jueves, 29 de diciembre de 2022

Más críticos rusos muertos

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Las noticias sobre muertes de magnates rusos que osan toser al zar Vladimir Putin no dejan de producirse. El diario El Mundo nos informa de la muerte del magnate ruso de las salchichas en un hotel en la India. Las informaciones dicen que amaneció rodeado de botellas de vino y certificaron una parada, señalando las autoridades que estaba muy triste y compungido. El motivo no era otro, nos explican en el diario, que la muerte un par de días antes de otro magnate compañero de viaje, esta vez producida por esas frecuentes caídas de los balcones que aquejan a los que abren la boca para decir que no están de acuerdo con Putin. Todo un clásico.

Para este tipo de muertes, el mundo es un pañuelo. Putin hace buena la expresión "el señor da, el señor quita". El "señor", en este caso, es claramente el presidente. Putin parece especialmente interesado en la vía ejemplar con aquellos a los que considera "ingratos". La peculiar vía para hacerse rico en la Rusia de Vladimir es contar con el visto bueno del jefe. Por ello, cualquier palabra dicha en dirección indebida, cualquier crítica, tiene siempre la misma respuesta: la muerte, estés donde estés. En este caso ha sido la India, pero podría haber sido en cualquier otro lugar. El multimillonario, rey de las salchichas rusas, Antov, se fue a la India a pasar unos días de vacaciones. Su muerte es un gran aviso: contra Putin no hay vacaciones ni distancias. Para ello se tiene que notar el "sello" de la desfachatez. Nadie debe creer ni por un momento que sus muertes son debidas al azar, pese a lo que digan forenses y demás, con pocos deseos de llevar la contraria al poderoso Putin.


El diario El Mundo nos da los datos de muertes de este año:

 

[...] es inevitable recordar que este año ya son varios los oligarcas rusos, algunos de ellos críticos con la invasión de Ucrania, los que han muerto desde que comenzó la guerra. La semana pasada, Alexander Buzakov, jefe de un importante astillero especializado en la construcción de submarinos, murió repentinamente sin que las autoridades rusas hayan dado a conocer la causa de la muerte.

En septiembre, el presidente de la petrolera rusa Lukoil, Ravil Maganov, murió al caer misteriosamente de una ventana de un hospital de Moscú, donde estaba recibiendo tratamiento después de sufrir un paro cardíaco. En las primeras semanas de la invasión, Lukoil fue noticia como el único productor de petróleo ruso que pidió el fin de la guerra en Ucrania. Otro alto directivo de Lukoil, Alexander Subbotin, fue encontrado muerto en mayo cerca de Moscú en mayo después, según la agencia rusa TASS, de haber visitado a un chamán.

De vuelta a septiembre, Anatoly Gerashchenko, ex rector del Instituto de Aviación de Moscú, murió en un accidente no especificado. Ahogado cerca del cabo Ignatyev, en la ciudad de Vladivostok, apareció Ivan Pechorin, quien fuera el máximo responsable de la Corporación para el Desarrollo del Lejano Oriente y el Ártico.

No hay que olvidarse tampoco de Sergey Protosenya, ex alto directivo del gigante del gas Novatek, que fue encontrado en abril ahorcado en su villa de Lloret de Mar, en Girona. Su cuerpo apareció junto al de su esposa y su hija de 18 años. Los Mossos señalaron entonces que la principal hipótesis con la que trabajaban era la de un crimen machista. Aunque poco después, el hijo de Protosenya aseguró que su padre también fue asesinado.*


 

Un amplio repertorio de formas y un mismo punto de encuentro: las críticas a Putin. Cuando se producen fuera de Rusia hay que disimular un poco, dejar algo de margen; pero cuando se trata de Rusia, el descaro es total porque nadie va a exigir explicaciones sobre algo que tienen muy claro.

Es importante el descaro porque es el signo del verdadero poder, el que no tiene que dar explicaciones. Un poder que da o al que se le exigen explicaciones no es un verdadero poder, al menos en el sentido absoluto que Putin considera que debe tener. Eso lo tienen claro todos los tratadistas políticos. Empiezas dando explicaciones y acabas con la cabeza en una pica en la plaza. ¡Nada más lejos de sus intenciones! Putin invierte el proceso: comienzas criticando una invasión y acabas desaparecido o muerto tras caerte por un balcón, puente o cualquier otra altura respetable.

La distancia rusa es cada vez mayor. Putin está haciendo un ejercicio claro de poder absoluto. La invasión de Ucrania, la propaganda, etc. son manifestaciones de un autócrata clásico. Y a todo autócrata le llega su San Martín; es cuestión de tiempo.

Esa distancia es la que ha hecho que las cadenas de tiendas, otros negocios y los inversores se hayan ido de Rusia. Saben que en un país en el que se cae por las ventanas con tanta facilidad, donde los negocios pasan todos por el jefe y sus acólitos directos.

Los medios hablan del "hotel de la muerte", lo que no deja de ser un despropósito, pues no se trata de ningún hotel "encantado". La "muerte" viene de lejos, de ciertos despachos donde se decide quién vive y quién muere. Dos muertes en un mismo hotel no es "fatalidad" ni "maldición", sino la mano de hierro que decide en el Kremlin. Otros hablan de "muerte inusual", lo que desgraciadamente, muerto a muerto, va dejando de serlo. Ni siquiera son "verdaderos opositores", pero una crítica discreta tampoco se perdona. Putin no quiere grietas en el sistema.

¿Querrá alguien hacer negocios en/con Rusia en este estado corrupto y criminal absoluto? Es dudoso que alguien lo haga y los que lo hagan saben lo que les espera: silencio, complicidad y unos pagos de cuotas al poder. 

Las demostraciones de fuerza en Rusia muestran precisamente el inicio del fin. Putin no ha sabido crear una sociedad "sana" y eso se ve en sus métodos y en los silencios cómplices de los que miran hacia otro lado. Rusia, pues, se aleja a enorme velocidad del mundo civilizado y democrático. Nada de lo que haga conseguirá borrar el triste retrato que, pincelada a pincelada, nos dejan del país.  

* Lucas de la Cal "La misteriosa caída mortal desde un tercer piso en India del magnate ruso de las salchichas" El Mundo 28/12/2022 https://www.elmundo.es/internacional/2022/12/28/63ac162b21efa04c548b457c.html

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