Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Hace
algún tiempo recogimos aquí la noticia de que en ciertos locales egipcios de
hostelería no se dejaba entrar a las mujeres con velo. Explicamos entonces a
qué se debía esta engañosa discriminación practicada por los propios egipcios
sobre sus mujeres. La cuestión vuelve a estar de nuevo sobre el tablero al
producirse los casos franceses de prohibición del burkini o el incidente en un
restaurante de zona turística en el que unas mujeres con pañuelo fueron
llamadas "terroristas".
El caso
egipcio está emparentado con el de la hostelería francesa porque las
diferencias culturales se resumen, en este caso, en una sola cuestión: la
económica turística, cada una con su matiz. Los "intereses" se
enmascaran como "principios".
Daily News Egypt titula un nuevo artículo sobre
la prohibición del burkini, esta vez en Egipto: "Egypt also bans
burkini, but no one bats an eye"*. ¿Por qué se produce esto? ¿No protesta nadie? El caso permite
entender mejor la cuestión que se debate realmente y permite comprender la
profunda hipocresía que se esconde tras estas actitudes.
Tras
describir el "caso francés" y señalar la contradicción de las
prohibiciones a las mujeres en nombre de las "libertades", Toqa Ezzidin,
la autora del reportaje, pasa a revisar el "caso egipcio" en sus
diversas variantes de prohibición, baños y bares:
Though the decision to ban the burkini
contradicts with France’s secular principles, at least the majority of the
French public who do reject the burkini claim that their reasoning is due to
religious clothing being against secularism. However, in Egypt, a Middle
Eastern country, where the majority of citizens are Muslim and the majority of
women are veiled, several luxurious resorts have implemented their own ban and
prevent women from entering pools wearing burkinis.
Society has constantly controlled what Egyptian
women should and shouldn’t wear to various degrees, often encroaching on
women’s comfort and freedom. Women are torn between what society wants, what
society makes women think they want, and what they really want.
A young woman, who preferred to remain
anonymous, told Daily News Egypt that
she decided to wear the veil when she was 18; however, her family is considered
aristocratic and they heavily criticised her decision. At first, they even
prevented her from taking the step but she still wore the veil after what she
calls “unjustified tension” with her family.
Veiled women are not only restricted from taking
a dip in the pool, but also from entering some restaurants and bars. A group of
women told Daily News Egypt some
stories and incidents that happened because they choose to be veiled and the
discrimination they have faced in a free, democratic country that is supposed
to have no problem with the veil or the burkini.*
La explicación de todo esto tiene que ir poco más allá de
las cuestiones patriarcales, que efectivamente consideran a las mujeres como
reflejo —positivo o negativo— de la familia, criterio que se establece
jerárquicamente y que solo puede ser enfrentado mediante tenso conflicto, como
se señala en el ejemplo de la mujer que decidió a los 18 vestir velo. Eso era
rechazado por la familia porque establecía un "imagen" de la propia
familia.
El problema no es tanto religioso
sino de la imagen religiosa que se
quiere proyectar en la competición social por la piedad reconocida. La apariencia
lo es todo en una sociedad que no deja de vigilarse, de observarse. Tanto los
que eligen aparentar una forma religiosa como los que quieren aparentar otra laica
imponen sus modelos a la totalidad de la familia, pues así serán evaluados
todos. El "todo" se representa en la "parte" y
negativamente la parte desprestigia al todo. Es el fundamento de los llamados
"crímenes de honor"; las matan porque deterioran la imagen de la
familia. Hace apenas unos días se difundía allí la noticia del ahorcamiento de una
mujer a manos de su padre y hermano porque esta había decido abandonar a su
esposo y marchar con otro hombre. La familia prefirió matarla y deja su honor,
el de todos, a salvo. Espero que lo disfruten ambos de por vida en la cárcel.
Comenté hace unos días con unas personas egipcias el caso
que recogimos aquí también de la mujer que acude a un tribunal para conseguir
que le quiten a su propio hermano la nacionalidad egipcia argumentando que está
casado con una mujer israelí, con quien tiene un hijo. Los jueces lo han
aceptado y han cursado la petición al ministro del Interior para que se tomen las
medidas ¿Por qué toma una decisión así? La excusa es que al casarse con una
israelí se produce una "amenaza a la seguridad nacional", algo
absurdo. Lo más probable es que tener un hermano con esas condiciones estuviera perjudicando su vida o la de su propia
familia. ¿Quién quiere emparentar con
alguien así? Solo, piensa ella, realizando ese gesto extremo los demás se
convencerán de que ya no es alguien
de la familia. Es un acto simbólico de ruptura legal.
Los alcaldes franceses que no querían burkinis en sus playas
turísticas ni velos en sus terrazas de los restaurantes ocultaban el aspecto
económico del posible miedo que pudiera causar tras los incidentes de Niza este
verano. ¿Por qué los de las playas y no los de otros lugares? Es un acto cobarde
y discriminatorio que pretende disfrazarse de "principios", un ropaje
de apariencia más digna. Pero no hay nada de dignidad en hacer que una mujer se quite obligada un velo en una
playa solo para no molestar a los que la rodean o para calmar su estado de
ansiedad.
Pero lo sorprendente es lo que ocurre en Egipto y que no es
de ahora. Es un
nuevo caso de hipocresía social y, como dice la autora, una muestra de que son
las mujeres las que pagan siempre. Ellas no son ellas, sino el cartel
publicitario de los grupos o familias.
La hipocresía tiene su fundamento igualmente en el turismo,
pero con un agravante. La ola de conservadurismo que surge tras la caída de los
Hermanos Musulmanes es sorprendente. Cuando la gente se manifiesta para los
islamistas abandonen el poder del que están abusando imponiendo una
constitución antiliberal, que se han negado a pactar con otras fuerzas
sociales, con el aumento del sectarismo, la medidas legislativas lesivas para
los derechos de las mujeres (reducción de la edad del matrimonio, créditos
cómodos para los segundo matrimonios para favorecer la poligamia, etc.),
aumento de la censura en artes y espectáculos, etc. daría la impresión de que
la sociedad egipcia es muy liberal y con tendencia al laicismo. Sin embargo, lo
que ha ocurrido ha sido lo contrario: ha continuado el proceso avance del
ultraconservadurismo moral y religioso, como hemos podido comprobar aquí día
tras día, hecho tras hecho, desde hace años.
Egipto quiere el dinero del turismo y no puede prohibir a
sus visitantes que se bañen en bikini; quiere que gasten el dinero en sus
restaurantes y terrazas y sabe que el alcohol se vende y se consume. Lo que no
quiere que se vea a una mujer con velo bebiendo alcohol en un restaurante o bañándose
en una piscina o un "resort" con un burkini. Prefiere que se haga
pasar por una extranjera y que nadie pueda decir que se incumplen los
preceptos.
Se crea así una doble moral que acaba estallando como
conflicto cuando la gente la cuestiona. ¿Por qué —se preguntan las mujeres
egipcias— no podemos entrar en una playa con un velo o un burkini? ¿Por qué no
podemos entrar en un restaurante? La respuesta es sencilla: los egipcios son los
más virtuosos del mundo. Y la mujer debe estar bajo vigilancia.
Si se le pregunta a alguien que expenda alcohol no dirá que
es liberal y que todos tienen derecho
a elegir qué comen o beben. Dirá que si los no musulmanes quieren condenarse es
cosa suya y que él les ayudará a hacerlo, que la prohibición es para los que
son verdaderamente seguidores de dios por los que debe velar. Una mujer con
velo es musulmana; una mujer sin velo, aunque sea musulmana, no lo parece. Si
se descubre que lo es ya se verá qué ocurre, pero si no se descubre puede ser
extranjera o cristiana.
De esta peculiar forma, el virtuoso se muestra más virtuoso
y el que no puede serlo queda confirmado como infiel en sus gustos y maneras.
La autora del artículo lo cierra así:
The most mysterious part of all this, Abdel
Hameed said, is that these bans and restrictions are happening in a country
where the majority of women are veiled. Women are often considered as something
to put a “label” on; subsequently families start to impose particular dress
codes on their female relatives.
Regarding the attempts to ban the burkini in
France, Abdel Hameed said that it was both terrifying and humiliating. She
concluded that wearing the veil as a way to express one’s religion does not
affect secularism whatsoever.
Regarding the perception of women’s rights in
Egypt, a 2013 BBC poll claimed that Egypt is the worst country for women’s
rights. Also casting a dark shadow, The World Economic Forum’s 2016 Global
Gender Gap report said that Egypt is among the top 10 countries in terms of
gender inequality.*
El misterio, como decimos, es relativo. Las
"etiquetas" son esenciales en una sociedad patriarcal porque no
existen las personas como individualidades —mucho menos las mujeres— sin partes
de una totalidad, la que se genera en torno al eje, que es el patriarca. Naguib
Mahfuz lo describió maravillosamente bien en algunas de sus novelas.
Si el miedo a las pérdidas económicas hace que en Francia se
disfracen las prohibiciones de principios,
en Egipto, lo hacen de virtudes. El
turismo de resorts y playas quiere bañadores, pero son turistas, extranjeros, infieles, qué se puede esperar de ellos.
Por el contrario, los que son de allí deben someterse a las reglas de la
mirada.
La pregunta que queda es ¿por qué no afecta a los hombres? La respuesta es más sencilla: los hombres
pueden burlar las etiquetas si lo desean porque son quienes las diseñan. Si
quieren disfrazarse de piadosos, con cuidadas barbas y actitudes santurronas,
no buscarán escenarios que no sean acordes con su disfraz. Si desean beber
(como muchos hacen) o drogarse lo harán en la oscuridad de los hogares (las
estadísticas de drogas en Egipto son muy altas). Lo considerado negativo tiende a negarse de raíz,
simplemente no existe (como la
homosexualidad o el ateísmo), aunque todos sepan que sí y que puede estar muy
presente en la sociedad. La sociedad se vuelve hipócrita negando lo que
practica, como aquel "escándalo" del diputado salafista que mintió al
operarse la nariz (¡hermoso ejemplar!) diciendo que había sufrido un intento de
robo. Primero se crea la regla de que uno debe seguir por la vida con la nariz
que Dios nos da y se exige a todos, para después pasar por el cirujano. Cuando
queda al descubierto el asunto, se muestra la obscenidad de la hipocresía.
Sufrió en sus carnes lo que había criticado en otros. Es lo que ocurre cuando
estableces normas y prohibiciones regulando la vida de todos y convirtiéndola
en objeto del escrutinio de todos. Algún día te toca.
Esta obsesión por parecer virtuoso llega a ser enfermiza
porque ser intransigente se considera parte de esa misma virtud. Para todo es
necesario encontrar una justificación virtuosa aunque se escondan detrás los
intereses más bajos.
En febrero,
Cairo Scene publicó un texto
interesante firmado por Seif Bibars, titulado "The War on Drugs: how Egypt
was the first country to lead the charge and the last to back down". Se señalaba allí:
We were one of the first countries to pursue a
worldwide ban of the then legal trade of cannabis and its many derivatives,
including hashish. In David Nuts' book Drugs
Without the Hot Air a rather interesting passage reads, “In 1925 Egypt,
backed by Turkey, proposed that cannabis be included in the Geneva
International Convention on Narcotics Control. This was ostensibly on the grounds
that 'chronic hashism' was causing widespread insanity, although since this
wasn’t occurring in India (and still doesn’t in present-day Britain, for that
matter), this was almost certainly an exaggeration of the problem. Egypt did,
however, rely heavily on cotton exports, and may have been trying to protect
its cotton industry from the competition posed by hemp cloth. The vote went in
Egypt’s favour, despite opposition from India, and although the British
delegate made a show of support for the colony by abstaining from the vote, Britain
still signed the treaty.”
Based on the notion that hashish caused
insanity, Egypt managed to get cannabis internationally outlawed alongside
cocaine and heroin. In reality hashish does not cause insanity at all; in fact
it's been used in Egypt since the days of the Pharaohs. The reality was that
farmers were choosing cannabis over cotton as a more lucrative crop to grow.
Egypt, whose exports at the time depended largely on cotton, found an ingenious
way to ban the hemp plant, not only locally because that wouldn’t prevent the
world from utilising hemp for its industrial properties for example making
paper, cloth, and rope, but on an international level by proposing the
worldwide ban at the League of Nations. Basically in 1925, prior to World War
II and the rise of the United States onto the world stage, Britain was one of
the biggest super powers in the world and due to their special political
relationship with Egypt, were benefitting from Egypt's cotton production - they
stood to lose a lot, economically speaking, if hemp production increased.
Anything that Egypt did was primarily dictated by Britain; such a political
decision at the time was influenced heavily by them.**
El mundo puede ser muy complejo, pero las formas de
representarse suelen ser más simples. Pedir la prohibición del hachís era la excusa moral, algo que los ingleses
—buenos ingleses— supieron movilizar bien en su provecho. Sin embargo los
intereses reales, los económicos, iban por otro lado.
A diferencia de las drogas, que han quedado en el ámbito
privado, lejos de la vista, las playas y restaurantes necesitan de público. Se
quiere el dinero, pero no se quiere que parezca que los egipcios son iguales que los de fuera, dados por perdidos. Al mostrarse como "protectores de
las mujeres", que es la justificación de la dominación, no pueden dejar
que se muestren en los bares que vendan alcohol. Eso sería una señal de que no
cumplen con sus obligaciones. No quieren, por decirlo así, la foto con el velo
o con el burkini en esos espacios públicos. Por eso señalábamos en su momento
que era un error considerar el burkini como un problema en las playas
francesas, cuando es más bien lo contrario, como señaló la propia diseñadora
que lo inventó: la forma de permitir a la mujer salir a la playa. Si el obstáculo era el bañador revelador de las formas, burlemos la regla de la mirada: no ven, pero me baño.
La mujer siempre está controlada porque lleva signos
visibles. Para eso los lleva, para su control social. El hecho de que se incluyan
cláusulas de prohibición en los contratos de algunos resorts egipcios, como nos
cuentan las mujeres en el reportaje de Daily News Egypt, debería hacer comprender mejor el fondo de la cuestión. Muchas
mujeres que querrían bañarse en una playa y disfrutar junto a sus hijos
descubren con horror que la conjura de unos y otros, por motivos diferentes y
algunos similares, trata de impedir que puedan hacerlo.
El titular del artículo — "Egypt also bans burkini, but no one bats an eye" — debería hacernos ver claro, pues se
pregunta por qué se protesta por lo que ocurre en Francia y no por lo mismo
cuando se hace en Egipto. La respuesta es tan clara y obvia que da cierto pudor decirla: Francia no
es virtuosa y Egipto sí. Pero la hipocresía hace mucho aquí pues a los islamistas
les interesa siempre mostrarse como víctimas
fuera y como referentes morales
dentro. Es decir, se quejarán de lo que ocurre en Francia pero lo practicarán
en Egipto. La forma de sacarle provecho económico sin perjudicar la virtud o
enfrentarse a ellos (más complicado) es la prohibición de la entrada a bares y
restaurantes con velos o con burkini a piscinas y playas a los resorts
turísticos.
En 2013, en pleno periodo de control islamista desde el poder,
el gran dibujante Andeel, dedicó un artículo a la idea de la censura que se
estaba viviendo por los que hoy se quejan de haber sido apartados por demócratas del poder en Egipto. En el
artículo se señalaba:
A lot of the world's fans of conservative
ideology believe that human nature is a sinning nature. A lot of them also
believe that without organized frameworks for people’s ethics the world would
probably sink into the wells of lust. In laws and restrictions that control
people’s behavior, lots of conservatives find a guarantee for safe ethical
standards that will protect people from their own evilness and ugly deeds.
Let’s ignore all the criticism hurled at this
idea — that it enforces guardianship over people, and invests in people’s fear
of punishment rather than any inherent desire to evolve — because some
conservatives I know don’t find these negative aspects, they think they are
actually advantages.***
Lo sorprendente del cambio egipcio es que no cambió nada: se
quitó al presidente Mubarak, pero no se cambió el régimen; se derrocó a los
islamistas, pero aumentan las condenas por moral, religión, la censura, etc.
Las cárceles se han llenado de discrepantes liberales o socialistas, de laicos,
cuando se supone que se derribó a un gobierno islamista para evitar que la
religión se mezclara con la política. Las prohibiciones han aumentado. Los
burkinis o el alcohol son solo una muestra, pero se han establecido penas para
muchas otras prácticas que anteriormente no lo estaban dejándose a la gente sin
vigilancia. La mirada se ha intensificado hasta volverse obsesiva. Quizá se
haya vuelto una patología social difícil de erradicar de la sociedad, que se ha
vuelto mucho más conservadora e intransigente.
2013 |
El corto período de gobierno islamista llenó los medios de quejas
por la "ley seca" que aplicaron
a todos, con la prohibición del alcohol junto a otras. No hay que imitar su constante
deseo virtuoso de prohibir. Las libertades suponen la elección por parte de las
personas. Se tiene que notar la diferencia y es muy malo cuando dos principios
opuestos dan el mismo resultado.
2013 |
Los estereotipos de los islamistas en las comedias egipcias —por eso fueron contra actores y directores en su periodo en el poder— los muestran siempre como poseedores de una doble moral que les lleva a prohibir lo mismo que se buscan en privado (como la nariz operada del salafista). La regla de la mirada implica la búsqueda de que te miren y vean lo que tú quieres que vean. La mujer lo padece porque es un ejemplo visible de lo que sus varones (padre, marido, hermanos, tíos) le permiten ser. La mujer debe mostrar públicamente, piensan, lo que es su modelador.
Espero que el otoño y el invierno traigan algo de reflexión
y sentido común. en Francia y en Egipto. Tampoco tengo muchas esperanzas, si soy sincero.
* "Egypt also bans burkini, but no one
bats an eye" Daily News Egypt 19/09/2016
http://www.dailynewsegypt.com/2016/09/19/egypt-also-bans-burkini-no-one-bats-eye/
**
"The War on Drugs: how Egypt was the first country to lead the charge and
the last to back down" Cairo Scene 11/02/2016
http://www.cairoscene.com/In-Depth/The-War-On-Drugs-How-Egypt-Was-The-First-Country-To-Lead-The-Charge-And-The-Last-To-Back-Down
*** "Censoring the ship out of it" Mada Masr 13/10/2013 http://www.madamasr.com/sections/culture/censoring-ship-out-it
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.