viernes, 1 de octubre de 2021

La bronca del negacionista conspiranoico

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)


—El otro día me pasó lo que nunca me había pasado —me dijo mi buena amiga quiosquera, la que me guarda los libros coleccionables y las revistas mensuales, además de surtirme de conversación en mi aislamiento—. Se me acercó un señor que vio la mampara cuando vino a pagar y me dijo "¡Muy protegida está usted!", Yo no le dije nada, pero cuando vio cómo me echaba el gel después de guardar el dinero, como hago siempre, empezó a pegar gritos, a decir "¡todo esto es un engaño! ¡Nos estáis engañando para controlarnos!..." y de todo. Y me asusté.

—Pues cuidado —le dije— porque estos paranoicos son cada vez más agresivos. Cada vez están más aislados y se sienten presionados. Viven dentro de su burbuja y todo lo que les deje en evidencia lo ven como una ataque. ¡Cuidado porque ese vuelve! Son cada vez más violentos y si les dices algo, se revuelven. ¡Cuidado!

—Ya, sí, miedo medió con la que formó.

—Pues díselo al de seguridad, que se quede con su cara, porque este te monta otra cuando vuelva.

—¡Ya le digo!



Me quedé preocupado porque esta gente es rara y solo busca la forma y ocasión de demostrarlo. Se pasan el día rumiando y, como la realidad les acorrala, no esperaras que puedan reventar ante tus mismas narices por cualquier tontería, pero que para ellos es el centro de su vida, donde no dejan de dar vueltas cada hora que pasa. Por decirlo así, viven en su propio universo conspirativo, un mundo oscuro lleno de obsesiones.

No son una creación del coronavirus. En realidad, nunca han sido normales, sino que han vivido de una forma u otra esta forma obsesiva y negativa de vivir. Por eso son terreno abonado. Hace unos días, cuando el volcán de La Palma estalló, hubo algunos que exclamaron "¡nada es casual!" tratando de conectar "lo nuevo" con lo "viejo". No es sencilla esta reconfiguración de sus mapas mentales para meter los volcanes, pero seguro que lo consiguen forzando cada vez más la lógica y encadenando supuestos, mitos y obsesiones.

En estos días ha circulado por la prensa, llegada de Estados Unidos, sobre el jugador de la NBA que ve en el pinchazo de las vacunas una conspiración para meter un chip con las agujas y conectar a los afroamericanos a un ordenador central. ¡De ahí salía un argumentazo que ni a Ian Fleming se le hubiera pasado por la cabeza! ¡Ni Spectra da para tanto! Pero en las mentes de estas personas siempre hay una organización malévola Spectra, un sentido escondido en todo lo que pasa, ya sea divino o humano. Hemos sustituido el "plan divino" por el "plan oculto". Las redes sociales mantienen el contacto entre ellos y podemos elegir por la web nuestra conspiración favorita a la que sumarnos como adeptos. Cada una de ellas incluye una visión del mundo, del universo podríamos decir, con sus propias reglas y explicaciones.



Las maravillas del mundo antiguo hicieron florecer teorías conspirativas. Ante la imposibilidad de entender cómo las hicieron se creó la idea de una comunidad escondida se sabios, básicamente en Egipto, que se seguían transmitiendo saberes de forma oculta, de tal manera que solo ellos sabrían, en sus pequeñas comunidades mundiales, la verdad de todo. Pero una cosa es una pirámide y otra los virus y, especialmente, los volcanes, que son difíciles de asesorar.

Responsables de todas estas teorías están las propias especulaciones sembradas desde el principio por la administración Trump con lo del "virus chino" y tratar de hacer pagar la factura del gasto a China. Ninguna investigación ha logrado demostrar que hubiera salido de un laboratorio. China, incluso, decidió devolverle las acusaciones a los Estados Unidos difundiendo, en clara competencia, la idea de que habían salido de un laboratorio norteamericano o que había sido llevada a China por atletas militares participando en una competición por la zona.

Infolibre

El agresivo comprador de prensa que estalló al ver mamparas y gel no tiene un interés estratégico como los equipos de propaganda internacionales o los medios que juegan a difundir estas cosas. En su mente hay otras cosas.

Conforme desciende la presión del virus gracias a la vacunación, los no vacunados (por diversas causas, temores y obsesiones), se sienten más presionados, atacados en sus fundamentos. Al ser ya muy pocos, no se pueden ocultar bajo la capa de las grandes cantidades de población. Hemos visto historias en las que los anti vacunación influían en sus familias y amistades, pero ahora la tendencia se ha invertido: son ellos los que reciben la presión mayoritariamente. El mundo que les rodea es ahora quien les dice que se vacunen y a ellos les quedan menos espacios en los que esconderse.




No sé si se acabará vacunando; es probable que quede algún núcleo resistente, alguna "pequeña aldea gala" con ganas de echar broncas y dar mamporros a los "romanos" de turno que les parezcan peligrosos para los límites de su mente. Aquí parece que somos muy celosos de que se nos obligue a algo, pero si aparecen casos de brotes ligados claramente a personas no vacunadas, habrá que hacer algo. Por supuesto, todo será una "conspiración" contra ellos e impedir que se sepa la "verdad".

Lo preocupante del caso, este aumento de la agresividad, es que se manifiesta con lo que entienden como una "provocación" (llevar una mascarilla, estar tras una mampara o limpiarse las manos). Habrá que tener cuidado porque estallarán muchas veces con el más débil o aquel que tenga que aguantar sus broncas porque no tenga más remedio. En otros casos, esperemos que pocos, la reacción puede ser peor y es mejor alejarse. ¡Cuidado!




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