Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La
guerra de Ucrania es extraña. Lo es más cada día. Se suele decir que las
guerras se sabe cómo empiezan y que no se sabe cómo acaban. Esta guerra no se
sabe qué objetivos tiene, por lo que es difícil que se sepa cómo puede darse
por terminada.
Rusia,
que es quien comenzó esto, no quiere llamarlo "guerra", sino "operación
especial", algo que no se sabe qué es. Pero no se puede terminar lo que no
se sabe qué es. ¿Cómo saber cuándo ha terminado?
La
teoría es que Rusia acudió en ayuda de sus hermanos oprimidos, las repúblicas
separatistas del Este de Ucrania. Pero pronto se vio que eso no estaba claro,
por más que Rusia las haya reconocido y algún que otro país amigo de Rusia,
como Corea del Norte o Siria, lo que no es mucho.
El 22
de febrero, la BBC decía respecto a la zona invadida por Rusia:
En esta zona se encuentran las regiones de
Donetsk y Luhansk, que han sido el campo de batalla de una guerra entre
combatientes pro-rusos y el ejército ucraniano desde 2014.
Se estima que unas 14.000 personas han muerto
por este conflicto desde entonces.
Rusia justifica ahora su intervención militar
diciendo que los líderes separatistas de las regiones rebeldes le pidieron al
Kremlin que enviara tropas rusas a sus territorios alegando que son atacados
por Ucrania. Las autoridades de Kiev consideran infundado tal argumento.*
El
mecanismo ruso se basa en la construcción de un absurdo a la fuerza. Crea el
problema y luego va a solucionarlo. Las doctrinas de "hermanamiento" con
los que hablan ruso es puramente decimonónico y es lo mismo que la Alemania
nazi utilizó para invadir los países próximos donde se hablaba alemán. Es la
doctrina romántico-nacionalista de la sangre, la lengua y el territorio.
Ahora
Ucrania acaba de anunciar que ha reconquistado 3.000 kilómetros cuadrados de la
superficie invadida. También se escuchaban en los telediarios comentarios sobre
el descontento con Putin en la propia Rusia. Más allá de los magnates que
saltan por las ventanas y se estrellan contra el suelo, parece (lo extraño
sería que no lo hubiera) descontento con el Kremlin.
Es evidente que las cosas no están saliendo como quería. Dos son los factores esenciales. El primero, la feroz resistencia de los ucranianos. Esto es muy importante porque hace que las conquistas que pueda hacer Putin no las pueda "disfrutar" nunca. El quintacolumnismo está garantizado. La guerra, como le ocurrió a Estados Unidos en Vietnam, nunca se acaba, sería una sangría permanente e inesperada, un no poder darse la vuelta nunca.
El
segundo factor es el apoyo de occidente, que ha querido quebrar con todo tipo
de argucias, especialmente económicas. Pero resulta que quien está padeciendo
estas sanciones son los "amigos", es decir, todos aquellos que se han
hecho millonarios a la sombra de Putin. La guerra la sufren los soldados que
son reclutados y enviados a una matanza, emboscada tras emboscada, mina tras
mina... y el bolsillo de los oligarcas, que se ven sancionados, con sus yates y
palacios incautados por toda Europa, incluida España. Resulta evidente que a
los oligarcas les va más los paraísos no rusos, lugares donde poder estar
tranquilos y bronceados. Las sanciones les están haciendo daño y Putin ya les
mira de reojo, con recelo. Las caídas y muertes que padecen, lo manifiestan
claramente.
Sea cual fuere el plan inicial de Putin, está claro que se está prolongando más de la cuenta y que no hay salida. Pero la cuestión clave es la siguiente: ¿puede perder Rusia una guerra, se lo puede permitir aunque no sepa dónde se ha metido?
Lo más
temible es que, muy presionado, Putin decida realizar algún tipo de movimiento
que no tenga marcha atrás. Putin se ha deshecho de cualquier tipo de oposición
organizada. Solo hay putinismo, que es del género adulador, pero temeroso, como
estamos viendo.
Cuando
planteábamos cuál era el sentido de esta "guerra no declarada", indicábamos que
sin objetivos no puede haber victoria, aunque salgan a desfilar y saquen las banderas. El reconocimiento de las repúblicas y su
admisión bajo la sombra rusa no se han mostrado suficientes y Ucrania, lejos de
rendirse, se ha enfrentado a Rusia con todo lo que ha encontrado a mano. Las
reivindicaciones ucranianas son volver al mismo punto que el día anterior a la
invasión, algo que dejaría a Putin en evidencia ante su pueblo y la comunidad internacional. Sabe que si se
le ve como un perdedor no durará mucho vivo. Los dictadores tienen que
mostrarse invencibles porque, como machos alfa, cualquier debilidad hace que los
que le rodean se lancen contra ellos. Por eso es de temer un golpe de fuerza, una
acción que haga ver que no le tiembla la mano, que los oligarcas seguirán
cayendo por las ventanas o desayunando polonio el tiempo que haga falta.
Rusia y Ucrania son vecinos. Estados Unidos se retiró de Vietnam, de Afganistán, que estaban lejos. Pero Rusia y Ucrania no están lejos, lo que complica mucho las cosas para el futuro. Están condenados a estar cada uno de un lado de la frontera, aunque esta se mueva.
*
"Rusia y Ucrania: qué significa el reconocimiento ruso de la independencia
de Donetsk y Luhansk" 22/02/2022
https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-60485517
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