Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Los
intentos del gobierno egipcio de atraer turismo son cada vez más extravagantes.
Desde la llegada de al-Sisi al poder, la información crítica sobre el autoritarismo
de régimen se intenta compensar con una intensificación del hallazgo de
descubrimientos arqueológicos. Prácticamente no ha y semana, día, que no salgan
a la luz los restos de alguien, que no se sospeche que la próxima tumba
contenga los restos más buscados, el hallazgo del siglo, etc.
El
descubrimiento arqueológico, en cierta forma, es la manera más barata de
promocionar la imagen de Egipto hacia el exterior. Esto tiene bastante que ver
con la disociación categorial entre el Egipto antiguo, el faraónico, y el
moderno, es decir, el régimen de al-Sisi. De alguna manera, ambos aparecen
separados en la mente, de la misma forma que en los medios de comunicación. Lo
que ocurre hoy (casi nunca algo bueno) va a la sección de "Política",
"Internacional", mientras que las tumbas y momias van a la sección de
"Cultura" o "Historia", etc. Eso hace que el visitante vaya
a ver el Egipto antiguo y le pase desapercibido el Egipto moderno, que queda
como algo subyacente y recaudatorio. ¿Quién se fija en quien nos vende la
entrada?
No era
suficiente con realizar este tipo de juegos ilusionistas —una momia en una mano
y una porra en la otra—, que va perdiendo fuelle periodístico con la
repetición. Había que ir un paso más allá coincidiendo con la gran campaña que
ha inundado el país con la petición del "sí" para las enmiendas
constitucionales que consagrarán a al-Sisi como nuevo faraón egipcio dispuesto
a batir los récords de permanencia en el poder. Allí donde a Mubarak le valía
con una Ley de Emergencias para pasarse treinta años en el Palacio presidencial,
al-Sisi necesita cambiar la constitución para hacerlo. El motivo no es otro que
la preocupación porque no se repita otro 2011. Acorde con los tiempos, tiene
que convencer a la gente de que es la única solución.
Los
periódicos del mundo se han llenado de imágenes del último show turístico, el
montado con el Discovery Channel y el hombre espectáculo de la egiptología, el
ex ministro de Antigüedades Zawi Hawass. Nos contaba Jacinto Antón en El País
de ayer:
Signo de los tiempos: se tardó meses hasta
que el público pudo ver imágenes de los tesoros de la tumba de Tutankamón y
fueron necesarios años de paciencia para observar su momia; ahora se
retransmite en directo cómo se abre un sarcófago en una tumba para revelar
dentro el cuerpo embalsamado de su ocupante, en un plis plas. DMAX, la cadena
de Discovery, emite hoy (22.30) el documental La tumba de Egipto (un título no
muy original ciertamente) que recoge el hallazgo de la momia de un alto
sacerdote faraónico de la dinastía 26 (saíta, hace 2.500 años) producido ante
las cámaras de televisión el lunes por la mañana. El programa se emitió a
varios países mientras se desarrollaba el descubrimiento —calificado
hiperbólicamente como “el hallazgo arqueológico del siglo”—, pero aquí, por
cuestiones de doblaje, nos llega pelín más tarde y ya sabiendo lo que hay
dentro del sarcófago (perdonarán el spoiler).
Dice un
comentarista de la noticia en la prensa egipcia que le molestaba el
protagonismo del presentador norteamericano ante Hawass, el especialista. Es
muy difícil robarle el plano al mediático Zawi Hawass, que no se quita el
sombrero por si le da una insolación en el interior de una tumba o por temor a
que algún fan coleccionista se haga con él aprovechando euforia descubridora y
distracción. Esta vez ha tenido que rivalizar con el sombrero del presentador
La
ocurrencia del descubrimiento "en directo" es, efectivamente, el
signo de los tiempos. Es como llegar a Marte y que te estén esperando con el
micro al pie de la escalerilla para preguntarte qué se siente. Es como si te
dijeran que la toma no ha sido buena, que vuelvas a la cápsula y vuelvas a
bajar.
Hasta
el momento, el dicharachero Hawass se había limitado a acompañar a las visitas
de postín para enseñarles las pirámides mientras se fotografiaban los tres, el
invitado o invitada, Hawass y las pirámides.
Es cierto que ha habido algún incidente, como el de los insultos a Messi
por prestarle más atención a las pirámides que a él. "Messi es un
mentecato" no es un buen titular para promocionar Egipto en el
barcelonismo o en la Argentina. Pero Egipto ha sobrevivido a titulares peores.
Lo malo
es que esta vez el show ha sido excesivo. La noticia ha cambiado de sección, ni
política ni cultura, sino ese agujero negro que se titula
"televisión". Acostumbrados a todo tipo de espectáculos, las críticas
se han centrado en esta dimensión mediática, la que va de la calidad de los
presentadores —Josh Gates y Zahi Hawass— a la del guión.
La
información de El País se cierra así:
La momia, muy bien conservada, ha aparecido
en un “laberinto de tumbas” en Al-Ghorifa, en el Egipto Medio, a 265 kilómetros
al sur de El Cairo. La peripecia, que incluye otros descubrimientos, se
presenta como si los investigadores no supieran lo que iban a encontrar, aunque
es difícil de creer que se hubiera montado todo este número para dar con un
sarcófago vacío.
Más allá del indudable interés de meternos en
la expedición, el programa sirve para ver de qué manera se puede apropiar el
show business de la práctica arqueológica. Y también de hasta dónde está
dispuesto Egipto para promover el turismo (en el documental interviene el
secretario general del Consejo Supremo de Antigüedades, Mustafá Waziri, que
subraya: “Estamos enviando un mensaje de que Egipto está a salvo e invitamos a
los turistas a venir”). Horus nos valga.*
Tengo
mis dudas de si realmente es un show específico o si finalmente todo Egipto tiene ya el
mismo guionista. La distancia entre la realidad y lo que se quiere transmitir
es grande y las momias no iban a ser una excepción. El régimen de al-Sisi, con
su intento de reescribir la historia a su gusto, de que no haya nada que se
salga del guión, ha entrado en la tele realidad política. Lo que se ha hecho, por decirlo así, es
movilizar políticamente a las momias y pedruscos para ponerlos al servicio del
régimen en la forma señalada anteriormente, llevándolas a los medios.
En las
páginas de política se critica al régimen, pero en las noticias culturales se
no muestran los hallazgos arqueológicos sin interferencias del presente. Una vez más, el viejo Egipto entierra al nuevo.
Hay un
mensaje subyacente que sí están logrando colar y que se repite: responsabilizar
a la Primavera Árabe, a la Revolución del 25 de enero de 2011 del caos que
alejó al turismo. Una y otra vez, la coletilla del 25 de enero como destrucción del orden y no de una dictadura por la que la gente salió a la calle.
En
Egyptian Streets al informar del show de Hawass, se dice:
In an additional interview with FOX News, the
show presenter also highlighted the show’s contribution to reviving tourism in
the country stating “Egypt’s tourism is not in a great place. After the Arab
Spring, tourism really dried up in Egypt in a lot of places. A lot of European
tourism has returned, Asian tourism has returned, but U.S. tourism really
hasn’t bounced back as much.”
World renown-Egyptologist Hawass has also
continuously reiterated the importance of Egypt’s tourism, highlighting that
the arrival of tourists and proliferation of archeological visits provide
funding to restoring and managing the country’s antiquities.
Egypt’s tourism was hit post-2011 revolution
and ousting of former president Hosni Mubarak. In the last years, the
government has aggressively and consistently targeted the improvement of the
tourism sector which has begun to flourish once more although not hitting its
former statistic of b4.7 million tourists in 2010.**
Decir en los Estados Unidos que todo el turismo ha regresado
menos el "norteamericano" es una sutil forma promoción. Pero lo
importante es el intento de hacer caer la responsabilidad sobre la Revolución
de 2011 y, por ello, sobre los revolucionarios.
Como quien escribe la historia es el que gana, el régimen
egipcio sigue insistiendo en que el "no-coup" (el golpe de estado
militar) fue una "rectificación" a petición del pueblo y con el visto
bueno de la divinidad.
El régimen no asume que gran parte de la pérdida del turismo
no se debe a la "Revolución" sino a sus propias acciones represivas,
al encierro de activistas, a las condenas masivas a muerte, a sus denuncias
contra actores, cantantes, novelistas, periodistas, cineastas, homosexuales,
ateos, etc. No asume que todo eso genera un clima negativo que también afecta.
Los encarcelamientos, denuncias, cierres de medios, leyes represivas no son
buena publicidad por magníficas que sean las pirámides y las momias estén
dispuestas a colaborar.
Pese a los empeños del régimen, hay que resistirse a llamar "normalidad"
a la situación actual de Egipto. No es aceptable que se considere que la
"hoja de ruta democrática" haya llegado a su fin, como el presidente
aseguró. Muchos no lo aceptan y hacen bien. Aspiran a un Egipto más libre del
que tienen en la actualidad. No, la culpa no es de los que desearon librarse de
un régimen autoritario en 2011. Lo que tienen hoy es, según muchas voces, peor.
La diferencia es que a Mubarak le era indiferente lo que pensaran, mientras que
a al-Sisi le preocupa un mundo de opinión pública mundial interconectada y de
activistas muy comunicativos, de denuncias internacionales en todos los foros
institucionales.
Hacen falta muchas momias para ocultar la propia esclerosis
del régimen.
* "Zahi Hawass descubre una momia en directo para
Discovery" El País 9/04/2019 https://elpais.com/cultura/2019/04/08/television/1554752080_068295.html
**
"Discovery Channel to Open Ancient Egyptian Sarcophagus LIVE on TV"
Egyptian Streets 7/04/2019
https://egyptianstreets.com/2019/04/07/discovery-channel-to-open-ancient-egyptian-sarcophagus-live-on-tv/"
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