Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El
problema de los trenes que no caben por los túneles no es nada en comparación
con el problema ferroviario creado en Madrid por las obras que se realizan en
la importante estación de Chamartín, un auténtico súper nudo de comunicaciones,
con una duración prevista de diez meses, hasta diciembre. Los caos a todas
horas, las carreras de unas vías a otras, entrechocándose los pasajeros que
suben y bajan con peligro físico una estrechas escaleras —con bicis, maletas,
patinetes, coches de bebé...— y nerviosismo crecientes.
Ayer
veía la noticia del incidente público provocado por los retrasos y paros de
trenes en la estación de Atocha, otro centro neurálgico del transporte
madrileño, conexión —al igual que Chamartín— con media España. Desde estas
estaciones salen y llegan no solo los transportes de la península, sino que la
línea de Cercanías, la que une las poblaciones a esa red que recorre la gran capital,
a la que acuden cada día millones de ciudadanos (entre los que me encuentro)
para ir al trabajo, estudiar, etc.
Madrid
tiene un enorme entramado de sistemas de comunicación (trenes, autobuses,
metro...) que tejen una red que los usuarios combinan para desplazarse a través
de la ciudad y de la Comunidad, con salidas y llegadas hacia el aeropuerto que
la une al mundo. Todo esto tiembla y se convierte en un caos por el corte de
una estación previsto para diez meses, no para un par de semanas.
9/02/2023 |
Pese a los esfuerzos de toda una flota de personas (mayormente jóvenes) desplegados por las estaciones para suministrar informaciones, lo que tenemos es un sistema que va al caos, sin posibilidad de concretar lo que se le pide al transporte: regularidad, puntualidad, etc., es decir, la posibilidad de saber cuánto tiempo se va a usar en realizar ese trayecto que se repite cada día y que da tranquilidad. Lo que existe ahora es un sensación caótica que impide saber cuánto se tardará, que acumula miles de personas nerviosas preguntándose unos a otros "¿a dónde va este tren?", si va hasta un destino determinado, si pasa por tal estación, etc. Se produce un caos que se intensificará cada día creando, además, una ansiedad que acabará estallando, tal como recogen lo ocurrido en la estación de Atocha:
En El
Confidencial se nos relataba el incidente:
La mayoría de las líneas de Cercanías de
Madrid se han visto afectadas por una avería en Atocha y el caos se
ha incrementado por las obras y el corte del túnel entre Sol y Chamartín. El
suceso ha ocurrido a las nueve de la mañana, en plena hora punta, y el servicio
no ha recuperado la normalidad hasta la 1 de la tarde, según informó Cercanías
a través de su cuenta de Twitter.
El colapso de las Cercanías, con retenciones en la C-1, C-2, C-3, C-4, C-5, C-7, C-8 y C-10, también ha afectado a los trenes de Media y Larga Distancia. Los trenes más afectados fueron los de origen Aranjuez y Atocha de la C-3 y por ello, los viajeros han tenido que concluir sus recorridos en Villaverde Bajo, teniendo que hacer trasbordo hacia la C-4.
En redes sociales, no dejaban de llegar las
quejas a @CercaniasMadrid. Los usuarios compartían fotos de andenes
desbordados. Además, justo estas aglomeraciones, se producen con el primer día
en el que las mascarillas ya no son obligatorias en el transporte.
Se han registrado multitud de incidentes en varias estaciones. En Atocha, algunos usuarios han golpeado los trenes e increpado a los conductores de los vehículos. Un hombre decidió elevar su protesta bajando a la mitad de las vías, poniendo en riesgo su vida, según informa Telemadrid.*
Hace
algún tiempo, quizá entre tres y cuatro meses, es decir, desde bastante antes
de que empezaran las obras de remodelación de Chamartín, que se estaban
produciendo distintos tipos de incidencias con los horarios, retrasos,
provocados por accidentes o paros de trenes en determinadas líneas, algo que
los propios servicios de megafonía explicaban ante la impaciencia de los
viajeros, que se movían nerviosos con sus teléfonos móviles llamando a decir
que se retrasaban, saliendo de la estación a buscar medios alternativos, etc.
Los
incidentes no han hecho más que comenzar y es previsible que conforme aumente
la indignación vaya a más, como ya ha ocurrido en Atocha y se nos contaba en el
texto de El Confidencial. Este estado de irritación se acaba pagando con los
que tienen un trato directo con el público o simplemente están a la vista. La
capacidad de expresar indignación traduciéndose en actos violentos aumenta
gracias a las posibilidades de interacción (compartir vídeos del caos), la
repetición de los hechos y los efectos que se puedan transmitir por causa de la
complejidad del sistema en su conjunto.
Lo que
ocurre en las redes ferroviarias desvía parte de sus viajeros hacia otros tipos
de transporte. Es probable que empiecen a aumentar los atascos en las
carreteras, lo que afectará a las entradas en Madrid desde la periferias. El
aumento de autobuses, por ejemplo, provocará más atascos junto con el aumento de
coches. Eso, a su vez, generará más caos, más accidentes, más nerviosismo, etc.
No
dejemos de pensar en que esto serán 10 meses, no un par de días. Ya hay protestas a través de los ayuntamientos; pronto las habrá directamente.
Si
mencionábamos la chapuza de los trenes grandes en Asturias y Cantabria y un
retraso de tres años para que se solucione el "problema", es decir,
que lleguen los nuevos trenes, el caso de las obras de Chamartín puede crear un
gigantesco incidente, por así decir, que provoque cada día diferentes
estallidos populares.
Ayer
pude ver la primera de las caídas. Un señor que intentaba subir corriendo las
escaleras cayó y tuvo que ser levantado por las personas. Esas carreras por los
túneles de Chamartín son un gran peligro por la cantidad de personas y la
ausencia de escaleras mecánicas en las galerías subterráneas que conectan la
estación ferroviaria con el metro de Madrid. Lo que es el tráfico normal para
llegar a los andenes se convierte en una carrera de obstáculos desesperada y peligrosa
para todos los que intentan alcanzar el tren.
Otro
mal diseño: los carteles luminosos están colocados sobre las boca de la salidas
a los andenes. Esto implica que la gente se para allí y obstruye la subida y
bajada de las escaleras, que se concentra en esos puntos porque no hay
fiabilidad en las pantallas al cambiarse de unas líneas a otras según el
caótico tráfico, lo que implica bajar corriendo a contracorriente con los que
suben también corriendo, además de que la mayor parte de la gente se concentra
en el mismo punto, otro peligro.
Se
eliminaron los murales con los planos generales de las líneas de los trenes.
Teóricamente como se mira en Internet... Pero lo cierto es que al indicar el
destino y no las estaciones intermedias no existe indicación de por dónde pasa
el tren, por lo que la pregunta "Este tren pasa por X", se la
realizan los viajeros unos a otros, no sabiendo la respuesta la gran mayoría.
Las
máquinas expendedoras de bebidas están situadas en los puntos de acceso, junto
a las escaleras, que es donde se concentra el paso de viajeros. Eso ahora es un
problema porque los andenes están saturados de gente.
Como
señala la información, todo esto hace que se llenen los trenes y que estén
tiempo parados esperando la orden de salida. Esto ocurre precisamente con el
momento de retirada de la obligatoriedad de llevar las mascarillas en el
interior. Mucha gente no se la quita, pero es probable que pronto tengamos
nuevas cifras de contagios de diverso tipo, no solo de la COVID.
Lo
peligroso es que toda esta variedad de situaciones las padecen los mismos. Bajo
la etiqueta de "viajeros" están las mismas personas, que acabarán
estallando y pidiendo, como ya hacen, cambios y responsables. Son las víctimas
diarias.
Telemadrid |
La brillante
campaña publicitaria —"Perdonen las mejoras"— puede hacer perder la
paciencia a aquel que tiene la perspectiva de que le descuenten una y otra vez
dinero de su sueldo por llegar tarde o cualquier otra circunstancia que
modifique la vida diaria y que se verá afectada, en mayor o menor medida, por
lo que supone desplazarse. Diez meses enfadados por conflictos de todo tipo
puede ser demasiado. "Perdonen los cabreos" será la contra
campaña con la que se pueden encontrar en breve. El problema es que ese estado de ánimo es fácil que se vaya de las manos y se traduzca en más violencia.
¿Han
infravalorado lo que significa en términos sistémicos las obras de Chamartín?
Me temo que sí. Lo que ocurre en Chamartín,
no se queda en Chamartín, como aseguran. Los efectos son múltiples y
crecientes. Por lo pronto está dejando a la vista muchas otras carencias,
modificaciones que parecían no tener importancia (como retirar puntos de
información hacer pequeños y distantes los letreros luminosos, etc.) y que
ahora la tienen.
Desgraciadamente, pronto esto irá a más, tal como la paciencia irá a menos. Demasiadas chapuzas que pagan siempre los mismos, que caen sobre las mismas espaldas. Esto es un paso más hacia ese caos de inoperancia, que sentimos que nos rodea. Da igual que sea verdadero o solo una ilusión. Con las ilusiones, en ambos sentidos, se hacen muchas cosas y no todas se pueden controlar cuando se ponen en marcha. No es lo mismo estar enfadado en casa que estarlo en un andén con cientos o miles de personas en estado de irritación. Me temo que pronto lo comprobaremos. La gente levanta las manos para grabar con sus teléfonos el caos... por ahora.
* EC
"Caos en el Cercanías Madrid: golpes a los trenes e insultos a maquinistas
por los retrasos" El Confidencial 8/02/2023
https://www.elconfidencial.com/espana/madrid/2023-02-08/cercanias-madrid-atocha-andenes-aglomeraciones-cortes_3572337/
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