viernes, 20 de septiembre de 2024

Los mensajes de odio y el crimen de Mocejón

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

El "caso Mocejón" debería enseñarse en todas las escuelas e institutos, realizar seminarios doctorales y estudiar bases y consecuencias. No debería caer en el olvido por lo que representa y nos dice de la actual sociedad y su funcionamiento en cuanto a dos fenómenos entrelazados: le inmigración y el racismo.

Por eso es de especial interés la entrevista que publica RTVE.es con el portavoz de la familia durante el caso, Asell Sánchez, tras el asesinato del niño en Mocejón.

Asell Sánchez, el portavoz de la familia de Mateo, el niño asesinado este verano en Mocejón (Toledo), ha recordado la oleada de ataques que recibió en redes por tratar de impedir la difusión de bulos xenófobos y racistas vinculados al crimen y ha alertado del peligro de estos mensajes. "Estaban deseando que el asesino fuera o un africano o un magrebí. A mí no me perdonaron lo que dije porque hacía daño a la desinformación que estaban dando", ha contado en el programa 59 segundos.

El asesinato de Mateo conmocionó en los medios y las redes. Mientras jugaba con sus amigos en el campo de fútbol del municipio toledano, un hombre encapuchado se acercó a ellos y le atacó con un objeto punzante, tras lo cual huyó sin dejar rastro.

Al tiempo que se iniciaba la investigación, y sin un culpable claro, las redes sociales comenzaron a llenarse de un sinfín de bulos y mensajes racistas, atribuyendo el crimen a los migrantes, especialmente contra un reducido grupo que vive en la localidad toledana.*


La descripción de lo ocurrido es un patrón de comportamiento de los grupos racistas que necesitan convertir cualquier tipo de acontecimiento en material para sus ataques, tengan vinculación o no. Los sistemas de intoxicación a través de las redes y el boca a boca se ponen en marcha inmediatamente tratando de aprovechar la atención que el hecho causa. Cuanto mayor sea el morbo desencadenado por los hechos, mayor es la intensidad de los bulos aumentando en "precisión", es decir, ajustando las mentiras en lo posible a la realidad existente, como se señala al mencionar al "reducido grupo" de personas migrantes en la localidad. Pequeños hechos se mezclan con grandes mentiras construidas y que son aceptadas por parte de la población, favorable a las versiones falsas.

Es este fenómeno de la "aceptación" el que permite que se produzca una intensidad de los bulos que son el principio de acciones que pueden ser aplicadas, mediante un segundo fenómeno, el de la "extensión", a grupos similares.

Esta forma de trabajo crea una falsedad y la extiende dándola por buena y compartida. Dado que se afirma que el principio del mal es consustancial a las personas, todo aquel que tenga un origen similar, todo aquel en el que coincidan aspectos determinantes (raza, religión, básicamente), será juzgado y condenado en un mismo acto. No es necesario probar nada, pues se da por bueno ese principio común: todos son iguales.

Si pensamos en las afirmaciones de Trump sobre cualquiera que pase la frontera sur, veremos que son absolutas: "todos los que cruzan son iguales", es decir, violadores, narcotraficantes, criminales. El incidente de que los haitianos de una localidad se comen las mascotas es fabulado y expandido; las consecuencias, amenazas de bomba.

Los avances comunicativos se traducen en retrocesos sociales y culturales. Cito con frecuencia un texto del novelista norteamericano Kurt Vonnegut: "el problema no son 40.000 locos; el problema es que se pongan de acuerdo". Y ese acuerdo se logra mediante las redes. Además es difícil de parar, primero porque hay muchos interesados en que circule; después porque se produce una enorme velocidad que hace que la falta de reacción se pague cara. Finalmente, hay quien le saca rendimiento político.

"Querían que la gente saliera a la calle y que la calle ardiera", ha lamentado el joven, que ha apuntado a que algunos de ellos trataban de generar una reacción similar a los disturbios xenófobos de varias ciudades británicas a raíz de un apuñalamiento masivo.

Además, ha destacado que gran parte de la desinformación apuntaba a un grupo de migrantes senegaleses que viven en Mocejón. "Han venido a por un futuro mejor y están integrándose en el pueblo", ha defendido Sánchez, que ha lamentado que los acosadores intentaran "vender una idea del pueblo que no es".

Finalmente, los agentes detuvieron al presunto asesino, un vecino del pueblo que confesó el crimen en su primera declaración. Posteriormente, el juez le imputó por asesinato de forma provisional, decretando para él prisión provisional comunicada sin fianza. "Gracias por todo el apoyo. Lo único que hice fue pedir respeto y no criminalizar a nadie por su raza. Teníamos información que no podíamos dar", escribió Sánchez en su cuenta de X, donde recalcó que los familiares de Mateo querían "justicia, no venganza"*

Las palabras no son exageradas. Ese deseo de violencia no es algo marginal sino una forma de canalizar la frustración, el odio, etc. que se produce en una sociedad sometida a tensión constante. Tenemos la creencia que todas estas cosas son independientes. No lo son. Se ha llamado de muchas formas, se ha teorizado con diversa fortuna, pero lo cierto es que esto que podemos llamar, a falta de un término mejor, "clima social", está enrarecido y llevamos una época en que el destino de los problemas no es el diálogo racional, sino en enfrentamiento continuo y su final es la violencia callejera. Eso lo vemos en aquellos países, como Estados Unidos, o el citado caso de Reino Unido.

El racismo vende violencia y consigue poder, como vemos en Alemania o Francia. Se introduce en las mentes y en las urnas. Lo ocurrido en el pueblo de Mocejón es una muestra de lo positivo, la resistencia valiente a dejarse arrastrar por el odio racista, y lo negativo, el intento de generar violencia que permita afianzarse en los vínculos de estos grupos que van ganando espacio y poder.

¿Quiénes se benefician? Evidentemente los teóricos de una sociedad débil que necesita de mano dura para evitar los males que vienen del "exterior", los que creen en unos "pueblos" elegidos para la gloria por Dios o la Historia y deben mantenerse "puros" evitando las "contaminaciones".

El efecto de la manipulación sobre esta sociedad tecnológica e inculta, convertida en mercado, es claro. Mientras se avanza en unos campos, se retrocede en otros. Es una sociedad que necesita culpables para sus males, cuando es en ella misma donde habría que mirar a fondo.

Hay un hueco entre los "hechos" y la "verdad de los hechos", el momento en que ya sabemos qué ha ocurrido, que es aprovechado para los bulos, la difamación, las mentiras. Es ese tiempo de incertidumbre en el que todo es especulación, el momento en el que es posible decir cualquier cosa. Es cuando aprovechan los intoxicadores para lanzar sus mensajes de odio. Después, las verdades de los hechos tienen que remontar ese torrente de falsedades lanzado previamente.

El portavoz de la familia, Asell Sánchez, ha dado un ejemplo de valor al enfrentarse, arriesgando mucho. Ese valor es el de los principios, algo que no muchos tienen y que es necesario recordar para asegurar la convivencia hacia un futuro más inclusivo, acorde con lo que estamos viendo.

Es necesario cuidar los mensajes en los medios, lo que se hace llegar a la gente porque a todo lo que se pueda se le dará la vuelta llevándolo a los mensajes de odio. Más allá de la ley y su lentitud, los medios son los únicos que comparten velocidad con ellos y pueden neutralizarlos en parte. Los medios se han visto transformados; ya no solo buscan la verdad, sino que gran parte de su trabajo es evitar la difusión de las mentiras. 

Tengamos cuidado en cómo contamos las cosas. 

El Debate 20/08/2024

* "El portavoz de la familia de Mocejón, ante los discursos de odio en redes: "Querían que la calle ardiera"" RTVE.es 20/09/2024 https://www.rtve.es/noticias/20240920/portavoz-mocejon-discursos-odio-redes-peligroso-intentan-difundir/16253897.shtml

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