Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Afganistán es uno de esos sitios en los que parece
normal que ocurran estos atentados. Coches bombas, chalecos explosivos, ametrallamientos..., no hay forma de terrorismo o guerra que este país no haya sufrido a manos de unos y de otros.
Es también uno de los lugares del mundo en donde informar se considera una actividad más peligrosa. No hay visión completa del Periodismo si nos olvidamos de todos aquellos que se dejan la vida para que podamos leer una líneas, ver unas fotografías. No siempre lo valoramos. Resuenan en la memoria las palabras despectivas de un Trump y de sus imitadores populistas que ven enemigos en la prensa libre que informa de sus desmanes. Esta vez los periodistas han sido víctimas de un ataque salvaje el día 30 de
abril. Eran el objetivo de una trampa mortal destinada a acallar las voces que quedan en un país torturado a diario.
Leo la
noticia hoy en Ahram Online, el medio estatal egipcio. La noticia viene con texto de la AFP y
destaca la valiente respuesta de los medios afganos ante el ataque:
Afghan journalists were shaken but defiant
Tuesday, vowing to continue reporting on the bloody conflict after the
deadliest attack on the country's media since the fall of the Taliban in 2001.
Ten journalists were killed Monday, including
Agence France-Presse chief photographer Shah Marai, in attacks that sparked
outrage around the world and underscored the dangers faced by Afghan media.
The deadly assaults have rocked Afghanistan's
tight-knit journalist community. Many of them are close friends as well as
colleagues who look out for one another as they work in an increasingly hostile
environment.
Hours after the double suicide blast in Kabul
that killed nine journalists and 16 others, dozens of Afghan news editors and
executives gathered at the site in a public display of defiance to militants.
The message was "if they destroy a line of
journalists, there's going to be a longer line back at the scene within a few
hours," Tolo News director Lotfullah Najafizada told AFP.
Tolo News cameraman Yar Mohammad Tokhi was
among the journalists killed in the explosion that also wounded 49 people and
was claimed by the Islamic State group.
Journalists from 1TV, Radio Free Europe and
Mashal TV were also among the dead.
Police said a bomber had disguised himself as a
journalist and blew himself up among the media covering the first blast near
Afghanistan's intelligence agency.
Media outlets condemned the government's
failure to provide security for journalists, particularly at the scene of
attacks where secondary blasts are a constant concern.
"They (security forces) cordon off the
area and journalists are left behind the line with the public," Najafizada
said.*
El atentado fue una trampa pata atraer a los propios medios.
Un atentando es noticia y los periodistas van a cubrirlo. La policía los agrupa
y un falso cámara se hace estallar entre ellos. La trampa perfecta, la noticia
mortal.
La situación de Afganistán es agónica desde hace mucho
tiempo. Lo es más desde que se convirtió en objetivo prioritario del Estado
Islámico, que es quien ha reivindicado el atentado. Los yihadistas del E.I.,
desplazados de Siria, han hecho de Afganistán uno de sus puntos calientes.
En enero, La Vanguardia informaba de este nuevo interés del
Estado Islámico en la zona:
Mientras en el escenario
sirio-iraquí se apagan con dificultad los últimos focos de resistencia militar
del Estado Islámico (EI), el 2018 nace con nuevos frentes en los que los
yihadistas se emplean a fondo para imponer a cualquier precio su interpretación
del islam. Aunque su guerra es universal y por lo tanto no hay lugar a salvo de
un atentado inspirado por la doctrina impulsada por Abu Bakr al Bagdadi, tres
son las regiones que a comienzos de este año acaparan el impulso bélico
yihadista que busca compensar sus derrotas y recrear donde le sea más propicio
su ideal de califato universal. Estas son: el norte de África, con especial
énfasis en el Sahel y Libia como plataforma centrífuga desde la que los
yihadistas amenazan a Europa y propagan el terror hacia Mali, Chad y Níger.
Egipto, con el Sinaí como objetivo de hostigamiento también hacia Israel. Y
Afganistán, donde su guerra ya es una constante con la pretensión de llevar al
precario Estado afgano al descalabro total como senda para hacerse con el
control del país y refundar su califato.
El año pasado fue extraordinariamente
sangriento para la muy insegura República Islámica de Afganistán, tanto que, de
no ser por la guerra en Siria e Irak, su penosa situación habría acaparado día
tras día los informativos mundiales. La actividad de los yihadistas del Estado
Islámico es creciente, y su enfrentamiento se dirige con idéntica ferocidad
contra todos los que no comparten su dogma, incluidos los talibanes.**
Sí el año 2017 fue "extraordinariamente
sangriento", el actual lleva el mismo camino. A la crueldad de los
talibanes que llevan sufriendo décadas, se suma ahora la del Estado Islámico.
La estrategia de un grupo fundamentalista religioso, convencido de que Dios y
la Historia están de su parte, es que cada muerte es un paso hacia la victoria
final. Los conversos crecen con cada muerte realizada, un signo de poder. Que
no les importe su propia vida es la confirmación de la fortaleza de su fe, que
se convierte en ejemplar. Matar forma parte de su modus operandi. Matar
periodistas es una estrategia muy eficaz pues introduce el miedo en quienes han
de comunicar.
La respuesta de los medios afganos y del exterior con
corresponsales entre los muertos ha sido dar un paso al frente, pero ¿por
cuánto tiempo se puede mantener una actitud que les irá haciendo caer en un
goteo de destrucción?
En esta guerra, la prensa es un objetivo prioritario. Se
trata de aislar a los que deciden informar de lo que ocurre en el país. Para
los yihadistas no hay más medios que los que repiten sus consignas. Atacar a la
prensa es aterrorizar a sus lectores, que reciben de primera mano la muerte de los
informadores.
La información del artículo de La Vanguardia crea una enorme
preocupación por lo que supone para el país y la imposible salida de la
situación en que se encuentra:
La crisis que está creando el EI
trae malos presagios que no pueden disimular ni el Gobierno de Ashraf Gani
Ahmadzai ni Resolute Support, la actual misión de la OTAN liderada por Estados
Unidos de asistencia a las fuerzas de seguridad afganas. Hasta el Ministerio de
Asuntos Exteriores español en sus “recomendaciones de viaje sin efecto
vinculante alguno” subraya cómo se ha agudizado el deterioro de la seguridad en
los últimos meses “en todo el país, incluido Kabul”, y no enmascara la
progresiva actividad del Estado Islámico en aquel país, en el que el 13 de
abril del 2017 Estados Unidos trató inútilmente de disuadir a los yihadistas
lanzando sobre la provincia de Nangarhar “la madre de todas las bombas”, la
mayor bomba no nuclear conocida.
Ron Aledo, analista de la CIA,
asesor de la policía en Afganistán y actualmente colaborador del observatorio
Security, Intelligence & Defense (Sefindef), confirma el quebranto de la
situación. “Vamos a peor”, afirma, y añade que ahora el presidente Trump no
busca la derrota de los talibanes sino presionarlos para que negocien la paz y
combatan a los yihadistas. La tesis de Washington es que no es posible derrotar
a los talibanes, que al fin y al cabo nunca fueron enemigos directos de Estados
Unidos y limitaron su ambición a Afganistán, pues sostienen que fue Al Qaeda y
no los talibanes los que globalizaron inicialmente la guerra yihadista. Por
eso, explica Aledo, los talibanes están siendo atacados por el Gobierno afgano
y por Resolute Support a la vez que por el Estado Islámico. Con tanta presión,
se presume un pacto talibán con el Gobierno afgano que permita a las tropas
internacionales lideradas por EE.UU. marcharse de Afganistán en un plazo de dos
años. Eso, si el EI no se acaba imponiendo.**
Si esta situación se produce, lo que le depara el futuro a
Afganistán es elegir entre los talibanes y el estado Islámico. Es el efecto del
miedo. La política seguida por los talibanes ha sido la del "día después".
Se ha basado en hacer ver que los Estados Unidos y demás aliados de la OTAN no
iban a estar siempre allí, mientras que ellos sí. Con esa idea en mente, los
talibanes han conseguido irse imponiendo en zonas y, sobre todo, en las mentes
de los que han llegado a esa conclusión inducida.
Eso ha hecho (lo hemos tratado aquí en alguna ocasión) que
las personas más activas en la colaboración con las fuerzas norteamericanas
hayan pedido asilo en Estados Unidos. Una vez que se retiran aquellos a quienes
públicamente han ayudado, saben que son objetivos directos de los talibanes. Es
la forma de sembrar el miedo.
Si la idea de Trump es forzar al gobierno afgano a que pacte
una paz con el gobierno para que se enfrenten conjuntamente al Estado Islámico,
las condiciones de los estudiantes, teólogos y terroristas serán las que todos
temen. Nadie da un paso atrás en el mundo islamista; sería una "traición" a sus ideas, que no son
otras que hacer cumplir los "planes de Dios" en la tierra. Las
personas que han vivido con miedo empezarán a temer ahora lo que costará esa
falsa paz.
La otra noticia estrella en los medios afganos es la
concesión de asilo en Estados Unidos de la primera mujer afgana piloto militar:
The US government has positively responded to
the application of Nilofar Rahmani and has granted her asylum due to the fears
of persecution she faced in Afghanistan, it has been reported.
Rahmani, Afghanistan’s first fixed-wing air
force pilot, had applied for the asylum after reaching in United States in
2015.
She was informed regarding the decision of the
government to grant asylum on Monday, according to The Wall Street Journal.
Kimberly Motley, Rahmani’s lawyer, told the
paper her client received death threats from insurgents and members of her
extended family, as well as condemnation from Afghan government officials. She
first came to the United States in 2015 for training.
Motley further added that Rahmani’s family has
relocated several times due to death threats. “If she were to return to
Afghanistan, she would be in fear of her safety,” Motley said.
Rahmani was awarded the International Women of
courage Award by the US Department of State in 2015.
In regards to her decision to seek asylum in
US, the Afghan Ministry of Defense spokesman Mohammad Radmanish told the WSJ
that Rahmani “has the right to live where she wants.”***
La decisión no se puede reprochar. La presión de todos debe
ser difícil de mantener por mucho tiempo. Las amenazas de muerte de los
enemigos son lógicas, pero aquí entran otros factores, la propia familia que la
considera que les deshonra, y el gobierno afgano, que la utiliza como una
muestra de modernidad.
Las mujeres afganas saben que son la primera moneda de
cambio en la negociación con los talibanes. Ellas son el objetivo prioritario,
pues suponen un desafío a su visión del mundo. Una mujer piloto, cuando debería
estar encerrada en casa o bajo un burka, es un desafío y un mal ejemplo.
El miedo a que el poder negocie con los talibanes no es
nuevo. Se viene arrastrando en todo este tiempo y lo viven con doble intensidad
las mujeres, que se saben víctimas seguras de la negociación. Ser mujer en Afganistán
no ha sido nunca fácil, pero el camino que han avanzado no se les perdona. La
retirada de tropas de allí será dejarlas expuestas a la muerte. La decisión
tomada por Nilofar Rahmani no debe extrañar. Es una muerte segura la suya. Son
casos emblemáticos, como el de Malala Yusafai. No quieren "malos ejemplos". La
Afghan Online Press titula "‘No More Hope’: Kabul Carnage Lays Bare Plight
Of Afghan Journalism" y recoge los temores de uno de los periodistas
muerto en el atentado:
Two years before his death, Shah Marai, the
chief Kabul-based photographer for the French news agency Agence France-Presse,
pondered the hopelessness that he said had descended on his native country of
Afghanistan.
“The signs of war have all but disappeared,”
Marai wrote in the 2016 blog post. “But there is no more hope.”
“I don’t dare to take my children for a walk. I
have five and they spend their time cooped up inside the house. Every morning
as I go to the office and every evening when I return home, all I think of are
cars that can be booby-trapped, or of suicide bombers coming out of a crowd,”
he wrote.
Marai was one of at least nine journalists
killed in Afghanistan on April 30, in what has turned into the deadliest single
day for reporters in the war-torn country since the 2001 U.S. invasion. The
killings bring the death toll among reporters working in the country since 1994
to at least 44, according to the Committee to Protect Journalists.
“This latest attack on journalists in
Afghanistan is a reminder of the extreme dangers to media workers in that
country and of the extremely brutal tactics used there by enemies of the free
press,” Steven Butler, the committee’s Asia program coordinator, said in a
statement. “The attack amounts to an assault on Afghan democracy as the nation
prepares for parliamentary elections scheduled for October.”
“Today’s bombing killed more journalists than
any other single attack since the fall of the Taliban government in December
2001,” the journalism watchdog Reporters Without Borders said.****
Son estas vivencias las que nos dan la auténtica visión de
lo que supone ejercer el periodismo en las condiciones más extremas; es vivir
con el miedo a todo lo que te rodea sabiendo que no puedes apartar porque tu
trabajo es mirar, estar allí donde
está la información, y después —si sobrevives— contarlo. Son diez muertos
finalmente por contar a otros la muerte en un atentado. La suya la tendrán que recoger otros compañeros. Dura profesión esta que te hace recoger la muerte de tus compañeros como información:
Local media watchdog, Afghan Journalist Safety
Committee (AJSC), while confirming the media-related fatalities, strongly
condemned the attack.
Two female journalists, including Maharram
Durrani from Radio Free Europe were also among the dead. French news agency AFP
has confirmed the death of its chief photographer in Kabul, Shah Marai. Two
male staffers from RFE were also killed.
A leading Afghan television station, ‘1 TV
News,’ has also confirmed the killing of two staffers in Monday’s attack.*****
En la página de la agencia de noticias afganas, una
siniestra encuesta invita a participar a los lectores: "Will ISIS (DAESH)
replace the Taliban as the main opposition to the government?" No hay
mucha esperanza; solo la de sustituir un monstruo por otro. El sufrimiento solo
puede aumentar para un pueblo torturado, hundido desde hace décadas.
Steve
Butler, coordinador del CPJ’s Asia Programme (Comité para la Protección de los
Periodistas) ha dicho: "We salute the incredible bravery of these
journalists, while noting the cynicism and cruelty of a suicide bomber
pretending to be a media worker to target the press."******
Diez periodistas muertos. La foto de Omar Sobhani, para Reuters, que reproduce La Vanguardia es enormemente dramática, tomada allí mismo. Muestra la desolación del atentado mientras un periodista es ayudado a levantarse de entre los muertos y heridos. Una cámara permanece en pie a la derecha de la imagen. La cámara sigue en pie mientras los muertos y heridos yacen en el suelo envueltos en el polvo levantado por la explosión. La cámara permanece esperando que alguien se haga cargo de ella y pueda seguir informando. Los periodistas son seres humanos, víctimas como los otros inocentes caídos, pero para los terroristas son una pieza bien cotizada en su infernal caza.
Descansen en paz los que han hecho
de la información su vida y su muerte.
*
"Afghan media defiant after deadly day for journalists" Ahram Online
1/05/2018
http://english.ahram.org.eg/NewsContent/2/9/298682/World/International/Afghan-media-defiant-after-deadly-day-for-journali.aspx
** "El Estado Islámico, hacia el 'califato' en
Afganistán" La Vanguardia 08/01/2018
http://www.lavanguardia.com/internacional/20180108/434156183632/estado-islamico-califato-afganistan.html
***
"Afghanistan’s first fixed-wing air force pilot granted asylum in US"
Khaama Press 2/05/2018
https://www.khaama.com/afghanistans-first-fixed-wing-air-force-pilot-granted-asylum-in-us-05047/
****
"‘No More Hope’: Kabul Carnage Lays Bare Plight Of Afghan Journalism"
Afghan Online Press 30/04/2018
http://www.aopnews.com/taliban/kabul-suicide-blasts-kill-26-people-including-9-journalists/
*****
"Kabul Suicide Blasts Kill 26 People, Including 9 Journalists" Afghan
Online Press 30/04/2018
http://www.aopnews.com/taliban/kabul-suicide-blasts-kill-26-people-including-9-journalists/
******
"Glowing tributes paid to slain Afghan journalists" Pajhwok Afghan
News 2/05/2018
https://www.pajhwok.com/en/2018/05/02/glowing-tributes-paid-slain-afghan-journalists
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