Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Cuanto
mayor es un campo afectado por decisiones equivocadas, más difícil se hace
recuperarlo de su estado negativo. Podríamos formularlo de esta manera o,
también, los males que se extienden sin control alguno no tienen fácil
solución. Pronto apreciamos que los efectos no se extienden en línea recta,
sino que tienen muy diferentes consecuencias a las que teníamos previstas.
En su
columna semanal de The New York Times, el economista y Premio Nobel Paul Krugman
suele lanzar sus críticas contra el ocupante actual de la Casa Blanca, el
millonario por parte de padre, Donald Trump. Los fines de semana, la edición
del periódico publica las respuestas de Krugman a los lectores que le plantean
sus dudas sobre lo escrito anteriormente. La pregunta general es "Is It Possible
Trump Is on the Right Track With China?". Leemos en el inicio:
“Trump’s trade war is losing, not gaining,
support,” Paul Krugman wrote this week in his column “Why Is Trump a Tariff
Man?” So why does the president avoid making the deals that might end this
perpetual state of economic uncertainty? In a word, freedom.
“Tariffs let him exercise unconstrained power,
rewarding his friends and punishing his enemies,” Krugman continued.*
Los dos párrafos demuestran que no existe una economía
general, sino posicional, es decir, depende de la situación en la que te
encuentres, defenderás una posición u otra. Donald Trump no es el presidente
del país más poderos del mundo; es el poder mismo dirigiendo la economía en su
beneficio o, al menos, intentándolo. Hay dos dudas que surgen en las presuntas
y, sobre todo, en las respuestas de Krugman: 1) ¿lo que hace Trump es bueno
para los Estados Unidos?; y 2) ¿se está beneficiando en lo personal Trump de
las situaciones que crea?
En cuanto a
la segunda pregunta, empecemos por el final, Krugman escribe: "Everything
suggests that Trump is using his office to enrich himself. But I think it’s a
lot cruder than that — more about extortion (don’t expect any favors unless you
book my hotels) than stock market manipulation. It’s a sort of corruption
Occam’s razor: never assume sophistication when crude thuggery is sufficient."
El "todo sugiere" es una fórmula imprecisa, pero también que
es cuestión de tiempo encontrar las pruebas de ello. Le compete a los que
quieren demostrarlo buscar hasta encontrar.
Pero más preocupante que el que pueda estarse beneficiando
es cuánto está perjudicando, es decir, la primera de las cuestiones planteadas.
La perspectiva norteamericana es evidente que mira por sí misma, lo que no es
complicado de entender cuando se piensa —esa es la hipótesis general— que Estados
Unidos es un agente lo suficientemente poderoso como para imponer un política
mundial que, como se señala, favorezca a los "amigos" y perjudique a
los "enemigos". Esto es especialmente peliagudo cuando no se sabe muy
bien quiénes son los amigos y quienes los enemigos. El segundo caso está un
poco más claro, ya que todos los caminos del mal llevan a China, algo en lo que
Trump ha conseguido arrastrar a muchos. La estrategia era clara, el evitar que
China adelantara en muchos campos a los Estados Unidos, especialmente en el
campo central de las telecomunicaciones, en el 5G, que servirá para canalizar
el poder futuro, tal como Al Gore estableció para lo que llamó las "súper
autopistas de la información", una forma de expansión de las grandes
compañías norteamericanas por el mundo.
La noticia de que algunos iban a firmar la cooperación con
China en las futuras redes de comunicación 5G, desató la ira de los Estados
Unidos de Trump. La sola idea de que alguien desafíe el mandato norteamericano
les parece metafísicamente imposible. No se acepta que China —ni nadie— les
pueda ganar partida alguna. Y es aquí donde vienen los problemas, ya que la
carrera se llena de codazos y trampas para los competidores. El país defensor de los mercados libres,
adquiere una posición que le permite manipular a través de la política la
economía.
El ejemplo más claro de esto es lo ocurrido con
Turquía, a la que Trump amenazó
expresamente con hundirles la economía mediante medidas de aislamientos y aranceles.
Lo mismo está haciendo con aquellos países que "no le gustan". Su
abandono de las instancias internacionales en las que puede ser puesto en
evidencia deja a los Estados Unidos más solitarios de su historia y, sobre
todo, carente de un liderazgo moral, solo dueño de políticas del miedo, de un
feo trabajo intimidatorio para todo aquel que no siga los planes del "jefe".
La proximidad a Rusia y a determinadas dictaduras muestra
que la política de amistad es más que dudosa pues se trata, sobre todo, de dar
alas suficientes al enemigo para que obligue a refugiarse bajo las alas cluecas
del patrón. Es lo ocurrido en Ucrania con las amenazas de retirar la ayuda
militar —es decir, dejar bajo la presión rusa— si no se le daba lo que pedía,
información para hundir a su rival para la presidencia, Joe Biden.
Con todo, lo más preocupante queda reflejado en la última de
las cuestiones planteadas a Krugman:
Bob Sharak,
Chesapeake, Va.:
How difficult will it be to unwind the damage Trump has done in just this one
area? Is it realistic to say that it could be fixed in one or two presidential
terms?
Krugman: I don’t think we’ll ever reverse
the damage. We can fix some things, but neither countries nor businesses will
ever go back to believing that United States trade policy can be counted on to
be predictable or that we will honor our commitments. Even once Trump is gone,
the possibility that America will elect another leader like him will shadow
everything for decades to come.
To really get back on track, we’d need a defeat
— not just of Trump but also of Trumpism, which would take multiple elections.
Remember how Obama’s victory was supposed to change everything? We’re going to
need an extended period — maybe three presidential elections in a row — that
makes it clear that voters are insisting on politicians who care about the rule
of law.*
En muchas ocasiones hemos señalado aquí que el efecto
principal de las políticas nefastas de Trump era convencer a la gente, a los
países, que lo mejor era no tener que depender de él o de los Estados Unidos.
Es la ruptura de la confianza. ¿Por qué
no otro Trump futuro?
El ejemplo de Macron con la OTAN, señalando que está en estado
de muerte cerebral, es suficientemente claro., Nadie puede confiar en la OTAN o
los Estados Unidos si ocurren cosas como las de Siria, dejando tirados a los
socios kurdos a los pies de sus enemigos, ante la vergüenza disciplinada del
propio ejército norteamericano. No serán solo los aliados traicionados, los
propios militares abominan de la política de Trump, para la que han sido
manipulados. Han dejado a sus aliados tirados, dejando en manos de Rusia y Turquía
el control de la zona. Vergüenza.
Las ironías de la Historia implican que cuando se pregunten
por el fin del "imperio americano", los estudiosos responsabilizarán
a Donald Trump, presidente que enseñó al mundo a no respetar a los Estados
Unidos porque Estados Unidos no se respetaba a sí mismo ni a los demás.
Puede que el mundo descubra que las viejas alianzas del
periodo de entreguerras ya no funcionan como debieran, que es necesario
encontrar nuevas políticas en un mundo de posguerra fría, en el que las
condiciones son otras y han cambiado los escenarios.
¿Recobrarán la confianza en los Estados Unidos perdida
definitivamente con Trump (Obama también planteó dudas en ciertas partes del
mundo)? El último programa del Saturday
Night Live incluye un sketch cómico en el que los líderes Justin Trudeau
(Jimmy Fallon), Macron (Paul Rudd) y Boris Johnson (James Corden) se mofan de
un Donald Trump (interpretado por Alec Baldwin) en la cafetería de la OTAN y
no le dejan sentarse con ellos en una
silla vacía, a la que llamarán final mente a una Angela Merkel intepretada por
Kate McKinnon. Nadie quiere sentarse con él. El sketch se resuelve finalmente
con un cierre ingenioso, la transformación de la situación en una campaña anti
bullying de Melania Trump (Cecily Strong): “Bullying is a serious problem,
especially against President Trump.”
Con el uso de los recursos de la fuerza y la unilateralidad,
Trump ha hecho perder a los Estados Unidos lo que ha sido su verdadera fuerza,
la confianza. Pero esa es una virtud inútil para un personaje que no cree en
las virtudes de ninguna naturaleza, solo en la fuerza de la presión para rendir
a los demás y conseguir sus fines.
Hoy Trump recoge los efectos dentro y fuera de los Estados
Unidos. El impeachment ha salido adelante en casa dejando las vergüenzas al
descubierto ante los norteamericanos que lo quieren ver. Fuera está el enorme
desprestigio de la política mundial norteamericana y la visión compartida de
que es necesario tener una política de no dependencia dentro de las alianzas.
Nadie está a salvo de la "amistad americana".
¿Cuántos presidentes serán necesarios para reparar el
desastre de Trump? Es una buena pregunta para un mundo que ya ha comprendido la
necesidad de cambiar. El futuro de Trump, como bien señala Krugman, puede ser irreversible. Nada está aislado en un mundo global. Incertidumbre es la palabra y habrá que vivir con ella.
* Paul Krugman
"Is It Possible Trump Is on the Right Track With China?" 7/12/2019
https://www.nytimes.com/2019/12/07/opinion/trade-trump-china.html
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