Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
El
catedrático de Ciencia Política Antonio Elorza ha tenido que recordar en un
artículo del diario El País que lo de
Erdogan no es algo que le haya llegado con la edad, algo súbito, sino el
cumplimiento de un programa que ya había desvelado al principio de su andadura,
que se sumergió como el Guadiana, y
que reaparece en el momento en que es necesario. Hace mucho tiempo que
sostenemos que esa es la descripción del programa islamista allí donde se
cumple: sonrisas, astucia, doblez y aprovechamiento de todas las circunstancias
para remover obstáculos. Cuando se sienten suficientemente fuertes o cuando se
encuentran en peligro de ser desplazados, entonces se desvela la verdadera
cara. La cuestión es si es posible volver de ese punto.
Así
comenzaba Elorza su artículo, con el título "La paciencia de
Erdogan", en El País:
A un mes del fracaso en Turquía del fallido
golpe militar contra Tayyip Erdogan, y una vez comprobada la extensión de su
respuesta autoritaria, buen número de especialistas siguen acotando su análisis
a los recientes desarrollos de la política puesta en práctica por el líder
islamista. Su punto de partida sería el personalismo que rodeó su acceso a la
presidencia del país. Se trata de una visión acorde con la previa bendición
otorgada por esos mismos comentaristas a la trayectoria de un Erdogan que era
considerado como el hombre encargado de demostrar la convergencia entre
islamismo y democracia, algo así como una versión musulmana de la democracia
cristiana en Europa occidental.
El panorama cambia si tenemos en cuenta las
rotundas posiciones doctrinales del mismo Erdogan en la década de los 90,
cuando preside la alcaldía de Estambul y prepara un ascenso únicamente truncado
por los diez meses de cárcel que le valió la lectura pública en 1998 de un
poema-llamamiento de Ziya Gökalp, el ideólogo nacionalista e islamista de los
Jóvenes Turcos: “Nuestras mezquitas serán nuestros cuarteles, las cúpulas
nuestros cascos, los minaretes nuestras bayonetas y los creyentes nuestros
soldados”. Era una explosión radical, sustentada en una plataforma teórica bien
firme. En Turquía, el laicismo implantado por Mustafá Kemal y el Islam
resultaban incompatibles, y la supervivencia del primero resultaba un absurdo
en un país con 99% de musulmanes: “¡No se puede ser al mismo tiempo laico y
musulmán! ¡O eres musulmán o laico! ¡No es posible la coexistencia!” Para
concluir: “¿Por qué? Porque a Alá, el Creador del Islam, le corresponden el
poder y el gobierno absolutos”. Desde tales supuestos, propios de islamistas
radicales como Sayyid Qutb, la finalidad es clara: “Nuestra referencia es el
Islam —proclama en 1997—, nuestro único objetivo es el Estado islámico”.
Erdogan no ha engañado a nadie.*
En
efecto: son los políticos occidentales los que se engañan con Erdogan (y demás políticos
de grupos islamistas). El hoy autoproclamado "demócrata" pide
lastimeramente la simpatía universal hacia su "causa" y que le
entreguen en bandeja a sus enemigos, los que le pueden hacer sombra dentro o
fuera.
Erdogan
no es fiable. No lo ha sido para los turcos y no va a serlo con los que están
fuera. La cuestión está en saber distinguir los tres niveles necesarios:
Turquía, el AKP y Recep Tayyip Erdogan. Los gobiernos que han puesto las
esperanzas en una Turquía con libertades y cerca de Europa no deben caer en el mismo
error que él usa en su favor: hacer creer que los ataques a Erdogan o a la
política del AKP son ataques a Turquía.
Una vez más: no se debe cometer el error de dejar solos a los que dentro
intentan sobrevivir a las políticas dogmáticas, facciosas y represivas de Erdogan. Este
error se ha cometido demasiadas veces y cometerlo de nuevo con Turquía puede
ser un verdadero desastre. Enfadado
va a estar siempre; que tenga al menos un motivo.
Lo
señalado por Elorza en su artículo no es una novedad, pero sí era un cierto tabú.
Lo mismo ha ocurrido allí donde las políticas de apoyo al "islam
político" sepultaron las realmente liberales, que apostaban por el
laicismo de los estados y una renovación religiosa. Se apostó desde Occidente
por lo que se veía como un "islam moderado" sin tener en cuenta, como
señala Elorza, la idea central del islamista: la construcción de un estado
islámico, como primera fase, y su expansión posterior. Cuando Erdogan le dice a
los turcos que Occidente "les odia por ser musulmanes", se calla que
durante mucho tiempo fue él fue el "favorito" por eso mismo. Pero Erdogan
se ha dejado de sutilezas, como se apreció mucho antes del fallido golpe y en
sus gigantescas purgas actuales.
Erdogan se destapó cuando apoyó a los que eran sus compañeros
ideológicos, a los que hoy tiene acogidos en Turquía: los Hermanos Musulmanes. Lo hizo no salir los planes como tenía
pensado: un frente de la internacional islamista desde Marruecos hasta Turquía. Turquía era el
modelo, pero no todos se prestaron al ver las garras de Erdogan cerca. Con
Egipto perdido y presionando, Erdogan salta hacia otro tipo de planteamiento,
nacional e internacional.
El
tradicional doblez islamista, que se considera astucia, implica que el estado
puede ofrecer una cara amable, pero que los piadosos fieles pueden acabar imponiendo
sus leyes en las calles a golpes. Nadie les recriminará por hacerlo puesto que,
al fin y al cabo, es la ley de Dios. Se
limitan a cumplirla.
La noticia
de la muerte terrible de la activista transexual turca, Hande Kader, estos
días, sumada a la decapitación de un refugiado homosexual sirio algunas semanas
antes, son un recordatorio de que la
calle administra la justicia piadosa a su manera. Las leyes quedan en nada
cuando los matones comienzan a funcionar y a administrar su justicia callejera
para solaz de los que consideran que el mundo está mejor sin aberraciones como Kader
o el sirio decapitado por homosexual.
La
purga de Erdogan es un contragolpe. Como buen ilusionista político, Erdogan distrae con una mano mientras ejecuta
sus trucos con la otra. Su quejas y lamentos por el abandono occidental a la
democracia turca sirven de camuflaje a la terrible represión emprendida mucho
antes del golpe y determinante para que se produjera dado el enrarecimiento de
la situación política, los cierres de medios de comunicación, encarcelamiento
de periodistas, etc. El truco final es mostrar a Erdogan como defensor de las
libertades y no como un represor autócrata, que es el retrato generalizado. Los
que hablan de Erdogan suelen usar con frecuencia el término maquiavelismo.
Turquía
va camino, si no lo es ya, de ser un estado faccioso. A las purgas generales políticas,
le siguen las personales. Los motivos de estas son la libertad de expresión, información,
sexual, etc. Erdogan ya les ha dicho que Europa
les odia porque son musulmanes, en una de las declaraciones más indignas
escuchadas a un dirigente de un país que dice aspirar a ser Europa, algo que es más que dudoso ya. Erdogan sabe que Europa
nunca le dejará acabar su plan faccioso. Por eso es el primer interesado en
tensar la cuerda, chantajear y sacar el provecho, económico, visados, etc. que
pueda tener. Piensa que Europa reculará siempre.
Dos meses antes del golpe militar fallido y del exitoso de
Erdogan, The Turkish Sun recogía una
información que tenía que ver con la libertad de expresión y los derechos de
las mujeres en Turquía. "Women’s Rights In Turkey “Like Something From The
Middle Ages”, Says Director Deniz Gamze Ergüven", era el titular y recogía
las opiniones de la directora de cine sobre lo ocurrido en su país con su filme
"Mustang":
Turkish-French director Deniz Gamze Ergüven,
whose film Mustang was nominated for
best foreign language film at the 2015 Oscars and was the winner of four César
awards in France, has spoken out about her feelings towards the current
government and for the future of women in Turkey in an interview with the Guardian.
Criticising President Recep Tayyip Erdoğan for
Turkey’s growing authoritarianism and for “messing with people’s minds”, she
also warned of the decline in women’s rights in Turkey. She said the negative
reception to Mustang’s take on the
struggle of rural women had led to her being threatened and she said she would
find it hard to imagine working in Turkey again.
Ergüven also revealed that Nobel prize-wining
author Orhan Pamuk, who has also experienced his fair share of scorn from the
Turkish public, warned her “you will be attacked,” but also advised her not to
“get depressed”.
“I was gloomy,” she said of her mood after the
film’s release. “I’d been attacked. I’d had some very aggressive, negative critiques
there [in Turkey], the kind of thing I hadn’t received anywhere else.
“I detested the response [to Mustang] in
Turkey, and so I withdrew from it”.
The film’s five young Turkish girl stars, Güneş
Şensoy, Doğa Doğuşlu, Elit Işcan, Tuğba Sun Guroğlu, and Ilayda Akdoğan, also
received threats for being in the film. “I was really unhappy, we’d had threats
that involved them. But they were proud of what they were doing”.**
Son las formas del fascismo religioso que se va
desencadenando y que hizo que el Premio Nobel Orhan Pamuk tuviera que salir de
allí ante las amenazas. La estrategia de la amenaza es eficaz y recibe las
oscuras bendiciones políticas de los gobiernos islamistas que se reparten las
responsabilidades para evitar las represalias internacionales. Así es posible
vender la modernidad oficial mientras socialmente se va formando una sociedad
del miedo, de la amenaza constante, y de la ejecución sumaria en las calles,
como a la activista transexual de los derechos LGTB, Haden Kader, torturada,
mutilada y quemada, apenas reconocible su cadáver.
Ante la inseguridad o la vida imposible, los que puedan
exponer otras ideas tienen que irse del país. Mediante el chantaje a Europa con
los refugiados y a Estados Unidos con la OTAN y ambos con el conflicto con el
Estado Islámico, Erdogan se asegura que nadie dé el respaldo ni la voz a la
Turquía que se niega a ser islamizada
a la fuerza. Los dos últimos años han sido de continua lucha en las calles por
el derecho a ser distinto, a pensar distinto.
La reducción de los derechos de las mujeres es uno de los
síntomas evidentes (en Egipto fue muy evidente), una de cuyas faceta es el
matrimonio infantil. El diario ABC, en crónica de su corresponsal en Turquía en
2015, titulaba que un tercio de los matrimonios celebrados en el país era con
mujeres menores de 17 años, la edad legal, que puede rebajarse a los 16 con el
permiso de un tribunal. Este es uno de los factores esenciales de la
islamización porque es la que permite asentar la práctica por encima de la
ley; las leyes de Dios están por encima de las de los hombres.
Erdogan le ha pedido a las mujeres que cumplan el "plan de Dios"
y abandonen los métodos anticonceptivos: Turquía necesita a sus hijos. También,
evidentemente, necesita que se queden a cuidarlos, que dejen de estudiar y se
sometan a los designios de sus familias, ya que casi siempre son acordados.
Señalaba en diciembre pasado ABC:
La abogada [Nuriye Kadan, abogada
turca y defensora de los derechos de la mujer], que también forma parte del
consejo administrativo del Colegio de Abogados de Izmir, añadió que la cifra de
matrimonios con menores es quizá más alta todavía debido a que muchas
celebraciones se realizan con la simple presencia de un imam y no se registran
oficialmente. Además, también quiso remarcar durante el acto celebrado el
pasado domingo la desigualdad existente entre la mujer y el hombre en la
sociedad turca. «El 97,4% de los estudiantes que no continúan con sus estudios
por razones maritales son mujeres».***
En el mismo sentido, la organización internacional Girls not Brides, contra el matrimonio
infantil, ha señalado:
Turkey has one of the highest rates of child
marriage in Europe with an estimated 15% of girls married before the age of 18.
However, statistical data available may not be
representative of the scale of the issue since most child marriages are
unregistered and take place as unofficial religious marriages.***
El retroceso turco comenzó hace tiempo y se hizo patente cuando Erdogan decidió acelerar su ritmo y desprenderse de sus enemigos. El cambio más significativo se produjo cuando no le funcionaron los cambios que quería en la constitución para perpetuarse en el poder y la pérdida de poder electoral. Desde ese momento, Erdogan trabajó para la llegada final de la purga actual. El contexto internacional le ha ayudado: refugiados, Estado Islámico. Otro lo ha creado expresamente: guerra a los kurdos, rompiendo la tregua, cuando Estados Unidos los armó para luchar contra el Estado Islámico ante su propia indecisión.
Todas las informaciones hablan, en todos los campos, de los
retrocesos de libertades y derechos en Turquía. Ya sea como a la activista
torturada o como a la cineasta asentada en Francia o al Nobel Pamuk, atacándolos
a través de los medios, hoy una sola voz gracias al cierre de los que
representaban la voz de los opositores. Todos forman parte de ese "enemigo
total" que comentábamos el otro día. No hay término medio ya.
Erdogan
—como señalaba Elorza— cumple su programa. Sus víctimas son las libertades, especialmente las de las mujeres, como suele ocurrir en las reislamizaciones; por ahí se empieza aprovechando las bases patriarcales. Las libertades quedan enterradas entre hipócritas gestos plañideros de que el mundo les odia, envidia y desprecia. Viejos discursos, pero eficaces.
Esta tarde, a las 7, han convocado una manifestación como homenaje a Haden Kader , según señala la CNN turca. Sus amigos o simplemente defensores de las libertades de todos y de una sociedad abierta, le darán un adiós simbólico. Descanse en paz.
* Antonio Elorza "La paciencia de Erdogan" El País
20/08/2016 http://elpais.com/elpais/2016/08/11/opinion/1470910883_334454.html
**
"Women’s Rights In Turkey “Like Something From The Middle Ages”, Says
Director Deniz Gamze Ergüven" The Turkish Sun 16/05/2016
http://theturkishsun.com/womens-rights-in-turkey-like-something-from-the-middle-ages-says-director-deniz-gamze-erguven-19156/
*** "Los matrimonios con novias menores de edad suponen
un tercio del total en Turquía" ABC 9/12/2015
**** Girls
not brides. "Child marriage around the world: Turkey" http://www.girlsnotbrides.org/child-marriage/turkey/
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