lunes, 10 de enero de 2022

Desinformaciones y lealtades

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)


Vivir en la Sociedad de la Información es también vivir en la sociedad de la desinformación. En un mundo de flujos constantes, de medios híbridos, de "prosumidores", de redes sociales, de algoritmos, de Inteligencia Artificial, de Big-Data, de hackers y retuits, es indudable que nada es inocente, nada se pierde y todo se analiza, que el que primero que tiene una estrategia da dos veces y que nada es, sino tan solo parece. Parecer es ser convincente y ser convincente es seducir detectando lo que los demás quieren escuchar para decírselo como una revelación simultánea.

En un mundo donde el presidente de los Estados Unidos está sentado frente a una cadena de televisión mentirosa y manipuladora mientras lanza tuits valorando las verdades y mentiras al grito de "Fake news!", no solo importa la verdad —siempre sobrevalorada— sino la administración de palabras y silencios conforme a una estrategia definida mediante la fijación de objetivos, la evaluación de riesgos de cada decisión y la distribución adecuada de información. Podemos soñar con otro mundo, pero esta es la realidad.

El diario ABC publica un artículo titulado "El Gobierno ocultó información clave que hizo percibir el riesgo real del Covid solo a partir del 8-M", firmado por Josefina G. Stegmann, donde da cuenta de la publicación  de una investigación, firmada por varios investigadores españoles en el 'International Journal of Communication' de un estudio sobre la información sobre el Covid en España: 

Un estudio ha analizado por primera vez la percepción del riesgo del Covid, al inicio de la pandemia en España por parte de la opinión pública, concretamente medios de comunicación y redes sociales usando el Día Internacional de la Mujer (8-M) de 2020 como punto de inflexión. «Como se ha conocido posteriormente, el 8-M en España presentaba un escenario informativo asimétrico, donde el Gobierno tenía registros relevantes que la opinión pública y la prensa desconocían», señalan los autores en sus conclusiones.

El informe ha sido publicado en 'International Journal of Communication', una prestigiosa revista fundada por el exministro de Universidades, Manuel Castells y editada por la University of Southern California.

Los catedráticos de Comunicación Audiovisual y Publicidad de la Universidad de Alicante y de Economía Aplicada en la Rey Juan Carlos, Marta Martín Llaguno (autora principal del estudio) y Jorge Sainz, respectivamente, indagan en lo que ellos denominan el «alarmante descubrimiento» del Covid siendo el 8 de marzo la fecha a partir de la cual se produce dicho hallazgo.

«El escenario de incertidumbre en España en torno a la primera quincena de marzo presenta un experimento natural para explorar cómo la ocultación de mensajes importantes afecta a las redes y medios de comunicación, a la transmisión de información y a la valoración de un riesgo colectivo. En menos de 15 días se produjo un cambio brusco en las estrategias epidemiológicas y de comunicación de las autoridades políticas, que pasaron de negar y minimizar el Covid como riesgo sanitario a tener que informar del establecimiento de un estado de alarma».

 


Las conclusiones no son nuevas y vienen a insistir en una idea que ya ha sido motivo de enfrentamientos políticos: en España no se le dio importancia al COVID hasta que se celebraron las grandes manifestaciones del Día de la Mujer, que es lo que representa el "8 de marzo", manifestación-insignia del gobierno del momento.

Toda historia se interpreta hacia atrás. La ironía de todo presente es que siempre será juzgado por lo que ocurra después. Esa es la servidumbre del que toma decisiones. Pero esta cuestión, que afecta a todos, se oscurece si se descubre que la decisión que se tomó se hizo contra lo evidente, que quedó oculto por el silencio interesado.

Decir que el gobierno ralentizó la información sobre la peligrosidad del COVID para no tener que suspender las marchas, que contaron con la presencia de las ministras del gobierno se ha ido convirtiendo en una acusación más grave conforme se iban acumulando en las semanas posteriores miles de muertos.

Visto desde hoy, aquellas marchas no se debían haber celebrado. La idea del estudio, que aporta sus análisis de las variaciones informativas desde la discreción previa a la avalancha de información tras el 8-M, es que la información se "controló" para que la marcha no se percibiera como un peligro y asegurarse la asistencia.

Señalan los autores del texto y es recogido por el diario:

 

«Nuestro objetivo no ha sido el de juzgar la gestión de la pandemia, pero sí la gestión del mensaje público. La conclusión es que esta que ha sido no mala, sino pésima. Los bandazos entre minimización del riesgo y su posterior revelación han polarizado a la opinión, generado incertidumbre y minando la confianza. Este error, después de dos años y cinco olas se sigue cometiendo», explica Llaguno.* 

Por encima de las luchas políticas partidistas, lo relevante es precisamente la posibilidad de una información no controlada en sus flujos, cuya finalidad es mover a la opinión pública, presentar una imagen determinada y obtener finalmente un rédito electoral traduciendo opinión en votos que aseguren el mantenimiento o consecución del poder. Todo esto pasa hoy por la información, con lo que las fuentes, la agenda y la circulación pasan a ser determinantes. Quién informa, de qué nos habla y a cuántos llegamos, resume la nueva doctrina de la comunicación.


Todo esto lleva a la percepción distorsionada, híper política, de la ciudadanía, un cuerpo social sometido a un régimen de violentas duchas frías informativas desde todos los ángulos y sectores.

Desde la perspectiva de la comunicación política, somos el poblado que se bombardea con el napalm de la información, intentando captar primero nuestra atención, para después seducirnos con los argumentos convincentes que deseamos escuchar.

La pregunta sobre el "8-M" forma parte de la secuencia continua del debate político. Analizarlo está bien, por supuesto, pero hay que ir más allá para alcanzar algún sentido sobre lo que significa para las sociedades democráticas hoy, en las quela polarización anula las posibilidades de diálogo político y la convivencia ciudadana, a la que se lleva a la aceptación de visiones conflictivas de la realidad.

De nuevo lo que está ocurriendo en la sociedad norteamericana debería servirnos de ejemplo de lo que puede ocurrir cuando el cuerpo social es bombardeado con visiones alternativas de la realidad, que deja de oscilar dentro de márgenes aceptables, para rechinar sus instituciones ante visiones incompatibles y en conflicto, que es a lo que Trump les ha llevado, sacando su propio rédito político.

Si el gobierno español disponía de información suficiente sobre la situación real de la pandemia que hubieran desaconsejado la celebración de los actos, acabará saliendo a la luz y estallando en las manos de quienes lo hicieron. Pero, al margen de esto, debemos reflexionar sobre las guerras informativas de fondo, sobre lo que suponen de desgaste institucional y social.


Toda sociedad que prefiere las mentiras y las usa lo acaba pagando; toda sociedad que usa los silencios y ocultaciones para hacerse con la aquiescencia de la opinión lo acaba igualmente pagando de una forma u otra. Lo vemos por todo el mundo.

Hemos acabado desarrollando un enfermizo sentido de lo político, que es una mera lucha por el mantenimiento del poder, colectivo o personal. Los políticos evalúan a diario su imagen y sus subidas o bajadas dirigen las próximas acciones que deben realizar, actos que solo tienen sentido por la presencia de una cámara y un fin, causar un efecto determinado para corregir la imagen.


Todo esto crea conflictos y las mentiras pueden llegar a hacer que se asalten las instituciones, como el 6 de enero de 2021 en el Capitolio de los Estados Unidos, asaltado por una masa intoxicada por las mentiras de un presidente incapaz patológicamente de aceptar una derrota electoral. Hoy esa mentira ha crecido y se ha adueñado de millones de personas. Se expulsó al presidente de los Estados Unidos bloqueando sus cuentas en las redes sociales para tratar de cortar la difusión de las mentiras, pero estas son muy persistentes hoy en día. Llegan noticias de que Trump creará su propia red social para difundir sus mentiras.

Urge cambiar la forma de hacer política, especialmente en cómo los políticos perciben a los ciudadanos. El deterioro de las democracias por todo el mundo y el crecimiento de los autoritarismos, de corte populista o personalista, así lo aconsejan. hay que recuperar ilusión, ideas e idealismo y alejarse de este malsano pragmatismo que todo lo justifica con el mantenimiento o la consecución del poder. Los importante deja de ser informar para convertirse el control de la información en el centro. Cuando las democracias usan los métodos de los sistemas autoritarios acaban pareciéndose demasiado. Es peligroso tener políticos que no creen en lo que dicen y hacen lo contrario de lo que pregonan. 

Como muchos mirarán la punta del dedo que señala la luna, me imagino que las discusiones vendrán sobre el papel de Manuel Castells, fundador de la revista y ministro que recientemente presentó su dimisión por problemas de salud. Su nombre, visible en la cabecera, será considerado "deslealtad" (palabra de moda)  enfadará a más  de uno. 

Así va el mundo. 

 

 

* Josefina G. Stegmann "El Gobierno ocultó información clave que hizo percibir el riesgo real del Covid solo a partir del 8-M" ABC 10/01/2022 https://www.abc.es/sociedad/abci-gobierno-oculto-informacion-clave-hizo-percibir-riesgo-real-covid-solo-partir-202201100150_noticia.html

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