Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La CNN nos trae un titular esperado para uno de sus vídeos: "Trump tell-all books have White House on the defensive"* Conforme el tiempo decisivo de la elecciones se acerca, las librerías se ven bombardeadas con la llegada de nuevos títulos con un supervillano de cómic, el presidente —por algún tiempo— Donald Trump. La vida política tiende a ser maniquea, héroe o villano, o en la versión actual en nuestro tiempos mediáticos, súper héroe o súper villano. De querer ser el Capitán América, Donald Trump ha pasado a ser el Thanos de turno, el Lex Luthor político, en versión DC, la competencia.
Los
libros sobre los presidentes son un género, como lo es el "biopic" en
el cine. La enorme diferencia es que Donald Trump, polémico siempre, ha
generado su propia literatura sin esperar a los historiadores. Y es que Trump,
al contrario que las pinturas y algunas figuras históricas, no necesita cierta
distancia para apreciar sus cualidades. Su evaluación es más como la de los
efectos de los destrozos de un terremoto, un tsunami o un incendio forestal que
devore medio país. Sobre la marcha se va calculando lo que va a ser la factura.
La de Donald Trump, nadie lo duda, va a ser millonaria en muchas categorías, en
desunión nacional, descrédito internacional, en vidas humanas.
Creo que Trump es de los pocos presidentes de los Estados Unidos con parodias instantáneas y actores especializados, como Alec Baldwin, en su imitación. Tiene una serie de animación que la realidad supera "Animado presidente" y una colección gráfica de caricaturas difícilmente superable. Sí, Trump es la "musa del diablo", porque no hay duda que ningún dios respetable le mandaría a estimular la creatividad humana.
La
mecánica comercial, el olfato para las ventas, apuntan a que el mejor momento
para sacar nuevo productos literarios sobre Trump es en este periodo
preelectoral, cuando los ánimos están calientes y los espíritus enfadados,
cuando los que estuvieron a su lado necesitan salvar su alma confesando lo que
vieron y escucharon estupefactos. "Padre, perdóneme porque he
pecado..." Y es que Trump se revela como una de esas malas compañías que
te arrastran a la perdición, te lanzan al fango de la vida y del que necesitas
salir confesado para evitar que la Inquisición te mande a la hoguera de la
Historia.
El
retrato poliédrico que nos saldrá de Trump va a ser terrible. Si tenemos en
cuenta las barbaridades que se le escuchan en público, lo que salga del ámbito
privado tiene que ser espeluznante. Si la idea de "en la intimidad"
nos suele mostrar la cara amable y humana de las personas, ¿qué puede salir de
la intimidad de una persona incapaz de empatizar con nadie, incluidos los
niños, que colecciona esposas gracias al dinero —como él mismo presume—,
ignorante en grado sumo sin que le importe y grosero hasta límites
inimaginables? Quizá descubramos con horror que, pese a todo, conocemos la cara
amable de la luna presidencial.
Sobre
Trump han escrito y escribirán desde una actriz porno o aspirantes a reinas de
belleza y concursos televisivos, hasta asesores de seguridad nacional o
comunicación, abogados personales o jefes de staff. Hasta que llegue "Trump,
la biografía definitiva", saldrán miles de libros de los damnificados, los
enfadados los asombrados por lo que vieron, escucharon o padecieron. Trump, finalmente,
estará feliz con todo ello, pues el narcisismo es el eje de su personalidad.
¿Cuánto
pagaría el mundo editorial por las "memorias" de Melania? Nadie
pagaría un dólar por la autobiografía de Trump, que ha ido creando día a día,
pero las memorias de Melania serían el botín del siglo, el santo grial del
memorialismo, dejando sin brillo a los grandes textos del género. No sé si
alguien le ha tentado ya, pero seguro que ella lo ha pensado en más de un
momento. Por ahora, es el sueño de todo editor.
Estos libros que se apilan en las librerías y se convierten en éxitos instantáneos de ventas, han pasado a ser la pesadilla de Donald Trump o, como dice el titular de la CNN, de la Casa Blanca, un juego retórico de sustitución que puede dejar de tener sentido cuando la mitad de los que están ahora a su lado pueden sacar su propio libro.
Las paranoias de Trump le harán temer a cada colaborador como
un posible traidor. Sabemos que es una de sus obsesiones, la lealtad (¡él, que
no es leal a nadie más que a sí mismo!). En su mente ese concepto significa
"acuerdos de confidencialidad", algo difícilmente admisible cuando se
llega la Casa Blanca, donde deberían priorizarse aspecto como la seguridad
nacional (algo que el propio Trump violaba fanfarroneando cuando se reunía con
diplomáticos rusos, como ocurrió en una ocasión). Pero estos acuerdos no son
más que un colchón para evitar que las barbaridades de un Trump incontrolable
salgan a la luz, que sepa de sus malos modos, de su insultante lenguaje sobre
las personas, de su ignorancia. Sabedor de todo ello, Trump ata a las personas
a su alrededor para tratar de evitar tener que reprimirse en privado.
El
rechazo general que se está produciendo estos días entre militares y veterano,
con las familias de los caídos en combate, es por un problema de incontinencia
verbal añadido a su falta de respeto y sensibilidad. La CNN nos mostraba hoy la
indignación de una viuda de militar y veterana ella misma al haber visto
publicada una foto de Trump junto a la tumba de su marido. Los amigos le han
mandado la foto, que ella no había visto, y ha saltado indignada contra la
manipulación y el desprecio hacia los fallecidos.
La
noticia aparecida estos días sobre la contratación de una persona para que finja
ser el ex presidente y darse el gustazo de "despedirle" ("You
're fired!", su frase identificativa en su concurso televisivo El
Aprendiz) ante las cámaras roza el esperpento y hará cuestionarse a unos cuanto
millones de personas la salud mental de la persona que ha estado al mando del
Ejército y custodio del botón nuclear. El vídeo, que ha trascendido ahora
gracias a las informaciones de uno de los libros publicados, el de su ex
abogado y "fixer" (el que le arregla los desastres), Michael Cohen,
se habría realizado en 2013 contratado a una persona que hiciera de Obama para
que aguantara, como en su programa, los improperios y finalmente fuera
"despedido". Obama estaba todavía en la casa Blanca, pero el sentido
del espectáculo y las fantasías personales de Trump necesitaban de este
ceremonial, que debió asustar a los que
lo vieron, limitando su difusión. Ninguna caricatura o parodia de Trump puede
superar a Trump.
Desde
el inicio de la ocupación de la Casa Blanca, hubo que frenar un género que en
Trump tenía un filón, el análisis psiquiátrico. La avalancha de psiquiatras con
deseos incontenibles de explicar al mundo este ejemplo de libro tuvo que ser frenada por las reglas de la ética médica que
impiden que se pueda evaluar sin un reconocimiento, a simple vista. Pero lo que
Trump mostraba era más que suficiente, incluso disponían de un exceso de rasgos
claramente identificables en los manuales de Psiquiatría.
Los aficionados
a este tipo de literatura documental, la historia entre líneas, más allá de los
titulares, se frotan ya las manos ante la competición a ver quién revela los
mayores escándalos, inconveniencias, disparates sobre Donald Trump, el presidente
que superaba la ficción. La venganza es un plato frío y más de uno se habrá
desahogado en casa por la noche escribiendo los agravios del día, lo que tuvo
que aguantar, para tiempos mejores editoriales. ¡Tanto sufrir para no poder
contarlo! ¡No es justo!
Espero que Trump, por el bien de la humanidad y para poder cambiar de tema, pierda las elecciones. Esto no quiere decir que se calle. Es más que probable que siga buscando titulares y hasta que dé giras y mítines como si no hubiera pasado nada. Ya nos da dicho explícitamente que su hija sería una "buena presidenta". No hay como el amor de un padre. Creo que ya hemos tenido bastante de la "familia Trump" (Lágrimas y lágrimas, sería el título del musical). Si es cierto que Dios aprieta pero no ahoga, ya hemos tenido suficiente Trump para ser probada nuestra fe. Ni a Job se le pidió tanto.
El "género Trump", en sus distintas variantes (psicológica, política, sentimental, constitucional...), seguirá dando libros, estudios y supongo que tesis doctorales. Él, por su parte, les insultará y se pondrá a escribir su versión de los hechos para convencer al mundo que ha sido el mejor presidente de los Estados Unidos desde Lincoln, el mejor esposo desde Adán y el mejor padre desde Geppetto.
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