Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Después
de un extenso artículo sobre la diversidad del deseo femenino y sus diferencias con el masculino, titulado "The Enduring enigma of female sexual
desire", se recoge la opinión de la profesora de Psicología y Género, Lisa Diamond, de la
Universidad de Utah, que apunta al elemento punto central, más allá
de las cuestiones "orgánicas", por decirlo así:
“The issue is not low desire, it’s a desire
discrepancy,” she says. “Rather than blame the woman, the better approach is to
treat the couple and figure out how to negotiate the amount of sex that feels
good for both people.”*
En el sexo, como en todo en la vida en lo que no estamos
solos, lo importante es la gestión de las discrepancias. Las cuestiones sobre
el deseo mayor o menor o sus picos y valles pasan a segundo término ante la
relación con el otro involucrado.
Donde existe la discrepancia es necesaria una cultura de la
negociación porque de no ser así las dos únicas salidas son el
"autoritarismo" y el "caos". Y ninguna de las dos formas es
aceptable para un buen fin ni en la pareja ni en la sociedad.
Creo que no es casual que se hable de "revolución
sexual" y que está esté en el centro de la transformación social. Las culturas autoritarias lo son desde su
núcleo: la pareja y la familia. Se comete un gran error cuando algunos tratan
de disociar las cuestiones de "género" de la política en general. La
primera política nace en la pareja y en la familia. Es ahí donde surge la
primera relación de poder, como ya
vieron antropólogos, sociólogos e investigadores de los campos que cubren la vida
social. El núcleo de lo social —y por ello de lo político— reside en el modelo
de relaciones de pareja y en el centro está esa gestión del deseo.
La diferencia entre un modelo de negociación de la
discrepancia del deseo y un modelo autoritario del deseo, en el que uno se
impone al otro, es lo que establece las diferencias en las personas. Muchas
sociedades resuelven estas discrepancias legitimando el deseo de uno en
detrimento del otro. Las culturas patriarcales autoritarias imponen el deseo
del hombre sobre la mujer y no consideran, por ejemplo, que puede darse la
violación dentro de la pareja. Es en ese punto en donde se ve precisamente el
autoritarismo que se manifiesta en toda una serie de actitudes que tienen su
origen en la negación del otro como sujeto y, por ello, gestor de su deseo.
Es también típica de las sociedades autoritarias
patriarcales imponer el deseo del hombre y considerar a la mujer como una provocadora de ese deseo. La mujer debe
ser ocultada para que el hombre no se vea arrastrado.
En este modelo, la mujer se considera como libidinosa y promiscua en su estado
natural. La ablación y demás mutilaciones tienen como fin reducir el deseo sin
límite de la mujer. Mutilarla, taparla
y encerrarla alejándola de las
miradas de los otros hombres es la traducción práctica de ese modelo.
Es el que sirve para justificar el acoso sexual y considerar
que es la presencia de las mujeres en las calles y trabajos lo que lleva a los
hombres a perder el control. Son esas sentencias que nos escandalizan cuando se
establece que era ella quien estaba donde
no debía estar, vistiendo como no debía
vestir, etc. Parten de este modelo doble de la provocación femenina y la
falta de control masculina y son indicadores del machismo patriarcal y de un
déficit en la transformación social y legal respecto a la mujer.
La teoría subyacente del deseo es que este es incontrolable, por lo que el mejor
remedio es la segregación constante, mantener alejados a hombres y mujeres, y
la vigilancia de padres, hermanos y maridos sobre las mujeres bajo su dependencia. Ellos son los responsables
de que las mujeres provoquen a los hombres; ellas son las que arruinan el honor
de las familias, su buen nombre.
En The Week se nos
contaba un caso claro en Arabia Saudí:
Saudi women need to be accompanied by a male
guardian known as a 'mahram' whenever they leave the house. The guardian is
often a male relative and will accompany women on all of their errands,
including shopping trips and visits to the doctor.
Such practices are rooted in "conservative
traditions and religious views that hold giving freedom of movement to women
would make them vulnerable to sins," according to The Guardian.
In one extreme case, a teenager reported that
she had been gang-raped, but because she was not with a mahram when it occurred, she was punished by the court. The victim
was given more lashes than one of her alleged rapists received, the Washington Post reports.**
El artículo de The
Week es de febrero de este año, pero la prensa ha informado de un caso
similar hace pocos días: una turista fue violada y ella resultó la condenada y castigada.
Todas las opiniones de expertos recogidas en The Week
respecto a las diferencias, incluso ausencias, de deseo en la pareja se quedan
en tecnicismos si no se da ese paso siguiente, que es considerarlo en el marco
de la naturalidad de la discrepancia sobre el deseo. Lo importante es asumir su
naturalidad y no partir de modelos irreales como ocurre hasta el momento.
La sexualidad sigue siendo un tabú que confronta a las
personas, sus sentimientos más íntimos, con modelos sociales. La educación
sigue considerando un campo complicado cuando debería ser el más sencillo pues
todo el mundo lo experimenta desde el interior. Pero hablar es complicado.
Aprender es desaprender los modelos sociales y tratar de encontrar los propios
que permitan a las personas vivir una vida sin traumas y mentiras, dentro y
fuera de las relaciones.
Bajo el titular del artículo, en la BBC se preguntan "Why
have scientists been slow to understand women’s sexuality". La respuesta es
muy sencilla: porque no les ha importado mucho. La Ciencia es un reflejo de la
propia sociedad en la definición de sus intereses y objetivos, también en las
respuestas posibles. Tiene que cambiar para que se amplíe su horizonte de
intereses y respuestas aceptables.
El artículo se cierra con la siguiente conclusión:
If researchers know anything about desire, it
is that variation is the norm. Whether male or female, desire can manifest in a
seemingly endless spectrum of forms, and it can range from high to low to
nonexistent. There is no right or wrong type or degree of desire for
individuals or couples. “It would behoove us all to be more accepting of a very
wide range of variability in desire,” Diamond says. “We need to be tolerant
of diversity.”*
Descubrimos la diversidad de las personas, la diversidad de
sus deseos, cuando dejamos de meterlas en categorías polares. Solo entonces empiezan
a surgir las diferencias y lo descrito se acerca a la realidad permitiendo una
mejor comprensión. Lo demás es vivir en el malentendido peligroso, traumático y
excluyente. No hay "enigmas"; solo ceguera.
En este campo, como en los más importantes, el
reconocimiento de las diferencias y discrepancias pasa por la buena negociación, por
el diálogo abierto en la forma de vivir con el otro.
* "The
Enduring enigma of female sexual desire" BBC 1/07/2016
http://www.bbc.com/future/story/20160630-the-enduring-enigma-of-female-desire
**
"Eleven things women in Saudi Arabia cannot do" The Week 4/02/2016
http://www.theweek.co.uk/60339/eleven-things-women-in-saudi-arabia-cant-do
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