miércoles, 4 de septiembre de 2024

¡Necesitamos más Emilias!

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)


No sé si juntar lo positivo y lo negativo suma cero. No sé si hay tanto listos como tontos, buenos como malos. Me gustaría pensar que hay un pequeño margen de distancia en favor de los buenos y que así, aunque lentamente caminamos hacia algo que pudiéramos llamar sin sonrojo un "futuro mejor".

Entre los cientos de noticias que nos resultan incompresibles por lo que manifiestan de maldad, de estupidez, de egoísmo, de narcisismo y de otras muchas "cualidades" necesarias para triunfan en la vida, en encuentro con  una llegada de otra planeta, de otro tiempo, de otra forma  de ver el mundo. Nos la ofrece RTVE.es y su titular es "Emilia, la jubilada que salva migrantes: "Ya no quiero viajes del Imserso, ahora quiero estar con ellos"". Ya desde el titular se plantean dos formas de ver el mundo simbolizadas muy gráficamente en la oposición entre el IMSERSO y la vida comprometida con los que sufren. Están los viajes cuyas noticias se nos ilustran con fotos de personas mayores sonrientes, felices, contentas de desaparecer del escenario y sustituirlos por un mundo de fantasía turístico, por un lado. Por el otro nos encontramos con los que se enfrentan no al turismo, sino a otra forma de viaje nada placentero, la inmigración, el fenómeno que hace a miles de personas abandonarlo todo ante enfermedades, guerras, pobreza, dictaduras, etc. para coger a la familia, a los bebés y menores, y lanzarse hacia una fantasía mejor que la pobre y dura realidad.

Emilia lo ha tenido claro. Nos cuenta Ana Montoro en el artículo: 

Emilia es una mujer de 71 años que dedica su jubilación a ayudar a jóvenes migrantes en un pueblo de Toledo. “Ahora ya no quiero los viajes del Imserso, ahora quiero estar con ellos. Me reportan juventud”, explica en una entrevista de La Hora de La 1 de TVE.

Comenzó esta labor en 2021, junto a su marido, proporcionando un hogar a jóvenes de 18 años en adelante que no podían permanecer en un centro de acogida de menores.

Busca brindarles una oportunidad porque como afirma “siempre he creído en la igualdad y creo que cuando ellos llegan a España son iguales que nosotros y hay que ayudarles”. Emilia les apoya a la hora de conseguir los permisos de trabajo y en la búsqueda activa de empleo y ya cuenta con 20 casos de éxito, personas que pasaron por su casa y con los que continúa manteniendo el contacto.

Con su idea ilusionó a un pueblo entero de Toledo 

Al principio acogía a estos migrantes en su propia casa, pero su idea caló en su pueblo, La Puebla de Amoradiel, en Toledo, y juntos crearon una casa de acogida con ocho plazas. Los vecinos donaron todo el mobiliario y aportan, entre otros, donaciones a la asociación que han creado Somos Acogida. Gracias a su generosidad y su entusiasmo, Emilia se ha convertido en un pilar fundamental para los 37 jóvenes que han pasado por el centro o por su casa. “Emilia es como mi madre aquí”, cuenta uno de los acogidos. 

“En este momento tenemos cinco acogidos”, declara Emilia, que reconoce que tienen dificultades económicas para poder cubrir todas las plazas disponibles y reclama a las instituciones que se involucren y apoyen proyectos como el suyo.*

Se puede dar sentido a la vida, sentir estar vivo, de muchas formas, desde los que se suben a una montaña rusa o se van a hacer turismo de riesgo o se matan por hacerse un selfie, por un lado, y los que apuestan por la satisfacción de ayudar a los demás.

Desde el exterior, los primeros gastan, mientras que los segundos —como nos muestra la frase final del texto citado—, piden para los que lo necesitan, nos recuerdan que el mundo no está tan bien como nos muestran los anuncios y noticias que les parecen y levantan la voz para hablar de injusticas, necesidades, etc.

Lo que se nos dice que ha hecho Emilia va más allá de una actitud individual. Ha arrastrado a un pequeño pueblo a ser solidario, con lo que han podido transformarlo y transformarse ellos mismos. Disfrutan de esa extraña alegría humana que es ayudar a los demás. Estamos hechos para la solidaridad, para compartir disfrutando. Frente a los teóricos triunfantes del egoísmo, del narcisismo, la Naturaleza, por el contrario, ha hecho que nuestro cerebro libere sustancias gratificantes cuando vemos la felicidad en otros, sonrisas. Empatizamos. Emilia ha logrado arrastrar a esa comunidad hacia las ideas de ver como seres humanos, como tus iguales, a los que nos son distintos, sino víctimas del olvido, de la explotación, del colonialismo, de la manipulación social, etc.

Mientras medios, partidos y personas hablan de invasiones, de agresiones, se escandalizan porque lleguen medio muertos a las costas y los etiquete como "crisis migratoria" antes que "crisis humanitaria" debida a nuestro abandono, olvido, incomprensión. No solo somos "víctimas", como algunos prefieren autocalificarse; somos causantes de una parte importante de lo que ocurre ya sea directa o indirectamente.

Necesitamos más Emilias, más personas que dediquen su vida a los que lo necesitan. No esos falsos ancianos sonrientes que acaban siendo la materia prima de las agencias de viajes en la "silver economy". Necesitamos más noticias que despierten ese lado bueno inquieto y den sentido (y dignidad) a la vida. No solo la necesita la inmigración. Necesitamos muchas Emilia para poder ayudar a mitigar nuestras enormes carencias, nuestros olvidos, nuestros egoísmos crecientes.  

* Ana Montoro "Emilia, la jubilada que salva migrantes: "Ya no quiero viajes del Imserso, ahora quiero estar con ellos"" RTVE.es https://www.rtve.es/noticias/20240903/emilia-jubilada-salva-migrantes-ya-no-quiero-viajes-del-imserso-ahora-quiero-estar-con-ellos/16234592.shtml

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