y eficacia. Esto se debe enseñar en las escuelas, en los ayuntamientos, que la gente crea y siga las instrucciones, algo que no ocurrirá si está información llega a destiempo.

Los interesados en sabotear la información —sabemos que los hay— intentarán que esta no se crea, intentarán que no se siga. Las cifras de muertes siguen creciendo. Lo seguirán haciendo por carecer de esa información y de planes para ejecutarla. Planes e información tienen que ir más allá de algo que escuchamos "precaución". ¿Qué es eso? ¿Qué significa en un país como el nuestro, con nuestras malas costumbres?

Son ya más de 210 muertos localizados. Lo que nos espera en estos días es un recuento de muertes que se hace angustioso ante los cientos de desaparecidos. Hay que organizar planes, hay que tener buena información, accesible, constante... y el hábito de consultarla, de valorarla. No basta con  ese "precaución" que parece dejar todo en manos de las víctimas.

La posibilidad de un desastre de la misma o superior magnitud hace que debamos recapitular sobre lo hecho. Esta "post eficacia" sirve de muy poco. Hay que prepararse para que estos efectos no se vuelvan a producir. Puede que no podamos impedir la lluvia, pero sí controlar los daños. La información es esencial en esto. Pero está claro que muchas cosas han fallado en este terreno.

* "Atrapados tras ser obligados a trabajar pese a la DANA: "Nos hemos jugado el pellejo por vender cuatro menús"" RTVE.es 30/10/2024 https://www.rtve.es/noticias/20241030/cc-oo-denuncia-empresas-obligaran-a-ir-a-trabajar-con-aviso-dana/16309830.shtml

sábado, 2 de noviembre de 2024

Información y desinformación con la DANA

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Con cada día que pasa en el vigente desastre de la DANA, comprendemos mejor la necesidad de un sistema informativo garantizado en sus dos sentidos básicos, veraz y estable.

Las fuerzas que se dedican a expandir bulos y todo tipo de falsedades están presentes desde el inicio de la tragedia, desde el primer minuto. La estabilidad es igualmente necesaria para poder seguir conectados a fuentes de información fiables.

Las formas de luchar en ambos campos son muy distintas. Detectar los focos de desinformación nos debería llevar a formas más severas de cortar las actividades cuyo fin es difícil de establecer. ¿Qué buscan con generar y transmitir mentiras en estas circunstancias? ¿Es posible un grado mayor de estupidez o maldad, según se elija una causa? No es fácil entender este tipo de informaciones perversas destinadas a aumentar el caos y, con él, el daño.

Están claramente los deseos de algunos de que la gente huya de determinadas zonas sobre la que auguran peligros inminentes. ¿Se trata de favorecer la salida para organizar robos u otra práctica similar? Las personas que han tenido que establecer guardia ante sus negocios por temor al saqueo no vigilaban tanto alimentos como joyerías, telefonía, etc. Resulta difícil para cualquier persona normal comprender la existencia de este tipo de personas y grupos que, indudablemente, no han nacido con la DANA, que estaban ahí desde antes realizando prácticas del mismo tipo. Son los beneficiados por la DANA, el complemento perfecto a la fuerza destructiva de la naturaleza.

La diferencia entre irte y quedarte se basa en la veracidad de las informaciones que recibas. Es evidente que la población no tiene claro el sistema de alarmas o que estos se colapsan ante situaciones como estas.

Hay que buscar una pedagogía de los desastres, especialmente cuando se nos está diciendo que esta es la mayor, pero no la última, que el futuro nos depara más situaciones como esta.

Pero parece que nadie quiere que se hable mucho de desastres futuros, especialmente cuando es necesario "vender normalidad" en las zonas turísticas. ¿Cómo afecta al valor de la propiedad estar en una "zona de catástrofes"? Lo hemos visto con anterioridad con COVID-19 y olas de calor. Son malas noticias y no sirven para atraer visitantes, que es el fin de nuestra economía turística. Pero no va a ser fácil maquillar esta tragedia en ningún sentido.

Ya hay algunos "populistas", nos dicen algunos medios, rentabilizando los efectos destructivos de la DANA, acusando a Europa y aplaudiendo las presas de Franco. Hay que evitar la polarización —no las críticas a lo que esté mal, a lo que haya que corregir, que es mucho— que interesa a algunos.

Estabilidad significa "ensayos" de catástrofes, como en otros países lo hacen con los terremotos. Hay que enseñar a la población sobre cómo comportarse. Hay que enseñar que no se debe bajar a un garaje a ver cómo está el coche o quedarse dentro por si se lo lleva muy lejos la riada; ensayar la alerta en las residencias de mayores, exigir que no tengan que subir a pulso a las personas o dejarlos abandonados. Hay que tener planes para las escuelas.

Aunque nos parezca que trae "mal fario", que dirían algunos, tiene que haber planes claros de emergencia, personal especializado y protocolos claros de intervención. Y eso hay que asumirlo por parte de todas las autoridades y los ciudadanos. Igual que hay gente que aparca en las salidas de emergencia y se les sanciona y lleva se lleva el vehículo la grúa, debería haber normas para otro tipo de casos.

Si esto, como nos dicen, va a ser más frecuente y de variable intensidad, menor o mayor, los propios ciudadanos deberían tomar sus medidas, que van desde las reservas de alimentos y agua para dos o tres días a varias baterías cargadas para los teléfonos. De igual forma, tener la información básica necesaria actualizada y cargada en nuestros móviles. En esto habrá que luchar contra las mentalidades a las que les parece entre "alarmista" y "tentar a la suerte".

Esto nunca iba a pasar, pero ha pasado. Lo que los expertos nos dicen es que volverá, que no es un episodio aislado, sino el resultado de una serie de hechos y circunstancias. Unas cosas dependen de la naturaleza, otras de nosotros. Que sea el cambio climático — ¡tan firmemente negado por aquellos que quieren seguir explotando codiciosamente los recursos!— el responsable de la intensificación hace que tengamos que intentar paliar el origen del desastre en lo que nos toque. Pero debemos sobre todo prevenir, informar, entrenar, mentalizar, etc. sobre sus efectos.

Son ya más de 200 muertos. La cifra seguirá creciendo, nos dicen. ¿En qué momento nos vamos a auto engañar? Tendríamos que estar ya preparándonos para que el próximo golpe no nos pille de la misma manera. Los ciudadanos de todas las edades deben comprender la necesidad de prepararse. Para ello es esencial la información fluida, clara y veraz. Hay que establecer esos puntos informativos a los que referirse inmediatamente. No deben saturarse, no basta con crearlo como excusa de que se hace algo. Es el momento de comprender las verdaderas prioridades, de en qué se deben invertir los recursos. Hay que crear y remodelar evitando los errores y el negacionismo del pasado.

Luchamos contra los desastres naturales, sí, pero también contra nosotros mismos, nuestra tendencia a mirar para otro lado; pero también luchamos contra la desinformación y, por extraño que nos parezca, contra la maldad, contra la mala intención. Son frentes de lucha distintos, pero en los que necesario combatir buscando las mejores actuaciones posibles. La inversión de recursos contra "lo posible" siempre necesita de un esfuerzo mayor de comprensión de los males. Hay que combatir la incredulidad, el pasotismo, la confianza excesiva en que no nos va a pasar a nosotros. 

Esos miles de voluntarios animosos en la ayuda, deberían pensar fórmulas de prevención, que es la mejor ayuda. Necesitamos voluntarios informativos que recorran colegios y asociaciones, que elaboren espacios de información segura, que desarrollen sistemas más eficaces de búsqueda y rastreo, que estén bien coordinados entre ellos, que exijan a las autoridades formas de trabajo constante, etc. Necesitamos que arquitectos, urbanistas, expertos en climatología, etc. trabajen coordinados, exigir la seguridad bajo una nueva mirada. Necesitamos personas formadas en este tipo de sucesos en las empresas, capaces de tomar decisiones. Necesitamos juristas que definan los protocolos y que no veamos a las empresas decidiendo qué se hace o evitando las salidas de los trabajadores, como se ha visto. Necesitamos alternativas online a la educación para evitar, como pasó con el coronavirus, este tipo de paros en la formación, necesitamos un "plan B" en educación, etc. 

Necesitamos muchas cosas de las que hay que informar y formar; necesitamos controlar la desinformación que crece con nuestro caos y dudas.

Lo que nunca iba a ocurrir, ha ocurrido. No lo olvidemos.

viernes, 1 de noviembre de 2024

¿Aprenderemos con la DANA?

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Lo mejor y lo peor. Las noticias sobre lo que la DANA trae pasan de un extremo a otro. La información sobre delincuentes que aprovechan el desastre para robar en casas, comercios o coches se abre paso junto a las de voluntarios que han dejado todo para tratar de ayudar en diferentes dimensiones a las víctimas innumerables, a los damnificados. Junto al esfuerzo generoso que lo da todo, el incomprensible deseo de hacer daño, de beneficiarse.

— ¡No lo entiendo! —me decía un compañero con quien lo comentaba.

—No, no lo puede entender quien no se puede poner en su lugar.

Hay que comprender la imposibilidad mental de esto. Es algo más que "distancia", es la incapacidad de entrar en unas mentes que hacen algo que no cabe en nuestras cabezas. Es una línea que no es posible traspasar para comprender. Es otro mundo. Cómo se forman esas cabezas que pisotean sin piedad el dolor ajeno y se aprovechan de él sin pudor alguno es una pregunta pendiente de respuesta. Incluso en la maldad hay grados más allá de los cuales no hay forma de indagar.

La DANA ha servido para establecer lo que la gente valora y por lo que está dispuesta a arriesgar su vida, como esas siete personas muertas en un garaje por intentar "salvar" sus coches. Los hay que ha muerto dentro por no querer "abandonarlo". Ha sido su último viaje. Otra cosa que no se puede entender más que compartiendo ese valor absoluto del coche para algunos.

En la parte positiva, esas trabajadoras de una residencia de mayores que consiguieron trasladar a todos los residentes, 124 personas, a las plantas superiores. Fue un esfuerzo contra reloj, un hecho de enroem valentía y humanidad. Es la contrapartida de aquellos seis muertos en otra residencia, el horror de sentir cómo, inmovilizado en una silla de ruedas, el agua va subiendo y cubre tu cuerpo. Un horror difícil de imaginar en toda su intensidad.

En RTVE.es leemos el titular "Hemos urbanizado más de la cuenta y construido donde no debemos", palabras de Alfredo Ollero y que nos suenan de cada vez que hay un desastre de este tipo. Pertenecen a un podcast de Radio 5 /RNE), del que se los hace el siguiente resumen: 

62 víctimas mortales por las inundaciones de las últimas horas provocadas por la DANA en la Comunidad Valenciana. Alfredo Ollero, profesor de geografía física de la Universidad de Zaragoza y experto en riesgos naturales, ha comentado que en los últimos años este fenómeno meteorológico ha sido cada vez más frecuente: "Esto no significa que no las hubiera con anterioridad. En esta época del año, en octubre y noviembre, es algo normal que ocurra en estos lugares. Pero es cierto que en los últimos años parece que la frecuencia está siendo mayor y la intensidad también".

"En los últimos 60 o 70 años, hemos urbanizado más de la cuenta y hemos construido donde no debemos. Estas cosas son las que lamentablemente ocurren como consecuencia de ello. Es la ordenación del territorio, que siempre ha sido una asignatura pendiente", ha recalcado Ollero.* 

Tuve ocasión de comprender esto hace muchos años, en la urbanización costera alicantina en la que mis padres tenían su chalet. La carretera de la costa unía las poblaciones y las urbanizaciones que acababan rellenando los huecos entre ellas cortando todas las salidas al mar del agua que llegaba a las ramblas. Pequeños arcos bajo la carretera cubrían el recorrido. Cuando llovía con fuerza —especialmente en la época de Semana Santa—, los arcos se taponaban con todo lo que el agua arrastraba en su recorrido, de vegetación a basuras. Cuando se producía fuerte lluvia, con tormentas, el agua acababa reventando y arrasando lo que pillaba. Y lo que pillaba eran pistas de tenis y piscinas, reventadas de barro y todo tipo de restos arrastrados por kilómetros de recorrido. Al final de la rambla, cerca de la Cala, se habían construidos pequeños chalets en las laderas, cerca ya del mar. Las primeras tormentas fuertes mostraron los efectos: las piscinas y pistas de tenis con más de un metro de barro y agua, los chalets inundados. La venta de aquellos chalets, a británicos, especialmente era la culminación de las ventas de tierras disponibles. La rentabilidad era mayor por el turismo que como fincas o  ramblas en las que nunca se había tenido nada porque todos saben lo que ocurre en ellas. ¿Pero quién se opone al beneficio turístico, a ocupar las tierras desocupadas e improductivas? En pocos años, las urbanizaciones cubrieron el espacio entre los grandes pueblos convirtiendo la carretera en una "calle" kilométrica de chiringuitos y urbanizaciones, de clubes y restaurantes, brillantes de luces en la noche.  Conforme se acaba el terreno junto a la costa, se construían más en el interior, al otro lado de la carretera, cubriendo todo el espacio en el camino del agua hacia el mar.

Me imagino que este panorama se ha repetido por la España costera. Es el efecto de la llamada turística y podemos comprobarlo en toda su intensidad por esa DANA que ha llevado el agua por encima de poblaciones enteras.

¿Servirá de algo lo sucedido? Tengo pocas esperanzas de que cambie algo. Se volverá a construir en los mismos sitios. Hay sitios en los que no llovió, pero sí han padecido los efectos de las brutales riadas. El deseo de recuperar lo perdido volverá a hacernos construir donde no debemos. Como señala Ollero, la ordenación del territorio " siempre ha sido una asignatura pendiente". ¿Quién se va a enfrentar a los caciques que controlan las zonas turísticas, deseosos de que se invierta cuanto antes para seguir ganando lo suyo? ¿Los políticos?

Siguen apareciendo cadáveres de las personas arrastradas, personas en su macabro viaje por la geografía inundada. El dolor no se reduce con la llegada de una imposible normalidad, sino que crece con la perspectiva de lo pasado. Podemos reconstruir muchas cosas, pero es más difícil reconstruirse uno mismo, ya sea como víctima directa o como observador de este desastre.

Es indudable que esto no se olvidará para quienes lo han vivido. Lo que es más dudoso es si servirá de ejemplo o llegarán desastres mayores en los que seguiremos tentando al destino. Los expertos de todo tipo apuntan a lo mismo: habrá más y puede que más violentos, más frecuentes.

 

 

* "Ollero: "Hemos urbanizado más de la cuenta y construido donde no debemos"" RTVE.es /RNE-Radio 5 30/10/2024 https://www.rtve.es/play/audios/mas-cerca/mas-cerca-alfredo-ollero-hemos-urbanizado-mas-cuenta-construido-donde-no-debemos/16309838/