Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
En el diario italiano La
Stampa leo un titular de interés: “Al Sud la criminalità potrebbe ergersi a
difensore del diritto”*. Cita palabras del que fuera ministro del Interior,
Marco Minniti. En artículo de Fabio Martini comienza con la lectura del ex
ministro de un artículo en The Financial Times en el que se dice que ante el negacionismo
del presidente brasileño, Jair Bolsonaro, los grupos criminales que controlan
las vida en las favelas han empezado a imponer ellas las restricciones
manteniendo el orden social. Son los criminales los que se encargan de las
funciones que el estado se niega a cumplir, el aislamiento. El titular que
ofrece La Stampa se refiere al
"sur" de Italia, otro espacio en el que la criminalidad tiene una
presencia y, especialmente, una autoridad social. ¿Se convertirá, como señala
Martini, la Mafia en la garante del derecho, en el mantenimiento del orden con
fuerzas de sanción que el propio estado no cumple o es incapaz de hacer
cumplir? La pregunta no es trivial y apunta a las bases mismas de la sociedad.
Recordemos que la Mafia (Sicilia) y otras organizaciones de este tipo son
también formas de "orden" allí donde el estado fallaba. Cuando el estado se ausenta, el orden surge de las viejas
formas como alternativa a la anarquía, surgen como una forma de protección con
sus reglas. "Hombres de honor" se llamaban los mafiosos.
En el
mismo día, el 29, otro titular de La Stampa recogía "Coronavirus, la nuova
bomba sociale della Sicilia. “Lavoravamo in nero, siamo alla fame”", y nos
conecta con lo expresado por Fabio Martini. Allí donde la normalidad es
paralela a la ley, donde el estado no protege ("trabajamos en negro,
tenemos hambre"), la bomba social puede estallar. La función mafiosa es
evitar que estalle, garantizar ese "orden" que garantiza que la
anarquía no se produzca, algo que perjudicaría a su propio orden. La mafia es
protección.
En el
pasado, la Mafia y el Estado han sido fuerzas en competencia para garantizar su
orden, su eficacia social. Pero ha habido ocasiones en las que han colaborado,
cuando ha estado en riesgo el orden propio, cuando se ha dado una confluencia
de intereses. Martini habla del "derecho", pero quizá
"orden" y "derecho" no tengan el mismo sentido, no
coincidan en sus límites y aplicaciones, en sus garantías. La Mafia garantiza
un orden, sí, pero un orden allí donde falla el propio estado.
Y el
mayor fallo de los estados es la pobreza, la desigualdad extrema. Es allí donde se trabaja
"en negro", como se decía del sur italiano. Pero todos los países tienen
su "sur", sus puntos débiles ´del sistema que ahora, al parar la actividad
económica y social se convierte en un infierno para quien solo tiene un trabajo
desprotegido para sobrevivir. Son las zonas y sectores más desprotegidos los mayores perjudicados
pues no tienen las bolsas de protección para resistir este parón.
La
televisión en España nos muestra también gente que nos dice que su trabajo
está en la calle y en el día a día; son gente sin reservas para la supervivencia. La protección de quien queda desprotegidos porque han estado en el límite es
importante. El aumento de la desigualdad ha sido una tendencia constante en
estos años en la mayor parte del mundo. Hoy lo vemos en la práctica, en mayor o menor medida, emerge frente a nosotros. La enfermedad no distingue, pero la desigualdad sí.
A la Mafia no le interesa el desorden, sino ser otro amo, cubrir las fallas de quien poco recibe. Por eso le preocupa que el desorden social sea incontrolable. La mezcla de miedo, la inseguridad, la carencia de lo elemental es muy peligrosa. Es un barril de pólvora demasiado cerca del fuego.
Pero el concepto de carencia o de necesidad es muy relativo. El día
25, el titular de El Diario era el siguiente "Multimillonarios de EEUU
reclaman la vuelta al trabajo aunque eso suponga que muera gente", y se
nos decía:
Los multimillonarios norteamericanos con
mucho dinero metido en fondos de inversión lo tienen claro: hay que volver al
trabajo cuanto antes y, si eso supone la pérdida de vidas humanas por el
aumento de contagios, ese es un riesgo que hay que asumir. Lloyd Blankfein,
presidente del banco Goldman Sachs hasta 2018, abrió la veda el pasado domingo
con un mensaje en Twitter: "Las medidas extremas para rebajar la curva del
virus son adecuadas durante un tiempo para reducir la carga sobre la
infraestructura sanitaria. Pero destruir la economía, los empleos y la moral es
también un asunto sanitario y afecta a muchas más cosas. Dejemos dentro de unas
pocas semanas que aquellos con bajo riesgo de contraer la enfermedad vuelvan a
trabajar".
Su fortuna alcanza los 1.500 millones de
dólares, según Forbes.
Donald Trump suscribió esa tesis a comienzos
de semana, precisamente porque grandes empresarios y financieros estaban
intentando convencerle de levantar las mayores restricciones. De ahí que Trump
dijera que las fechas en torno a la Semana Santa a mediados de abril sería un
momento "maravilloso" para hacerlo, contraviniendo las opiniones de
sus consejeros científicos.***
Creo
que en estos momentos, el mundo se encuentra en un estado de balance, en un
punto en el que se nos obligará a tomar una decisión que marcará el futuro.
Estamos entre dos órdenes opuestos entre los que tendremos que elegir. El
modelo económico parece haber llegado al límite porque no tiene más respuesta
que el beneficio, que se acaba concentrando en unos pocos. Su promesa es que
algún día serás tú también un beneficiado. Ante una situación como la que
vivimos, este modelo tiene poco que ofrecer. Es la alternativa que presentaba
Boris Johnson y que se desvela en su rotundidad con su propio contagio y
aislamiento. Los privilegiados siempre han estado aislados, pero por su propia
voluntad y su propia defensa. Pero si algo ha demostrado el COVID-19 es que es
terriblemente igualitario, no discrimina entre ricos y pobres, eso incluye a
príncipes, presidentes y millonarios.
Las
grandes epidemias, la enfermedad misma, siempre ha sido ocasión de reflexión
moral. Son momentos en los que se relativizan ciertas cosas, se repasa la
propia vida y la mirada se dirige hacia aquello que consideramos más valioso.
Muchas veces son cosas olvidadas o dadas por hechas. Su ausencia brusca nos
enseña lo importante que son para nosotros sin darnos cuenta.
Lo que
ocurre en el sur de Italia o en otros sures de muchos países nos muestra los
problemas de los olvidados. Y, sobre todo, nos recuerda que no estamos solos,
que —nos guste o no— formamos parte de algo más amplio que aquello que
consideramos nuestro. Lo que la pandemia ha hecho, por encima de otras cosas,
es ampliar el "nosotros", para bien o para mal.
Las
distancias físicas nos separan, pero se reducen las emocionales. Distantes pero
unidos. Aquellos que se distancian emocionalmente, que no participan del
descubrimiento de la solidaridad, los que siguen manteniendo un yo egoísta y se
niegan a pensar en un yo colectivo han perdido mucho hacia el futuro. Los
movimientos anteriores, por ejemplo, frente al cambio climático han mostrado
que el futuro es solidario frente a una visión egoísta del presente. Este
factor es fuertemente generacional y es probable que se haya agudizado como
efecto de esta nueva situación que refuerza el nosotros. No es un
enfrentamiento con la individualidad, sino su reformulación dentro de unas
causas comunes de las que solo se escapa a través del esfuerzo solidario de
todos. Ya no es posible ignorar que el tipo de problemas a los que nos
enfrentamos y nos enfrentaremos necesitan de la cooperación y del pensamiento
común. No hay salvaciones egoístas o particulares.
The New York Times 30/03 |
Esta
pandemia es algo que será muy difícil de ignorar en sus consecuencias o de
olvidar. Los riesgos de hacerlo son demasiado. De la mafia llenando vacíos al
egoísmo de los fondos de inversión como rectores de nuestras vidas y muertes.
Hay un
párrafo en un artículo de El País de ayer mismo, firmado por Amanda Mars, describiendo
la situación norteamericana, que me parece muy revelador:
Algunos políticos se resisten y, aunque Trump
emita directrices, el poder reside en manos de los gobernadores, lo que da
lugar a grandes contrastes. “Estamos en contra de seguir modelos de dictaduras
como China”, dijo el gobernador de Mississippi, Tate Reeves, quien ha optado
por cerrar los “negocios no esenciales”, pero con el matiz de que entre los
negocios esenciales incluye bares, restaurantes (incluido el servicio de
comedor) e inmobiliarias. Para Arizona, los campos de golf y las tiendas de
armas también resultan indispensables. El primer Estado registra 578 casos
(ocho fallecidos) y el segundo 665 (13 fallecidos), cifras bajas comparadas con
Nueva York, que es el epicentro, con más de 44.000 infecciones, pero la
experiencia en Europa muestra que los casos aislados han sido la antesala de
las espirales graves.****
Creo
que ilustra un mundo de diferencias y de perspectivas demasiado distantes sobre
lo que esto significa realmente; muestra cómo se han reducido nuestras orgullosas
seguridades a la estabilidad de un castillo de naipes. Habrá que volver a estabilizarlo de una manera más segura para todos. Lo trivial se volvió esencial y ahora no
sabemos cómo librarnos de ello.
P.D.: Acaban de noticiar el positivo del doctor Fernando Simón. Lo lamentamos y agradecemos su labor sin descanso. Deseamos su pronta recuperación. Gracias y ánimo.
*
"“Al Sud la criminalità potrebbe ergersi a difensore del diritto”" La
Stampa 29/03/2020
https://www.lastampa.it/topnews/primo-piano/2020/03/29/news/al-sud-la-criminalita-potrebbe-ergersi-a-difensore-del-diritto-1.38650388
**
"Coronavirus, la nuova bomba sociale della Sicilia. “Lavoravamo in nero,
siamo alla fame”" La Stampa 29/03/2020
https://www.lastampa.it/topnews/primo-piano/2020/03/29/news/la-nuova-bomba-sociale-della-sicilia-lavoravamo-in-nero-siamo-alla-fame-1.38650380
*** "Multimillonarios de EEUU reclaman la vuelta al trabajo aunque eso suponga que muera gente" El Diario 25/03/2020 https://www.eldiario.es/internacional/coronavirus-EEUU_0_1009649972.html
****
Amanda Mars "Coronavirus en Estados Unidos: la semana en que empezó el
miedo" 29/03/2020
https://elpais.com/internacional/2020-03-28/coronavirus-en-estados-unidos-la-semana-que-empezo-el-miedo.html
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