Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Ya no
sé si lo que no entiendo es la política... o el amor. O ambas cosas. Creo que
nos alejamos del "clasicismo" y su separación nítida de géneros para
adentrarnos en un oscuro bosque donde rige la ley de la jungla, el darwinismo
político-sentimental, donde todo vale como ataque, como defensa.
Tenía
mis esperanzas en que la campaña europea nos llevara a hablar de Europa, pero
¡qué ingenuidad la mía! Esta política de yugulares que practicamos ¡ha olvidado
tantas cosas! En especial a los españoles y sus problemas, ahora a Europa que
tiene los suyos y no son pequeños.
Mientras
las cifras nos aseguran que uno de cada cuatro españoles está expuesto al
riesgo de pobreza y exclusión, mientras se nos dice sobre el grave aumento de
las enfermedades mentales, mientras las comunidades se sublevan en las calles denunciando
en las calles un modelo masivo de turismo basado en la especulación y que te
impide vivir una casa que estará destinada al turista que la pague, mientras la
inestabilidad del empleo y su baja calidad hace ver al que estudia una amenaza
"sobrecualificada"... y toda una larga cadenas de problemas reales,
tangibles, visibles, constantes, crecientes, nuestros políticos (a falta de otro
nombre) se recrean en problemas y contra problemas, en rasgados de vestiduras y
gestos hacia la galería.
La
política española hoy, asistida por los medios que ven en ella su existencia,
es un río en el que te introduces "moderado" y del que sales chorreando
malos hábitos. Este desastre, además, provoca un "efecto llamada"
para los peores, que ven en la política impunidad y narcisismo, y un
"efecto rechazo" para los mejores, a los que les horroriza lo que
ven, el espectáculo bochornoso que se ofrece, un espectáculo de egos, de
intereses y de connivencia en muchos casos con aquellos a los que deberían
meter en cintura.
No sé
si Pedro Sánchez está muy enamorado ni me importa; no sé si las cartas las escribe
él o si tiene un Cyrano de turno. No sé tampoco si reflexiona en el tiempo que
se marca para hacerlo o si se dedica al bridge o a cualquier otro juego de
cartas cuando está encerrado ni me importa.
Cuando
empezó el culebrón amoroso advertimos del error de decir querer proteger a la
amada... ¡poniéndola en primer término! El "Pedro enamorado" es el
peor estratega o el peor asesorado. Lo entendió muy bien Vox y, de local, el
asunto saltó a las relaciones internacionales, como el argentino Milei entendió
rápidamente y puso en el centro de sus ataques.
Sánchez se puso su propia diana al pecho, su esposa. Ya lo resolverán en
casa.
El
universo, que no entiende de razones amorosas (y menos si es Sánchez quien las
explica), empezó a urdir conspiraciones de todo tipo repitiendo el "big
Bang" en un nuevo modelo, "La Gran Máquina del Fango". Según
este modelo de expansión, la GMF es la que hace que el universo político se
expanda. ¿Habrá un momento en el que el modelo se invierta y pase a encogerse?
Es probable.
Hoy la
prensa nos muestra a la pareja de la mano en mítines y saraos políticos
mientras se suceden las acciones
conspirativas judiciales de todo calado con el fin de aguarle la exitosa
campaña europea.
Parecía
que la política española no podía ser más castiza;
ahora sabemos ya puede ser paleta y personal, que nos pide que votemos por Europa
en mente y por Sánchez y su esposa en el corazón.
Sánchez
se equivoca con su estrategia. No lo digo desde el punto de vista político
—¡allá él!—. Poner a su esposa en primer término, agitarla frente a los lobos
nacionales e internacionales no es sensato por motivos obvios que vemos cada
día. Pero le da igual o es inmensamente tonto.
¡Por favor, hablen de Europa! ¡Solo queda unas pocas horas! Sí, hablen de esa Europa que tiene una guerra al este; de una Europa con serios, muy serios problemas. Hablen de esa Europa en la que ascienden los antieuropeos, que se puede romper por los nacionalismos extremos empeñados en dinamitarla; hablen de los problemas de las migraciones irregulares y de cómo resolverlo, de los problemas de su economía, del campo, de la manipulación desde el Kremlin... de tantas y tantas cosas de las que es necesario hablar, proponer soluciones, líneas alternativas, futuros posibles.
Durante
años se tenía la creencia de que a los políticos que habían perdido su poder
interior se les enviaba a Europa, que era como un exilio. Hoy no nos podemos
permitir eso. No podemos seguir hablando de lo
mismo. No puede ser el centro del discurso del gobierno y de la oposición
como si no hubiera otros problemas reales.
Dirán algunos que el "problema" es esencialmente "político". Por eso comencé diciendo que ya no entiendo esta "política"... ni este amor.
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