Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Pensaba
que lo de la ministra de Sanidad diciendo que había llegado "el día de las
sonrisas" con la retirada de las mascarillas era difícil de superar, pero
siempre queda espacio para la sorpresa. Ha sido otra ministra, esta vez Reyes Maroto,
la de Industria, Comercio y Turismo, la que ha dado la nota ridícula al
desastre de La Palma con sus declaraciones ante el drama que se está viviendo
allí. Es difícil entenderlo si no se viera en ello una tendencia, la resultante
del perfil que se le pide hoy al político o, si se prefiere, el modelo sectorial
de respuesta a lo que sucede.
Tengo
un enorme cariño a la isla de La Palma pues pasé en ella varios veranos
disfrutando de clima, belleza y personas, de la tranquilidad de amaneceres
junto al mar con una caña de pescar o simplemente disfrutando de cada mirada en
los paseos que permite. Mi solidaridad con aquellas personas que lo están
perdiendo todo es la que surge del recuerdo y la visión trágica de ver todo aquello
arrastrado, devorado por lava y llamas camino del mar.
En
RTVE.es nos cuentan las palabras de la Ministra Maroto:
El PP, Ciudadanos y Coalición Canaria han cargado
contra la ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, por
presentar como un "espectáculo maravilloso" y "reclamo"
turístico la erupción del volcán de Cumbre Vieja, pese a la situación de
emergencia para muchos de los habitantes de la isla de La Palma, lo que ha
llevado a la ministra a tener que matizar sus palabras: "Hoy estamos con
los afectados las víctimas, pensando cómo recuperar esa normalidad".
Preguntada sobre la situación del turismo en
Canarias en una entrevista en Canal Sur Radio, la ministra ha dado un mensaje
de "tranquilidad" a los turistas que se encuentren en la isla de La
Palma o vayan a viajar en los próximos días, garantizando "toda la
información". Pero también ha llamado a aprovechar "este espectáculo
tan maravilloso de la naturaleza" para que se convierta en
"reclamo". "Con prudencia, porque ahora mismo lo que nos
preocupa es la seguridad de ciudadanos y turistas", ha apostillado.
"¿Alguien me puede confirmar que la
ministra ha dicho esto mientras cientos de personas pierden todo lo que
tienen?", ha preguntado, en un mensaje publicado en su cuenta de Twitter,
el secretario general del PP, Teodoro García Egea. Su portavoz económico en el
Congreso, Mario Garcés, ha ido más allá reclamando directamente el cese de Maroto.*
¿Cabe
mayor insensibilidad? No sé qué sentido tiene Reyes Maroto de lo que cae dentro
de su ministerio, el turismo, pero es difícil meter la pata más. Son jóvenes y
tienen mucha vida por delante para decir barbaridades.
Más
allá de la barbaridad, insisto, está este perfil de las respuestas que tras la
remodelación del gobierno de Sánchez muestra una tendencia clara en la forma de
respuesta. A falta de soluciones, las respuestas se convierten en promesas de
un futuro feliz. Es el "arte" de dar la vuelta a las cosas lo que se
nos vende en un acto permanente de mercadotecnia política. Se trata de desviar
las mentes del pesimismo que una situación genera e intentar mostrarlo desde un
lado "provechoso". Hoy eres víctima de la desgracia, pero yo te enseño
un lado positivo. Pero la desgracia es la desgracia y al que se le está
quemando la casa la perspectiva de un lado turístico del asunto no solo no le
consuela sino que le indigna y hasta ofende.
Luego está el arte de la matización, en el que ya hay auténticos maestros. Este arte es escurridizo y representa una forma más de manipulación, intentar decirte cómo debes interpretar la barbaridad, la insensibilidad, la ofensa. De nuevo se muestras esas artes dobles de la ofensa gratuita y de la matización imposible, formas con las que se trata de evitar lo que forma parte de la política responsable, el arte de la dimisión.
No recuerdo si alguien ha dimitido por decir tonterías. Las tonterías, en realidad, forman ya parte integral del arte de la política, de su dinámica reducida a comunicación. En una parodia cómico-mediática de Felipe González y José María Aznar, bien reproducidos con ayuda de la tecnología, el uno preguntaba insistentemente al otro "si sabía qué echaba de menos en la política". Tras varios intentos fallidos, la respuesta era los micrófonos, algo que más allá de la broma, es una verdad sólida.
Desde
hace días aparecen en la prensa artículos preguntándose por la aparición de
políticos en las tertulias televisivas, un género barato de rellenar la
programación y mantener vínculos con el poder y con la oposición. Esta nueva
tendencia parece preocupar a los periodistas que ven cómo les ganan terreno
tertuliano y se alteran los límites de la "división de poderes", los
periodistas a un lado y los periodistas en otro.
Nuestros
medios no han logrado, pasados los años, romper la tendencia oficialista a
meter a los políticos dentro de los medios, pero según sus propias reglas. El
periodista era quien preguntaba y el político quien respondía. Esto ha llevado
a unas distorsiones patentes en el flujo de la comunicación: el periodista
tiene preguntas, el político respuestas. Después los roles, según se pertenezca
a gobierno u oposición, determinan las preguntas ("El presidente, ministro/a
ha dicho XXX, ¿qué opina?") y, evidentemente, las respuestas. Todo ello da
lugar a esas curiosas recuperaciones de lo dicho cuando se forma parte del
gobierno o de la oposición, como le acaban de recordar al presidente del
gobierno, Pedro Sánchez: pidió la dimisión del entonces presidente Rajoy cuando
el precio de la luz subió un 8% y ahora no dimite con una subida superior al
200%.
La proliferación de políticos que pasan desde las filas de los partidos a los platós televisivos (casi nunca a los medios escritos, de los que suelen huir) es algo evidente. Les permite hacer lo que mejor saben, hablar y discutir en ese juego interminable. En otro sentido, evitan ser olvidados, el gran problema del político en una sociedad mediática donde un día eres célebre por un exabrupto que se convierte en meme, y al día siguiente solo te suena su cara.
El paso
del ministerio o del escaño al plató es preocupante porque aumenta el grado de
enfrentamiento político —esa falsa teoría del equilibrio en los medios— y sobre
todo extiende su presencia más allá de sus propios escenarios. El político en
activo reclama toda la atención; el político inactivo vive una segunda vida que
le permitirá, cuando renueve su popularidad, regresar al paraíso del que ha
sido expulsado. Según los motivos de la salida, la incorporación a los medios
puede buscar incluso defensa ante los que le pudieran perseguir, ya que tener
un micrófono delante le da un cierto poder y le permite contestar a esa crucial
pregunta "¿qué opina de...?". Si el ex líder político consigue
convertirse en líder mediático o simplemente en voz que es escuchada, eso le
puede dar cierta seguridad ante los enemigos que haya podido dejar a su paso,
que seguro no son pocos. Envidias, recelos y venganzas forman parte de la vida cotidiana
y sonriente de los partidos políticos.
Hay
políticos que han salido de ese mundo y discretamente se han incorporado a su
vida anterior (si es que la tenían). Que los medios les busquen o ellos busquen
a los medios implica un retroceso. Lo que necesita la vida política española es
una mayor presencia "social", por un lado, y profesional por otro. El
periodista que opina de todo se está agotando en los medios audiovisuales,
quizá por eso se incorpora a los políticos.
Toda esa improvisación e incontinencia verbal da lugar a respuestas absurdas, insensibles, como la de ministra Maroto hablando de "turismo" cuando hay que hablar de otra cosa en relación con lo que están viviendo en La Palma. Mucho me temo que el presidente se rodeó de personas de un mismo perfil político en varios ministerios, de un mismo tipo de políticos que se basan en los mismos principios comunicativos.
No necesitamos políticos que nos consuelen con palabras y promesas, con sonrisas y beneficios futuros de la desgracia. Necesitamos políticos que hablen menos y hagan más, a ser posible bien. Desde que los políticos acuñaron el axioma "si piden tu dimisión, es que lo haces bien", es inútil pedir dimisiones, que forman ya parte del juego de los enfrentamientos. Se piden tantas dimisiones que deja de ser efectivo. Las dos fórmulas que quedan son el "cese", que solo se hace como "reforma general", y la dimisión por dignidad, en la que es el propio político el que reconoce su error. Este caso es todavía menos frecuente. Por eso el arte de la matización, del desmentido, del "donde dije digo, digo Diego", forma parte esencial de la formación de los nuevos políticos.
Antes acababan en los consejos de administración de las grandes empresas. Deben estar ya
llenos y ahora son los medios los que los acogen. Un mal paso.
Mi solidaridad de corazón con la isla de La Palma, con todos sus habitantes ante este desastre y esta falta de sensibilidad.
* "Críticas a Reyes Maroto por decir que el "espectáculo maravilloso" del volcán puede servir de "reclamo" turístico" RTVE.es 20/09/2021 https://www.rtve.es/noticias/20210920/criticas-reyes-maroto-espectaculo-palma-reclamo/2172480.shtml
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