domingo, 22 de septiembre de 2024

La ilógica de la guerra

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Hay quien dice que toda guerra es absurda. En absoluto. Las hay más absurdas unas que otras. Pero las más absurdas de todas son las que nadie puede ganar. Eso es lo que ocurre con la guerra de Gaza o ya guerra en Oriente Medio. Hemos escuchado a las potencias internacionales el temor a una "escalada"; es un tópico que no hace sino ocultar un hecho: nadie va a ganar, nadie se va a rendir. La guerra de Oriente Medio no es una "guerra" sino algo más amplio, con un origen histórico que sigue ahí desde hace décadas: el rechazo a Israel o si se prefiere otra versión de lo mismo, la incapacidad de Israel de llevar una política de "buena vecindad" con su vecinos.

Podemos enfocar la guerra actual como "una respuesta" de Israel a una agresión, pero eso solo tiene sentido en un marco mucho más amplio en el cada cual puede tener su "causa", lo que no quita a que todo ello carezca de sentido de un final.

Toda guerra que no tiene un objetivo definido está condenada a ser un capítulo de una historia sin fin. ¿Qué objetivo tenía el secuestro de rehenes por parte de Hamás en la incursión? Evidentemente no era un fin sino un medio, algo para conseguir ¿qué? A la vista de los resultados, nada.

Cada acción que Israel realiza, por su parte, no sirve de nada, por muy eficaces que sean en su apariencia. Con cada muerto que causa, crea decenas de nuevos aspirantes a soldados, terroristas, etc. contra Israel. Netanyahu está dejando un futuro minado. No puede exterminar el mundo que le rodea y cuya enemistad aumenta ante sus acciones.

Pueden, esos sí, destruir "infraestructuras", pero estas serán rehechas en poco tiempo y volveremos a lo mismo. Israel puede seguir, como de hecho hace, las estrategias rusas de dominación, desplazamiento y ocupación, una táctica de los imperios que sirvió a Rusia a tener el tamaño que ahora tiene y, sin embargo, querer siempre más, como nos muestra la guerra en Ucrania.

Pese a la retórica de los discursos históricos, todo estado es creación de los seres humanos. Y si hay un lugar que lo ejemplifique a la perfección es Oriente Medio, con especial claridad en la creación del Estado de Israel. Todo se hizo artificialmente para fijar límites geográficos ante lo que habían sido colonias occidentales. Después llegó Israel. Hubo que hacerle sitio y las necesidades espaciales del "pueblo elegido" exigían un espacio mítico.

El conflicto iba a estallar entre las tres religiones monoteístas y sus divisiones. ¿Qué significa si no esas fuerzas "pro iraníes" (es decir, de la rama chií del islam) que están asentadas alrededor de Israel o que atacan desde Yemen?

Lo que pueda ocupar Israel, aquellos terrenos sobre los que construyan los colonos, no es más que una versión de la vieja y siempre actual estrategia rusa, "invade y ocupa". Lo vemos en Ucrania, en Crimea, en Kaliningrado. Lo hagas en nombre de la "Santa Rusia", de la "religión verdadera" o del "pueblo elegido" no son más que las excusas movilizadoras.

Pero esto lleva a una estrategia de ocupación sin fin. Cuanto más crecen las fronteras son más débiles, más difíciles de atender. Necesitas de esos países títeres que te sirvan de barrera defensiva, que te cubran las espaldas, como la dictadura bielorrusa. Israel tendrá que ocupar zonas del Líbano de seguir esa fórmula defensiva, creando una zona de riesgo continuo de conflicto, pero cada vez más alejada de cualquier arreglo de paz.

Lo peor de esta guerra es que no encuentra salidas más allá de su propia lógica y esta es incompatible. La rusa no le vale a Ucrania y viceversa; la israelí no le vale tampoco a la islamista y viceversa.

¿Qué se puede hacer ante una lógica sin salida, ante una escalada hacia la nada? Se nos dice que las guerras son "irracionales", pero la realidad es que aspiran a conseguir algo. ¿Qué hacer cuando también sus aspiraciones son irracionales? No hay nada más que destrucción. El aviso norteamericano sobre "no dejar de apoyar nunca" a Israel no es precisamente una "ayuda", pues se suma a la irracionalidad y le puede costar una confrontación con su propia ciudadanía.

Estos conflictos, como algunos juegos de mesa, acaban con la vuelta a la casilla de salida, es decir, a la anterior posición, a la que tenían cuando empezó en su última fase. Algunos hablan de "desgaste", pero ¿qué significa eso? ¿Cómo se pueden contabilizar las vidas humanas de esa forma?

En otro plano, Israel ha pasado de "víctima tradicional" a "villano activo"; su idea de "defensa preventiva" no es demasiado admisible y las protestas ciudadanas en su propia casa nos muestran que no le importan demasiado los rehenes, que su objetivo es otro. Se ha desentendido de la causa inicial y parece intentar una especie de compensación con el número de muertos civiles del otro lado. ¡Un absurdo cruel y sin fin lógico!

Las guerras de desgaste son terriblemente crueles y sangrientas porque solo buscan el daño al otro y lo pagan muchos que no tienen mucho que ver (civiles). Como no tiene objetivo posible que conquistar, dependen del surgimiento de algún "límite", algo que no aparece por el momento. Nadie va a ceder nada, lo que sería interpretado como una muestra de debilidad.

Cuando mueran todos los rehenes ¿tendrá sentido la guerra? Pasará, claro está, a un nivel distinto, a una retórica diferente. ¿Habrá algún punto en el que se considere "acabada"? Lo dudo.

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