Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
El
diario El País plantea una cuestión
que comienza a ser preocupante: Occidente. Dicho así que da demasiado burdo,
especialmente si tenemos en cuenta que el asunto es de una gran sutileza y
necesita ser tomado muy en serio. La cuestión se la plantea Timothy Garton Ash,
profesor de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford Timothy a través de
un artículo titulado "Necesitamos recuperar a Occidente" que el
diario reproduce.
El
texto tiene mucho de nostalgia por un Barack Obama que se nos va, al que
califica como "el último presidente de Occidente". Lo terrible es lo
que nos queda, e riesgo de un Trump y la seguridad de un Putin acompañado de
una serie de admiradores constituida por Nigel Farage (Reino Unido) o Marine Le
Pen (Francia), además de otros euroescépticos repartidos por Holanda,
Finlandia, Alemania, etc. Sí, algo pasa para que Europa esté asentada en
diferentes formas de escepticismo.
El artículo,
tras hacer un recorrido por las buenas intenciones de Barack Obama apoyando a
Europa e intentando convencer a Reino Unido que no se salga, se cierra así:
Occidente, empezando por Europa y
Norteamérica, tiene muchos pecados de los que arrepentirse. Es una noción poco
atractiva para muchos miembros de la izquierda europea. Pero la visión de
Occidente que defiende Obama es internacionalista y liberal, mucho más atenta
que antes a las necesidades del Sur. La alternativa no es una idea más
progresista, sino una horrenda amalgama de Putin, Trump y Le Pen: Putrumpen.
Entre el Obama internacionalista y el Putrumpen nacionalista, ¿a quién
preferirían? Yo no tengo ninguna duda.*
La idea
de Timothy Garthon Ash va más allá de Europa. Occidente es un ente complejo que ha conseguido ser identificado con
el mal en todas sus formas. La cuestión viene de lejos y se centra
esencialmente en el odio a los Estados Unidos y a sus aliados. El autor
sostiene que "occidente" se formó como un concepto a la contra, primero ante la Alemania
nazi, después frente a la Unión Soviética.
Creo
que hay muchos conceptos que se superponen —no siempre con buenos resultados— a
la idea de Occidente. La idea de los "aliados", por ejemplo, es la
que se supone que realmente se enfrentó a la barbarie nazi. Pero no me atrevería a afirmar que la Alemania nazi
no formaba parte de Occidente, me parece una osadía hacerlo. Que no nos gusté,
no significa que no forme parte de un legado complejo, convertido en una
herencia de la que no nos podemos olvidar por más que queramos.
El
legado occidental, su presente mismo, está formado por muchas cosas que la
Historia nos ha mostrado que no eran buenas para nadie, ni para Occidente ni
para el resto del mundo. Que queramos ver la Alemania nazi o las demás formas
totalitarias que surgieron del pensamiento occidental (incluidos los fascismos
y el comunismo) como algo ajeno a Occidente no me parece demasiado eficaz.
Surgieron aquí; también se
combatieron aquí. Occidente, como todos,
tiene sus etapas oscuras. Ignorarlas es condenarse a no entenderse y eso es el
principio de nuevos problemas.
Para
otros, en cambio, "Occidente" es un concepto claro que se identifica
con sus pasados coloniales. Meten, sin diferencias, a todos los que consideran
"imperialistas" en ese saco negativo. Cuando leo los medios egipcios
y árabes se quejan de "Occidente" y ahí meten a Europa y los Estados
Unidos. No incluyen a Rusia, claro, un país tan grande que tuvieron que
comprarle Alaska para quedarse más tranquilos. Tampoco se incluye a América
Latina, que se considera, como las demás ex colonias del mundo, también fuera de
Occidente y atentas al colonialismo norteamericano. Una mitad de América Latina
tiene una relación cordial con los Estados Unidos mientras, que la otra prefiere
tenerla con Rusia y China.
Nosotros, España, también hemos sido "colonia" varias veces. Algunas veces los colonizados fueron colonizadores antes. Pero todos prefieren ver una parte de la realidad, detener la historia en el momento más favorable para sus argumentos. Me imagino que no hay mucho interés en intentar ver las cosas con un poco de perspectiva. No es fácil, porque la gente quiere oír lo que le gusta escuchar.
Es
cierto entonces que, desde fuera, Occidente se ve con cierta sensación de frentismo y agravio, Pero lo importante
y preocupante es cómo nos vemos nosotros.
Estamos asumiendo las miradas de los otros por falta de una mira propia. Esto
significa que vemos negativamente lo que otros ven como negativo, con razón o
sin ella. Solo así es posible entender que los líderes nacionalistas, de extrema
derecha populista y ¡hasta Donald Trump! sean admiradores de Putin.
Europa
necesita de un mayor compromiso con su propia identidad. Esta no está solo en el
pasado, sino en el futuro, por hacerse todavía. Europa debe ser la otra cara de
su propia historia. De un pasado de guerras y enfrentamientos, debe centrarse
en lo mucho que queda por hacer, en exprimir su creatividad más allá de los
negocios, de los conflictos...
La mayor parte de las ideas que se usan contra Occidente, provienen de la misma
Europa, como ocurre con los nacionalismos,
que los movimientos de descolonización hicieron suyos. Somos la fuente diluida
de la modernidad. Nuestra variedad es nuestra principal riqueza, que saldrá
ganando si vivimos en armonía entre nosotros y exportamos paz, convivencia y
diálogo. Tenemos ante nosotros una crisis humanitaria que saca lo mejor y lo peor de nosotros. Pero así es la vida, una batalla constante por la definición, por pasar las pruebas que nos van poniendo.
No debemos
esperar a que todo el mundo esté en
contra de Occidente para sentir que lo somos. Debemos hacer un repaso de
nuestros valores, reformular nuevas y viejas ideas para ser capaces de
reconocernos a nosotros mismos. De no hacerlo así, estaremos condenados a
seguir mirándonos en esas caricaturas que nos describen desde fuera.
Dice Timoty Garton Ash que no tiene dudas sobre a quién elegiría. Yo tampoco tengo ninguna. Pero nadie me va a dar a elegir entre el presidente Obama y Putin, aunque sí entre algunas ideas de uno y otro, que me llegan delegadas y con las que me tendré —nos tendremos— que enfrentar.
Creo que es bueno hablar de Occidente sin que suponga una idea de conflicto, de un Occidente contra nadie; hablar de cultura, de ideas, de valores. Si otros los tienen o los comparten, mejor que mejor. Si no, seguiremos pensando, probando, experimentando para tratar de encontrar esa satisfacción imposible, siempre inacabada.
Hay dos grandes tendencias en el mundo: los que se quieren diferentes y los que se acercan a los otros. No existe barrera que esté por encima de las personas si estas parten de la buena voluntad. En un mundo que se hace más pequeño cada día es necesario aprender a convivir. Para ello hay que aprender a ser uno mismo primero.
*
Timothy Garton Ash "Necesitamos recuperar a Occidente" El País
3/05/2016 http://elpais.com/elpais/2016/05/02/opinion/1462189626_536894.html
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