Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
El
atentado de Orlando sirve para comprobar el estado social en muchos niveles. Las
motivaciones de Omar Mateen son complejas y se mantienen abiertas a la
manipulación. El mundo es un tren promocional
permanente en la que cada uno engancha sus vagones conforme a sus intereses.
Cuarenta y nueve personas han sido asesinadas y otros muchas están heridas
porque en algún momento, como resultado de un complejo proceso mental, Mateen
decidió que era el brazo ejecutor de Dios. Voces interiores y exteriores le
decían que eso estaba bien. Las voces
se lo habían repetido a lo largo de su vida y él las había escuchado terminando
por convencerse de que eso era una buena acción que le convertiría en un héroe
ante los ojos de los que le importaban realmente: Dios, su padre, su jefe...
Las
dosis de homofobia que Mateen había recibido en sus veintinueve años de vida,
con dos matrimonios fracasados a sus espaldas por su inestabilidad y violencia,
le han llegado de su entorno familiar, mediático, cultural, etc. Pero la homofobia no es exclusiva islámica.
Los
medios han señalado a la gran esperanza blanca, Donald Trump, como un
aprovechado de esas corrientes de intransigencia y odio, centrándose
esencialmente en el racismo, la islamofobia y la homofobia en la campaña. Son
los tres pilares de la peculiar América
que Trump canaliza y redirige hacia las urnas. Hay un cuarto pilar, claro, el
antifeminismo, que es el que le valió los primeros disgustos. Todo ello constituye un conjunto de odio explosivo que puede ser manipulado en beneficio propio. Basta con confirmar a los seguidores que esos odios están basados en una verdad eterna, revelada a privilegiados exigentes.
Hemos
visto en estos días cómo la salida retórica al crimen de odio homófobo era
canalizarlo hacia otro tipo de odio, la islamofobia (como ha hecho Trump). Pero otros no
han necesitado de subterfugios porque han visto en la muerte de cuarenta y
nueve personas la misma espada flamígera que el asesino vio, porque han
escuchado la misma llamada a la
muerte.
Algunos
llaman "dios" al eco de su propia violenta estupidez. La prensa norteamericana
nos da cuenta de otro estúpido que
sintió la llamada de Dios, el pastor Roger
Jiménez. The Washington Post nos lo
acerca:
Pastor Roger Jimenez from Verity Baptist Church
in Sacramento told his congregation that Christians “shouldn’t be mourning the
death of 50 sodomites.”
“People say, like: Well, aren’t you sad that 50
sodomites died?” Jimenez said, referencing the initial death toll in Orlando,
which authorities later clarified included 49 victims plus the gunman. “Here’s
the problem with that. It’s like the equivalent of asking me — what if you
asked me: Hey, are you sad that 50 pedophiles were killed today?’
“Um, no, I think that’s great. I think that
helps society. You know, I think Orlando, Fla., is a little safer tonight.”
He added: “The tragedy is that more of them
didn’t die. The tragedy is — I’m kind of upset that he didn’t finish the job!”*
Los
fundamentalistas religiosos de todas las confesiones son muy parecidos, si no en
sus filias (que también) lo son en sus fobias, en donde entran feministas y
homosexuales como desórdenes perversos del ordenado templo divino. Son creacionistas porque ni a Dios dejan
evolucionar; leen poco, o mucho de lo mismo, que suele tener los mismos efectos
de incultura e ignorancia y, sobre todo, mantienen un diálogo constante con
Dios cuyo contenido nos transmiten periódicamente.
Los mensajes
que muchos han escrito en sus pancartas de las manifestaciones tras el atentado,
"Fight Evil with Love" o "Love Conquers Hate" (con origen en Marvin Gaye), contienen
más evangelio, más religión, más espiritualidad que todos los sermones que el
pastor Jiménez —¡pobres ovejas las suyas!— haya dicho o dirá en toda su vida.
Lamentable papel ciudadano el suyo, inmensa pobreza espiritual la de este energúmeno teólogo, simple globo de vanidad, predicador de odio.
Los
radicales cristianos o musulmanes difieren en pocas cosas, pero comparten sus
fobias con pasión. Como buenos propagadores del sistema patriarcal, antes que
el amor en sí, les interesa más un modelo único de familia sobre el que construir todos los demás, con un dios padre terrible y unos hijos sumisos.
Es el orden divino que ellos aman
como el guardia de tráfico, que ama la circulación ordenada y combate el caos y
la desobediencia a base de multas, grúa y retiradas del carné.
Esta es
la historia que al Pastor Jiménez le gustaría contar: Dios le dijo a Abraham,
"coge a tu hijo, llévalo al campo y mátalo porque es gay". En esta
versión imaginaria de la historia de Abraham nadie te dice que bajes el cuchillo en el
último momento ni que busques después un cordero. El dios del Pastor Jiménez es
así de terrible. Y si el Dios de Jiménez se apiadara en el último momento, Jiménez se lo recriminaría: ¡recuerda que eres Dios!, le diría, mientras hundía el cuchillo.
Al
pastor Jiménez le hubiera gustado que Omar Mateen, brazo ejecutor de Dios y de
sus propias frustraciones personales. familiares y culturales, hubiera seguido
matando hasta acabar con la comunidad gay de Orlando, que hubiera seguido
matando ciudad por ciudad entrando en aquellas casas que el pastor marcará con
una señal roja en la puerta y que al
terminar con los homosexuales hubiera seguido —ya puestos— con unos cuantos
grupos que le parece que deberían ser exterminados de la faz de la tierra.
Recoge sus palabras y efectos The Washington Post:
“I wish the government would round them all up,
put them up against a firing wall, put a firing squad in front of them, and
blow their brains out,” Jimenez said during his Sunday sermon, which Verity
Baptist posted on its website under the title “the Christian response to the
Orlando murders.”
Verity Baptist describes itself as an
“independent, fundamental, soul winning, separated, King James Bible believing
Baptist church.” It’s unclear exactly how many members it has, but in late
March, the church wrote on Facebook: “Praise God for 206 attendance this
morning (our new record!).”
The church did not immediately respond to a
request for comment.*
El mal y la estupidez son contagiosos y ese récord que el
pastor Jiménez logra congregar seguirá creciendo hasta convencerle que
realmente Dios está de su lado y le manda los tarados que asentirán a sus barbaridades. La estupidez se propaga rápido; al bien y a la inteligencia, por el contrario,
siempre les toca ir contracorriente y emplear tiempo dando explicaciones ¡Cuesta tan poco matar a alguien y, en cambio, tanto convencerle!.
Es una pena que en los países sin libertades se use el poder
para imponer los prejuicios y la intolerancia; pero es mucho más triste que en
los países en los que hay libertades, se elija la estupidez, el odio y la maldad disfrazados de virtudes.
Tras la matanza, nos dicen, han aumentado las ventas del
modelo de arma del terrorista asesino. El pastor
Jiménez bate record de memos en su humilde templo. El mundo sigue girando...
"Fight
Evil with Love", "Love Conquers Hate"... sí, pero nunca dejes
que un idiota que llama al odio, la muerte y confunde lo bueno y lo malo, te pase
por delante sin decirle lo que piensas. La democracia, al dejar hablar a todos, exige que se advierta sobre la estupidez y sus consecuencias perversas. Necesita del ejercicio constante de la crítica. De no ser así, la indiferencia es el abono del desastre.
*
"Pastor refuses to mourn Orlando victims: ‘The tragedy is that more of
them didn’t die’" The Washington Post 14/06/2016
https://www.washingtonpost.com/news/acts-of-faith/wp/2016/06/14/pastor-refuses-to-mourn-orlando-victims-the-tragedy-is-that-more-of-them-didnt-die/?hpid=hp_hp-top-table-main_pastor-1250pm%3Ahomepage%2Fstory
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