Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Al
primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, no le gusta la serie sobre Solimán
el Magnífico que se emite en su país. Dice que hay mucho harén y poca batalla
o, quizá, que casi todas las batallas se dan en el harén y los lechos. Y eso le
parece poco histórico y aleccionador para las nuevas generaciones, que tienen
que salir más batalladoras y con menos granos. Nos cuenta el diario ABC que sus
palabras críticas sobre la serie "El siglo magnífico" han sido las siguientes:
«Yo maldigo y condeno a los realizadores de
esta serie y a los propietarios de esta cadena de televisión. Aquellos que
juegan con los valores de la gente deberían recibir una lección».*
Cualquiera
comprenderá que esto excede las opiniones habituales de los críticos
televisivos. No digo que ninguno hayamos pensado en maldiciones ante la visión
de algún engendro con los que las cadenas —¡qué metáfora tan apropiada!— nos
castigan habitualmente, pero viniendo de un primer ministro y además turco, da
un poco de eso, de aprehensión, por decirlo finamente.
En
Turquía, estas cosas acaban pasando factura, porque dentro de nada se puede
considerar que es "terrorismo" y acaba alguno "recibiendo la
lección" tras las rejas o en el punto de mira de la opinión pública o
quién sabe. No es una afirmación gratuita. El mismo diario ABC recogía hace un
mes un informe internacional sobre el encarcelamiento de periodistas en
Turquía:
Turquía es el país que más periodistas tiene encarcelados, según
constata un informe hecho público este lunes por el Comité para la Protección
de los Periodistas (CPJ), una organización internacional con base en Nueva
York. Hay 76 reporteros entre rejas, según los datos del CPJ, la cifra más alta
a nivel mundial en esta década y, en al menos 61 casos, el Comité dice haber
probado que el único fundamento de acusación es su labor periodística.
«El Gobierno turco ha lanzado una amplia
ofensiva para silenciar a los periodistas críticos mediante el encarcelamiento,
procesos en los tribunales y una intimidación oficial», asegura el informe del
CPJ, de 53 páginas, que coloca a Turquía por delante de Irán, China y Eritrea
en este ránking sobre la persecución de la prensa.**
Y concluía
lo siguiente:
«La tendencia de Turquía de equiparar el
periodismo crítico con el terrorismo no se justifica por los problemas de
seguridad del país. El primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, debería poner fin
a sus ataques contra la prensa e implantar reformas legales que garanticen la
libertad de expresión», dice el director ejecutivo del CPJ, Joel Simon. El CPJ
exige a Turquía que «libere a todos los periodistas encarcelados por su
trabajo» y recuerda que tres de cada cuatro están en detención preventiva sin
sentencia.**
Y es
que por muy moderados que sean, dentro de cada islamista hay siempre un juez,
para unas cosas o para otras o para todas directamente. El ABC lo explica como
un renacimiento del "neo-otomanismo", que fue de lo que acusó a
Erdogan el presidente sirio Bashar al-Assad, de querer ser un nuevo sultán
otomano, un nuevo Solimán El Magnífico. Pero Bashar al-Assad no es el más
indicado para opinar ni dar lecciones de historia o de televisión; se ha
quedado solo en genocida.
La oposición
turca denuncia la progresiva radicalización del régimen de Erdogan y sus
frecuentes opiniones críticas sobre el arte, entre otras muchas cosas. El Diario Vasco —con fuentes de EFE— contaba,
en enero de 2011 las declaraciones del líder de la oposición turca, Kemal
Kiliçdaroglu, sobre la deriva autoritaria en el país. Ya entonces, hace casi dos
años, se mostraba el celo artístico de Erdogan respecto a la serie y algún otro
caso:
En una reciente visita a Kars, capital de una provincia turca
fronteriza con Armenia, Erdogan calificó de estéticamente
"monstruosa" una escultura de 30 metros de altura en honor a la
amistad turco-armenia y pidió al alcalde que la retirara antes de su próxima
visita a la ciudad.
El renombrado escultor turco Mehmet Aksoy, autor de la obra, dijo que
la actitud del primer ministro era propia de "talibanes".
En el caso de la serie de Suleiman "El
magnífico", a Erdogan no le gustó cómo se representaba al poderosos
sultán, rodeado de lujos y placeres terrenales, por lo que dijo que se debía de
proteger el buen nombre de las "figuras históricas".***
Puede
que a Erdogan simplemente no le haga mucha gracia que haya estatuas dedicadas a
la amistad "turco-armenia". Él sabrá. Si además de negar el
exterminio armenio, también niega la posibilidad de una estatua para la amistad
de ambos pueblos, creo que nunca se resolverá la herida. Ya es mucho negar.
No creo
que sea tanto un problema de rigor histórico como un problema de
"estrechez histórica" y, sobre todo, de falta de sentido del
espectáculo combinados. A una mayoría de los turcos, la serie sobre Solimán no
les molesta demasiado, porque se emite en hora de máxima audiencia y va ya por
su tercera temporada. El pueblo llano siempre sospechó que aunque los libros de
historia nos mostraban a los reyes, sultanes o emperadores con la espada en la
mano, no siempre estaban así y el harén lo tenían para algo. Pero lo que irrita
y hace maldecir al primer ministro Erdogan es el desconocimiento histórico que
la serie "El siglo magnífico" provoca en quienes la ven. Le parece
poco ejemplar y distorsionada:
«No se conoce a nuestros padres y nuestros
antepasados más que por «El siglo magnífico», pero ese no es el Solimán que
conocemos. Él se pasó la vida a lomos de un caballo y no en palacios, como nos
lo muestra la serie», afirmó.*
Alguna
vez bajaría, digo yo, que tampoco hay que exagerar. La trivialización de los
momentos de esplendor relativo —lo digo porque supuso la invasión de otros,
como Hungría— irrita profundamente a los que lo proponen como modelo. En el
fondo, la historia se hizo para deleite de reyes y emperadores a los que les
gustaba que les repitieran las gestas más o menos míticas de sus antepasados o
la suyas propias. Al pueblo le interesaba más el espectáculo. Y eso hoy es el harén, como prueba el éxito de la serie.
A
Erdogan le parece más didáctico un Solimán guerrero, conquistador y recatado,
con oficina en el campo de batalla, horas extraordinarias y llevándose trabajo
a casa los fines de semana. La serie les ofrece a los turcos intrigas,
conspiraciones, seducciones y mucho harén y galanteo y eso no debe entrar en su
sentido del espectáculo histórico.
Como
aquí se trata de ver quién es el más purista y de cuál es el camino más rápido
al paraíso, los iraníes —otros grandes críticos de televisión— también le enmiendan la plana a la serie
turca y consideran que el harén no está descrito como debe ser y han ofrecido documentos históricos fotográficos para enmendarlo mostrando imágenes de los harenes otomanos y de cómo les quieren dar gato por liebre. Y es que el purismo estético
reside en las almas puras.
En
cambio, nos cuentan también, a los que les encanta la serie es a los
griegos****, que se lo pasan bien con las idas y venidas de los harenes en
mitad de su crisis. No sabrán si seguirán en el euro, pero que no los desenganche nadie de la serie. Está claro que no se puede satisfacer a todo el mundo. Ni
tampoco maldecirlo ni, mucho menos, condenarlo.
*
"Erdogan maldice y condena una serie de televisión sobre Solimán el
Magnífico" ABC 29/11/2012
http://www.abc.es/internacional/20121129/abci-erdogan-maldice-condena-201211281937.html
**
"Turquía récord de periodistas entre rejas" ABC 22/10/2012
***
"El líder opositor turco dice que Erdogan lleva a Turquía al
'fascismo'" Diario Vasco EFE 16/01/2011
http://www.diariovasco.com/agencias/20110116/mas-actualidad/mundo/lider-opositor-turco-dice-erdogan_201101161600.html
****
"Las series de televisión turcas triunfan en Grecia" Hispanatolia
16/09/2012
http://www.hispanatolia.com/seccion/2/id,16538/las-series-de-television-turcas-triunfan-en-grecia
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