Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Muchos
egipcios se muestran extrañados cuando se dan los indicadores internacionales de la situación
de las mujeres. Cuando ven las listas y sus posiciones en los últimos lugares
se inquietan porque su visión de sí mismos no coincide con lo que les muestran
los datos. Su autoestima sufre cuando sus aspiraciones a la modernidad se
contrastan con lo ocurrido en casas y calles.
La
prensa egipcia recogía ayer, a través del diario Ahram Online —y tomado de este por Egyptian Streets— uno de esos acontecimientos con los que quedan en
evidencia los discursos y los autorretratos. Con el titular "Six
men arrested in Egypt's Sharqiya after mob harasses woman" vuelve a la
prensa otro incidente masivo de ataque sexual a una mujer en plena calle. Muchas
veces pensamos que los ataques sexuales se producen en oscuras esquinas,
tratando de evitar las miradas. No es este el caso. No cuenta el diario
estatal:
Security forces in Egypt's northern governorate
of Sharqiya have arrested six people after dozens of men reportedly sexually
assaulted a woman on Thursday, Al-Ahram Arabic reported.
The woman was wearing short clothes as she
returned home from a wedding party in the city of Zagazig when dozens of men
gathered around her and assaulted her.
Police fired in the air amid a state of
pandemonium to disperse the crowd around the woman, who was then taken to a
local police station.*
Los tres párrafos reflejan una forma de entender el caso. Comienza
con el arresto de seis personas entre decenas (las fotos muestran bastantes más);
le sigue un segundo párrafo en el que se describe la vestimenta de la mujer,
unos "short", la procedencia (una fiesta de una boda); finalmente se
nos explica que la Policía tuvo que disparar para dispersar a la multitud y
permitir refugiarse a la mujer en el comisaría. Estos tres párrafos concluyen
con una sentencia que sirve de bisagra con los posteriores: "Sexual
harassment and violence has been rampant in Egypt for a number of years."
Tras esto, cierre y apertura, se desgranan los datos:
According to a 2013 UN study, sexual harassment
affects 99 percent of Egyptian women and usually increases in crowded areas
during holidays.
In April 2014, the Egyptian government
criminalised sexual harassment, issuing a law commended by the United Nations
which punishes assaulters with at least six months in jail and a minimum fine
of EGP 3,000.
A parliamentary committee in January approved a
draft bill pushing for tougher penalties than those in the existing law.
In July 2014, an Egyptian court sentenced nine
men to between 20 years and life in prison for sexually harassing and
assaulting women during celebrations for President Abdel-Fattah Al-Sisi's
inauguration the previous month.
They were the first lengthy sentences of their
kind since El-Sisi vowed to crack down on widespread sexual assaults and the
government's criminalization of sexual harassment.
In January, two low-ranking police officers
were sentenced to seven and ten years in prison for sexually assaulting a young
woman after kidnapping and arresting her without a prosecution order in an
incident that dates back to 2015.*
La prosa casi administrativa del artículo solo da un detalle
entre todo el conjunto de datos: la vestimenta, los pantalones cortos. Todo lo
demás es alejarse del hecho y traer el caso la amplitud de los mismos, las
medidas aprobadas y algunas informaciones sobre acciones y condenas,
curiosamente, la condena que se menciona es a dos agentes de Policía que
secuestraron y "arrestaron sin una orden" a una joven. ¡Extraña forma
de describir los hechos!
Si leemos la misma noticia en Egyptian Streets el único medio en que lo hemos visto, encontramos
rápidamente matices de interés:
At least six men have been arrested after an
incident of collective assault and harassment of a woman in the lower Egyptian
city of Zagazig.
According to state media Al-Ahram, dozens of
men had surrounded a woman who was returning home from a wedding. The woman was
then insulted, harassed, and assaulted by the men, reported Al-Ahram.
A passerby immediately reported the incident to
rapid intervention forces, resulting in police men attempting to break up the
collective harassment. However, the groups of men responded violently, forcing
police to fire multiple warning shots before. Police eventually managed to
reach the woman and take her to safety.
In statements to Al-Ahram, security sources
said that six young men have been arrested for their involvement in the
mass-assault. One man has already been identified by the victim as a
perpetrator. Police expect to make more arrests on Friday after interrogations
are complete.**
Nos dan la información calificando el hecho de "asalto
y acoso colectivos". No hay referencia al vestido de la víctima
—volveremos sobre esto— y, especialmente, da cuenta de la reacción violenta de
los asaltantes, algo que no menciona Ahram Online es sus páginas. Los disparos,
como se señala, no fueron para disolver a la gente, sino para repeler el ataque
que la Policía sufrió al intentar rescatar a la mujer.
La mujer, se nos dice, fue "insultada",
"acosada" y "asaltada", una secuencia perfectamente clara
del acontecimiento. La vieron pasar y la insultaron, la siguieron y finalmente
la asaltaron. La excusa, claro está, la vestimenta,
esos "pantalones cortos" que llevaba y que desataron la furia
indignada de los virtuosos asaltantes.
Recordemos algunos casos que hemos tratado aquí. Me viene a
la memoria la joven estudiante insultada y acosada por sus compañeros
universitarios —Facultad de Derecho— en la Universidad de El Cairo. Gracias a
que los virtuosos no solo la siguieron
acosándola, sino que también lo grabaron con sus teléfonos, el proceso se vio
claro. Fueron los vigilantes de la universidad los que la escoltaron
protegiéndola y la Universidad emitió una nota diciendo que la joven había
entrado con una vestimenta inadecuada burlando los servicios de seguridad de la
puerta. La responsabilidad era de ella. Ellos, los acosadores, no eran más que
el brazo físico de la moral social.
Otra noticia de la que dimos cuenta fue el infame ataque que
desde el programa de televisión al que había sido invitada se hizo contra una
víctima. Ahram Online lo recordaba en julio pasado con motivo de otro caso:
Last February, TV presenter Reham Saeed was
sentenced to six months in prison, pending appeal, for defaming a sexual
assault victim on her TV show in 2015.
Saeed was also fined EGP 10,000, but can still
appeal the sentence.
Saeed criticised a guest on her show who was a
victim of sexual assault for dressing "indecently," implying that she
was to blame for the attack.***
La vestimenta, una vez más, es el elemento que justifica el
ataque. La calle es un tribunal en el que la mujer es acusada, juzgada y
castigada según el criterio de sus amos. La calle es un espacio público
masculino en el que la mujer debe volverse invisible bajo pena de asalto.
¿Cuál es el objetivo de ese asalto en casos como este? Es un
equivalente de la lapidación, es una condena pública que estigmatiza a la
mujer, a la que se considera responsable única del ataque. Es su vestimenta o
su comportamiento lo que justifica la actuación. El asalto es la justicia
callejera, más justa que la que los tribunales administran.
La rivalidad entre la justicia del estado y la norma social,
que tiene valor jurídico consuetudinario se presenta no como un
acto de violencia sexual sino como una respuesta adecuada al desafío
presentando por la mujer.
Lo que hizo la infame Reham Saeed fue contar con ese valor
de la justicia callejera y trasladarlo a un plató de televisión para ampliar la
base popular del tribunal. Se apoderó del teléfono móvil de la víctima mientras
ella estaba en el plató y dio salida a sus fotos personales para mostrar ante
el público que el ataque había sido consecuencia de sus hábitos.
El ataque a la mujer de la ciudad de Zagazig, en el bajo
Egipto, es una muestra más de quiénes son los amos de la calle, quiénes son los
jueces inmisericordes que tienen en sus manos los destinos y la vida de las
mujeres.
El texto que recordaba el caso de Reham Saeed se sacaba a
colación tras un intenso debate social sobre una caricatura aparecida en el
diario Al-Masry Al-Youm. Ahram Online lo resumía así:
Egyptian daily Al-Masry Al-Youm apologised on Sunday following a backlash on
social media for a cartoon it had published on sexual harassment.
The cartoon shows a man proposing to a woman
while asking her father to be thankful for the offer after “half of the young
men in the neighbourhood sexually harassed her during Eid.”
The cartoon was slammed by activists online for
what they said was the punishing of victims of sexual harassment.
In its apology, Al-Masry Al-Youm affirmed its "commitment to condemning this
crime and fighting it by all means possible," adding that it rejects
"stigmatising the victim."
Although a chronic problem in Egypt, sexual
harassment and assault is more frequently reported during holiday seasons, when
large crowds take to the streets. It typically surges during the three-day Eid
holiday that marks the end of Ramadan.***
Si se puede acusar de algo a la viñeta publicada es precisamente
haber dejado al descubierto el núcleo candente de la hipocresía social: la
devaluación de la mujer tras el asalto. Ese es el objetivo real de la
publicidad del ataque, la degradación de la mujer y de la familia que ha "consentido"
que su hija salga a la calle de una manera "llamativa".
Es sorprendente la ceguera de muchos ante el origen de los
propios vicios sociales en este caso. Lo que la viñeta buscaba no era la
degradación de la mujer acosada, sino mostrar cómo con esa degradación pública
se arrastra a la familia, verdadera responsable.
No hay individualidad de la mujer.
Cuando los militares hacían exámenes de virginidad a las
manifestantes en Tahrir en 2011, lo hacían en el nombre de sus padres, para proteger a las familias asegurándoles
que sus hijas no habían bajado su valor
en el mercado del matrimonio. Era una forma de disolver las concentraciones de
mujeres a través del miedo de los padres. El diputado que recientemente ha
pedido que se hagan exámenes de virginidad antes de entrar en la universidad,
también lo hacía en nombre de las familias para así, decía, evitar el
matrimonio urfi (nikah urfi), que se
hace a espaldas de ellas. Las familias tienen que proteger el "valor"
de mercado de sus hijas, algo que servirá para emparentar adecuadamente.
La viñeta no degradaba
a la mujer, siempre víctima en estos casos; simplemente mostraba con toda su
dureza la visión social que la convierte no solo en "víctima" sino en
"reo", en persona culpable y, por extensión, a sus familias.
La mujer que ha sido acosada o atacada —se razona socialmente—,
lo ha sido por su conducta o vestimenta inadecuadas. ¿Quién se arriesgará a
tomarla en matrimonio?, se pregunta el virtuoso. Eso limita las posibilidades
de emparentar bien. Es la base de la familia en las sociedades patriarcales en
las que el "honor" se mantiene con vigilancia sobre sus miembros. Analizamos
con detalle este caso en "La mujer devaluada" [ver post].
La tiranía callejera tiene su función: instaura el miedo en
las mujeres y en las familias "responsables". Disfraza de virtud y justicia lo que no es más que vileza y agresividad sexual, frito de
la hipocresía y la represión.
Los que criticaban la viñeta de Al-Masry Al-Youm deberían
criticar lo que la sociedad, de forma callada, practica. Cuando el periódico
Ahram Online ha descrito la vestimenta de la joven insultada, acosada y agredida,
está estableciendo un nexo causal (y moral) entre la mujer y lo que le ha
hecho. En la medida en que se "explica", se justifica o muchos lo
encontrarán razonable.
Así lo hizo una de las cuatro diputadas islamistas electas en
el parlamento de Mohamed Morsi, durante el gobierno de los Hermanos Musulmanes.
Cuando le dijeron que si iba a defender a una mujer en un caso similar,
contestó diciendo que estaba donde no debía, que debería estar en su casa bajo
la protección de sus "guardianes" legales.
La calle no es un espacio público; es un espacio masculino
que la mujer transita si sigue las normas y esas normas son cada vez más
cerradas en una sociedad en involución polarizada. Mientras unos se han vuelto
competitivamente tradicionales y conservadores, otros intentan traer a Egipto
un poco de modernidad a costa de mucho sufrimiento y riesgo. El cambio se
penaliza.
Podemos pensar que son muchedumbres sin educación. Tremendo error. Son masas virtuosas, defensoras de una moralidad pública, como quedó en
evidencia entre los futuros abogados, fiscales y jueces que acosaron a su
compañera o como quedó claro en el infame programa de la justiciera Reham Saeed.
La mentalidad callejera no está disociada de la que existe
en los principales centros del país, como ocurre en el propio parlamento. Las iniciativas de Elhamy Agina, tanto para
que las mujeres se dejen mutilar genitalmente en favor de un "hombre
egipcio poco resistente" y de las pruebas de virginidad para el acceso a
la universidad, tuvieron más respaldo. Otro de los diputados las hizo suyas
defendiéndolas ante la opinión pública. Cairo
Scene lo recogió:
Just as Egypt’s National Council for Women
filed a formal complaint today against parliamentary member Elhamy Agina over
his call for virginity tests in Egyptian schools, another member of parliament,
Yousry Al Moghazy, appeared in defense of the initiative.
“In order to safeguard the country and our
children and prevent prostitution, there has to be [virginity] tests,” said Al
Moghazy, who suggested he did not understand the public uproar the ‘initiative’
has sparked.
Originally from Daqahliya, Al Moghazy said he
backed Agina’s initiative in an interview with Parlmany, as he attempted to
ridicule girls in schools who dress like “belly dancers, not students,” while
he suggested tests be conducted not only in universities but also technical
schools. “Girls need to know they can be subjected to the test any day,” he
asserted, triggering scandal once again.
“For sure if a girl is subjected to a
[virginity] test, she would avoid any wrongdoing because she would know the
test will embarrass her in front of her parents,” said the Member of
Parliament, adding that the practice is performed in other countries and should
be legalised in Egypt.****
Es difícil encontrar una teoría patriarcal mejor definida en
tan pocas palabras. Los que se escandalizaron por la viñeta del Al-Masry Al-Youm
debería escandalizarse por el destino de sus votos o, quizá, alegrarse de que
por fin alguien ha recogido el pensamiento callejero y lo ha llevado hasta las
más altas esferas.
Es difícil, de nuevo, encontrar una definición de la
violencia contra las mujeres en un sentido institucional. Esta violencia es la
que define a la mujer como ser peligroso, como propiedad rebelde, como apéndice
poco confiable del hombre, su dueño y vigilante para evitar que el caos, la
degeneración y el pecado se extienda por la tierra. La que viste de otra forma es una prostituta; todos hacen justicia al perseguirla y agredirla. Se trata, se justifica el discurso virtuoso, de evitar que el mal se extienda por las calles, por el país, por el mundo. ¿De qué país habla, de Arabia Saudí? ¿Es el modelo de la modernidad egipcia?
Egipto debería analizar lo que está creciendo en sus calles
y escaños. No hay islamistas oficiales; pero el ultraconservadurismo contra la
mujer está más allá de los partidos.
Aunque se aumenten las penas y los discursos sobre su
maldad, es difícil desmontar un pensamiento que se ha adueñado de la calle.
Muchos cuentan los días que falta para que lleguen los momentos propicios para
el acoso, Ramadán y el Eid. La masa se abalanza sobre cualquier mujer que quede
aislada. Entonces se ven las reales diferencias entre los que tratan de llevar a
su país hacia el futuro y los que se regodean en esa falsa virtud callejera.
Hay voluntarios que recorren las zonas en las que saben que
se va a atacar a las mujeres para tratar de protegerlas de estas masas
virtuosas, sedientas y reprimidas. Ellos mantienen sus esperanzas. Saben a lo que se enfrentan, a un futuro desolador. Las cifras son tan apabullantes que no se
pueden esconder; sí se pueden, en cambio, ignorar. Eso hace la mayoría que lo apoya; considera que es una forma de regulación de la virtud y que de esta forma la sociedad se mantiene firme en sus principios. El acosador, un perturbado reprimido, puede considerarse como un vigilante moral.
Como tituló la publicación Vice News, Egipto necesita algo más que una ley para acabar con el acoso. Necesita también menos padres de la patria bocazas.
* "Six
men arrested in Egypt's Sharqiya after mob harasses woman" Ahram Online
31/03/2017 http://english.ahram.org.eg/NewsContent/1/64/261988/Egypt/Politics-/Six-men-arrested-in-Egypts-Sharqiya-after-mob-hara.aspx
**
"Dozens of Men Sexually Harass, Assault Egyptian Woman Returning from
Wedding" Egyptian Streets 31/03/2017
https://egyptianstreets.com/2017/03/31/dozens-of-men-sexually-harass-assault-egyptian-woman-returning-from-wedding/
***
"Egyptian newspaper apologises for sexual harassment cartoon after social
media backlash" Ahram Online 11/07&2016
http://english.ahram.org.eg/NewsContent/1/0/232942/Egypt/0/Egyptian-newspaper-apologises-for-sexual-harassmen.aspx
**** "ANOTHER MP SUPPORTS VIRGINITY TESTS IN SCHOOLS TO STOP GIRLS FROM DRESSING “LIKE BELLY DANCERS”" Cairo Scene 3/10/2016 http://www.cairoscene.com/BusinessAndPolitics/Another-MP-Supports-Virginity-Tests-in-Schools-to-Stop-Girls-From-Dressing-Like-Belly-Dancer
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