Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Se veía
venir. Ya comentábamos aquí el otro día las reacciones que había causado la
declaración del presidente egipcio, Abdel Fattah Al-Sisi, al afirmar que
durante diez años había vivido con solo agua en el refrigerador y no se había
quejado. Si lo primero podía ser entendido como una metáfora, lo segundo solo
podía ser entendido como una provocación por parte de esa parte del pueblo
egipcio que se pelea ante los establecimientos junto con sus cartillas que les
permiten el acceso a los productos subvencionados. Era un chiste de jefe, un
chiste de esos que, haga gracia o no, los subordinados deben reír con sonoras
carcajadas aunque les haga maldita la gracia.
Las
bromas empezaron en las redes sociales. Pero poco podía esperar nadie que iban
a llegar tan lejos y de improviso. Puesto a vivirlo todo como injurias, muchos
egipcios se han escandalizado por lo sucedido en hace unos día en la reunión de
Organización de Cooperación Islámica, cuyo presidente el saudí Iyad Madani se
permitió recordarlo.
El
incidente ha sido producido por la peligrosa combinación de un error de nombres
y un comentario gracioso para intentar arreglarlo, algo que no suele funcionar
ni en el presumible buen ambiente de una organización para la cooperación.
Nos lo resumen
y cuentan su final (¿final?) en Egyptian Streets después de varios días en la
prensa:
The Saudi Arabian head of the Organization of
Islamic Cooperation (OIC), Iyad Madani, resigned on Monday days after he
apparently mocked Egyptian President Abdel Fattah Al-Sisi at a conference in
Tunisia.
According to a statement released by the OIC,
the world’s largest pan-Islamic body, Madani “has resigned for health reasons.”
No further explanation was provided.
The resignation comes two days after Egypt
officially submitted a protest note to the OIC demanding an apology over the
“regrettable way” in which Madani referred to Egyptian President Abdel Fattah
Al-Sisi.
“Egypt has been informed of the apology of the
OIC secretary general for his words, and will follow up with the organization
to decide the measures that should be taken to correct the matter,” said the
Egyptian Foreign Ministry spokesperson in a statement over the weekend.
In Cairo, members of parliament also demanded
Madani’s resignation.
During a conference in Tunisia, Madani
accidentally referred to Tunisian President Beji Caid Essebsi as Beji Caid
Al-Sisi. Recognizing his mistake, Madani, who is also a Saudi Arabian minister,
chuckled before stating “that was a horrible mistake.”
“I am sure your fridges have more than water,”
continued Madani.
The statement was in reference to an earlier
one made by President Sisi during the National Youth Conference in Sharm
El-Sheikh. President Sisi, recognizing high prices in the country, told guests
at the conference that “the person here talking is one of you.”
“I swear to God, I lived for 10 years with
nothing but water in my fridge,” said Sisi, adding that this was despite him
coming from a well-off family.
Following his comments, Madani apologized and
stated that his humor “didn’t intend to offend in any way the Egyptian
leadership represented by President Abdel Fattah Al-Sisi.”*
El incidente tiene muchos niveles de lectura pero casi todos
llevan a conclusión: los egipcios se enfadan porque quien ha dicho lo que todos
piensan es un saudí. ¿Es que se ha creído alguien lo de los diez años a base de
agua? Acostumbrados a hacer todo tipo de chistes sobre sus gobernantes —que se
los suelen merecer— ha sentado mal la simple duda de que el presidente no fuera
del todo sincero cuando afirmó lo de la nevera, pese a su solemne juramento, tal como lo recoge Egyptian Streets.
Quizá lo del frigorífico sea una forma de tapar el enfado
por la confusión de los nombres de los presidentes, en cuyo caso el ego egipcio
habrá sufrido más de la cuenta. Recordemos que hubo un tiempo en que algunos admiradores temían que si el presidente salía al extranjero no le dejaran regresar y lo
pusieran al frente de sus países. Siempre con esa manía comparativa, muchos consideraban
que eran envidiados por tener a su presidente al frente del país. Eran otros
tiempos. Hoy sale menos y las diferencias entre la prensa nacional y la
internacional no hacen temer que no regrese.
Pese a lo que diga el propio presidente, las relaciones
entre Arabia Saudí y Egipto están tensas. Los saudíes se han tomado el voto
egipcio a favor de una propuesta rusa sobre Siria en el Consejo de Naciones
Unidas como una ofensa mucho más grave que la confusión de unos apellidos y dar
poca credibilidad a los diez años de agua fría. Después de la reacción de los
egipcios hacia la entrega por parte de su presidente (ya que no ha habido paso
por ningún órgano o institución) de las islas de Tiran y Sanafir a Arabia
Saudí, esto es una cuestión menor, pero todas se guardan en el mismo cajón.
El incidente viene bien para hacer ver que se posee el control de la situación aunque esto sea
dudoso. Pese a la declaración de que no era su intención burlarse de nadie y
menos de los egipcios, se ha producido la renuncia del saudí, otra victoria
pírrica de la diplomacia egipcia junto con la retirada de una reproducción de
la esfinge en un pequeño parque recreativo en un pueblo en China.
La tesis sostenida por Omar Said en Mada Masr, con el
titular "Egyptian-Saudi Arabian fallout: How did we get here?", es
que el incidente en sí solo puede ser
interpretado dentro del tira y afloja que ambos países mantienen desde hace
algún tiempo. Said señala lo que estima el origen de las tensiones:
Besides stirring laughter at times, leaks and
slips in diplomatic decorum can be a key to understanding inter-state
conflicts. This has at least been the case with Egypt and Saudi Arabia,
longtime allies in the region.
The tension begins in February 2015, when an
audio recording attributed to Abdel Fattah al-Sisi surfaced. Sisi, allegedly
still minister of defense when the audio was captured shortly before he became
president, can be heard saying, “We need 10 billion to be deposited in the
Armed Forces’ account. We want another 10 billion from the Emirates. They have
money as abundant as rice.”
The leaks, which have yet to be authenticated
and were published by pro-Muslim Brotherhood websites, pointed to a possible
political crisis between Saudi Arabia and Egypt. Sisi’s prompt visit to Riyadh
in March 2015, accompanied by his office director, Abbas Kamel, challenged
those speculations. But this did not stem the tide of criticism from the Saudi
Arabian media.**
El autor del artículo sigue enumerando los casos recientes
de desacuerdo. En estos momentos de fuerte crisis, al gobierno egipcio le
interesa mostrar este tipo de situaciones en los que mostrar fuerza. Es cierto
que la fuerza se mide por otros parámetros más realista que el de haber forzado
la dimisión del presidente de la Organización para la Cooperación Islámica. Al
final no son estos hechos los que cuentan, pero los otros se llevan a cabo con
más discreción.
La necesidad urgente de fondos no hace muy sensato este tipo
de desencuentros con los países —muy enfadaos todos, de los saudíes a los
Estados Unidos— que son financiadores de Egipto, pese a que no le guste
reconocerlo. Egipto suele tratar muy mal a aquellos de los que recibe y le
financian. Es una forma de orgullo molesto. Las filtraciones de las peticiones
de dinero a los países que tradicionalmente le financian hacen ver esa falta de
aprecio de quien sabe que le están manteniendo de una forma u otra. El ejemplo
más claro es la financiación norteamericana a su ejército cuyo resultado es que
sea uno de los países más antinorteamericanos, según encuestas que pudimos
ver en su momento.
El incidente no hace ganar realmente nada a Egipto y sí
puede hacerle perder otras cosas. La victoria
que ahora celebran puede costar cara en otros órdenes. Cuando se produjo el
discurso del presidente Al-Sisi, hablamos de "dos chistes peligrosos".
Decir que se ha tenido durante diez años el frigorífico solo con agua y no se
quejó era una osadía y una provocación para el sentido humor egipcio; el saudí,
poco frecuente, tampoco se pudo contener. Sin embargo sirvió para tapar el
otro, la afirmación sobre la presencia del Ejército en la economía del país,
que cifró entre el 1 y 1'5%.
El error en los nombres es solo un error, pero puede haber
dolido al ego del presidente y a todos los que lo consideran intocable. El
comentario sobre el frigorífico era simplemente una de relajar después del
error de los nombres confundidos. El que se haya tomado como una "burla"
a Egipto es una forma de distracción, una cortina de humo más para intentar
mantener los niveles de aceptación presidencial. Los que se han sentido ofendidos y humillados han hecho también
un ejercicio público de indignación, que también es una forma de hacer méritos
ante la autoridad.
El diario estatal Ahram
Online transformaba el asunto de un "chiste presidencial" en un
"egyptian joke" tratando de extender la observación exclusiva sobre
el presidente y su frigorífico a todos los egipcios, a los que seguramente no
se les ocurriría presumir de ellos si realmente lo hubieran tenido vacío. La
elevación de la gravedad del incidente por parte del ministro de Asuntos
Exteriores —que en cambio considera un leve
incidente el secuestro, tortura y muerte del italiano Giulio Regeni o el
bombardeo de turistas mejicanos por parte del Ejército— muestra esta extraña
vara de medir incidentes internacionales: «Egypt's Foreign Minister Sameh Shoukry had said
Madani's remark was "a serious encroachment against a founding member
state of the organisation and its political leadership."»*** Por menos comenzaron algunas
guerras.
El
Cairo puede protestar y que el presidente de la Organización de Cooperación
Islámica, un saudí, sea sustituido. El cuestionado ha alegado motivos de salud
y se ha ido. Pero le ha sustituido otro saudí, que es lo realmente importante,
ya que no preside quien quiere, sino
quien puede. No hay problema para los saudíes.
Para el
régimen y su visión del mundo en la que el centro carismático es el presidente
Al-Sisi, electo y elegido, el titular periodístico sobre la broma por dudar de
su afirmación es un acontecimiento dramático. Quiebra el intento de construir una
imagen gloriosa que, por otro lado, se ha erosionado mucho. Pero la idea de que
Egipto es un país especial, envidiado por sí mismo y por su presidente, es
demasiado poderosa para la propaganda nacionalista como para permitirse bromas
con ella.
Como
suele suceder en estos casos, el control sobre los discursos es menor que sobre
las calles. El chiste, gracias a las protestas, ha alcanzado una notoriedad que
se volverá contra él. Pronto veremos en las manifestaciones y redes —si no lo
hay ya— memes, pancartas y similares
con frigoríficos vacíos o con una solitaria botella de agua en su interior. Al
tiempo.
*
"OIC Chief Iyad Madani Resigns After Mocking Egyptian President Sisi"
Egytian Streets 1/11/2016
http://egyptianstreets.com/2016/11/01/oic-chief-iyad-madani-resigns-after-mocking-egyptian-president-sisi/
** "Egyptian-Saudi Arabian fallout: How did we get
here?" Mada
Masr
** "Cairo supports Saudi nominee for OIC chief as
Madani quits after Egypt joke" Ahram Online 1/11/2016
http://english.ahram.org.eg/NewsContent/1/64/247037/Egypt/Politics-/Cairo-supports-Saudi-nominee-for-OIC-chief-as-Mada.aspx
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